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tarde, hora en que abandonando el sitio las dos divisiones citadas, temerosas de ser embestidas por la espalda, pasó Graham el Zadorra, y asentóse de firme en el camino que de Vitoria conduce á Bayona, compeliendo á toda la derecha enemiga á que fuese via de Pamplona.

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No hubo ya entonces entre los franceses sino desórden y confusion imposible les fue sostenerse en uingun sitio, arrojados contra la ciudad ó puestos en fuga desatentadamente. Abandonaronlo todo, artillería, bagages, almacenes, no conservando mas que un cañon y un obus. Perdieron los enemigos 151 cañones, y 8,000 hombres entre muertos y heridos, 5,000 no completos los aliados, de los que 3,300 eran ingleses, 1,000 portugueses y 600 españoles. No mas de 1,000 fueron los prisioneros por la precipitacion con que los enemigos se pusieron en cobro al ser vencidos, y por ampaGran presa que rarlos lo áspero y doblado de aquella tierra. José eshacen los alia- trechado de cerca tuvo al retirarse que montar á caballo y abandonar su coche, en el que se cogieron correspondencias, una espada que la ciudad de Nápoles le habia regalado, y otras cosas de lujo y curiosas, con alguna que la decencia y buenas costumbres no permiten nombrar.

dos.

Igual suerte cupo á todo el convoy que estaba á la izquierda del camino de Francia saliendo de Vitoria. Era de grande importancia, y se componia de carruages y de varios y preciosos enseres pertenecientes á generales y á personas del séquito del intruso: tambien de artillería alli depositada, y de cajas militares llenas de dinero, que se repartieron los vencedores, y de cuya riqueza alcanzó parte á los vecinos de la ciudad y de los inmediatos barrios. Establecióse en el campo un mercado à manera de feria en donde se trocaba todo lo aprehendido, y hasta la moneda misma, llegando á ofrecerse ocho duros por una guinea como de mas fácil trasporte. Perdido quedó igualmente el baston de mando del mariscal Jourdan, que viniendo á poder de Lord Wellington, hizo este con él rendido y triunfal obsequio al príncipe regente de Inglaterra, quien remuneró al ilustre caudillo con el de feld-mariscal de la Gran Bretaña, merced otorgada á pocos.

¡Que de pedrería y alhajas, qué de vestidos y ropas, qué de caprichos al uso del dia, qué de bebidas tambien y manjares, que de municiones y armas, qué de objetos en fin de vario linage no quedaron desamparados al arbitrio del vencedor, esparcidos muchos por el suelo, y alterados despues ó destruidos! Atónitos igualmente andaban y como espantados los españoles del bando de José que seguian al ejército enemigo, y sus mugeres y sus niños, y las familias de los invasores, poniendo unos y otros en el cielo sus quejidos y sus lamentos. Quien lloraba la hacienda perdida, quien al hijo estraviado, quien á la muger ó al marido amenazados por la soldadesca en el honor ó en la vida. Todo se mezcló alli y confun

dió. Aquel sitio representábase caos, de tribulacion y lágrimas, no liza solo de varonil y carnicero combate.

Quiso Lord Wellington endulzar en algo la suerte de tanto infeliz enviando á muchos, en especial á las mugeres de los oficiales, á Pamplona con bandera de tregua. Y esmerőse en dar á la condesa Gazan particular muestra de tan caballeresco y cortesano porte, poniéndola en libertad despues de prisionera, y permitiéndole ademas ir á juntarse con su esposo conducida en su propio coche, que tambien habia sido cogido con la demas presa.

Asemejóse el campo de Vitoria en sus despojos á lo (* Ap. n. 9.) que Plutarco* nos ha trasmitido del de la batalla de Iso, teniendo solo los nuestros menor dicha en no haber sido completa la toma del botin, como entonces lo fue con la entrega de Damasco, pues ahora salvóse una parte en un gran convoy que salió de Vitoria escoltado por el general Maucune à las cuatro de la mañana del mismo dia 21. En el iban los célebres cuadros del Ticiano y de Rafael espresados antes, muestras ejemplares del gabinete de historia natural, y otros efectos muy escogidos. Impidieron el alcance y el entero apresamiento del convoy refuerzos que este recibió, y azares de que luego daremos cuenta.

y Don

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(*Ap. n. 10.)

Han comparado algunos esta jornada de Vitoria á la que no lejos del propio campo vió España en el siglo XIV, en cuya contienda tambien se trataba de la posesion de un trono, apareciendo por un lado ingleses y el rey Don Pedro, y por el otro franceses Enrique el Bastardo. Pero si bien alli, segun* nos cuenta la crónica, empezaron las escaramuzas cerca de Ariñez, y por lo mismo en parage inmediato al sitio de la preseute batalla, en un recuesto que desde entonces lleva en el pais el nombre de Inglesmendi, que quiere decir en vascuence cerro de los ingleses; no se empeñó formalmente aquella sino en Navarrete y márgenes del Najerilla, no siendo tampoco exacto ni justo formar parangon entre causas tan desemejantes y entre príncipes tan opuestos y encontrados por carácter y orígen.

Golpe terrible fue para los franceses lae pérdida de batalla tan desastrada, viéndose desnudos y desposeidos de todo, hasta de municiones, y acabando por destruirse la disciplina y virtud militar de sus soldados ya tan estragada. Sus apuros en consecuencia crecieron en sumo grado, porque abandonadas tantas estancias en lo interior de España, no defendidas las del Ebro, y repelidos y deshechos sus batallones en el pais quebrado de las provincias Vascongadas, nada les quedaba, ni tenian otro recurso sino evacuar á España, , y sustentar la lid dentro de su mismo territorio. Notable mudanza y trastocamiento que convertia en invadido al mostraba poco antes invasor altanero.

que se Por tan señalada victoria vióse honrado Lord Wellington con nuevas mercedes y recompensas, ademas de la del cargo de feld-ma

TOMO III.

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Gracias que se conceden á Lord Welington.

riscal de que ya hemos hecho mencion. El parlamento británico votó accion de gracias á su ejército, y tambien al nuestro: lo mismo las córtes del reino, las que, á propuesta de Don Agustin de Argüelles, concedieron á Lord Wellington por decreto de 22 de julio, para sí, sus herederos y sucesores, el sitio y posesion real conocido en la vega de Granada bajo el nombre del Soto de Roma, con inclusion del terreno llamado de las Chanchinas, dádiva generosa de rendimientos pingües.

Persiguese á los franceses por el

camino de Pam

Testimonio de Vióse tambien justamente galardonado, si bien de agradecimiento otra manera, el general Don Miguel de Alava, recial general Alava biendo del ayuntamiento de Vitoria, á nombre del vecindario, una espada de oro, en que iban esculpidas las armas de su casa y las de aquella ciudad, de donde era natural. Testimonio de amor y reconocimiento muy grato al general, por haber conseguido la eficacia y celo de este preservar á sus compatriotas de todo daño y tropelías despues de la batalla dada casi á sus puertas. Encomendóse al centro y derecha del ejército aliado la persecucion del grueso del enemigo que se retiraba en desórden camino de Pamplona, quemando, asoplona. lando y cometiendo mil estragos en los pueblos del tránsito. Una intensa lluvia que duró dos dias estorbó á Lord Wellington acosar mas de cerca á sus contrarios, los cuales iban tan de priesa y despavoridos, que al llegar á Pamplona quisieron saltar por cima de las murallas, estando cerradas las puertas, y deteniéndolos solo el fuego que les hicieron de dentro. Celebraron alli los gefes enemigos un consejo de guerra en que trataron de volar las fortificaciones y abandonar la plaza. Opúsose José, pensando seria útil sa conservacion para proteger la retirada y no causar en los suyos mayor desánimo; mandando de consiguiente abastecerla de cuanto a la fuerza ó de grado pudiera recogerse en aquellos contornos: último acto de soberanía que ejerció, instable siempre la soya, transitoria y casi en el nombre. Llegaron los aliados á la vista de Pamplona en sazon en que no estaba aun lejana la retaguardia francesa, que caminaba, como lo demas del gruso de su ejército, en busca de la tierra nativa.

En tanto que asi obraba el centro y derecha de los Y por el de Irun. aliados, otra incumbencia cupo á toda la izquierda. La parte de esta que se componia de las tropas españolas bajo Don Pedro Agustin Giron y la division que se le agregó de Don Francisco Longa tuvieron órden de dirigirse por la calzada que va de Vitoria á Irun tras del convoy que habia salido de aquella ciudad en la madrugada del 21; y asi lo verificaron el 22, aunque tarde, aguardando subsistencias, y forzados tambien á contramarchar durante corto rato por la voz esparcida de que Clausel se hallaba próximo con rumbo á Vitoria. Incidentes que retrasaron algo en aquel dia el movimiento del general Giron, si bien la pre

sencia de la fuerza de Longa, que iba delantera, aceleró la partida de los enemigos de Mondragon, á quienes se cogieron 90 prisioneros, quedando herido levemente el general Foy y 300 hombres

fuera de combate.

Y noticioso Wellington de que los españoles de Giron podrian tener que habérselas, no solo con la division francesa de Maucune que escoltaba el convoy antes espresado, sino ademas con Foy y los italianos, determinó que Graham con toda la izquierda británica fuese en apoyo de los nuestros, tomando la ruta traviesa del puerto de San Adrian que enlaza el camino real de Iran con el de Pamplona, y que se enderezase á Villafranca, poniéndose, si dable fuera, á la espalda del general Foy. Dilacion en el recibo de las órdenes, el mal tiempo y lo perdido de aquel camino, de suyo agrio y muy escabroso, no consintieron que sir Tomas Graham se menease tan pronto como era de desear.

Bien le vino á Foy la tardanza para proceder mas desahogadamente. Este general, de condicion activa y emprendedora, no habia descansado desde el momento en que tomó á Castro-Urdiales, afanado de continuo en perseguir á los batallones vascongados, en cuyas peleas distinguióse por nuestra parte el coronel Don Antonio Cano. Nada importante habia Foy alcanzado cuando José le ordenó acudir á Victoria en socorro suyo. Apresuróse Foy á cumplir con lo que se le prevenia, y se colocó entre Plasencia y Mondragon, llamando á sí para engrosar su gente las guarniciones de varios puntos fortalecidos. Entre ellas contábase como de las principales la de Bilbao, en donde estaban los italianos y el general Rouget, quienes el 20 evacuaron la villa, y tan de priesa, que si bien clavaron la artillería, dejaron intactas las fortificaciones, agnijados por las órdenes de Foy, y tambien por Don Gabriel de Mendizábal, que dejando alguna fuerza en el bloqueo de Santoña, unióse sobre aquella comarca con casi toda la séptima division que conponian los batallones vascongados.

Uniéronse los italianos y franceses en Vergara, á Reencuentro en Mondragon. cuyo movimiento, feliz para ellos, favoreció mucho la resistencia que, aunque costosa, hizo al efecto en Mondragon el general Foy. Este capitaneó en seguida la retirada de aquellas tropas que juntas ascendian á 12,000 hombres, con gran valor y presencia de ánimo, desvelándose por su conservacion, espuesta bastantemente, porqne amenazábalos por el frente Don Pedro Agustin Giron, y por la espalda el general Graham. Afortunadamente para Foy libróle de infausto suceso su presteza, y la tardanza en la marcha del ingles nacida de lo que hemos apuntado. Por manera que al llegar Graham á Villafranca, en- En Villafranca. contróse el dia 24 de junio solo ya con la retaguardia

enemiga, desalojada tambien en breve de los puestos que ocupaba á la derecha del Oria, fronteros al pueblo de Olaverria. Situáronse

y

En Tolosa.

en seguida cerca de Tolosa de Guipúzcoa todas las fuerzas que gobernaba Foy, cubriendo el camino de Francia y el que de alli se dirige á Pamplona con ademan de hacer rostro á los aliados. Aquella noche se unió al general Graham la division de Longa, y tres cuerpos de la gente de Don Pedro Agustin Giron; quien maniobró acertadamente al avanzar á Vergara, destacando por su derecha camino de Oñate al citado Longa con intento de que apretase al enemigo por su flanco izquierdo del lado de la cuesta de Descarga. Evolucion que aceleró la marcha de los enemigos y los molestó. Tratóse ahora de ahuyentar de Tolosa al frances, y de enseñorear la posicion que ocupaba. Entre seis siete de la tarde del dia 25 empezó el ataque general. Apoyábase la izquierda del enemigo en un reducto casi inespugnable, contra cuyo sitio marchó Longa por Alzo sobre Lizarza: descansaba su derecha en una montaña que cortaba por el frente un profundo y enriscado barranco, y se encargó á Don Gabriel de Mendizábal que se habia adelantado de Azpeitia, el maniobrar por este lado del mismo modo que Longa por el opuesto. Enseñoreaban ademas los franceses la cima de una montaña interpuesta entre las carreteras de Victoria y Pamplona, de donde los arojó con gran valor y maestría el teniente coronel británico de nombre Williams. Perdieron tambien los enemigos las demas posiciones atacadas vigorosamente por todas las tropas combinadas, distinguiéndose las españolas en varios parages. Foy, presente en muchos, hizo en todos gloriosa y atinada resistencia. Al fin abrigóse á la villa, la cual hallábase fortificada, y era arduo de tomarla y mas de rebate. Las puertas de Castilla y Navarra barreadas, y aspillerados los muros, diversos conventos y edificios fortalecidos, dándose entre sí la mano , у ademas en la plaza ó centro un fortin portátil de madera, á traza de los fijos y por lo comun de piedra ó material, que ahora llaman blockhaus: formando el todo un conjunto de defensas que podia ofrecer resistencia vigorosa y larga. Sin embargo acometida de firme la villa, abandonaronla los franceses y la entraron los aliados ya muy de noche con aplauso y universales víctores de los vecinos.

Se replegó á Andoain el general Foy y cortó el puente; deteniéndose Graham dos dias en Tolosa, por querer cerciorarse antes del avance de Wellington por su derecha camino de Pamplona. Don Pedro Agustin Giron paróse menos y prosiguió adelante yendo tras Fey, que cejó metiéndose en Francia sin gran detencion, sabedor de la retirada de José; y puesto ya en cobro el convoy que Maucune escoltaba, y por cuya salvacion suspiraban los contrarios tanto.

Arroja el general Giron a los

Llegado que hubo á Irun el general Giron, pensó en atacar la retaguardia enemiga, que todavía conserfranceses del otro vaba algunos puestos en la frontera española, encarJado del Bidasoa, gando la ejecucion al brigadier Don Federico Casta

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