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luz violentada tras de sí, hasta que se desparecen el uno y el otro y quedan acabados. Esto mismo les acontece: Viven de manera teniendo escondidas las buenas obras, las virtudes, lo bueno, que ni dello se precian ni lo estiman. Estiman el oficio que hi- 5 cieron luz: vanlo violentando por encorporarlo en sí, por esquilmarlo, por desnatarlo y aún desangrarlo, y vanse poco a poco consumiendo con él. Viven mal y mueren mal: cual vivieron, así murieron.

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¿Qué piensa el que se hace cera, cuando a uno le quita su justicia o lo que justamente merece y lo trasmonta en el idiota que se le antoja? ¿Sabes qué? Derrítese y gástase, sin sentir cómo ni de qué manera. Acábasele la salud, consúmesele la honra, pier- 15 de la hacienda, fallecen los hijos, mujer, deudos y amigos, en quien hacían estribos de sus pretensiones; andan metidos en profundísima melancolía, sin saber dar causa de qué la tienen. La causa es, amigo, que son azotes de Dios, con que temporalmen- 20 te los castiga en la parte que más les duele, demás de lo que para después les aguarda. Y así lo permite su divina Majestad, para consuelo de los justos, que los que disolutamente pecan haciendo públicos agravios y sinrazones, castigarlos a ojos 25 de los hombres, para que lo alaben en su justicia y se consuelen con su misericordia, que también lo es castigar al malo.

¿Quiéres tener salud, andar alegre, sin esos acha

ques de que te quejas, estar contento, abundar en riquezas y sin melacolías? Toma esta regla: confiésate como para morir; cumple con la difinición de justicia, dando a cada uno lo que le toca por suyo; come 5 de tu sudor y no del ajeno; sírvante para ello los bienes y gajes ganados limpiamente: andarás con sabor, serás dichoso y todo se te hará bien.

A buena fe que mi consideración me iba metiendo muy adentro, donde quizá perdiera pie y fuera 10 menester socorro. Ya me engolfaba o me puse a pique para decir el por qué y cómo se hace algo desto. Si corre por interés o si por afición o pasión. Quiero callar y no habrá ley contra mí: mi secreto para mí, que al buen callar llaman santo. Pues aún 15 conozco mi exceso en lo hablado: que más es dotrina de predicación, que de pícaro. Estos ladridos a mejores perros tocan: rómpanse las gargantas, descubran los ladrones. Mas ¡ay, si por ventura o desventura les han echado pan a la boca y callan!

14 Al buen callar llaman santo: En esta misma forma se halla este refrán en la Pícara Justina (ed. Puyol, II, 150). Correas (35 a) trae las variantes santo y Sancho y defiende la segunda como más propia. Francisco del Rosal en su Origen y etymologia de todos los vocablos castellanos (Bibl. Nacional, Ms. 6929) trae únicamente la variante Sancho, tal como hoy se dice.

CAPÍTULO IV

EN QUE GUZMÁN DE ALFARACHE REFIERE UN SOLILOQUIO QUE HIZO Y PROSIGUE CONTRA LAS VANIDADES DE LA HONRA.

3

Larga digresión he hecho y enojosa. Ya lo veo; mas no te maravilles, que la necesidad adonde acudimos era grande y, si concurren dos o más lesiones juntas en un cuerpo, es precepto acudir a lo más principal, no poniendo en olvido lo menos. Así corre en la guerra y todas las más cosas. Yo te prometo que no sabré decir cuál de los dos fuese ma- 10 yor, la que dejé o la que tomé, por lo que importan ambas. Mas volvamos adonde nos queda empeñada la prenda, siguiendo aquel discurso.

Llevaba yo un día en mi capacha o esportón del rastro un cuarto de carnero a un oficial calcetero. 15 Halléme acaso unas coplas viejas, que a medio tono, como las iba leyendo, las iba cantando. Volvió mi dueño la cabeza y sonriéndose dijo: «¡válgate la maldición, maltrapillo y sabes leer?» Respondile: «y

mejor escrebir». Luego me rogó que le enseñase a hacer una firma y que me lo pagaría. Preguntéle: «diga, señor, firma sola, ¿para qué la quiere o de qué le puede aprovechar?» El me respondió: «¿para 5 qué? Salgo a negocios, que me da Fulano mi señor, porque yo calzo a sus niños y nombró el personaje. Querría saber firmar por no decir que no sé cuando se ofrezca».

Quedóse así este negocio, y yo haciendo un largo 10 soliloquio que fuí siguiendo buen rato en esta ma

nera:

Aquí verás, Guzmán, lo que es la honra, pues a éstos la dan. El hijo de nadie, que se levantó del polvo de la tierra, siendo vasija quebradiza, llena de 15 agujeros, rota, sin capacidad que en ella cupiera cosa de algún momento, la remendó con trapos el favor y con la soga del interés ya sacan agua con ella y parece de provecho. El otro hijo de Pero Sastre, que porque su padre, como pudo y supo, mal o 20 bien, le dejó que gastar, y el otro que robando tuvo

que dar y con qué cohechar, ya son honrados, hablan de bóveda y se meten en corro. Ya les dan lado y silla, quien antes no los estimara para acemileros.

19 Pero Sastre: Alude probablemente al refrán «Toca Pero Sastre, que la villa lo paga o sopla, Pero Sastre», que equivale, según L. Montoto, a «Tirar con pólvora del rey» (Personajes, personas y personillas, que corren por las tierras de ambas Castillas, II, 298).

22 hablar de bóveda: «Hablar en bóveda, hablar hueco y con arrogancia (Covarr.)

Mira cuántos buenos están arrinconados, cuántos hábitos de Santiago, Calatrava y Alcántara, cosidos con hilo blanco y otros muchos de la envejecida nobleza de Lain Calvo y Nuño Rasura tropellados. Dime: ¿quién les da la honra a los unos que a los 5 otros quita? El más o menos tener. ¡Qué buen decanon de la facultad o qué gentil rector o mase escuela! ¡Qué discretamente gradúan y qué buen examen hacen!

Dime más: ¿y a qué se obliga ese, que lleva el ofi- 10 cio que decías primero, y esotro a quien el dinero entronizó en el Sancta Sanctorum del mundo? ¿Y cómo queda el hombre discreto, noble, virtuoso, de claros principios, de juicio sosegado, cursado en materias, dueño verdadero de la cosa, que dejándole sin ella, 15 se queda pobre, arrinconado, afligido y por ventura necesitado a hacer lo que no era suyo, por no incurrir en otra cosa peor? Mucho me pides para lo poco que sabré satisfacerte; mas diré conforme a lo que alcanzo, lo que dello entiendo: Cuanto para con 20 Dios, son sus juicios ignotos a los hombres y a los ángeles; no me entremeto a más de lo que con entendimiento corto puedo decir, y es que Él sabe bien dar a cada uno todo aquello de que tiene necesidad para salvarse. Y pues aquel oficio faltó, no 25 convino, por 10 que Él sabe o porque con él se con

7 decanon: Así en el orig. y eds. primitivas.

15 dejándole: El orig. «dejándola», que yo corrijo siguiendo a Holle.

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