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figurar el ministerio la firma del Regente del Reino en el contrato de D. José Salamanca sobre capitalizacion, ha sido opuesto á los principios constitucionales.»

Otra acalorada discusion, que no produjo mas fruto que las anteriores. Habiéndose preguntado si se tomaba en consideracion dicha proposicion, sc resolvió la negativa en votacion nominal por 82 contra 62.

No fatigaremos al lector con mas pormenores de estas reyertas enojosas. Batida la oposicion en combates parciales, aun. que dejando tan airosa su bandera como lo hemos visto por lo casi equilibrado de las votaciones, resolvió dar una batalla general y decisiva, tomando por terreno todos los actos administrativos de aquel ministerio, reuniendo como en un cuerpo cuantos cargos se le habian hecho en otros ocasiones. Esta accion campal, la aguardaba el gobierno, la aguardaba el público, y hasta se designaba casi el dia del gran choque. Ya era tiempo.

En la sesion del 28 de mayo, subió á la tribuna el Sr. Dɔmenech y dijo lo siguiente:

Considerando les diputades que suscriben que el actual gabinete al anunciar su programa de 22 de mayo, proclamó el principio de que los gobiernos deben obrar con moralidad dentro del círculo legal de que no deben salir jamas, estableciendo asi sobre bases sólidas el edificio del órden público, pues que en otra manera no puede haber un gobierno que sea escudo de la libertad y de las instituciones del pais; considerando que ofreció tambien hacer grandes economias, rebajando considerablemente el presupuesto; considerando asimismo que los individuos que componen el gabinete actual aseguraron solemnemente estar resueltos á no celebrar contrato alguno que no fuese en subasta pública, para no presentar nunca flanco por el que se le pudiese atacar, ó de evitar su influjo y su poder; considerando que por repetidos actos y en ocasiones diferentes ba obrado fuera del cír culo legal que habia proclamado, como principio fuerte de gobierno; que ni se han verificado las ponderadas grandes economias, ni guardado la publicidad en negocios que han afectado mas ó menos las rentas de la nacion, sobre las cuales se han

tomado cuadales á préstamo, faltándose al artículo 74 de la Constitucion: considerando en fin que el actual gabinete carcce de la resolucion necesaria para hacer respetar el poder en todos los ángulos de la monarquía, sin faltar á la ley fundamental del Estado: que su marcado carácter es la indecision y falta de energía necesaria para consolidar el órden establecido, cediendo ante las exigencias de unos y otros, y teniendo la desgracia de no haber podido inspirar al Congreso toda la confianza necesaria para atraerse, y conservar una mayoria numerosa, imponente y compacta, que solo puede ser obra de un pensamiento fijo de gobierno, desarrollado, sostenido con constancia, y que lleve en pos de sí el convencimiento de que ha de ser útil á la causa nacional en su aplicacion y resultados, lo que no puede esperarse ya del ministerio de mayo, conforme lo acredita la esperiencia despues del tiempo que ha transcurrido desde que ascendió al poder, supuesto que ni lo solemnemente manifestado en las contestaciones al discurso de la corona por los cuerpos colegisladores, ni con ocasion de otros actos posteriores, ha sido estimado en su verdadero valor para adoptar un sistema mas conveniente que el seguido hasta ahora, cumpliendo religiosamente al menos lo ofrecido en el programa:

Pedimos al Congreso se sirva declarar: que e la situacion en que se ha constituido el actual gabinete, a pesar de los buenos deseos de que debe suponersele animado, carece de prestigio y fuerza moral necesarios para hacer el bien del pais.»

A tres puntos esenciales se reducia esta proposicion, que envolvia un voto de censura: 1.° la inmoralidad del gobierno: 2.° la ilegalidad de ciertos actos: 3.o aunque este no podi verdaderamente llamarse acto de acusacion, su falta de capacidad para administrar en aquellas circunstancias los negocios del pais.

El primer cargo estaba en cierto modo desvirtuado con la declaracion tantas veces hecha en el Congreso por sus mismos adversarios, de que los ministres eran hombres de buenas intenciones, de probidad y lealtad: el segundo, como lo hizo ver el ministro de Estado, aludia á operaciones del gobierno sobre asuntos de hacienda, que habian pasado al exámen de una comision,

y estaban todavia subjudice. Basta fijar la atencion sobre la fecha del 15 de octubre en que se habia hecho aquel contrato, para comprender cuantos debieron ser los apuros del gobierno en aquella situacion tan angustiosa. Restaba, pues, el tercero es decir, el de la incapacidad, que por lo vagamente que estaba espresado, abria un campo inmenso de discusion, que era á lo que verdaderamenle se aspiraba.

Entrar en pormenores de este magno debate, seria tan inutil como impracticable, á menos de copiar muchos trozos de los larguísimos discursos que se pronunciaron. El Sr. Domenech dijo en apoyo de su proposicion, que en las circunstancias en que se hallaban el ministerio y el Congreso, habian llegado á ser incompatibles, y esto era sumamente exacto. La consecuencia lógica que deducian los acusadores del gobierno era, que pues el ministerio habia declarado en su primer programa, que era su pensamiento y su resolucion caminar con aquellas Córtes, debia dejar su puesto, cuando las Córtes ó uno de sus cuerpos colegisladores, manifestase solemnemente que no merecia su confianza.

En esta base, pues, se apoyaba la oposicion que se hacia á dicho ministerio; á saber, la imposibilidad moral de una disolucion contraria á sus declaraciones. La verdad obliga confesar que sus enemigos se aprovecharon hábilmente de estas circunstancias, y que de la red que en cierto modo se echó á sí mismo el ministerio, no era fácil se desenvolviese. La proposicion del Sr. Domenech fué tmada en consideracion, por 86 votos. contra 76.

Se empezó, pues, la batalla con sumo acaloramiento por una y otra parte: era la decisiva, la final; mas no la última para la oposicion, en caso de no salir victoriosa. A declararse el triunfo por los ministros, podian volver todavia sus contrarios cuantas veces quisieren al campo de batalla, porque la disolucion les parecia imposible. Así todas las ventajas estaban por parte de la oposicíon; las desventajas, por la de los ministros.

El campo de la acusacion era inmenso por lo vago. Poca capacidad, poca energia, falta de fuerza moral: no corresponder al pensamiento del 1.o de setiembre, etc., etc. ¡Cuanto no p.drian decir sobre esto hombres de fecunda imaginacion, de suma abun

dancia de palabras! Se pasó, pues, revista á todos los actos de la administracion; se repitieron por la novena ó décima vez cuantos cargos se habian hecho en las sesiones anteriores: volvió á salir á la plaza la imprevision sobre los acontecimientos de octubre, el estado de sitio de Barcelona: todos se presentaron en aquella lid animosos, tanto los que atacaban, como los que se defendian.

Como la discusion se prolongase muchísimo, se hizo por el Sr. Pósada la proposicion de que se suspendiese la sesion hasta el dia siguiente; mas á pesar de haber sido apoyada por su autor en términos muy razor.ables, alegando la imposibilidad en que se hallaban los ministros por su tan larga asistencia allí de atender á los negocios del gobierno, se votó nominalmente en sentido negativo, por 78 contra 77.

Continuó, pues, la batalla, en que tomaron parte contra el gobierno, entre otros, los señores Demenech, Lopez D. Joaquin, Cortina, Olózaga: á favor hablaron los señores Lujan, Mendizabal, Posada Diez, y los mismos ministros, que usɩron repetidas veces la palabra. Al fin, á fuerza de cansancio, ya apremiados por lo tarde de la hora, se declaró el punto suficientemente discutido, y en votacion nominal fué aprobada la proposicion, es decir, declarado el voto de censura por 85 contra 78.

Era ya la una y media de la noche; la sesion habia durado, con algunas cortísimas suspensiones, cerca de trece horas.

La línea de conducta del gobierno en aquellas circunstancias, estaba trazada por los mismos hechos. Habia recibido un voto de censura de aquellas Córtes, con quienes habia manifestado su resolucion de obrar y caminar por su primer programa, leido solemnemente ante los dos cuerpos cole gisladores. Su separaracion de los negecios era un acto indispensable, consecuencia rigorosa de aquel antecedente. Algunos fueron sin embargo de opinion que el ministerio no habia queda lo tan comprometi lo que el bien del Estado debiese suirir por semejante declar cion, en caso de ser la disolucion de las Córtes medida saludable. Los ministros no lo entendieron asi, y determinaron obrar en consecuencia. Nosotros, es decir, el que esto escribe, va mas adelante y cree como creyó entonces, que aun que no hubiese habido

semejante declaracion en el programa de mayo, los ministros debieron siempre abandonar sus puestos. Las disoluciones son por lo regular medidas muy fatales, pues se consideran y deben considerarse casi siempre como negocios personalísimos de los ministros que quieren perpetuarse en el poder, y que en adoptar semejante medi la, no aspiran á otra cosa. En los gobiernos constitucionales donde ef irresponsable, es decir, la persona sagrada del Rey está elevada fuera de la atmósfera de los debates parlamenrarios, es imprudencia mezclarle en cuestiones que solo son de sus ministros. Hartos ejemplos teniamos en España de lo funesto que habia sido para la nacion, hacer obrar al gefe del estado como cabeza de un partido. En aquellas circunstancias debia ser esta circunspeccion mas esquisita. La persona del Regente no habia sido comprometida para nada en aquellos vivísimos debates. Al contrario, invocando lo sagrado de su nombre, se habian asestado muchos tiros contra los ministros. Envolverle en una disolucion hubiera sido funestisimo, cuando era tan necesario que en nada se menoscabase su prestigio. Lo mas natural, lo mas sencillo, lo mas lógico, era que los pocos desapareciesen delante de los muchos, dejando á la parte sensata del pais el decidir de qui lado en aquel debate tan reñido, se hallaba la justicia.

Los ministros no titubearon, pues, en lo que tenian que hacer en aquella situacion: el mismo dia 29 presentaron su dimision al Regente, que no podia menos de aceptarla.

La formacion del nuevo ministerio no era cosa muy fácil en aquel conflicto de los ánimos. El gefe del Estado se dirijió á los presidentes de los dos cuerpos colegisladores, lo que no fué de grande ausilio. Despues de varios tanteos, se nombró presidente del consejo con la certera de la Guerra al general Marques de Rodil, que se hallaba á la sazon de general en gefe del ejército de observación en las provincias Vascongadas. A su llegada á Madrid, se ocupó sin perder instantes en la composicion del nuc. vo gabinete, que hasta el 16 de junio no quedó completamente organizado.

El dia siguiente 17 dejaron sus puestos los ministros, cuyos

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