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órden de partida. Si esto no agrada, en todas maneras suplico á vuestra merced tomeis un gran latino, y no lo es Valdés, porque acá se burlan de su latinidad, y dicen que se atraviesan algunas mentiras en el latin, que por acá se envia escrito de su mano. Señor: fué bien mandado que se volviese D. Diego de Sotomayor, porque aquí aprovechaba poco y dañábale la tierra en su salud. Yo holgaria que su Majestad se acordase dél en las encomiendas que de su órden están vacas. Anoche allegó aquí el marqués del Gasto, que va por las postas á Nápoles para volver á Hungría: posó en casa del cardenal de Mántua que es mas francés que Tarva con quien siempre anda en banquetes. Tiénese su Santidad por burlado en el capelo que estos dias le dió, porque le hacian entender que luego habria á Florencia, y agora se ha visto claro que detenerse tanto ha sido y es la vana esperanza que le han dado y agora dan de Francia. Todo esto me ha dicho el Papa. Yo he he escrito à vuestra merced que aquí no hago nada, y agora de nuevo me afirmo en ello. Parésceme cargo de conciencia de la Cesárea Majestad quitarme de mis ovejas, pues á él ni á la iglesia universal no hago provecho. Vuestra merced haga lo que suele, que alguna vez podria ser que de esa sequedad sacásedes agua; pero débese tener respecto que sea con condicion que su Majestad no reciba pesadumbre, que mas la querria tener sobre mis ojos que ponerla sobre su pie. A Mos de Granvela me encomiendo mil veces. Mi posada tengo bien puesta en órden, y tengo noventa y cinco personas, sin las que espero de Castilla, y cuarenta cabalgaduras, dentro todo esto en nuestra casa. Dí luego docientos ducados á su dueño, y habré gastado en repararla otros tantos; pero de buena gana echaria en la mar cuanto he gastado con que me mandase su Majes

tad que me volviese. Por amor de Dios que trabaje que su Majestad se determine en hacer las mercedes que tenia cuasi públicas á estos cardenales, que es vergüenza en cosa poca gastar un hombre tan sabio tiempo tan largo; y creedme, señor, que es bien satisfacer á estos reverendísimos señores, en especial á los que han servido y pueden mucho servir, porque cada dia se ofrescen casos donde hay necesidad de servidores en este sacro collegio. Estos nombres se usan acá y por esto los escribo: Santicuatro, Lavala, Monte, Palmer, Nápoles, Egidio, Frenesio. De estos se ha de tener razon, los unos porque valen, los otros porque en los tiempos pasados han muy bien servido segun sus fuerzas. Yo escribo siempre á su Majestad, y ya lo ternía por atrevimiento si vuestra merced no me dijese en su letra que le debo hacer de contino, y que no hay dano ninguno en ello. . . . . ... De Roma á 27 de junio-Servidor de vuestra merced-Fr. G. Cardinalis Oxomensis.

Sobre Al muy magnífico señor el señor Comendador mayor de Leon, secretario de su Majestad y del su consejo.

Carta autógrafa que el cardenal de Osma escribió á su Majestad. De Roma á 6 de julio de 1530. Respondida en 22 del mismo.

Buena opinion que tenian los cardenales del Emperador - Insiste en que se les haga mercedes.

Cesárea y Católica Majestad-Recibí una letra de vuestra Majestad hecha á 26 de junio, Primero beso sus imperiales manos por la memoria y cuenta que tiene de mí, y despues digo que pesó harto de haberse perdido mis cartas, porque como en ellas no entendió sino solo mi cora

zon, es mucha pena que pasen por la ley de otras que allá van, que de solo cumplimiento se escriben. Mándame vuestra Majestad que torne á decir lo que en ellas iba. Ciertamente no sirve la memoria para poder obedescer, ni al presente hay tiempo para ocuparme en ello, porque el embajador me da priesa, que está el correo á punto para irse con un breve, y tambien porque muchas cosas de las que allí escribia han perdido sazon, y seria frialdad reiterar

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Decia en las cartas perdidas que lo que convenia á vuestro servicio era hacer tregua con el Turco, y paz y concierto con Baiboda, lo cual cuando se pudiere acabar, habreis hecho lo que conviene á ambos hermanos, y esto que digo es con deseo de veros monarca del mundo; pero pienso que para este efecto es necesario que procureis buenamente lo sobredicho. Tambien escrebia murmurando de nuestro sumo Pontifice, de la presteza que tuvo en hacer cardenal á un estulto (1), tenido de su Santidad por tal; pero en verle arrepentido he perdido la cólera con que entonces escrebí. Verdad es que osaria jurar que ama y estima mas á vuestra Cesárea Majestad que diez veces al Rey de Francia; y que cuando se viese en necesidad de declararse por uno de los dos, vuestra Majestad seria el escogido. En esto habemos hoy hablado, y confiesa clara mente que es ansí.

Señor en el consistorio de hoy han dicho cuasi todos los cardenales, despues de haber leido las cartas del legado (2), que vuestra Majestad era el ángel enviado del cielo para remedio de la cristiandad. Sabe Dios lo que yo me he holgado; y aunque volví á la posada con gran

(1) El francés Tarva.

(2) El legado era Campegio.

sol¡ con cuánta paciencia lo sufrí y pasé sin sentimiento, con la alegría de oir hablar tan dulces palabras del señor mio , que agora un año era de los mesmos blasfemado! pero la principal consolacion era ver que tenian razon; pues Dios paresce que hace milagros por vuestra Majestad, porque segun los principios lleva la cura de esa enfermedad, está claro que nos da esperanza que ha de ser el fin mucho mas próspero que nuestros pecados merescen. Acuérdome que vuestra Majestad me dijo alguna vez que deseábades emplear la vida por Cristo para pagarle algo de las mercedes recebidas. Este es el tiempo que codiciábades: agora verémos si os engañábades ó si hablaba vuestro corazon. Digo esto por suplicar á vuestra Majestad, que si fuere menester vender un reino para con los dineros sanar esa dolencia, que se venda, porque sin duda ganará vuestra Majestad este mundo entretanto que durare, y sin esto compraréis el cielo que se os dé por derecho claro. Ea, Señor mio, que entre esas espinas os deseo ver rosa, y entre esas bestias fieras un leon, y entre esos avarientos un pródigo, unas veces con blanduras, otras con amenazas varoniles, otras con ferias y bienes temporales habeis de quitar á Dios de la cruz por pagarle las veces que de la mengua que es mas terrible que el morir, os ha librado. Yo hago en esto el oficio de buen padre y mejor siervo: si á vuestra Majestad descontenta, mandadme dar por penitencia que me vaya á mi iglesia, y si inquietare vuestro entendimiento, desde allí destiérreme vuestra Majestad á la nueva España; que yo os prometo que con oraciones y con solo silencio, os sirva sin escrebir un renglon.

Suplico á vuestra Majestad que luego se determine en repartir á estos cardenales lo que pensásteis en Bolonia. Yo estoy atento en conoscer cuales son los que deste colle

gio os quieren de veras, y he dado relacion de algunos al secretario Cobos. A mi parescer conviene à vuestro servicio hacerles merced á unos por pobres, y leales, y á otros por valerosos, y porque sirvan de aquí adelante. Tambien osaré decir, que entre todos los hombres que en España conozco, no he visto otro mejor ni tal para descargo de vuestra conciencia en el oficio de limosnero que á D. Alvaro Carrillo: tras esto vuestra Majestad haga lo que mas fuere servido, y Dios por su misericordia le prospere y contente tanto cuanto yo deseo. De Roma á 6 de julioCapellan y siervo de vuestra Majestad-Fr. G. Cardinalis Oxomensis.

Sobre-A la Sacra Cesárea y Católica Majestad.

Carla autógrafa que el cardenal de Osma escribió al comendador mayor de Leon. De Roma á diez y ocho de julio de 1530. Respondida á primero de agosto.

Esperanza que habia de que se tomase el fuerte de BrachanoEntrega de los hijos del Rey Francisco I.-Estado de las cosas de Florencia-Representa los servicios hechos por los cardenales.

Señor-Despues que recibí la carta de vuestra merced escrita á 27 de junio, escribí respondiendo á ella, aunque no por menudo porque el correo tenia entonces furia. Lo que despues ha sucedido es, que siempre oimos aquí el antalor que anda haciendo gente para tomar á Brachano, que ya todos los otros lugares tiene perdido el abad de Farfa, y no queda sino este lugar fuerte que se llama Brachano. Charra Coloma promete al Papa que si le dá mil hombres, que en quince dias le tomará. Ha tres dias que vino la nueva que eran restituidos los hijos del Rey

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