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y gustosa prez para ellos, por ser ganados en parte contra ingleses. No abatido por su lado el general Murray, preparóse á hacer rostro á sus contrarios tranquila y confiadamente. Colocó la division mallorquina de Whittingham con la vanguardia que guiaba cl coronel Adam en unas alturas à la izquierda, roqueñas y de escabrosa subida que terminan en Castalla: á cuya poblacion, puesta á la raiz de un monte coronado por un castillo, la encubria en ruedo la division del general Mackenzie, y un regimiento de la de Clinton. Seguia lo restante de la fuerza de este por la derecha, sirviéndole de resguardo naturales defensas, y de reserva tres batallones de la gente de Don Felipe Roche. Habian los aliados construido por acá, y al frente del castillo, diversas baterías. No se hallaba presente, ni tampoco acudió á la accion que se preparaba, el general Elío, retirado en Petrel con algunos batallones, despues de lo acaecido en Villena.

Amaneció por fin el dia 13, y desembocando el enemigo de las estrechuras de Biar, desplegó sus fuerzas por la hoya de Castalla, fecunda y en productos rica. Ascendian estas á 18,000 infantes y 1,600 caballos. No inferiores los nuestros en número éranlo bastaute en ginetes. Empezó Suchet el combate esplorando el campo y enviando hácia Onil la caballería. Luego teniendo fijo su principal conato en trastornar la izquierda de los contrarios, soltó 600 tiradores acaudillados por el coronel d'Arbod, con órden de que trepando por la posicion arriba la envolviesen y dominasen. Al mismo tiempo amagó el mariscal frances á los aliados por lo largo de toda la línea, ostentando gallardía y mucha firmeza. Corrieron en aquel trance los nuestros algun riesgo, debilitada la izquierda por la ausencia momentánea de Don Santiago Whittingham, que se habia alejado poco antes para hacer un reconocimiento; pero á dicha y oportunamente llegó de Alcoy con fuarza Don Julian Romero, quien reprimió la audacia de los enemigos, que ya se encaramaban á las cimas. Tambien Whittingham, noticioso de lo que ocurria, tornó á su puesto, y el y Adam Y los demas arrollaron á los acometedores, quedando muerto el coronel d'Arbod. Infructuosamente envió en apoyo de los suyos el mariscal Suchet al general Robert con cuatro batallones: todos ellos bajaron desgalgados la montaña, y muchos coloraron con sangre el suelo. Whittingham y Adam, principales gefes, alentaban á la tropa que por la mayor parte era española, dándole ellos mismos ejemplo, y lo propio los que mandaban en las cumbres, Romero, Casas, Campbell, Casteras y el teniente coronel Ochoa, brillando á cual mas todos no solo en denuedo, sino tambien en habilidad y destreza porque, á dicho de nuestros antiguos*, «< las

2.

« fuerzas del cuerpo non pueden ejercer acto loado (* Ap. n. « de fortaleza, si non son guiadas por corazon sabidor. » Igualmente se le malogró al francés el amago que habia hecho contra

TOMO III.

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el centro y derecha de los anglo-sicilianos: por lo que recogiendo Sachet su gente la apostó en escalones, apoyándola por retaguardia en la division del general Harispe, y defendiéndola por el frente con la artillería que plantó en las entradas del camino de Biar.

Entonces mas animoso Murray resolvió avanzar, y lo verificó en dos líneas, dejando en las alturas las tropas de su izquierda, y cubriendo su derecha con la caballería. Pero intimidado Suchet no se detuvo en la hoya ó valle, sino que triste tornó a cruzar por la tarde un desfiladero que, como decia Murray en su parte, habia atravesado por la mañana triunfante y alegre. Prosiguió Suchet retirándose bácia Villena, y no paró hasta Fuente la Higuera y Onteniente; volviéndose los aliados, anochecido ya, á sus estancias de Castalla. Perdieron los franceses en esta jornada algo mas de 1,000 hombres, nosotros de 670, la mayor parte españoles, como que representaron alli el mas glorioso y sobresaliente papel, despicándose del golpe recibido en los dias anteriores; que son nuestros soldados bravos e intrépidos, siempre que los guian caudillos de buen entendimiento y brio. Procuró Suchet ocultar su descalabro presentando con cuidadoso estudio por los caminos de Valencia y Gataluña, á manera de trofeo, los prisioneros de Villena y Yecla. Bien lo necesitaba para mantener en alguna quietud los pueblos, muy conmovidos con lo que pasaba en España y en toda Europa, y con lo que se preveia. Empezó Suchet en Castalla á probar los reveses de la fortuna, tan propicia para él hasta entonces; pero que varia y antojadiza, adversa ya á las armas francesas, perseguíalas en muchas partes, y les preparaba en todas largos dias de entristecimiento y luto.

pa.

Campaña prin- Dieron abril y mayo las primeras señales del asomcipiada en el broso estremecimiento que iba de nuevo á conmover norte de Euro- el mundo, y hacer mas caediza la suerte de cuerpos é individuos, de estados y coronas. Fue una de ellas la salida de Napoleon de Paris en 15 de abril para empezar la campaan en Alemania ; y fue otra el haber Lord Wellington alzado sus cuarteles á mitad de mayo para abrir tambien la suya en Castilla y continuarla hasta los Pirineos, y aun dentro de la Francia misma. En aquella vióse todavía equilibrado en un principio el poder del emperador francés con el de los soberanos del norte, cautivadas algun tiempo las fantasías de la fortuna por el coloso que la habia tenido como aprisionada y rendida no pocos años: en la última Tambien en Es- salieron vencedores siempre en los mas empeñados

paña. reencuentros, rompiendo por cima de valladares y obstáculos, los intrépidos aliados. Siendo solo propio de esta historia el detenernos á referir lo tocante á los acontecimientos postreramente indicados, pasarémos á verificarlo, prescindiendo, á lo menos por ahora, de los demas ocurridos fuera del suelo peninsular.

Movimiento de

los aliados bácia

Al moverse tenia Lord Wellington bajo de sus inmediatas órdenes 48,000 hombres de su nacion, 28,000 portugueses, y ademas las divisiones españolas del cuarto ejército que se alojaban á su derecha, con las que del mismo permanecian en el Vierzo y Asturias, ascendiendo juntas á 26,000 combatientes. Fue la marcha de los aliados por este órden. el Duero. La caballería, que habia invernado en los alrededoresde Coimbra, púsose en movimiento por Oporto á Braga para pasar desde alli á Braganza en donde debian darse la mano con la izquierda de los suyos, gobernada por sir Thomas Graham, quien cruzó el Duero en Portugal cerca de Lamego: maniobra que se practicó sin que los franceses la barruntasen, proveyéndose los aliados fácilmente de barcas sin escitar sospecha, por la abundancia que de ellas habia con motivo de haber los ingleses habilitado para su abastecimiento la navegacion del Duero hasta donde el Agueda descarga en él sus aguas. Colocáronse asi á la derecha de aquel rio cinco divisiones de infantería y dos brigadas de caballería, sobrecogiendo á los enemigos, que se figuraban vendrian sus contrarios solo por la izquierda. Tuvieron los anglo-portugueses tropiezos en su marcha por lo escabroso del pais y estrechuras de los caminos, mas todo lo venció la perseverancia británica. Asegurada la izquierda, y amagado el frances por la derecha del Duero, alzó Lord Wellington sus reales á la propia sazon, saliendo de Freineda el 22 de mayo, acompañado de dos divisiones inglesas, otra portuguesa, y alguna fuerza de caballería. Juntósele en Tamames la mayor parte de la segunda division española del mando de Don Carlos España (la restante quedó en Ciudad Rodrigo), perteneciendo á ella los ginetes de Don Julian Sanchez; y todos se encaminaron al Tórmes, via de Salamanca. Sobre el mismo rio, pero del lado de Alba, formando la derecha, movióse sir Rowland Hill, y con él la primera division española, que capitaneaba Don Pedro Morillo, quien venia de la Estremadura, habiendo pasado los puertos que la dividen de Leon y Castilla.

Disponíanse los enemigos á contrarestar la marcha de los aliados, reunidos en Castilla la Vieja los ejércitos sayos llamados del centro, mediodia y porte y á su frente José en persona, manteniendo aun sus cuarteles en Valladolid. Fuera su primer intento defender el paso del Duero, si no se lo desbarataran las acertadas maniobras de los ingleses poniéndose á la derecha del mismo rio. Sin embargo se trabaron choques antes de abandonar aquella línea. Guarnecia á Salamanca la division de Villatte con tres escuadrones, quien evacuó la ciudad al aproximarse Lord Wellington, colocándose en unas alturas inmediatas de donde le arrojaron el general Fane atravesando el Tormes por el vado de Santa Marta, y el general Alten que lo verificó por el puente. Villatte perdió municiones, equipages y muchos hombres entre muertos y heridos con 200 pri

sioneros. Retiróse por Encina á Babilafuente, uniéndosele cerca del lugar de Huerta au cuerpo de infantería y caballería procedente de Alba de Tórmes, de cuyo punto los habia echado Don Pablo Morillo, cruzando el rio con gran valentia, y distinguiéndose al enseñorearse de la puente los cazadores de la Union y Doyle. El centro del cuarto ejército español, antes sesto, Cooperacion del cuarto ejército. acantonado en el Vierzo, y la quinta divisiou tambien suya situada en Oviedo concurrieron, segun hemos insinuado, al movimiento general y de avance. Preparábase el 29 de mayo el general Don Pedro Agustin Giron, que mandaba en gefe en ausencia de Don Francisco Javier Castaños, á celebrar el 30 en Campo Naraya los dias del rey Fernando por medio de paradas y simulacros guerreros, cuando recibió órden de Lord Wellington, duque de Ciudad Rodrigo, para ponerse sin dilacion en marcha sobre Benavente y en contacto con la izquierda del ejército aliado, huyendo de dar la suya al enemigo, en términos de evitar cualquiera refriega que no fuese general ó de concierto. No tardó Don Pedro en cumplir con lo que se le encargaba, y trasladando el mismo dia 29 su cuartel general á Ponferrada, entró ya el 2 de janio en Benavente. Vadearon sus tropas el Esla al amanecer del 3 en Castro Pepe y Castillo, arruinado por los enemigos el puente en Castro Gonzalo, y llegaron por la noche á Villalpando en donde descansaron el 4, agregándose ahi la quinta division que venia de Asturias y mandaba Don Juan Diaz Porlier. Hiciéronse las marchas muy ordenadamente, y empezáronse á coger los frutos de los ejercicios militares del invierno y primavera, y los de una rígida y conveniente disciplina.

dos.

Prosiguen su

Hácia estas partes y derecha del Duero habíase dirimarcha los alia- gido ya no solo la izquierda inglesa guiada por el general Graham, sino tambien el centro de su ejército capitaneado por Lord Wellington en persona. Dueño este de Salamanca hizo alli alto dos dias, reuniendo su centro y derecha entre el Tórmes y el Duero inferior. Marchó el 29 la vuelta de Miranda, ciudad de Portugal fronteriza á las márgenes del último rio, cuyas aguas cruzó por aqui el general ingles acompañado solo del centro que se juntó el 30 con la izquierda en Carvajales: todos los puentes, escepto el de Zamora, habian permanecido destruidos desde la retirada del ejército británico en el otoño, ó habíanlo sido de nuevo por el frances cuando se hallaban reparados. Quisieron en seguida los ingleses pasar el Esla, tributario del Duero, por un vado próximo al mismo Carvajales, pero siendo de dificustoso tránsito echaron un puente y lo verificaron el 31.

Desprevenidos los franceses no tenian en aquellas orillas sino un piquete, y por tanto no ofrecieron resistencia notable. Los movimientos de los aliados habíanse ejecutado con tales precauciones y celeridad que los ignoraba del todo el enemigo : quien percibió

ahora claramente el sabio y bien entendido plan de Lord Wellington; conociendo aunque tarde ser inútil y ya imposible sostener la línea del Duero. En consecuencia inhabilitaron sus tropas en Zamora el puente que habian conservado reparado, retirándose de aquella ciudad y de Toro, en donde entraron los aliados, trabándose despues en Morales, via de Tordesillas, un choque en que los franceses esperimentaron bastante pérdida, y lució por su brio la caballería de Don Julian Sanchez.

Paróse Lord Wellington en Toro asi para dar tiempo á que toda sa gente se reuniese, como tambien para que las tropas de su derecha que guiaba sir Rowland Hill pasasen el Duero. Todo se ejecutó á su sabor y cual tenia ordenado; hallándose ya en comunicacion y aun en inmediato contacto el ejército de Galicia, ό sea centro, del cuarto español, cuyos reales alojáronse el 6 de junio en Cuenca de Campos, dia en que los de Wellington se establecięron en Ampudia, pueblo vecino.

Cruzado el Duero por los cuerpos que ocupaban antes la izquierda, correspondiéndose ya todos entre sí, prosiguió su marcha el general ingles, dejando en Zamora municiones y efectos de guerra, y para su custodia á la segunda division española que tenia tambien gente suya repartida en Ciudad Rodrigo, Salamanca y Toro. Andaban los franceses algo desalentados con irrupcion tan súbita, en especial por ser inesperado el modo como Wellington la verificara. Asi sus medidas resintiéronse de apresuramiento, é indicaban sobresalto y dudas.

y

Distribuidas ahora sus fuerzas entre Valladolid, Tordecillas Medina se retiraron detras del Pisuerga, que tambien abandonarou, marchando en líneas convergentes camino de Búrgos. Alli se trasladó el intruso habiendo salido de Palencia el 6 de junio, en cuya ciudad hizo corta parada viniendo de Valladolid. Le siguieron sus tropas, estrechadas cada vez mas por Lord Wellington, quien atravesó el Carrion el 7, y adelantando su izquierda en los dias 8, 9 y 10, cruzó tambien el Pisuerga, no apresurando su marcha el 11, y dando el 12 descanso á su gente escepto á la de la derecha, á la cual ordenó avanzar á Búrgos y reconocer la situacion del enemigo con deseo de obligarle á que desamparase el castillo, ó á que para defenderle reconcentrase alli sus fuerzas. Al poner en obra el general Hill por mandato de Wellington esta operacion, descubrió a los enemigos apostados en unas alturas próximas al pueblo de Hormaza con su siniestro costado en frente de Estepar. Acometiólos, mas ellos se echaron atras si bien en la mejor ordenanza, aguantando sin descomponerse repetidas descargas de la artillería volante manejada con destreza por el mayor Gardiner. Perdieron sin embargo los franceses varios prisioneros y un cañon, y se situaron despues en las riberas de los rios Arlanzon y Urbel, que con las lluvias habian cogido mucha agua, retirándose solo de

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