Lecciones de literatura castellana: Colección selecta de poesías españolas y americanas

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Imp.de Echeverría hnos., 1879 - 414 páginas

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Página 307 - El aire el huerto orea, y ofrece mil olores al sentido, los árboles menea con un manso ruido que del oro y del cetro pone olvido.
Página 306 - ¡Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido, y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido!
Página 48 - Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los Ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al Cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales. ¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.
Página 242 - No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera más que duró lo que vio, pues que todo ha de pasar por tal manera.
Página 103 - No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.
Página 306 - Que no le enturbia el pecho de los soberbios grandes el estado, ni del dorado techo se admira, fabricado del sabio moro, en jaspes sustentado. No cura si la fama canta con voz su nombre pregonera, ni cura si encarama la lengua lisonjera lo que condena la verdad sincera.
Página 170 - ¿Por qué no miro Alrededor de tu caverna inmensa Las palmas ¡ay! las palmas deliciosas, Que en las llanuras de mi ardiente patria Nacen del sol a la sonrisa, y crecen, Y al soplo de las brisas del Océano, Bajo un cielo purísimo se mecen?
Página 30 - Que es mi barco mi tesoro, que es mi Dios la libertad, mi ley la fuerza y el viento, mi única patria la mar.
Página 31 - ¡ Sentenciado estoy a muerte ! Yo me río: no me abandone la suerte y al mismo que me condena colgaré de alguna entena, quizá en su propio navio. "Y si caigo, ¿qué es la vida? por perdida ya la di cuando el yugo del esclavo, como un bravo sacudí.
Página 165 - EL trueno horrendo que en fragor revienta Y sordo retumbando se dilata Por la inflamada esfera, Al Dios anuncia que en el cielo impera. Y el rayo que en Junín rompe y ahuyenta La hispana muchedumbre Que más feroz que nunca amenazaba A sangre y fuego eterna servidumbre: Y el canto de victoria Que en ecos mil discurre ensordeciendo El hondo valle y enriscada cumbre, Proclaman a Bolívar en la tierra Arbitro de la paz y de la guerra.

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