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los enemigos. Mas estos no lo intentaron, y habiendo metido socorros en Tarragona, retrocedieron unos á Tortosa y otros á Barcelona.

Entonces juntó Murray un consejo de guerra, en el que se acordó proseguir el reembarco y volver á Alicante, atendiendo al estado en que ya se encontraban. En momento tan crítico arribó alli Lord Guillermo Bentinck, que venia de Sicilia para suceder á sir Juan Murray en el mando, del que se encargó inmediatamente conformándose luego con la resolucion que acababa de tomar el consejo de guerra. Prosiguió de resultas el embarco, y se halló á bordo la espedicion entera á las doce de la nohe del dia 19, hora en que los aliados volaron tambien el castillo del Coll de Balaguer.

Quedaron en poder de los franceses 18 cafiones de grueso calibre, y tuvo Copons que alejarse por no esponer su gente, quedando sola, á pérdidas y descalabros. Espedicion fue esta que ejecutada con poca meditacion terminó vergonzosa y atropelladamente. Formóse en Inglaterra un consejo de guerra á sir Juan Murray, á quien se le declaró exento de culpa, si bien tachóse su proceder de erróneo y poco juicioso. Fallo que ponia á salvo la intencion del general, pero que le vulneraba en su capacidad y pericia.

Otro amago hicieron por entonces los ingleses con buques de guerra del lado de Palamós. Favorecióle por tierra el baron de Eroles, dando ocasion à un empeñado reencuentro el 23 de junio con el general Lamarque en Bañolas, cuyo fuerte sitiaban los nuestros. Portóse con bizarría Eroles y lo mismo su tropa, en especial los ginetes que lidiaron largo rato al arma blanca, separando á unos y á otros la noche y y un recio aguacero.

Otros sucesos en

En julio el mismo geueral Lamarque aproximóse Cataluña. á Vique, deteniéndole en el Esquirol tres batallones españoles. Reforzó Eroles á estos y tambien Copons, ya por aqui; y ambos escarmentaron en los dias 8 y 9 en las alturas de la Salud al enemigo, quien engrosado tomó en balde la ofensiva, teniendo que retirarse y tornar al Ampurdau con poca gloria, y menoscabo de gente. Fatigosas é inacabables peleas que impacientaban al francés, y le aburrian y descorazonaban.

En el intervalo de la espedicion aliada á Cataluña, En Valencia. vinieron tambien á las manos en el reino de Valencia los españoles y el general Harispe; atacando aquellos el 11 de junio la retaguardia del último mandada por el general Mesclop la cual se recogia de San Felipe á la línea del Júcar. Obraban unidos los ejércitos españoles segundo y tercero, y acosaron bastante á los franceses hasta que, advirtiendo estos descuidos en los nuestros, revolvieron sobre ellos y los desordenaron en el pueblo de Rogla, con lo cual pudieron continuar tranquilamente su march al rio.. Renovaron los españoles el 13 sus ataques avanzando y sitnán

dose en unas alturas á la derecha de Júcar. Desde ellas cañoneó Elío á los enemigos, y aun intentó apoderarse de una casa fuerte, lo que no consiguió; pero sí sustentar honradamente los puestos ocapados, de donde Harispe no pudo desalojarle. Menos dichoso el duque del Parque padeció en Carcajente un recio descalabro que costó 700 hombres, de los cuales quedaron prisioneros los mas. Andaban sin embargo cuidadosos los franceses, y temian aun por Valencia, cuando los sacó de recelos el mariscal Suchet que desembarazado de lo de Cataluña tornó al Guadalaviar el 24 de junio, despues de una marcha asombrosa por su rapidez.

Malos tiempos retardaron la navegacion de la escuadra inglesa y dificultaron su regreso á Alicante, con la desgracia de haber encallado en los Alfaques y desembocadura del Ebro 18 buques ó trasportes, de que 13 se salvaron, cogiendo los otros los franceses junto con las tripulaciones. Mas averías ocurrieron aun, pero al fin llegó Bentinck á Alicante, y situó á poco sus tropas en Jijona para sostener á los españoles, que habian retrocedido hasta Castalla compelidos á ello por las tropas francesas.

Queria Suchet aprovechar la coyuntura propicia que le ofrecia el malogro de la espedicion sobre Tarragona; y ya empezaba á verificarlo no solo adelantándose por el lado del Júcar, segun aca ́bamos de ver, sino tambien aventando de hácia Requena y Liria gente de Elío alli avanzada y la division de Villacampa que maniobraban por aquella parte para favorecer las operaciones de la línea del Júcar, y estrechar por el flanco derecho á los franceses de Valencia. Animoso Suchet ahora con su buena ventura en Cataluña, nada le hubiera arredrado ya en la ejecucion de sus intentos, si no hubiera venido á desvanecerlos la noticia de la batalla de Vitoria, y la de haber repasado los Pirineos José y su ejército muy mal parados. Con tales nuevas suspendiólo todo, y resolvió desamparar á Valencia, retirándose camino de las orillas del Ebro.

Tiempo atras el ministro de la guerra de Francia habíale indicado conservase sus conquistas tenazmente, dando lugar á que libre Napoleon en el norte de compromisos y estorbos, pudiese acudir á lo de España. Tal era el anhelo de Suchet muy apesarado de abandonar á Valencia en donde poseia opulentos estados, y de cuya tierra considerábase señor y régulo. Por esto determinó mantener ciertos puntos fortificados como medio de facilitar á su vez nuevas invasiones y aun la reconquista.

la ciudad.

El 5 de julio evacuó á Valencia el mariscal francés Evacua Suchet casi al cumplirse los diez y ocho meses de ocupacion. Iba al frente de sus columnas con direccion á Murviedro, haciendo la retirada por escalones, é inclinándose á Aragon; todo muy ordenadamente. Tan fuego como se verificó la salida entró en la ciudad Don Francisco Javier Elío viniendo de Requena; lo mismo que la division

de Don Pedro Villacampa, con alguna caballería y la gente del brigadier Don Francisco Miyares.

Al retirarse arruinó Suchet en Valencia las obras que habia construido mas para enfrenar desmanes de la poblacion, que para defender la ciudad contra ataques esteriores. No dejó por tanto alli ningun punto fortalecido. Al medio dia y mas avanzado guardó el reducido castillo de Denia con 120 hombres al mando del gefe de batallon Bin. Metió en el de Murviedro, ó sea Sagunto, 1,200 á las órdenes del general Roulle con vituallas para un año; reparados sus muros y muy aumentados. Tampoco desamparó á Peñíscola, punto marítimo no despreciable, y púsole al cuidado del gefe de batallon Bardout con 500 hombres. Igualmente dejó 120 bajo del capitan Boissonade en el castillejo de Morella que atalayaba el camino montuoso y de herradura que viene de Aragon, y por donde podia en todo tiempo embocarse dentro del reino de Valencia un cuerpo de infanteria à la ligera y sin cañones. Daba fuerza y servia como de apoyo á esta ocupacion la plaza de Tortosa, de cuya importancia persuadido Sachet aumentó la guarnicion hasta con 4, 500 hombres, poniendo á su cabeza al general Robert, militar de su confianza.

Prosigue su Inclinóse Suchet en su retirada, conforme apunretirada. tamos, hácia Aragon, noticioso de que Clausel, apremiado por las circunstancias, se alejaba y metia en Francia, dejando su artillería en Zaragoza bajo la custodia del general Paris. Libertar à este amenazado por Mina y Duran, y cubrir los movimientos de las demas tropas que en Aragon habia, fueron causa del rodeo ó desvío que en su camino hizo aquel mariscal. Consiguió asi que se reuniese á Musnier, que caminaba por el pais montuoso, una brigada de la division de Severoli apostada en Teruel y Alcañiz, cuyos castillos al ser evacuados fueron destruidos tambien. Y juntos todos cayeron el 12 de julio hácia Caspe, alojando Suchet entonces su derecha en este pueblo, su centro en Gandesa y su izquierda en Tortosa. Tenia asimismo órden el general Paris de abandonar á Zaragoza Ꭹ de arrimarse á Mequinenza, caso de que pudiese ejecutar semejante movimiento libre de compromisos y desahogadamente. Deseos de verificarlo sin desprenderse de un gaueso convoy, y la proximidad de Duran y Mina pusieron á la ejecucion insuperables estorbos. Dejamos al último de los espresados caudillos no lejos de Zaragoza, y alli permanecia á dos leguas en el pueblo de las Casetas teniendo fuerza en Alagon, y en Pedrola á Don Julian Sanchez, cuando el coronel Tabuenca, enviado por el general Duran que se hallaba en Richa, vino á avistarse con él, y proponerle atacar á Zaragoza, obrando ambos mancomunadameute. No se mostró Mina al principio muy propicio, ya porque no le pareciese fácil lo que se proyectaba, ya porque no le gustase tener en el mando compañeros y menos rivales. Solo al fin y despues de largo conferenciar

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avínose y ofreció concurrir á la empresa. Pero antes los enemigos, que se preparaban á abandonar la ciudad, queriendo encubrir su intento adelantáronse en busca de los nuestros. Fué Mina con quien encontraron, y viéronse rechazados, haciendo tambies estrago en ellos por el flanco y del lado del puente de la Muela el coronel Tabuenca asistido de su regimiento. Avanzó este á le Casa Blanca y Monte Torrero, Mina á las alturas de la Bernardona, alejándose los franceses de aquellos puestos sin resistencia. Intentó á pesar de eso Paris nueva arremetida que Mina repelió sustentado por el mismo Tabuenca los lanceros de Don Julian Sanchez, escarmentando á los enemigos con pérdida de mas de 200 hombres. Alli se le juntó Duran habiendo ocurrido estos acontecimientos en los dias 5, 6 y 7 de julio.

y

Pensaron entonces los nuestros apoderarse por Evacuan los fuerza de Zaragoza, aunque todavía rehacio Mina: franceses á Zay apercibíanse á verificarlo cuando recibieron aviso ragoza. de que los enemigos desamparaban la ciudad. Era en efecto asi; saliendo toda la guarnicon francesa y sus parciales al caer de la tarde del 8, con numeroso convoy de acémilas y carruage, de grande embarazo para una marcha que tenia que ser rápida y afanosa. Solo dejaron 500 hombres al mando del gefe Roquemont en la Aljafería, y volaron un ojo del puente de piedra con deseo de retardar el perseguimiento de los nuestros.

Duran.

Tocaba á Don José Duran el mando de todas las tro- Entra alli pas y el de la ciudad de Zaragoza por antigüedad, y por hallarse asentada aquella á la márgen derecha del Ebro, pais puesto bajo sus órdenes; pero cuya supremacía incomodaba á Mina y motivaba tal vez su tibieza, nacida de ocultos celos. En consecuencia ordenó Duran, de conformidad con el ayuntamiento y para prevenir excesos, que penetrase en la ciudad aquella misma noche Don Julian Sanchez con sus lanceros. Aparecieron de repente iluminadas las calles y el gentío en todas inmenso, especialmente en el Coso, prorumpiendo los habitadores en unánimes aclamaciones de júbilo y contentamiento. Al dia inmediato entró tambien Duran en Zaragoza, al paso que Mina, vadeando el Ebro, ocupóse solo en seguir las pisadas del general Paris.

á Paris.

Alcanzó aquel en breve al enemigo en una altura Mina desbarata cerca de Leciñena, de donde le desalojó, y lo mismo de otra que estaba próxima á la hermita de Magallon; teniendo los franceses que retirarse via de Alcubierre. Fueron alli alcanzados, y viéndose en gran congoja abandonaron la artillería, y el convoy, los coches, y las calesas, ,y , y casi todo el pillage cogido en Zaragoza, representando er compendio este campo las lástimas y confusion del de Vitoria. Paris, aunque con órden espresa de recogerse á Mequinenza, no pudo cumplirla, y á duras penas tirando por Huesca y Jaca internóse en tierra de Francia,

y

Le toma un

convoy.

Aljafería.

Sitia Duran la Don José Duran, á quien festejaron mucho en Zaragoza, no desatendió per eso poner cerco á la Aljafería, ni tampoco apoderarse de una corta guarnicon que dejara el enemigo en la Almunia. Logró lo último sin gran tropiezo, y empezaba á formalizar el sitio del castillo cuando tornó Mina de su perseguimiento. Quedóse este en el arrabal sin pasar el Ebro, como pais el de la izquierda perteneciente á sus anteriores mandos, al paso que el de la derecha incumbia mas bien, segun dijimos, al de Don José Duran. Desvío y comportamiento propio solo de ánimos apocados y ageno de quien ceñia gloriosos laureles. Manda Mina en Para cortar semejantes desavenencias, aunque no

Aragon. quizá con justa imparcialidad, pombró el gobierno á Mina comandante general de Aragon con licencia de añadir á sus fuerzas las que quisiese entresacar de la de Duran, mandando al último partiese con las demas la vuelta de Cataluña.

Se le rinde la Dueño de todo Mina y solo, cual deseaba, apretó Aljafería. con ahinco el sitio de la Aljatería. No creia sin embargo enseñorearse tan luego de aquel castillo, mas á dicha habiendo caido en la mañana del 2 de agosto una granada en el reducto del camino de Aragon, que es el mas próximo á la ciudad, y prendídose fuego á otra porcion de ellas alli depositadas, resultó tremenda espulsion, muertes y desgracias, y el desmoronamiento de un lienzo de la muralla; por lo que descubriendose lo interior del castillo quedó este sin defensa ni amparo. Por tanto forzoso le fue al gobernador frances capitular el mismo dia 2, cogiendo nosotros sobre 500 prisioneros, muchos enseres y municciones de boca y guerra. Entregóse en breve Daroca, y tambien poco despues al capitan Don Ramon Elorrio el fuerte de Mallen.

Tomado el castillo de la Aljafería recibió Mina órden de Wellington para avanzar á Sangüeza y favorecer el asedio de Pamplona, guarneciendo á Zaragoza con un batallon, y destacando contra Jaca y Monzon otros dos que debian comenzar el bloqueo de aquellas plazas.

Suchet se re

Claramente advirtió Suchet entonces cuán impositira mas allá de ble era sostenerse en sus estancias, y cuán ocioso Tarragona. ademas, dueños ya los españoles de casi todo Aragon. Por tanto dispuso cruzase su ejército el Ebro del 14 al 15 de julio por Mequinenza, Mora y Tortosa, ordenando antes al general Isidoro Lamarque recoger y poner en cobro las cortas guarniciones de Belchite, Fuentes, Pina y Bujaraloz; dificil sino el desencerrarlas despues. Conservó á Mequinenza y de gobernador con 400 hombres al general Bourgeois; no desamparando tampoco á Monzon, por considerar ambos puntos como avanzados resguardos de la plaza de Lérida, cuyos muros visitó, removiendo á su gobernador el aborrecido Henriod molestado de gota y de inveterados achaques, y poniendo en su lugar al citado Lamarque.

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