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dado de mandarlo. En habiendo en qué trabajar, no aguardaba que me lo mandasen. Era de todos mis compañeros el primero al pelar de las aves, fregar, limpiar, barrer, hacer y soplar la lumbre, sin decir al otro: haceldo vos. Porque consideraba que, no 5 habiendo de holgar ni estar mano sobre mano, tanto me daba trabajar en esto que en esotro y era engañar de maña con lo que era fuerza.

Siempre hacía lo que más podía y mejor sabía, guardando el decoro al oficio. Aun el ave no estaba 10 bien acabada de pelar, cuando tomaba el almirez y molía mixturas para salsas o para guisados. Traía el herraje como espadas acicaladas, las sartenes que se pudieran limpiar con la capa, los cazos como espejos; guardábalo en sus cajas, colgábalo en sus cla- 15 vos, donde solía estar cada cosa, para darlo en mano cuando fuera menester, sin andarlo a buscar, acordándome dónde lo puse: todo tenía su lugar diputado con mucha curiosidad y concierto.

Las horas que me sobraban cuando no había que hacer, en especial por las tardes, que siempre tenía más lugar, los oficiales de casa me daban sus percances que los llevase a vender. Ibame con ellos

23 percance: «El provecho o utilidad que los criados u oficiales adquieren o perciben, además de sus gajes y salarios». (Dicc. Aut.) Comp.: Estebanillo: «Yo llevaba... la comida de raspatoria a casa de mi amo, y a las tres de la tarde las sobras, resultas, remanentes y percances, con ayuda del jifero, al baratillo de la ropa vieja y usada.. (Rivad., XXXIII, 296 b.)

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a las puertas de la carnicería, donde era nuestro puesto y lo acudían a comprar los que lo habían menester. Algunas veces lo que llevaba era bueno, otras no tal y otras hediondo y malo; mas todo resultaba 5 de lo que llamaban ellos provechos y derechos, que es de diez dos, harto mejor pagado que el almojarifazgo de Sevilla. Lo ordinario y siempre, nunca faltaban menudillos de aves y despojos de terneras, perdices, gallinas, que se perdían andando en el 10 asador o perdigadas en el hervor de la olla, conejos desollados y mechados con sus garrochitas de tocino ribeteados, como gabán de Sayago, sin dejarles blanco del tamaño de una uña donde no llevasen clavada su saeta. Presas había que, habiéndo15 se tardado en sacarse a vender, oliscaban. Disfraza

ban estas tales de manera que parecían como nuevas: cada uno, el que más podía, mejor afeitaba su hacienda. Vendía también lenguas de vaca, cecinas de jabalí, lomo en adobo, empanadas inglesas de

5 provechos: Tomado en plural son aquellas utilidades o emolumentos que se adquieren y permiten fuera del salario». (Dicc. Aut.)

7 El almojarifazgo del comercio de Indias, en Sevilla, era el más productivo de España y por esta causa se le acostumbraba a llamar en las leyes Almojarifazgo Mayor. Los derechos de almojarifazgo eran ordinariamente el 5 por ciento del valor de la mercancía.

19 empanada inglesa: Se hacía con carne, harina y azúcar., Com. BARRIONUEVO., Avisos: «...le envió una empanada inglesa, pan de azúcar y nevada la cubierta». (ed. Paz y Melia, II, 298); Estebanillo: <Dí en hacer empanadas alemanas, por estar en Alemania, que a estar en Inglaterra fueran inglesas; buscaba la harina en los villajes donde sus moradores se habían huído, y la carne en la campaña, adonde sus dueños della se habían desmontado, hacía cada no

venado, piezas de tocino con tres dedos de tabla en grueso. Mirad, ¡qué derechos tan tuertos y qué provechos tan dañosos, para no sacarse cada día facultades, empeñarse los estados y vender los vasallos!

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¡Pobres de los señores que no pueden o no saben o, por mejor decir, no quieren consumir esta langosta destruyendo tan dañosa polilla! Y desventurados de los que para ostentación quieren tirar la barra con los más poderosos: el ganapán como el 10 oficial, el oficial como el mercader, el mercader como el caballero, el caballero como el titulado, el titulado como el grande, el grande como el rey, todos para entronizarse. Pues, a fe que no es oficio holgado y que el rey no duerme ni descansa con el 15 reposo del ganapán ni come con el descuido que el oficial, y le aflije más lo que la corona le carga que cuanto el mercader carga. Más le inquieta cómo tiene de proveer sus armadas, que al caballero el aprestar sus armas. Y no hay titulado muy empe- 20 ñado, que el rey no lo esté más, ni grande tan grande que los trabajos y pesadumbres del rey no sean más grandes y graves. El vela cuando todos duermen; por eso los egipcios para pintarlo ponían un cetro con un ojo encima. Trabaja cuando todos 25 che media docena, las dos de vaca, y cuatro de carne de caballo». (Rivad., XXXIII, 321 a.)

4 facultad: «Se llama la cédula real que se despacha por la Cámara de Castilla, para las fundaciones de Mayorazgos o para imponer cargas sobre ellos, o sobre los propios de las ciudades, villas y lugares. Dícese comunmente facultad real». (Dicc. Aut.)

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huelgan, porque es carro y carretero; sospira y gime cuando todos ríen y son pocos los que se duelen dél que no sea por su interese, debiendo por sí solo ser amado, temido y respetado. Pocos 5 le tratan verdad, por no ser odiados. Pocos le desengañan; ellos saben el por qué y para qué y sabemos todos que lo hacen por adelantarse y volar arriba, sea como fuere, aunque sean las alas de cera y hayan de caer en el mar de Icaro.

La locura y desvanecimiento de los hombres, como te decía, los trae perdidos en vanidades; y los que más lastiman son señores y caballeros, que, gastando sin necesidad, vienen a la necesidad. Porque aun pocas expensas, muchas veces hechas con15 sumen la sustancia, váseles cayendo la pluma pelo a pelo, de donde, quedando sin cañones, los llamaron pelones o pelados. Luego se recogen a las aldeas o caserías, donde dan en criar cebones, gallinas y pollos, contando los huevos de cada día, ha20 ciendo dellos caudal principal. Sáquese de aquí en limpio que, si el rico se quiere gobernar, le aseguro que nunca será pobre; y si el pobre se comidiere, que presto será rico, acomodándose todos en todo con el tiempo. Que no siempre le está bien al 25 señor guardar, ni al pobre gastar. Entretenimientos han de tener; mas téngansé tales que sean para entretenerse y no para perderse. En las ocasiones ha de mostrarse cada uno conforme a quien es, que para eso lo tiene; pero no emparejándose todos

lado a lado, pie con pie, cabeza con cabeza. Si se alargare el poderoso, deténgase el escudero; no quiera con sus tres hacer lo que el otro con treinta. ¿No considera que son abortos y cosas fuera de su natural, de que todos murmuran, riéndose dél, y, 5 gastada la sustancia, se queda pobre arrinconado? ¿No entiende el que no puede, que hace mal en querer gallear y estirar el pescuezo? Si es cuervo y no sabe ni puede más de graznar, ¿para qué quiere cantar y preciarse de voz, aunque el adulador le 10 diga que la tiene buena? ¿No vee que lo hace por quitarle el queso y burlarlo?

Lo mismo digo a todos: que cada uno se conozca a sí mesmo, tiente el temple de sus aceros, no quiera gastar el hierro con la lima de palo, y lo que 15 él murmura del otro, cierre la puerta para que el otro no lo murmure dél. A todos conviene dormir en un pie como la grulla en las cosas de la hacienda, procurando, ya que se gasta, que no se robe; que el dejar perder no es franqueza y con lo que 20 hurtan veedor, cocinero y despensero, que son los tres del mohino, se pueden gratificar seis criados. No digo más del robo destos que del desperdicio de esotros, pues todos hurtan y todos llevan lo que pueden cercenar de lo que tienen cargo, uno un poco 25

22 Ser tres al mohino: tres contra uno (Correas, 567 a)». Según Covarrubias este refrán tuvo origen de lo que cada día acontece cuando juegan cuatro, cada uno para sí, y alguno dellos perdiendo se amohina; los demás se hacen a una, y cargan sobre él».

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