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que despues de doce dias de permanencia en Zaragoza, donde fué festejado cordialmente por aquellos habitantes que ya le habian visto dentro de sus muros otra vez cuando habia pasado á tomar el mando del ejército de Aragon, se dirigió el Regente á la capital, á donde llegó el 21 de noviembre.

De sus habitantes, de su guarnicion, de la Milicia Nacional, fué recibido con las misma demostraciones, y aun mayores de entusiasmo, que le habian acompañado á la salida. Hasta la venta del Espíritu Santo salió á su encuentro un gentío numeroso, que le cubrió con sus aclamaciones. Diputaciones de las autoridades civiles con el gefe político á la cabeza le arengaron, y lo mismo hicieron los gefes de los milicianos nacionales. Rodeado de tan brillante comitiva hizo en Madrid una entrada que se podia considerar como triunfal, en vista de los motivos de aquel entusiasmo y arrebato.

Mas de aquel júbilo, de aquel contento, de aquella ovacion, no participaron en la parte mas pequeña los ministros. Parecia al contrario que en razon de los inciensos tributados al Regente, estaban reservados para ellos sentimientos de reprobacion y de censura por parte de hombres de sus propias opiniones, que pertenecian enteramente á su partido, y que en la última crisis habian corrido sus mismos compromisos. Se lisonjeaban los ministros de que por su conducta firme y decidida en aquellas ocurrencias, por haber echado sus pechos al peligro sin mas consideracion que la de defender á todo trance las instituciones liberales, hubiesen siquiera merecido alguna aprobacion; mas fué al contrario. Con gran sorpresa suya se hallaron con la no vedad de que se les censuraba amargamente por no haber toma do las precauciones conducentes para evitar los acontecimientos de los primeros dias de octubre, por haber mostrado una grande imprevision y haber sido como cogidos de sorpresa. El estado de sitio en las provincias, y sobre todo el que se acababa de poner en Barcelona, hicieron poner el grito en el cielo, como si uera la primera vez que se habia apelado á esta medida, hasta por el partido progresista.

Fué, pues, pública la voz de que se iba á hacer á los minis

tros una fuerte oposicion en el seno de las Górtes, y sobre todo en el Congreso. Los gobernantes fiados en sus rectas intenciones, sobre todo en lo que aparecia por toda su conducta', aunque se sorprendieron muchísimo de que se hubiese suscitado contra ellos tan recia tempestad, resolvieron arrostrarla.

Las Córtes estaban convocadas para el 26 de diciembre de aquel año; mas antes de pasar á sus Sesiones, haremos mencion de algunos otros actos del gobierno.

En 15 de octubre se espidió una órden arreglando los plazos y demas puntos para la ejecucion y planteamiento de los nuevos aranceles, con respecto á varios puntos de Europa, Asia, Africa y América.

En 17 del mismo se espidió un decreto concediendo una cruz de distincion, para los que se habian presentado con las armas en la mano en la noche del 7 de octubre.

Con la misma fecha, se espidió otro declarando en estado de bloqueo la costa de Cantábria desde Castro-Urdiales á Fuente Rabía, con esclusion de estos dos puertos y los de Guetaria, San Sebastian y Pasages.

En 26 del mismo se mandó suspender por entonces y hasta tanto que se adoptase otra disposicion legal, el pago de la asig nacion hecha en la ley de presupuestos á S. M. la Reina madre.

En 27 se decretó que todos los empleados ausentes, civiles y militares que hubiesen tomado parte en la rebelion del mes de octubre, ó la hubiesen reconocido directa é indirectamente, quedasen privados de sus empleos, sueldos, honores y condecoraciones.

En aquellos dias de la permanencia del Regente en las provincias, se decretaron condecoraciones á la guarnicion y Milicia Nacional de las plazas de San Sebastian y de Pamplona.

En 31 del mismo mes de octubre se dió órden de recoger. cuantos ejemplares existiesen y pudiesen ser habidos de varios. documentos y papeles, que la sociedad de la propagacion de la fé habia esparcido con profusion en todo el reino.

En 6 de noviembre se mandó espresamente que no continuase ninguna autoridad, no reconocida por la Constitucion.

En 6 de diciembre, se decretó la supresion de los cuerpos de la Guardia Real esterior, creándose en su reemplazo dos regimientos de infantería, y dos de caballería.

El 10 del mismo, se concedió indulto á todos los individuos que habian tomado parte en la revolucion de octubre.

CAPITULO LXV.

Segunda legislatura de las Córtes.-Discurso del Regente.-Cuestion de Salvandy.-Proyecto de contestacion en el Congreso.-Fuertes debates á que da lugar.-Votacion á favor del ministerio.-La misma cuestion en el Senado. -Crece la hostilidad de la oposicion en el Congreso.-Asuntos de Hacienda -Proposicion contra los ministros en la sesion del 28 de mayo de 1842.Debate de doce horas.--Reciben los ministros un voto de censura.—Fin del ministerio. Varios decretos del gobierno, á mediados de junio de aquel año.

E

dia 26 de diciembre, fué el señalado para la apertura de la segunda legislatura de las Córtes. El Regente las abrió en persona; y para dar al acto mas aparato y esplendor, se presentó la misma jóven Reina y su hermana en el salon de las sesiones del Senado, donde tuvo lugar la solemne ceremonia.

Una diputacion salió á recibir á S. M., y otra al Regente. Ocupó la primera el trono: el segundo una silla que le estaba preparada fuera de sus gradas. Luego que se sentaron todos, el presidente del consejo de ministros, despues de haber besado la mano á S. M., entregó al Regente el discurso de apertura, que este pronunció en seguida.

Este discurso, quizá el mas largo de los de su clase que se pronunció jamás en las Córtes españolas, no puede tener por esta razon entrada en nuestras páginas. Algunos trozos copiaremos como indicaciones de sucesos de que aun no hemos hecho mencion, y por la circunstancia de ser puntos de grande controver

sia, cuando despues se discutió su contenido en el seno del Congreso.

Me es satisfactorio anunciaros, decia, que se ha ratificado el tratado de paz, amistad y reconocimiento con la república del Ecuador, sobre bases honrosas á los dos gobiernos y útiles á los intereses de uno y otro Estado, como observareis por los impresos que se os distribuirán oportunamente. Nuestros agentes marchan á representar al gobierno de S. M. en Quito, y conservar nuestras relaciones con aquel estado.»

>Tambien se han concluido los tratados de paz, amistad y reconocimiento con las repúblicas del Uruguay y Chile, sobre bases convenientes y honorificas á aquellos estados, y á la que fué su antigua metrópoli. Cuando se verifiquen las ratificaciones, se os presentarán para que juzgueis del celo y patriotismo con que se han conducido estas negociaciones. Con las demas repúblicas que no han sido reconocidas, se seguirá la misma conducta, hasta llegar al término feliz que conviene á naciones que tienen un mismo orígen. Otro tratado se ha iniciado sobre la navegacion del Tajo.....

› La rebelion que estalló en el mes de octubre último, turbó el reposo público y obligó al gobierno á proceder con actividad y energía para sofocarla en su orígen. Amenazada la Constitucion y las vidas preciosas de nuestra inocente Reina y su augusta hermana por el fuego mortífero de una atroz conjuracion, la Providencia favoreció el esfuerzo de los españoles leales, para salvar estos caros objetos de nuestras esperanzas. Todos los medios que estuvieron á mi alcance se emplearon oportunamente para reprimir tan horrible atentado, y la mano de la justicia castigó á los principales delincuentes, cuyo objeto criminal se estrelló en menos de un mes contra la actitud simple de la nacion, y la fortaleza del gobierno. »

>Los acontecimientos de Barcelona, que principiaron por un abuso de confianza, obligaron al gobierno á declarar en estado escepcional aquella rica y populosa ciudad. Esta medida, que no tuvo mas objeto que evitar la efusion de sangre, no ha producido violencias ni castigos, porque estos solamente deben ejecutarse

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