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en cuanto hiciere sino al bien y provecho de la nacion, y que seré fiel á mi augusta hija la Reina Doña Isabel II. »

« Si en lo que he jurado ó parte de ello, lo contrario hicierc, no debo ser obedecida: antes aquello en que contraviniere, será nulo y de ningun valor. Asi Dios me ayude y sea mi defensa, y si no me lo demande. »

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Concluido este juramento, le prestó en manos de S. M. el presidente, leyendo la fórmula, uno de ellos. La Reina dijo en seguida, «Si asi lo hiciereis, Dios os lo premie: y si no, os lo demande.»

En seguida prestaron el mismo juramento todos los diputados presentes, acercándose á la mesa de dos en dos y diciendo si juro, con las manos puestas en el santo libro.

Hé aquí algunos párrafos del discurso que la Reina pronunció en seguida.

»Señores diputados: jurada está por mi, y jurada tambien por vosotros la nueva ley fundamental quedais á la monarquía. Con tan solemne acto, se ve terminada del todo la obra de que habeis sido encargados por la confianza nacional, y los españoles salen de la inquieta y dudosa situacion en que todo estado se encuentra, cuando pasa de un sistema político, á otro sistema diferente.......

Al proceder á la reforma de la ley política de Cádiz, ni habeis escuchado las sujestiones presuntuosas del espíritu del privilegio, ni atendido á las mas seguras ilusiones de una popularidad perniciosa. Por manera, que naturalmente y sin violencia, ha recibido aquel Código las formas y condiciones que le faltaban en parte, propias de todo gobierno monárquico representativo. En la sancion de las leyes, y en la facultad de convocar y disolver las Córtes, habeis dado á la prerogatica real cuanta fuerza necesita para mantener el órden; y dejando en lo demas espedita y desembarazada la accion ejecutiva del gobierno, conteneis el abuso que pudiera hacerse de aquella facultad, imponiendo la necesidad de convocar Córtes cada año. Gon haber dividido en dos secciones el cuerpo legislativo, haceis que sea mayor la dignidad y circunspeccion de sus deliberaciones, y mas

probable el acierto en sus resultados. Por último, en la base electoral, dais á la opinion pública todo el influjo posible en la eleccion de los legisladores, y se abre mas ancho campo á la espresion de las necesidades é intereses nacionales en la tribuna parlamentaria... Ya os dije, señores, al abrir estas Córtes, que nada os proponia ni aconsejaba como Reina, que nada os pedia como madre, porque confiada en vuestra generosidad y sabiduria todo lo esperaba de vosotros......

« Fiel á este principio que me propuse entonces, mi primer cuidado ha sido que la reforma de la Constitucion lleve el sello esclusivo de la voluntad nacional.... He creido conveniente, sin embargo, manifestaros alguna vez la conformidad que en mi hallaban las disposiciones que ibais acordando, y esta manifestacion hecha antes por medio de mis ministros, la he repetido y repito ahora por mi misma con la mayor complacencia. Aqui, entre vosotros, á la faz del cielo y de la tierra, declaro de nue. vo mi espontánea adhesion y aceptacion libre y entera de las instituciones políticas que acabo de jurar á nombre y en presende mi augusta hija que teneis delante, y cuyos sentimientos espero que no sean diversos de los mios.»

La Reina de España aunque en edad tan corta, debia asistir á este solemne acto. Ya los albores de la razon comienzan á rayar en ella, y un espectáculo tan noble y tan grandioso se imprimirá con tanta mas viveza en su tierna fantasía, al paso que su inocencia y sus gracias añadirán interés, y darán si es posible mayor fuerza á nuestros recíprocos juramentos. Colocada en medio de la representacion nacional; amparada y defendida por la lealtad española, es como si estuviese en presencia de todo su pueblo, como si alzada fuera y proclamada en el antiguo escudo de los reyes. sus antepasados. Acostumbrese desde ahora á vivir entre vosotros, á oir vuestros consejos, á penetrarse de nuestro bien y á procurarlo con todas las potencias de su alma. Ella es la heredera que el cielo concedió á los votos de los españoles; ella es la alumna de la libertad educada á la sombra de sus leyes protectoras; que su primer sentimiento sea venerarlas; su principal deber, cumplirlas; su incesante anhelo defenderlas....

TOMO IV.

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» Reconocida al saludable apoyo que prestais incesantemente á mi gobierno, no puedo dejar de espresaros aqui mi mas viva gratitud, esperando que continueis las mismas pruebas de celo y de prudencia en los trabajos legislativos que os han de ocupar todavia. Dificiles son sin duda las circustancias que nos rodean; pero mientras subsista este feliz concierto entre las Cortes y la corona, ni la agitacion de las pasiones, ni la alevosía de la intriga, ni la contraposicion de opiniones é intereses, ni las vicisitudes mismas de la fortuna, prevalecerán contra nosotros; y con la ayuda del Omnipotente, la legitimidad triunfa y la España libre se salva.»

Terminado el discurso, contestó el presidente, de palabra.

Señora este grande acto, tan regio y tan augusto como nacional, que V. M. solemniza hoy en las Córtes, vuelve á dar principio á la era memorable por que tantos años há, suspiran todos los buenos españoles. En él se renueva el pacto y estrecha alianza en la nacion y el trono de sus Reyes, rescatado en 1812 del poder de un soberbio conquistador.»

«El titulo glorioso con que reina vuestra escelsa hija, proclamado entonces à despecho de la deslealtad y la usurpacion renace triunfante en este dia con toda la legitimidad, toda la validez que osó disputarle un príncipe rebelde, en quien debió hallar su mas firme apoyo y defensa, á ejemplo del esclarecido infante D. Fernando en la minoría de D. Juan el II de Castilla..

La aceptacion libre y espontánea de la Constitucion que V. M. se dignó hacer en nombre de vuestra augusta hija, el sagrado juramento que en presencia suya la confirma y corrobora, la recíproca promesa con que las Córtes y V. M. se comprometen y ligan hoy ante la nacion, tantas y tan singulares circunstancias reunidas, acaban para siempre con todo pretesto y todo efugio á que pudieran apelar todavia la ambicion y otras pasiones, desapoderadas y aleves.»

a

En esta solemnidad, la nacion ve nuevamente proclamada su libertad y sancionados sus derechos; y la corona, las facultades y prerogativas que necesita para mantener el órden

público, y asegurar firmemente la independencia, el poder y dignidad de la monarquía. »

. Esta union indisoluble fundada en la concordia de intere ses y deseos, disipa todas las dudas, calma todos los recelos, tranquiliza el ánimo y llena el corazon de júbilo y alegria, como lo publican, Señora, las aclamaciones de un pueblo generoso y reconocido, y las demostraciones de anor que V. M. recibe hoy en el santuario de las leyes. »

Tan magestuoso espectáculo no podrá menos de causar impresion viva y profunda en el alma angelical de vuestra escelsa hija. En su asistencia á esta augusta ceremonia, las Córtes reconocerán la ternura y maternal solicitud con que V. M. se esmera en cultivar en su inocente corazon las grandes virtudes que hicieron tan esclarecida á la inclita Reina Doña Isabel la Católica, no menos combatida por los ambiciosos de su tiempo con todo linage de contrariedades y persecuciones.»

« A la alta penetracion y consumada prudencia de V. M. no podia ocultarse ciertamente, que la adversidad es tambien es cuela en que se aprende el arte de gobernar y hacer felices las naciones; porque es cierto, que si los conquistadores y ambiciosos triunfan satisfaciendo sus pasiones, no lo es menos que al fiu sucumben, y el tiempo los olvida. »

Solo los Reyes justos y benéficos poseen el corazon de sus súbditos, y viven eternamente en la memoria de sus pueblos. V. M. presenta ya á la contemplacion de los que os contemplan y admiran, un ejemplo ilustre de esta virtud consoladora. »

Las Córtes al oir con el mas vivo interés y pura gratitud las dulces y afectuosas palabras de V. M., reciben una nueva prenda que les asegura, que les serán cumplidamente satisfechos sus ardientes votos. Dígnese V. M., Señora, admitir con benevolencia el síncero homenage de amor, de lealtad y de respeto que las Córtes os ofrecen en nombre de la nacion que represen tan, y quiera el cielo coronar el triunfo de la sagrada causa que que con V. M. defienden, conservando dilatados años la precio, sa vida de vuestra escelsa hija, y con ella un reinado de gloriade prosperidad y de ventura. »

Y en fin, Señora, comienza ya este dia á ser feliz presagio para todos de que se llenarán tan halagüeñas esperanzas y deseos, la esclarecida victoria que acaban de conseguir las armas nacionales fieles á la; libertad y al trono de vuestra escelsa hija, en los campos de Grá en Cataluña.»

Con esto se dió fin á un acto, verdaderamente solemne y magestuoso. SS. MM. salieron inmediatamente del salon, recibiendo aqui y durante su regreso á palacio, las mismas manifestaciones de amor, de respeto y verdadero júbilo, que en el corazon de todos rebosaba.

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