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maniobras contra Biriatou, yendo de reserva y á las órdenes de Don Francisco Plasencia, la primera brigada de la quinta division. La tambien primera de la tercera vadeó el rio por Orañibar, Lamiarri y Picagua, teniendo á su cabeza á Don Diego del Barco, y encaramóse por la derecha de Mandale con sumo brío, posesionándose de la cumbre casi de corrida. De este modo ganaron los españoles del cuarto ejército todos los puntos que se les indicaron fortalecidos y escabrosos, pero que cedieron á su valentía probada ya tantas veces, y no desmentida ahora.

dalucía.

Tambien el de Tampoco se dormian á la propia sazon las tropas reserva de An- de la derecha aliada, embistiendo el baron Alten con la division ligera británica, sostenida por la española de Don Francisco Longa, los atrincheramientos de Vera, y á su diestro costado la montaña de La Rhune el ejército de reserva de Andalucía que gobernaba Don Pedro Agustin Giron. Felizmente consiguió Alten su objeto, y tomó 22 oficiales y 700 soldados prisioneros. Por su lado tratando nuestro general tambien de cumplir con lo que se le habia prevenido, dispuso acometer la ya espresada montaña de La Rhune, atalaya de aquellos contornos y lugar de sangrientas lides en la campaña de 1794. Verificólo Giron distribuida su gente en dos columnas que regian Don Joaquin Virués y Don José Antonio Latorre, arrollando ambos cuanto encontraron, y obligando al enemigo á guarecerse en la cima peñascosa y en muchas partes inaccesible, en donde se divisa una ermita ó santuario muy venerado de los naturales y aun del pais vecino. Mas en vano intentó Giron arrojar á los contrarios de su refugio; retardando la marcha de los españoles lo dificultoso y áspero del terreno, y poniendo fiu al combate la noche que sobrevino. Pudieron durante toda ella y á su sombra permanecer los franceses en aquel sitio y en una loma inmediata, pero no por mucho mas tiempo. Porque acudiendo alli Lord Wellington en la mañana del 8, registrado que hubo el campo; determinó pelear, persuadido de que lo verificaria ventajosamente por la derecha, si unia este ataque con el que á una vez se diese á unas obras de campaña que tenian los enemigos al frente del campo de Sare. De acuerdo Lord Wellington con Don Pedro Agustin Giron, y reconcentrado el ejército de este, mandóse á poco al regimiento de Ordenes bajo la guia de su coronel Don Alejandro Hore arremeter contra la loma que estaban enseñoreados los enemigos, próxima á La Rhune y sobre la derecha nuestra lo cual se ejecutó tan cumplidamente que el mismo Wellington dijo en su parte « que aquel ataque era tan bueno como el mejor, ya por el denuedo en él desplegado, ya por su bien entendido órden. »

de

Alcanzado semejante triunfo, los cazadores del propio cuerpo de Ordenes y los del de Almería desalojaron á los enemigos de anos atrincheramientos que cubrian la derecha de su campo de

Sare; recogiéndose á este de golpe los vencidos, otros que venian en su socorro y la division de Conroux que ocupaba el llano. Destacamentos británicos de la division de Lord Dalhousie enviados por el puerto de Echalar guarnicieron las diversas obras que habian evacuado los contrarios: quienes antes de la madrugada del 9 desampararon tambien la cumbre y ermita de La Rhune, de cuyos puestos se posesionaron al instante las tropas del general Giron, acampadas al raso en aquellas faldas; con lo que se dió fin dichoso á la disputada refriega.

Ascendió la pérdida total de los aliados en los diversos dias y combates á 579 ingleses, 233 portugueses y 750 españoles; mayor la de estos por habérseles encomendado la arremetida de los sitios mas arriesgados y espuestos. Los franceses á pesar de sus descalabros no se abatieron, y antes cobraron aliento el 12 de resultas de haber sorprendido ellos por la noche un reducto y hecho unos cuantos prisioneros: queriendo el 13 atacar los puertos avanzados del ejército de Don Pedro Agustin Giron y recuperar las obras que habian perdido; pero inútiles sus esfuerzos viéronse sus huestes repelidas y escarmentadas..

Pisan los alia

dos el territorio frances.

casi impene

Providencias de

Dentro ahora de Francia el ejército anglo-hispanoportugues tuvo la gloria de ser el primero de todos los de las potencias coligadas contra Napoleon que piso aquel territorio, mirado poco antes como sagrado y trable, guarecido del todo de invasiones estrañas. AĬ entrar alli dificultoso era contener por una parte los Wellington. excesos de los soldados, y por otra los desmanes del paisanage desordenado y suelto. En ambos estremos paró Wellington su atencion muy cuidadosamente. Hizo en el último saludable escarmiento pocos dias antes del paso del Bidasoa, con ocasion de haber hecho fuego á los soldados hácia Roncesvalles algunos paisanos franceses de los contornos: pues á catorce de ellos que se cogierou enviólos á Pasages, y los mando embarcar como prisioneros de guerra para Inglaterra. Providencia que causó en la gente rústica efecto maravilloso, y mayor que la de arcabucearlos, que pudiera haber introducido despecho en sus ánimos.

(*Ap. n. 2.)

No menos solícito anduvo Wellington en reprimir al ejército. Fueron los ingleses los primeros que en él se desmandaron, quemando en Urogne casas, y cometiendo otros desórdenes sirviéndoles de ejemplo varios oficiales suyos*, segun cuentan sus propios historiadores; siendo en parte estas las mismas tropas que entraron á saco y arrasaron la malaventurada ciudad de San Sebastian. Impúsoles Wellington recio castigo. No dieron motivo á tanta queja los españoles, si bien mas disculpables en sus escesos que para algunos hubieran llevado visos de mera y justa represalia. Los prevostes ingleses tan solo arrestaron á unos pocos zagueros que por ladrones ahorcaron : eran de la division

Bloqueo de

en Longa y por lo mismo soldados de origen guerrillero, atento al cebo del pillage y la pecorea. Observaron los demas Pampiona. rigorosa disciplina, aguantando con admirable paniencia escaceses y privaciones duras.

Asegurado Lord Wellington en estancias ventajosas allende los Pirineos, y echados tres puentes en el Bidasoa, no juzgó conveniente proseguir en sus operaciones antes de que se rindiese la plaza de Pamplona. A esta ciudad, capital del antiguo reino de Navarra con 15,000 almas de poblacion, riégala el Arga, y la rodean fortificaciones irregulares que afianza una ciudadela erigida casi al sur, de figura pentágona, empezada á construir en el reinado de Felipe II, y mejorada ella y el recinto entero sucesivamente con obras trazadas al modo de las que practicó en diversas partes de Europa el insigne Vauban. Determinóse desde un principio, segun hemos visto, someter por bloqueo la plaza: mas los cercados mostráronse firmes en tanto que mantuvieron viva la esperanza de que los socorriesen de Francia. Era gobernador por parte de los enemigos el general Cassan, y por la nuestra continuaba dirigiendo el asedio Don Carlos de España, aunque presente el príncipe de Anglona con una division de 4,000 hombres del tercer ejército, de que era general en gefe.

Trascurriendo el tiempo y menguando los víveres introdújose desmayo de los defensores, los cuales propusieron ya el 3 de octubre que se permitiese la salida á los paisanos, 3,000 en número, ó que se facilitase á estos para su manutencion 7,000 raciones diarias, diputando persona de confianza que asistiese à la distribucion. Respondióseles que como por edicto de los mismos franceses se hubiese prevenido á los vecinos y residentes en Pamplona, que hiciesen acopio de víveres para solo tres meses, espirados estos en 26 de setiembre, tocaba á las autoridades de la plaza y era incumbencia suya propia subvenir á las necesidades de sus moradores, ó de lo contrario capitular: intimando ademas Don Carlos de España al gobernador que se le tomaria estrecha cuenta, al tiempo de la rendicion, de la vida de cualquier español que hubiese parecido por la escasez ó el hambre. No cejando aun asi los cercados en su propósito, verificaron el 10 una salida en que al principio lo atropellaron todo, alojándose en atrincheramientos colocados en el demolido fuerte de! Príncipe, mas acudiendo al combate unas compañías que acaudillaba el ayudante segundo de estado mayor Don José Antonio Facio, pertenecientes á la fuerza del príncipe de Anglona, detuvieron á los acometedores y los arrojaron á bayonetazos del puesto que habian ganado, oprimiéndolos y acosándolos hasta el glacis de la plaza.

En tanto noticioso Don Carlos de España de que los sitiados pensaban en el arrasamiento total de Pamplona, trató de impedirlo haciendo saber el 19 al gobernador que si tal sucediese tenia órden

de Lord Wellington de pasar por la espada la plana mayor y la oficialidad, y de diezmar la guarnicion entera. Replicó el francés cou desden y altaneramente, yendo adelante en el terrible intento de desmantelar la plaza. Pero creciendo el hambre moderarónse impetus tan arrebatados, y ya el 24 comenzó el gobernador á querer entrar en algun ajuste, pidiendo se le dejase á él y á los suyos tornar libremente á Francia. Se negò España á esta demanda que creyò escesiva, corriendo algunos dias en conferencias y pláticas. Los últimos de octubre habian llegado ya, cuando viniendose á buenas el gobernador, firmóse el 31 la capitulacion, segun la cual quedaba la guarnicion francesa prisionera de se rinde la plaz a guerra. Posesionárouse los españoles de la plaza in- á los españoles. mediatamente, no habiendo padecido las fortificaciones perjuicio ni deterioro.

Reconquistada Pamplona aun respiró mas libre y desembarazada toda esta parte del norte de España, no restando ya en poder del enemigo mas que Santoña, cuyo bloqueo estrechaban los nues

tros.

Exacciones y pérdidas de Na varra y provincias Vasconga

das.

No menos que otras provincias de España, esperimentaron pérdidas y cercenamiento en sus bienes Navarra y las provincias Vascongadas; opresas siempre, y no cesando el tráfago de la guerra en su suelo, semillero fecundo de partidarios y numerosas cuadrillas. Segun noticia's que conservan los pueblos y los particu lares, hay quieu gradúe subieron á veces las cargas y exacciones á un 200 por 100 de la renta annal. Cómputo no tan exagerado como à primera vista parece, si se atiende á que solo el señorío de Vizcaya aprontó al gobierno intruso por contribuciones ordenadas 38,729,335 reales vellon: suna enorme y muy superior á lo usado en aquel pais; no incluyéndose en las partidas otras cobranzas Y derramas estraordinarias impuestas sin cuenta ni razon y antojadizamente..

Situacion de

Luego que supo Lord Wellington la rendicion de Pamplona, con lo que se ponia libre y se despejaba su Soult en el Niderecha, pensó en internarse en Francia, y en alejar

velle.

á Soult mas y mas de la frontera de España. Este mariscal hallábase apostado en puntos ventajosos y muy fortalecidos á las márgenes del Nivelle, que descarga sus aguas en el mar por San Juan de Luz. Descansaba la derecha del ejército francés en freute de este pueblo y á la izquierda del rio en una eminencia que domina á Socoa, puerto ruin á la desembocadura; habiendo los enemigos construido alli y en derredor de una ermita un reducto, cuyas defensas se unian por atrincheramientos y árboles cortados con Urogne, protegiendo ademas aquellos puntos inundaciones que cubrian á Ciboure. Alojábase el centro del propio ejército en alturas que se levantan detras del pueblo de Sare y tambien en la que llaman

la Petite Rhune, la cual, si bien sojuzgada por la otra del mismo nombre mas erguida, ganada por los españoles y de la que las divide un angosto valle, todavia se alza bastante y domina las cañadas y pais vecino. Y en fin la izquierda colocada á la derecha del Nivelle buscaba arrimo y aun asentábase en un cerro á espaldas del pueblo de Ainhoue, no menos que en la montaña de Mondarin, que ampara la avenida ó entrada del propio lugar. Describia la posicion entera un semicírculo desde Urogne hasta el Espelette y Cambo, resalido en Sare, que era el centro de ella. Todo su frente hallábase por lo general cubierto con una cadena de reductos y atrincheramientos que se eslabonaban por cerros, colinas y altozanos. Conservaba el enemigo en San Juan de Pie de Puerto algunas fuerzas empleadas en la defensa de esta plaza y en observar al general Mine y otros cuerpos aliados.

No arredró á Wellington ver á su contrario tan encastillado y faerte, y solo las lluvias le pararon algunos dias. Pero aclarando luego el tiempo, decidióse el general inglés á trabar refriega empezando por forzar el cuerpo enemigo para establecerse despues mas allá del Nivelle.

Proyecto de Sir Rolando Hill capitaneaba la derecha aliada comWellington. puesta de dos divisiones inglesas á las órdenes de sir Guillermo Stewart y sir Enrique Clinton, de la portuguesa del cargo de sir Juan Hamilton y de la primera española del cuarto, ejército que dirigia Don Pablo Morillo, sin contar cañones y algunos ginetes. En el centro estaban por la diestra parte el mariscal Beresford y tres divisiones británicas que mandabau los gefes Colville, Le-Cor y sir Lowry Cole; y por la siniestra Don Pedro Agustin Giron acompañado del ejército de reserva de Andalucía. Destinábanse la division ligera del baron Alten, y la sexta española del cuarto ejército bajo Don Francisco Longa, al acometimiento de la Petite Rhone; moviéndose al compas del centro sir StapletonCotton con una brigada de caballería y tres de artillería. Don Manuel Freire asistido de la tercera y cuarta division y de la primera brigada de la quinta del cuarto ejército español, habia de marchar desde Mandale en dos columnas que gobernaban Don Diego del Barco y Don Pedro de la Bárcena, una con direccion á Ascain y otra mas allá á la izquierda nuestra y casa de Choquetemborde, permaneciendo algunos cuerpos en Aarrequicoborde y caseríos de Oleto como de reserva y para afianzar las comunicaciones de las columnas. A sir Juan Hope, sucesor del general Graham en el mando, correspondíale obrar por lo largo de la línea desde donde estaba Don Manuel Freire hasta la mar; no pudiendo el último ni tampoco sir Juan, con arreglo á instruccion recibida, empeñar refriega y sí solo aprovecharse de los descuidos en que el enemigo incurriese.

J

Colocado Lord Wellington en el centro, dióse principio al com

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