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En 7 de marzo, se mandó construir un palacio de nueva planta para el Congreso de los diputados, en el local del edificio ruinoso del Espíritu Santo; para lo cual se abria un crédito al gobierno de 4 millones de reales, que debia figurar en los presupuestos del año siguiente.

En 30 de marzo, se autorizó al gobierno para que siguiese cobrando como hasta allidas rentas y contribuciones, escluyendo las suprimidas por las Córtes, é invirtiendo provisionalmente sus productos en los gastos del Estado, con sujeción á la ley de 1.o de setiembre del año de 1811. Esta autorizacion se estendia solamente hasta fin de junio de aquel año.

El 9 de abril, se reconoció como obligacion de la nacion indemnizar los daños materiales, que en las propiedades de los españoles fieles á la causa de la patria, del trono de Isabel II y de la libertad, habian hecho las facciones desde 1. de octubre de 1833 hasta fin de agosto de 1840, y los que en dicha época se habian ocasionado á los mismos, asi en el ataque como en la defensa de las plazas, pueblos ó edificios de propiedad de los pueblos ó de particulares; debiéndose verificar la indemnizacion, con la preferencia y por el órden de clasificacion siguiente: 1.o la de propiedades é inmuebles; 2.° la de ganados: 3.o la de propiedades de muebles. Los demas artículos de la ley establecian el modo de verificar dicha indemnizacion, con arreglo al espíritu de la misma.

En 14 de abril, se mandó que las viudas y huérfanas de los gefes y oficiales de los Estados Mayores vivos de plaza, tuviesen opcion á las viudedades ó pensiones con arreglo al sueldo que sus padres ó maridos disfrutasen, conforme al empleo militar que les correspondiese á su fallecimiento; con tal que estos sueldos no fuesen superiores, á los que les corresponderian por sus empleos en el ejército.

En 24 de mayo, que se suprimiesc el fuero militar de que gozaban los caballeros maestres.

En 21 de junio, que en las trasmisiones de dominio de los bienes comprados á la nacion que no estuviesen esceptuados de la alcabala, se devengase únicamente la que correspondiese al

precio de cada nueva venta, en la misma especie de dinero ô que esta consistiese.

papel en

Con la misma fecha, se declararon libres de alcabalas las trasmisiones de propiedad de fincas rústicas y urbanas, que se hicie ren por medio de permutas.

En idem, se abolió el impuesto sobre aguardiente y licores, desde el dia en que se concluyese el actual contrato de arrendamiento de aquella renta.

En 14 de julio, se mando que las diputaciones provinciales establecidas en Alava y Guipuzcoa tuviesen las atribuciones que por las leyes competian á las demas provincias de la monarquía, y ademas las que en la administracion de los productos y arbitrios provinciales, egercian las estinguidas juntas generales y particulares, y diputaciones forales.

En 19 de julio, se asignaron para la fuerza del ejército permanente de aquel año noventa mil hombres, y cuarenta mil para la reserva.

En 19 de idem, se mandó que los documentos justificativos de anticipaciones y suministros hechos para atenciones de guerra, los recibos del medio diezmo de 1837 y 1838 y los de caballos requisados, se continuasen admitiendo por todo su valor en pago de la contribucion estraordinaria de guerra de ciento y ochenta millones. Igualmente, que se ad:nitiesen en pago de las contribuciones ordinarias devengadas hasta fin de diciembre de 1840 y de las cantidades que resultasen por cobrar, de la contribucion estraordinaria decretada por la ley de 30 de junio de 1838.

En 1.o de agosto, se decrctó un reemplazo de 25,000 hombres para el del ejército.

En el mismo dia se publicó la ley de presupuestos.
Ascendia el de ingresos á 877.709,995.

El de gastos. Para la casa real, 33.300,000.

Para los cuerpos colegisladores, 979,620. Para el ministerio de Estado 9,963.220. Para el de Gracia y Justicia, 17.901,963. Para el de la Gobernacion de la Península 119.521,868. Para el de Guerra, 380.901,050. Para e! de Marina, Comercio y Gobernacion de Ultramar, 51.056,181. Para el de Hacienda,

325.165,885. Para la caja de Amortizacion, 359.078,338. Desembarazados los ministros de las Córtes, pudieron aplicar á los negocios públicos el tiempo que la naturaleza de sus sesio. nes invertia; pues con poca diferencia, fueron tantas veces interpelados como sus antecesores. Sin duda se podia decir de ellos lo mismo que de los primeros, que sus intenciones eran puras; sus deseos de acertar, grandes; su probidad, de la primera línea; y su respeto á las leyes tal, como los buenos constitucionales pudieran apetecer en aquellas circunstancias.

Mas los obstáculos con que á cada hora se encontraban, eran superiores á las fuerzas de un gigante. Cada dia se desarrollaba mas la hostilidad de los contrarios del Regente. Los moderados de dentro y de fuera, la oposicion progresista de cuyos tiros no era menos blanco este ministerio que el pasado, los republicanos que comenzaban á levantar la frente y á desplegar en cierto modo su bandera, todos combatian á su modo y á la vez, como si no tuviesen mas afan que hacer imposible su gob erno. Por aquellos tiempos se habian dado pasos á un tratado con la Inglaterra sobre la admision de sus géneros al libre comercio, bajo ciertas restricciones. El tratado no llegiá ajustarse por dificultades que surgieron, y que la proteccion á la industria nacional hará surgir eternamente. Mas bastaron estos pasos, para que el gobierno español fuese acusado de querer echarse en brazos de la Inglaterra. ¿Qué calumnias con pretesto de vindicar la independencia nacional se esparcieron por los enemigos del Regente? ¿Qué censuras, qué dicterios dejaron de fulminarse en Francia contra el gobierno español, que no doblaba la cabeza á las insinuaciones de su gabinete, que se atrevia á entrar en negociaciones con Inglaterra sin pedir su venia, que se olvidaba de que la Francia era de derecho tutora de la España (1)?

Ya comenzaban á oirse entonces las voces de coalicion; idea que cundió de una manera prodijiosa. Oposicion progresista, oposicion moderada y oposicion republicana, todas parecian dar

(1) La tutelle d' Espagne nous appatient; se leyó mas de una vez en los popsies públicos de nu stros vecinos, com arma de oposicion co.no arına de defensa.

se á la mano para derribar el enemigo comun, es decir el go. bierno del Regente.

Eran Madrid y las principales poblaciones del reino, los focos principales de estas grandes animosidades. Descollaba sobre ellas Barcelona, teatro en todos tiempos de agitacion y no pocas veces de desórden. Allí habia desplegado el republicanismo su bandera. Allí circulaba un proyecto de Constitucion republicana, acompañada de una cancion ó himno popular que fué muy célebre. Allí se ponia el grito en el cielo con la noticia de las negociaciones relativas al comercio libre, que se hacian ver como la muerte de la industria catalana. Allí se aglomeraban, en fin, cuantos materiales eran necesarios para la carga de una mina, euya esplosion estaba á merced de la chispa mas pequeña.

Llegó este momento en 13 de noviembre. En la puerta del Angel, se armó una especie de reyerta entre los guardas y algunas personas que venian de fuera y traian algun vino, á cuyo registro opusieron una obstinada resistencia. Era un dia de fiesta en que los vecinos de aquella populosa ciudad salen al campo á solazarse, y con este motivo llamó la riña la atencion de una numerosa concurrencia. Hubo denuestos, hubo vociferaciones, todas favorables á los que querian introducir el vino sin registro. Los guardas atropellados reclamaron el ausilio de alguna fuerza armada que se hallaba á sus inmediaciones, y el tumulto se sosegó por entonces con su intervencion, sin que ocurriesen desgracias graves por ninguna de ambas partes.

Mas estaban demasiado inflamados los ánimos, para que no produjese un incendio aquella simple llamerada. Acudieron al alboroto los mas exaltados; otros exagerándole en su sentido favorable esparcieron la alarma en la ciudad, y aquella reyerta aislada en uno de los ángulos de la poblacion, produjo una conflagracion en toda ella. Los milicianos corrieron á las armas, las autoridades á sus puestos. La municipalidad se reunió tambien en su local, mas ni esta ni la milicia ciudadana, eran amigas del gobierno. Todos aquellos habitantes participaban mas o menos del espíritu de hostilidad, desencadenada contra aquel sistema.

Se creyó por las autoridades que estaba calmado el alboroto,

TOMO IV.

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con la prision y el arresto de los que parecian sus autores: los milicianos se retiraron; mas á la mañana siguiente se armó nuevo alboroto, pidiendo que soltasen á los presos. Hubo por parte de las autoridades la resistencia que puede imaginarse: creció en la misma razon la insistencia de los alborotadores, cuyo número acrecia. La hostilidad contra las autorida les del gobierno, se mostró entonces á cara descubierta. Los milicianos nacionales volvieron á formar, y se pronunciaron en abierta resistencia. Las tropas formaron en sus cuarteles: se barrearon las calles por los amotinados; se echaron las campanas á rebato, y comenzó á eorrer la sangre por una y otra parte. Era un alzamiento general en la ciudad de Barcelona, lo que prueba cuan preparados estaban los ánimos para este conflicto lamentable. El gefe político, que durante dia y medio habia dirijido todas las medidas para la restitucion del órden y de la tranquilidad, acudió á la autoridad del capitan general, manifestándole que á él le tocaba refrenar militarmente la insurreccion; mas ya era tarde. Todos los esfuerzos del general para romper aquella masa de milicianos y paisanos, fueron del todo inútiles. Sus tropas tuvieron que retroceder á los cuarteles. El mismo con las que pudo recoger, tomó asilo en el recinto de la ciudadela. Aun no viêndose seguro en este punto fuerte, le evacuó en el discurso de la noche del 15 al 16, saliendo al campo al frente de sus tropas.

Los barceloneses habian formado una junta de gobierno, compuesta de los primeros hombres que se encontraron á mano. Ninguno de ellos tenian nombre, ni influencia en las altas clases, y todos pertenecian á la de artesanos. Su primera operacion fué poner sitio al cuartel de las Atarazanas y al de los Estudios, donde se hallaban las tropas, que interceptadas del capitan general, no habian podido seguir sus pasos. Los sitiados capitula. ron, y las tropas quedaron prisioneras.

El primer cuidado del capitan general fué reforzar con hombres y víveres el castillo de Monjuich, que es verdaderamente el que tenian que temer los barceloneses, y no la ciudadela. Inmediatamente pasó el general á situarse en él con el resto de sus

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