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que si el supremo dominio nuestro non defendeis, non hay que defender, é la defension de derecho natural es permitida á to los; é mas pertenece á los reyes, porque demas de cumplir á la conservacion de su dignidad é estado real, cumple mucho para que ten-. gan sus reynos en paz, é justicia, é buena gubernacion.

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Otrosí luego en llegando este correo, proveereis en poner buenas personas, fieles, é de recaudo, en los pasos de la entrada de . ese reyno, que tengan mucho cuidado, é especial cargo de poner mucho recaudo en la guarda de los dichos pasos, para que si algun comisario ó concurso ú otra persona viniere á ese reyno con bulas, breves ú otros cualesquiera escritos apostólicos de agrava-; cion, ó entredicho, ó de otra cualquiera cosa que toque al dicho negocio directa ó indirectamente, prendan á las personas que los truxeren; de manera, que non se consienta que los presenten, publiquen ni fagan algun otro acerca de este negocio. Dada en la ciudad de Búrgos á 22 de mayo de 1508 años. = YO EL REY.= Almazan, secretario.

Núm. 3.

Parecer del maestro Fr. Melchor Cano, religioso dominico y despues obispo de Canarias, dado al Sr. emperador Cárlos V, sobre sus controversias con la corte romana, año 1555.

C. R. M.

Este negocio en que V. M. desea ser informado, tiene mas dificultad en la prudencia que no en la ciencia; aunque en lo uno y en lo otro es bien dificultoso y peligroso, y asi conviene que atentamente lo advierta cualquiera que hubiere de dar su parecer en él y mucho mas quien lo hubiere de ejecutar; pues es cierto que se hallarán mas dificultades y peligros en la ejecucion, que se podrán representar en el consejo.

La primera dificultad consiste en tocar esta cosa en la persona del papa, el cual es tan superior, y mas, si mas se puede decir, de todos los cristianos, que el rey lo es de sus vasallos: y ya ve V. M. que sintiera, si sus propios súbditos, sin su licencia, se juntasen á proveer, no con ruego, sino con fuerza, en el desórden que hubiese en estos reynos, cuando en ellos hubiese alguno: y por lo que V. M. sentiria en su propio caso, juzgue lo que se ha de sentir en el ageno, aunque no es ageno el que es de nuestro padre espiritual, á quien debemos mas respeto y reverencia,

que

al propio que nos engendró. Allégase á esto que quien emprende semejante causa, para justificarla en su persona, ha de descubrir las vergüenzas de sus padres: lo cual ya en la divina escritura está reprobado y maldito. Allégase tambien, que como no se puede bien apartar el vicario de Cristo nuestro Señor de la persona en quien está la vicaría; si se hace afrenta al papa, redunda la mengua en deshonor de Dios, cuyo es.

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La segunda dificultad nace de la condicion particular de nuestro muy santo padre, que es porfiada y amiga de su parecer y como á esto se allega la pasion de muchos dias, alimentada tambien con muchas ocasiones, dadas y tomadas, es de temer que se haya hecho no solamente de acero, mas de diamante: y así es necesario que si el martillo le cae encima, o quiebre, o sea quebrado (que este fue el mal de Roboan, que aunque el pueblo y los viejos tuvieron buena intencion y razon de pedir al rey que los desagraviase, mas no considerando que tenia condicion áspera y consejo de mozos, le apretaron de manera, que él y ellos á tirompieron la ropa y cada cual se salió con su giron); y en verdad que esto que conozco de su santidad, no es lo que menos me hace dudar en la salida de este negocio; porque si por nuestros pecados, viendo su beatitud que le ponen en estrecho, y le quieren atar las manos, comenzase á disparar, los disparates serian terribles estremos como su ingenio lo es.

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La tercera dificultad hacen los tiempos, que certísimamente son peligrosos, especialmente en lo que toca á esta tecla del sumo pontífice y su autoridad, la cual ninguno por maravilla ha tocado que no desacuerde la armonía y concordia de la iglesia, como, dejando ejemplos antiguos, lo vemos ahora en los alemanes, que comenzaron la desobediencia con el papa, so color de reformacion y de quitar abusos y remediar agravios, los cuales no pretendian ser menos que ciento, y aunque no en todos no se puede dejar de decir y confesar que en muchos de ellos pedian razon y en algunos justicia: y como los romanos no respondieron bien á una peticion, al parecer suyo tan justificada, queriendo los alemanes poner el remedio de su mano y hacerse médicos de Roma, sin sanar ó Roma hicieron enferma á Alemania: y no hay que fiar de nuestra vista mas que de la suya, porque los grandes males muchas veces vienen encubiertos con grandes bienes, y el estrago de la religion jamas viene sino en máscara de religion: Ni de nuestra firmeza hay mas que fiar que de la suya, porque el año de diez y siete tan cristianos eran como nosotros, tan hijos de la iglesia como nosotros y tan obedientes al papa; tan descuidados y seguros del mal que les ha sucedido, como nosotros del que nos puede suceder. Superdicion comenzó á desacatarse contra el papa, aunque ellos no pensaban que era desacato, sino remedio

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de desafueros tales y tan notorios, que tenian por simples á los que contradecian el remedio: en el cual ejemplo, si somes tan temerosos de Dios, y aun humanamente prudentes, deberíamos escarmentar y temer que Dios no nos desampare, como desamparó á aquellos que por ventura no eran mas pecadores que nosotros: tanto mas que el demonio no trata ura por una, sino que se atreve y revuelve la escaramuza, porque bien sabe el ingenio de los hombres, que despues que una vez vienen á las manos, á la pasion se sigue la porfia, y á la porfia la ceguedad hasta no echar de ver inconveniente ninguno, con tal que salgan con la suya.

La cuarta dificultad es esta: mucho se debe mirar en las comunidades, que por sosegadas que esten, y justificadas que se representen, ordinariamente suelen dar en alborotos y desórdenes, ó por mal consejo ó por mala ejecucion; y de buena causa hacen mala: por lo cual el hombre sabio, aunque los inferiores pretendan justicia contra sus superiores, no debe favorecer las tales pretensiones, mayormente cuando la justicia no se ha de librar por leyes, sino por armas. Y pues en nuestros tiempos muchas naciones se han levantado contra el papa, haciendo en la iglesia un cierto linage de comunidades, no parece consejo de prudentes comenzar en nuestra nacion alborotos contra nuestro superior por mas compuestos y ordenados que los comencemos. Ni tampoco es bien que los que han hecho mociones y hoy dia las hacen en la iglesia se favorezcan con nuestro ejemplo, y digan que nos concertamos con ellos, y que nuestra causa y la suya es la misma por ser ambas contra el papa. Ellos dicen mal del papa por colorar su heregía, y nosotros lo dirémos por justificar nuestra guerra; y aun que la causa es diferente, la grita parece una al que la mira. Los hereges hacen division: la nuestra no lo es; pero dirán que allá se va y que la semeja mucho. Y con los hereges no hemos de convenir ni en hechos, ni en dichos, ni en apariencias; y como entre los cristianos hay tanta gente simple, y flaca, solo esta sombra de la religion les dará escándalo, á que ningun cristiano debe dar causa, por ser daño de almas, que con ningun bien de la tierra se re

compensą.

La quinta dificultad procede de que la dolencia que se pretende curar es, á lo que se puede entender, incurable, y es gran yerro intentar cura de enfermos que con las medicinas enferman mas. Plus habet aliquando discriminis tentatą curatio, quam habet ipsa morbus. Enfermedades hay que es mejor dejarlas, y que el mal acabe al doliente y no le dé priesa el médico. Mal conoce á Roma el que pretende sanarla. Curavimus Babylonem, et non est sanata. Enferma de muchos años, entrada mas que en tercera ética, la calentura metida en los huesos, y al fin llegada á tales términos, que no puede sufrir su mal ningun remedio.

La postrera es estar V. M. necesitado de la quarta y bulas de Roma, que entretanto que esta necesidad hubiere, no sé si será posible remediarse los males. Y bien han entendido en la corte del papa la guerra que nos pueden hacer en este caso; pues quando mas nos quieren desacomodar, nos destuercen estas dos clavijas, y con estos dos torcedores, qualquier partido hacen á su salvo; y aunque estemos agraviados y damnificados, con nuestros propios dineros nos pagan sin que nada les cueste: y sin duda, si en esto se diese algun buen corte, el rey de España tendria á Italia en las manos, sin que ningun papa, por adverso que saliese, le pudiese hacer desabrimiento: porque no dependiendo en lo temporal de da providencia de Roma, dependeria de la nuestra, y les podriamos dar el pan y el agua por peso y medida sin gastar hacienda, sin peligrar conciencia, ganando mucho crédito, y con hacer de los mas enemigos que allá tenemos los mejores y mas ciertos ininistros de nuestra voluntad. y pretensiones. Pero, como ya dije, poner remedio en esta necesidad que V. M, tiene de Roma, es tan dificil, que hace casi imposible el remédio de los males que dé Roma nos vienen.

Estas son las razones principales, C. R. M., con que se suelen atemorizar los hombres cristianos para no dar principio á un negocio, que, á lo que parece, no tiene principio, ni cabo, sino es en peligro manifiesto de menosprecio y debilitamiento del papa, de poco respeto y desobediencia á la sede apostólica, de division y cisma de la iglesia, de escándalo y perturbacion de la gente flaca, de menoscabo y pérdida de la fe y religion cristiana; que todas estas cosas peligran, si se intenta la guerra, y no se sale con ella.

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Pero hay otras razones por el contrario tan importantes y graves, que parece obligan á V. M. á que ponga remedio en algu nos males, que no siendo remediados, no solamente se hace ofensa, y daño á estos reynos en lo temporal; mas tambien se destruyen las costumbres, se perturba la paz de la iglesia, se quebrantan las leyes de Dios, y peligra muy á la clara la obediencia que se debe á la misma sede apostólica, y por consiguiente la fe de Cristo nuestro señor.

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La primera razon es por la fidelidad que los reyes deben á sus reynos, y reverencia al nombre de Dios, al cual juraron de amparar y defender las tierras que están debajo de su mando y gobierno de qualquier persona que pretendiese hacertes fuerza y agravio: que si á un hombre le hiciesen tutor de pupilos, por leyes y fidelidad de tutoría era obligado á volver por ellos, y no permitir que fuese su padre natural el que quisiese hacer este despojo y sinrazon; y pues que V. M. es mas que padre de sus reynos, imprudente y loca teología sería la que pusiese escrúpulo en esta de

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fensa por temor de los escándalos é inconvenientes que de la defensa se siguen; porque no se siguen de la defensa, si bien se mira, sino de la ofensa que se le hace á sí, á todos sus reynos, y asímismo á la autoridad de la sede apostólica ; y quien quisiere atribuir á la defensa justa los males que nacen de la guerra injustamente movida, no tiene teología, ni en buena razon de hombre sería admitido, pues es cosa evidente que no sería escándalo de pequeños sino de fariseos: no sería escándalo dado, sino recibido el que se tomase de que un rey defendiese sus reynos de quien se los quisiese quitar injustamente.

La segunda razon es porque uno de los mayores males qué en este tiempo puede venir, no digo á España, sino al mundó y á la iglesia, sería que V. M. perdiese el crédito, y que imaginasen las gentes que faltan fuerzas ó esfuerzo á V. M. para defenlɩrse á sí, y á sus vasallos, y hacer su oficio debido en la pretension y guarda de sus reynos y autoridad. Ciertamente todo lo que dejare V. M. de hacer convenientemente á esta defensa, sus Senemigos, y algunos que no lo son, no lo han de atribuir á la cristiandad y buenos respetos de temor de Dios que en V. M. hay; ni menos á la sede apostólica, sino á la flaqueza de ánimo, y falta de vigor y poderío; la cual, pues no la hay, cumple de que nadie la crea: ántes V. M. con todas sus fuerzas ha de apartar de esta opinion así á los hereges como á los cristianos; porque el dia que V. M. perdiere reputacion de valeroso y bastante ,para defenderse de todos, ese dia se desvergonzarán todos, y la iglesia perderá lo que no se puede encarecer.

La tercera razon es, porque si en Roma conociesen de nosotros esta flaqueza y miedo de religion, y que con título de reverencia y respeto á la sede apostólica y sombra de cisma y religion, dejamos de resistirles y remediar los males que nos hacen, con los -misinos temores nos asombrarán cada y cuando que quisieren; pues con asomos de cisma y peligros de inobediencia y escándalos, nos tienen, ya atemorizados para no emprender el amparo de nuestra justicia, hacienda y buen gobierno. Por ende podíamoɛ desde ahora alzar la mano de defendernos, no embargante que los agravios venideros sean, como serán, mas exorbitantes que los présentes. Por cierto no sería otra cosa esto sino dar ánimo á los malos para que cada dia acometiesen, mas desaforadamente á los buenos.

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La quarta razon es lo que importa la defensa y remedio de los males á la religion cristiana y á la misma sede apostolica: porque sin duda no hay mas ciertos medios de parte de Roma para acabar de destruir en pocos dias la iglesia que los que al presente toman en la administracion eclesiástica, la cual, malos ministros han con vertido en negociacion temporal y mercadería, y trato prohibido

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