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de Es

Años vo el dia 10 con ánimo de dar la batalla al Prín- Era c.cipe de Condé, y despues de haberlo batido po-paña. ner sitio à Charleroy y entrar en Francia; mas no pudiendo atacarle con esperanza de vencerle en la posicion que tenia, resolvió retirarse el dia siguiente para obligarle à salir de ella. El 11 sel puso en marcha sobre tres columnas tomando el camino de Binch y de Marimont, pasando por el lugar de Seneff una columna de infantería, y la caballería por la derecha. La tercera columna donde estaban los bagages desfilaba por la derecha, pasó el arroyo de Seneff por los puentes que el dia antes habia mandado hacer, y Condé se sirvió de ellos para pasarlo porque no tuviéron tiempo de cortarlos para irles à atacar.

Los Imperiales mandados por el Marqués de Souche ocupaban la vanguardia. El Príncipe de Orange estaba en el centro con los Holandeses. El Conde de Monterrey mandaba la retaguardia que ocupaban los Españoles. El Príncipe de Vaudemont estaba con seis miì caballos al fin de todo el exército como para proteger todas las tropas, y formarse en batalla mientras desfilasen. Además de esto apostáron alguna infantería à la frente del lugar de Seneff. Luego que el Príncipe de Condé supo la marcha del exército combinado destacó al Coronel Saint Clar con quatrocientos caballos, para que emboscándose en el camino se echase sobre la vanguardia mientras que él mismo atacaria la reta guardia. El Coronel marchó una legua entre dos columnas del enemigo sin ser visto. En el llano de Binch atacó un esquadron de ellos, y habiéndose reunido toda la columna le acometió; mas él se fué retirando de desfiladero en desfiladero, haciendo frente algunas veces con tanto valor que no perdió sino muy poca gente.

Al mismo tiempo el Príncipe de Condé hizo pasar el rio Reton à algunos regimientos con quatro cafiones para ponerlos à su frente, otros los colocó en un valle de manera que no podian] verlos los enemigos, y al Marqués de Choy seuil Mariscal de Campo le mandó ocupar una eminencia para que observára sus movimientos y le informase de todo con la mayor puntualidad. Los

de

ie Espuña.

Anos enemigos que estaban en ella fuéron arrojados Era F. c. muy pronto, y se retiráron al lugar de Senef donde se hiciéron fuertes con ánimo de defender se, y disputar el terreno formándose en batalla. Condé pasó el arroyo sin que le incomodasen, y formada su tropa con una frente igual à la de los combinados marchó à ellos con espada en mano con gran silencio y mucha intrepidéz. Sufriéron una descarga, y sin embargo que la línea era de veinte esquadrones, no hubo mas de diez hombres muertos. Despues arremetiéron con mayor impetu, desordenáron à los combinados, y sin mas resistencia huyéron quedando muchos oficiales muertos y heridos. Los que se salváron se reuniéron en una altura à media legua de Seneff hasta donde los persiguió la caballería.

Llegada la infantería se trabó un combate furioso peleando todos con mucha obstinacion sin declararse la victoria por ningun partido, hasta que haciendo un esfuerzo extraordinario tres regimientos Franceses mandados por el mismo Condé les obligáron à ceder retirándose la infantería hasta el pie de la altura, y su caballería puesta en desórden por el fuego de la Francesa no se detuvo hasta la parte opuesta del pueblo. El Príncipe de Orange atacó la retaguardia del enemigo desde el lugar de Say donde se habia apostado, haciendo un fuego continuo con el mosquete y el cañon cargado à metralla, dejando en cada descarga filas enteras tendidas en el campo, estando mas de una hora en esta terrible situacion sin retroceder, estrechándose y uniéndose al paso que el cañon dejaba claras las líneas, pero sin murmurar ni mostrar temor. Condé recibió refuerzos de infantería, y se renovó el combate con mayor furor.

Los confederados ocupaban el lugar de Say que tenia un pantano à un lado, y un bosque al otro. El Príncipe de Orange puso en él un cuerpo considerable de infantería que estaba sostenido por toda la caballería Alemana que habia venido à su socorro, y Condé mandó atacarlos por las dos partes. El combate fué muy sangriento, y tan obstinado, que se continuó dos horas con la luz de la luna, y no cesó hasta que se obscureció

de

J.C.

Años del todo la noche. Cinco horas duró sin que se
conociera ventaja en ninguna de las partes. Aun
no hacia dos horas que descansaban en los dos
campos los soldados, la mayor parte llenos de he-
ridas y cansados de una accion que habia dura-
do todo el dia, quando de repente hicieron como
de concierto una descarga quedando algunos sol-
dados muertos y otros heridos porque
estaban muy
cerca los campos, y se llenáron tanto de terror,
que los dos exércitos se retiráron con precipita-
cion à un tiempo creyendo que eran atacados,
mas conocido el error se detuviéron. El de Condé!
pasó la noche en el campo de batalla, y el de
Orange lo abandonó y se retiró, satisfechos estos
dos Generales de la accion y atribuyéndose la
victoria. Esta famosa batalla llamada de Seneff
porque se empezó en este lugar y se acabó en el
de Say, es una de las mas célebres por su dura-
cion pues se peleó de continuo mas de doce horas,
y no se acabó hasta las once de la noche dándo-
se el 11 de Agosto. Las pérdidas fuéron poco mas
ò ménos iguales, habiendo hecho unos y otros
prodigios de valor exponiéndose los dos Príncipes
como los mismos soldados. Se dice que en el es-
pacio de dos leguas quedáron`veinte y cinco mil
cadáveres de Franceses, Alemanes, Holandeses
y Españoles, sin otros muchos heridos y prisione-
ros que mútuamente se hiciéron, entre los quales!
se contaban personas de mucha consideracion.
Los dos partidos cantáron el Te Deum en accion
de gracias por la victoria, quando no debieran
sino derramar lágrimas de dolor al ver los hor-
rores de la guerra, y al género humano juguete
de la ambicion y del capricho de pocos hombres
que sacrifican infinitas víctimas sin ningun re-
mordimiento à sus mas leves resentimientos.

Reparados los dos exércitos de sus pérdidas, y
reforzados, volviéron à ponerse en campaña con
deseo de sacrificar mas víctimas à su vanidad. Los
dos Príncipes se buscáron, y los dos se temian y
respetaban. El de Orange hizo quanto pudo para ⚫
empeñar en la accion à Condé; pero éste temien-
do perder la gloria que habia adquirido en la ba-
talla de Seneff, ocupó siempre posiciones ventajo-
Isas para que no se le pudiera obligar al combate,

Era de Es

paña.

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de F.C.

de Es

paña.

Años contentándose con observar à los aliados, conser- ara var las conquistas que habia hecho, y impedir que los enemigos entrasen en Francia. El de Orange no pudiendo empeñarle en la accion se fué en el mes de Setiembre à poner sitio à Oudenarde. Condé hizo entrar en la plaza al Marqués de Ranes con algunos refuerzos. Los aliados abriéron trinchera el 16 de dia, y con la mayor audacia trabajáron mucho tiempo descubiertos à tiro de mosquete. Siete dias estuvieron sin llegar à tomar la contraescarpa habiendo perdido en este tiempo quinientos hombres.

El Mariscal de Humieres reunió de las plazas vecinas à su gobierno un cuerpo de tropas considerable marchando con diligencia al socorro de los sitiados, y luego que estuvo cerca se retiráron los aliados. El Príncipe de Condé sentó su campo entre la ciudad y el exército de los enemigos, y jestuvo el 22 en su presencia provocándolos à la batalla; mas el de Orange no quiso darla, y apro vechándose de una niebla muy espesa se retiró. Los Generales de las tropas de diferentes naciones de que se componia el exército combinado, llenos de emulacion se acusaban mútuamente de los pocos progresos que habian hecho en esta campaña, y se fuéron à tomar quarteles de invierno. El Conde de Souches se volvió con sus Alemanes à su pais saqueando los pueblos del Bravante que encontráron en su tránsito, y cometiendo tantas violencias como si fueran enemigos y no aliados. Los Españoles se fuéron à la Flandes.

El Príncipe de Orange retirados los aliados se fué con la principal parte de las tropas Holandesas al sitio de Grave que se habia empezado desde el fin de Julio por el General Rabenhaut. El Teniente General Chamilli oficial de mucha reputacion defendia esta plaza, y como estaba bien provista de todo Condé no hizo ninguna diligencia para socorrerle estando satisfecho de su Gobernador, y no dudando que la defenderia hasta el último extremo. Rabenhaut hizo los aproches con bastante facilidad sin que ninguno le inquietase al principio; mas luego que se acercó à la plaza, los sitiados hacian frecuentemente salidas ly le obligaban à retroceder, recobrando con la

de

7. C.

de Es

paña.

Años mayor intrepidéz los puestos que los sitiadores Era habian ganado con mucha pérdida. Así estuviéron algun tiempo; de modo que no se conocia diferencia entre los sitiados y sitiadores. El General Holandes que desesperó tomarla con la poca gente que tenia, resolvió fortificarse en su campo y no exponerse à los ataques de los sitiados, esperando que el Príncipe le enviaria algun refuerzo para continuar el sitio con vigor, y apretar mas la plaza hasta acabar de reducirla.

El Marqués de Chamilli en este tiempo que cesáron los ataques fortificó los lugares mas débiles; pero faltándole el dinero avisó al Conde de Estrades que mandaba en Mastrick, el qual se lo envió por el Coronel Melin que entró en la plaza atravesando por medio de los sitiadores, y volvió à salir llevándose los rehenes Holandeses que! habia en ella à Mastrick para que no cayeran en poder de los Holandeses si se apoderaban de Oudenarde.

El Príncipe de Orange llegó à este tiempo al campo, y el sitio no estaba mas adelantado que el primer dia que se empezó. El 22 de Octubre llegáron al campo con sus tropas el Príncipe Cárlos de Lorena, el Ringrave, y el Príncipe de Waldek. El sitio se continuaba con el mayor vigor, y aunque las bombas y la artillería habian reducido la plaza al estado mas miserable destruyendo las fortificaciones y las casas, el Conde de Chamilli estaba mas obstinado que nunca en defenderla hasta sepultarse debajo de sus ruinas. A este tiempo recibió una órden del Rey para rendirse, no queriendo que se perdieran soldados tan valientes en una defensa enteramente inútil, y así pidió capitulacion; y habiéndosela concedido con las condiciones mas ventajosas, salió la guarnicion con todos los honores de la guerra. Esta plaza costó al Príncipe de Orange seis mil hombres. Turena en el Rhin se llenó de gloria desconcertando todos los proyectos de los enemigos con un exército muy inferior en fuerzas, y teniendo que oponerse al de los aliados que era formidable, mandado por un General de una gran reputacion y consumado en el arte de la guerra, delante del qual parece que no podia presentarse

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