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vos» (1).

descubriese caminos nue

Tal fué el ilustre Cristóbal Colombo ó Colon, que nació en Génova hácia el año de 1446, y estaba destinado á engrandecer la feliz monarquía de los Reyes Católicos: hombre de elevadas prendas, y cuyo mérito no amengua ciertamente el conocimiento de los antiguos escritores aunque, como apunta un distinguido historiador contemporáneo, «soñara constantemente en cuanto Solon, Aristóteles, Diodoro Sículo, Posidorio y otros dijeron en lo antiguo sobre tierras oceánicas, situadas há

(1) Muñoz.-Historia del Nuevo Mundo. Madrid, 1793.

cia el punto donde Platon compuso su Atlántida» (1).

Época verdaderamente afortunada para España fué la transcurrida bajo el mando de aquellos reyes. Sus ingénitas dotes de virtud y prestigio se veian acompañadas por el indudable amparo de la Providencia. Ellos consiguieron restablecer la fuerza y predominio de la autoridad soberana, primera fuente de los beneficios obtenidos durante su gobierno, en el que se vió sujeta la turbulenta nobleza, arrojado el árabe de sus

(1) D. Justo Zaragoza.-Historia del descubrimiento de las regiones australes hecho por el general Pedro Fernandez de Quirós. Madrid, 1876.

últimos dominios, unidos á la corona de Castilla extensos y feraces territorios, y reorganizada, en fin, aquella conmovida sociedad, aumentando los nobles timbres de su reinado el descubrimiento del Nuevo Mundo.

No es de este momento referir las primeras tentativas de Colon y sus numerosos viajes realizados á la par de constantes y profundos estudios. Tampoco conduce á nuestro intento, limitado á recordar los hechos de uno de los compañeros del Almirante, estudiar si los consejos y opiniones de algun varon eminente fueron parte á fijar en su ánimo, profundo convencimiento de la existencia de otras tierras; y prescindiremos asimismo de indicar las largas y tristes

decepciones sufridas por el inmortal génoves hasta el momento en que le fué permitido contemplar los aprestos allegados para inmediata expedicion exploradora; sus indicaciones al rey de Portugal Juan II; la mala partida que éste le hizo mandando una escuadra á descubrir por los parajes que Colon tenia indicados; sus ofrecimientos á la Señoría de Génova, que tambien desechó las proposiciones; sus esperanzas de hallar amparo á la empresa en el rey de Inglaterra Enrique VII; la llegada á España y los interminables tratos, conferencias y discusiones que mediaron hasta que llegó á ver su deseo en camino de realizacion, no sin haberse hallado, en ocasiones distintas, rotas de todo punto sus

relaciones con la Corte de España, y vueltas á anudar por las activas gestiones de algunos pocos, fiados en el conocimiento de los especiales estudios y acreditada experiencia de Colon, y nos limitaremos á consignar la gran parte que tuvieron en la feliz terminacion de este asunto, que tanta gloria habia de reportar á España, el Padre Fr. Juan Perez, el escribano Luis de Sant-Angel y el contador Alonso de Quintanilla, cuyos nombres merecen lugar preferente en los anales de nuestra historia.

Por fin amaneció el viernes 3 de Agosto de 1492, partiendo del puerto de Palos la escuadra que, al mando de Colon y compuesta de tres naves tripuladas por ciento

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