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agolparon á la capital, y los del general Bassecourt, que el dia 11 pisó tambien sus calles.

Enderezó su marcha José tras de los ingleses hácia Castilla la Vieja con intento de obrar mancomunada

Va José á Cas

tilla la Vieja.

mente con sus ejércitos de Portugal y el norte. Lord Wellington, antes de levantar el sitio del castillo de Burgos, prevínose para no ser sorprendido por las masas enemigas que de encontrados puntos venian sobre sus huestes; y ya desde el 18 de octubre se situó en ademan de defenderse y de estar dispuesto para la retirada, colocando la derecha de su ejército anglo-hispanoportugues en Ibear sobre el Arlanzon, el centro en Mijaradas y izquierda en Sotopalacios.

Movimiento de
Wellingtou.

la

Avanzan á Castilla la Vieja los ejércitos franceses de Portugal y el norte.

A la propia sazon habian reunido los franceses sus fuerzas disponibles de los ejércitos de Portugal y el norte en Monasterio, empezando á avanzar el 20 á Quintanapala, de donde tuvieron otra vez que replegarse flanqueándolos por su derecha sir Eduardo Paget. Wellington sin embargo no difirió levantar el sitio del castíllo de Burgos segun hemos visto; é hízolo con tal pres- Empieza Wellingteza que el enemigo no advirtió hasta tarde el mo- ton á retirarse. vimiento de los aliados, quienes pudieron continuar retirándose sin molestia, y pasar tranquilamente el Pisuerga por Torquemada y Cordobilla. Varios batallones ligeros de caballería al mando de sir Stapleton Cotton, Don Julian Šanehez y aiguna que otra partida española componia la retagnardia. El enemigo adelantándose trabó refriegas parciales con los aliados, cuyas tropas, colocadas á la margen del Carrion, sentaron el 24 su ala derecha en Dueñas y su izquierda eu Villamuriel. Por aqui se estendia el Maniobras de los sesto ejército español á las órdenes del general Casta- ejércitos. ños, cuyo gefe de estado mayor era Don Pedro Agustin Giron. Habíansele agregado guerrillas y gente del séptimo ejército, como lo era la division de Don Juan Diaz Porlier. Atacó el enemigo la izquierda de los aliados sin fruto; hizo Wellington en seguida marchar alguna fuerza sobre Palencia con deseo de cortar los puentes del Carrion, pero malogrósele habiendo agolpado alli los franceses suficiente tropa que se lo estorbase.

Pasó el enemigo aquel rio por Palencia, y hubo entonces Wellington de cambiar su frente, consiguiendo volar dos puentes que hay tambien sobre el Carrion en Villamuriel y cerca de Dueñas. No acertaron los aliados á destruir otro sobre el Pisuerga en Tariesgo, por donde cruzaron aquel rio los enemigos como también el Carrion, siguiendo un vado peones suyos y ginetes. Ordenó Wellington que se contuviese á los contrarios en su ataque, y se trabó una pelea en la que tuvieron parte los españoles. De estos el regimiento de Asturias ció un momento, y notándolo Don Miguel de Alava, que asistia al lado de Lord Wellington, se adelantó para

reprimir el desorden, y evitar que hubiese quiebra en la honra de las filas de sus compatriotas á la vista de tropas astrangeras. Intrépido Alava avanzó demasiadamente, y recibió una herida grave en la ingle. Pero los españoles entonces sin descorazouarse volvieron en sí y repelieron al enemigo, ayudándolos y completando la comenzada obra los de Brunswik, y el general Oswald con la quinta

division de los aliados.

Luego cejó Lord Wellington repasando el Pisuerga por Cabezon de Campos. En la mañana del 27 apareció Souham, general en gefe del ejército enemigo, á cierta distancia, sin que intentase ningun ataque de frente, limitándose, segun se advirtió despues, á enviar destacamentos via de Cigales por su derecha para posesionarse del puente de Pisuerga en Valladolid, y colocarse asi á espaldas del ejército aliado. Prolongaron los franceses su derecha aun mas allá el dia 28, siendo su intento enseñorearse del puente del Duero en Simancas, , pero defendido este paso como el de Valladolid por el coronel Halkett y el conde Dalhouise, volaron los aliados el primer puente, y á prevencion tambien el de Tordesillas. Mas no bastándole á Lord Wellington estas precauciones, y temeroso de ser envuelto Repasa Welling- por su izquierda, se echó atras, y pasó el duero por ton el Duero. los pueblos de Puente Duero y Tudela, cuyos puentes voló lo mismo que el de Quintanilla y los de Zamora y Toro. Advertido Wellington de que los enemigos cruzando á nado el Duero habian caido de golpe sobre la guardia inglesa de Tordesillas, y que reparaban el puente para facilitar la comunicacion de ambas riberas, se encaminó al punto en donde se alojaba el ala izquierda, apostando el 30 sus tropas en las alturas que se elevan entre Rueda Tordesillas. Nada sin embargo intentaron los enemigos por de pronto, contentándose con posesionarse nuevamente de Valladolid y Toro, y estenderse por la derecha de sus márgenes. Tampoco Wellington se movió antes del 6 de noviembre, ora por desistir el enemigo de su acosamiento, ora por ser necesario dar descanso á sus tropas y treguas al general Hill para que se le juntase. Aquel mismo dia llegó dicho general á Arévalo, y púsose en comunicacion con Wellington, quien le mandó proseguir sin tardanza su movimiento por Fontiberos sobre Alba de Tormes. La marcha de Hill pecó de fatigosa por escasez de víveres, cuya falta se achacó al comisariato inglés, impróvido y mas cuidadoso á la sazon del interes propio que del de sus tropas. Tambien habia decaido algun tanto la virtud militar en las divisiones que mandaba Hill.

y

Unesele Hill.

Wellington en Aparejados ya los puentes de Tordesillas y Toro por Salamanca. el enemigo, no alargó mas tiempo Wllington su permanencia en las últimas estancias, colocándose el 8 de noviembre en las que antes habia ocupado frente de Salamanca. Pasó el mismo dia sir Rowland Hill el Tórmes por Alba, y guarneció el castillo.

Júntase Jose á

los ejércitos su

yos del norte y Portugal.

Detenidos los franceses en recoger prisiones, y atentos á unirse con los ejércitos del mediodia, y centro, como lo fueron verificando en estos dias, no molestaron á los aliados en sus marchas. Las fuerzas enemigas que se reunieron ahora ascendian á 80,000 infantes y 12,000 caballos, lo mas florido de lo que tenian en España, si no contamos algunas de las tropas de Suchet. Constaba el ejército aliado de 48,000 infantes y 5,000 caballos, y ademas 18,000 españoles, fuera de las guerrillas, y de la gente de Extremadura que venia con

Hill.

Pasan los franceses el Tórmes.

Comenzaron los enemigos á hacer ademan de atacar el 9 á los aliados por el lado de Alba, mas no setrabó pelea importante hasta el 14. En este dia vadearon los franceses el Tórmes por tres puntos, dos leguas por cima de Alba. Quiso Lord Wellington poner estorbos al paso del francés por aquel rio, pero siendo ya tarde y conociendo estar muy afianzados los enemigos en sus posiciones, determinó alejarse. Puso en ejecucion su pensamiento despues de haber recogido en la misma tarde del 14 las tropas suyas apostadas en las cercanías de Alba, y de haber destruido los puentes del Tórmes, ciñéndose á dejar en el castillo de aquella villa, palacio de sus duques, una guarnicion española de 300 hombres á las órdenes de Don José Miranda Cabezou.

Se retiran los

Abandonó Wellington del todo el 15 las estancias de Salamanca, y partió distribuido su ejército en tres ingleses via de trozos que conservaban paralelas distancias, en cuanto Portugal. to consentia el terreno doblado de aquella comarca. Mandaba la primera columna el general Hill, la segunda ó centro sir Eduardo paget; componian la tercera los españoles. Cruzaron todos el Zurguen, y acamparon por la noche en los olivares que lame el Valmuza, tributario del Tórmes. El tiempo lluvioso, las aguas rebalsadas en las tierras bajas, los víveres escasos, si bien se habia surtido al soldado de pan para seis dias, pero inútilmente por la relajacion de la disciplina sino en los casos de pelear. Los caballos desprovistos de forrage y pienso, teniendo que acudir para alimentarse á pacer la yerba ó á ramonear y descortezar los árboles. Desaprovecharon los franceses, asistidos como se hallaban de fuerzas superiores, esta oportunidad de introducir desórden y aumentar la turbacion en el ejército aliado.

Desorden en la retirada.

Permanecieron los nuestros al raso el 16 en un bosque à dos leguas de Tamámes. Al día siguiente dirigieron su marcha por unos encinares, y detras el enemigo sin perder la huella de la retaguardia. Aqui pastaban unas piaras, y con ellas rompieron recia escaramuza los soldados asi españoles como ingleses y portugueses, echándose la culpa unos á otros: hubo ocasion en que el fuego indujo à error, creyendo ser lid con hombres la que solo lo era coutra desdichados animales.

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1

arroyos

y

El desconcierto que pacia de tales incidentes junto con lo pantanoso é intransitable de los caminos, y lo hinchado de los que desunian las divisiones ó columnas, fue causa de que resultase entre dos de ellas un espasioso claro. Disgustado sir Eduardo Paget, y deseoso de averiguar en qué consistia, cabalgó de una á otra, en sazon justamente en que se interponia entre las columnas separadas un cuerpo de caballería enemiga que, cayendo de reCae prisionero pente sobre el general ingles, le hizo prisionero sin el general Paget. resistencia. Afortunadamente ignoraban los franceses la verdadera situacion de los aliados, sino otros perjuicios pudieran haberse seguido. Desde el Tórmes no hubo mas que cañoneo escaramuza por ambas partes, con amago á veces de formalizarse campal batalla. Lord Wellington, cuya serenidad y presencia por do quiera alentaba y contribuia á que el soldado no diese suelta á su indisciplina, estableció en la noche del 18 sus cuarteles en Ciudad Rodrigo, y cruzando en los dias 19 y 20 el Agueda, pisò Lord en breve tierra de Portugal. Los españoles se dirigieron por lo interior de este reino á Galicia; alojándose otra vez en el Vierzo el sesto ejército para rehacerse y prepararse á nuevas campañas. Tornó Porlier á Asturias, y las fuerzas de Extremadura habian venido con Hill que se acuartelaron durante el invierno en Cáceres y pueblos inmediatos; quedando cerca de Wellington pocos cuerpos y guerrillas, de las que algunas regolfaCastilla.

Entra
Wellington
Portugal.

en

Pasan á Galicia y Asturias el sesto ejército español y Polier.

ron otra vez á

Defensa honrosa del castillo de Alba de Tór

mes.

Entre tanto el gobernador de Alba de Tórmes Don José Miranda Cabezon, á quien encargó Wellington sustentar el punto, condújose dignamente: reanimando su espíritu, si menester fuera, la vista de aquellas paredes en donde se representaban todavia las principales batallas de que saliera vencedor en otro tiempo el inmortal duque de Alba Don Fernando Alvarez de Toledo. Solo Miranda, y ya lejos los ejércitos aliados, empezaron los enemigos á intimarle la rendicion. Respondió Miranda siempre con brio á los diversos requerimientos, no desperdiciando coyuntura de hacer salidas y coger prisioneros. Ocuparon luego los franceses los lugares altos para descubrir á los nuestros que se defendian bravamente detras de los muros, de las ruinas y parapetos del castillo. Asi continuaron hasta el 24 de noviembre, en cuya noche resolvió el gobernador evacuar aquel recinto, dejando solo dentro al teniente de voluntarios del Ribero, Don Nicolas Solar; con 20 hombres, 33 enfermos y 112 prisioneros hechos en las anteriores salidas. Ordenó á este su gefe sostener fuego vivo por algun tiempo para cubrir el sitiador la escapada de la guarnicion. Al ser de dia llegó Miranda con los suyos al Carpio, pero teniendo que andar por medio de los enemigos y de sus puestos avanzados, vióse obligado

(* Ap. n. 9.)

para evitar su encuentro á marchar y coutramarchar durante los dias 23, 26 y 27, hasta que el 28, favorecido por un movimiento de los contrarios, y ejecutando una marcha rápida, se desembarazó de ellos, y se acogió libre al puerto del Pico. Antes de salir Miranda del castillo se correspondió con el general frances que le sitiaba, y en el último oficio díjole*: « Emprendo la salida «con mi guarnicion; si las fuerzas de V. S. me en« contrasen, siendo compatibles, pelearemos en campo raso. Dejo « á V. S. el castillo con los enseres que encierra, particularmente «<los prisioneros, á quienes he mirado con toda mi consideracion, «y omito suplicar á V. S, tenga la suya con el oficial, enfermos y demas individuos que quedan á su cuidado, supuesto que sus << escritos me han hecho ver la generosidad de su corazon.» Celebró debidamente Lord Wellington el porte de Miranda, y tributáronle todos justas alabanzas.

Penetrado que hubo en Portugal el general ingles Cuarteles de tomó cuarteles de invierno, acantonando su gente en Wellington en una línea que se estendia desde Lamego hasta las Portugal. sierras de Vaños y Béjar, asi para proporcionarse vituallas con mayor facilidad, como para atalayar todos los pasos, y de manera que pudieran sus diferentes cuerpos reconcentrarse con celeridad y presteza. Los franceses por su parte tomaron varios rumbos y posiciones, esparciéndose por Castilla la franceses. Vieja á las órdenes de Souham y Caffarrelly sus ejércitos de Portugal y el norte, y revolviendo sobre Castilla la Nueva, regidos siempre por el rey intruso y los mariscales Jourdan y Soult, los del centro y mediodia.

Divideose los

Vuelve José á

Madrid.

En la tarde del 3 de diciembre entró de nuevo José en Madrid, enluteciéndose los corazones de los vecinos comprometidos cada vez mas con idas y venidas de unos y otros, y abrumados de cargas y de no interrumpidas infelicidades y desventuras. Mandó no obstante el gobierno intruso que se iluminasen las casas por el espacio de tres dias en celebridad del retorno de su monarca, quien se mostró aun mas placentero y apacible que lo que tenia de costumbre. Las demostraciones de alegría apesadumbrabau á los moradores en vez de divertirlos y entretenerlos, mirándolas como mofa de sus miserias: ocasion bastante, cuando no fuera ayudada de tantas otras, para que creciese la indignacion en los pechos.

Repartidas las tropas británicas, segun hemos di- Circular de Lord cho, y aseguradas en sus puestos, pasó Wellington Wellington. una circular á todos los comandantes de los cuerpos, notable por sus razones y oportunos reparos, y por inferirse tambien de su contesto el desarreglo y la insubordinacion á que habian llegado los soldados ingleses. « La diputacion del ejército de mi mando (decia Wellington) en la última campaña ha decaido á tal punto,

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