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los juramentos de Tarazona; se obligaron de nuevo todos los ricos-hombres, mesnaderos, caballeros y procuradores de las ciudades y villas del reino, con Ribagorza y Teruel, y se dieron mútuas fianzas en castillos y villas. Eligieron además segun costumbre, la comision permanente, cuyos individuos tenian el título de conservadores, y por lo que pueda contribuir al esclarecimiento de la historia social de aquella época, diremos quiénes componian la comision. Por los pueblos del reino de Valencia que se regian á fuero de Aragon, quedaron nombrados, Don Jaime, señor de Egerica y D. Artal de Alagon; por la sobrejuntería de Ribagorza y Sobrarbe, D. Sancho de Antillon y Alonso de Castelnou; por la de Huesca, D. Atho de Foces y Gombal de Tramacete; por la de Jaca, D. Pedro, señor de Ayerbe y Lope de Urrea; por las de Teruel y Daroca, D. Jimeno de Urrea y Guillen de Alcalá; por la de Zaragoza, D. Lope Ferrench de Luna y Pedro Garcés de Nuez; por la de Belchite hasta Tortosa, D. Pedro Fernandez, señor de Hijar, y Gaston de Castellot; y por la de Tarazona, D. Pedro Cornel y Gimen Garcés de Agon. Consistian las funciones principales de esta comision, en recibir el juramento de los que aun no le hubiesen prestado; la formacion de ordenanzas acerca del modo con que se habian de recibir los castillos dados en rehenes; repartir entre los confederados los gastos que ocasionase la Union, y proceder contra los que no quisiesen seguir su partido, ó contra los que abandonasen su causa.

A pesar de todas las juras y del pensamiento unánime que parece debiera dominar en los actos de los confederados, y de

que dieron una muestra, negando el adelanto del plazo en que se debia pagar el monedaje, poco duró la uniformidad, principalmente entre los ricos-hombres y mesnaderos, porque los agentes del rey, con promesas y dádivas, lograron dividirlos. Sin embargo, la Union nombró por general de sus fuerzas á D. Pedro Cornel, quien trató de igual á igual con los navarros para que cesase la guerra de las fronteras. Continuaban las desavenencias entre la Union y el rey, hasta que en

las Córtes de Zaragoza de 1285, que habian empezado en Huesca y continuado en Zuera, confirmó el rey Don Pedro todas las concesiones hechas á los reinos de Aragon y Valencia y á los de Ribagorza y Teruel; sobre todo, el reconocimiento de estar á derecho ante el Justicia de Aragon, por los agravios que el monarca pudiese cometer contra fuero.

El mismo Don Pedro, hallándose en el reino de Valencia, concedió en 28 de Setiembre de 4285, que los valencianos pudiesen hacer hermandad entre sí, con juras y sacramentos, siempre que les conviniese para conseguir paz y tranquilidad general, y conservarla. Ya veremos cómo su viznieto Don Pedro destruyó este privilegio. En cuanto á los agravios inferidos por el rey á los aragoneses, la Union decretó, que compareciesc ante el Justicia por medio de procurador, y no habiendo querido comparecer, el Justicia fué fallando los negocios en Zuera, condenando en unos al rey y absolviéndole en otros.

El primer acto hostil de la Union contra el rey Don Alonso III, fué negarse á darle el título de rey, ínterin no se presentase en Zaragoza, á otorgar y jurar los fueros, usos, costumbres, franquezas y privilegios de Aragon, y á recibir la corona y armarse caballero. Mas tarde, en las Cortes de Zaragoza de 1286, y con pretexto de intervenir en el gobierno de la persona y Casa Real, surgió nueva desavenencia entre el rey y la Union, hasta el punto de ausentarse á Huesca desde Zaragoza, donde no quiso volver á entrar, obligando á los de la Union á nombrar comisionados que procurasen arreglar la desavenencia. Ya hemos visto al tratar de las Córtes reunidas por el rey Don Alonso, cuál fué el resultado de la lucha entablada, viéndose obligado á reconocer los derechos de la Union, y los dos privilegios que otorgó en Diciembre de 1288, que hemos insertado al narrar lo acontecido en aquella legislatura. El rey, conforme al tenor de dichos privilegios, dió á la Union garantías de cumplimiento, entregando varios castillos, y se nombraron por Enero de 4289 las personas que habian de acompañar al rey en su consejo, quienes

juraron aconsejarle bien y lealmente, en provecho y utilidad del reino, en todas las cuestiones pendientes con aquel y en los demás casos y negocios para que fuesen por él requeridos. Las personas nombradas fueron los ricos-hombres, D. Pedro, señor de Ayerbe; D. Pedro Fernandez, señor de Híjar; D. Bernardo Guillen de Entenza; D. Pedro Cornel; D. Jimeno de Urrea; D. Pedro Jordan de Peña, señor de Arenos; D. Amor Dionis; Don Jimeno Cornel; D. Juan de Vidaure, y D. Pedro Jimenez de Iranzo: y por los mesnaderos, D. Guillen de Alcalá, señor de Quinto; D. Gil de Vidaure, y D. Jimen Perez de Pina. Destituyó este consejo á todos los principales oficiales de la casa del rey; y presentaron á este y nombró en sustitucion, para canciller, á D. Miguel Jimenez de Urrea; para juez de la casa del rey, á Martin Perez de Huesca; tesorero, á Iñigo Lopez de Jaca; repostero y camarero, á Juan de Figueras; escribano de racion, á Arnaldo de Aymerich; y á varios sujetos - para otros oficios subalternos de la casa. No se limitaron á esto, sino que tambien nombraron sobrejunteros para las sobrejunterías de Alcañiz, Tarazona, Jaca, Sobrarbe y Ribagorza, Transduerta, y para todo el reino de Valencia. Fué tambien acordado, conforme á lo prescrito en los citados privilegios, que los consejeros nombrados desempeñasen el cargo, hasta que reunidas las Córtes en Zaragoza, nombrasen estas el consejo; y en efecto así se hizo, observándose que el consejo se compuso, no solo de ricos-hombres, mesnaderos y caballeros, sino de un procurador por cada ciudad de voto en Córtes, y tres por Zaragoza; de modo, que si bien el consejo primitivo estaba solo compuesto del estado noble, el nombrado, luego por las Córtes, tenia en su seno representantes del popular, quedando excluido, tanto en uno como en otro, el eclesiástico; y viéndose representados los pueblos del reino de Valencia que se regian á fuero de Aragon, por dos consejeros del órden de caballeros, que lo fueron Sancho Lopez de Lienda y Gonzalo Jimenez de Pancisa.

Tambien hemos visto que durante el reinado de Don Jai

me II, y despues de autorizados y sancionados por Don Alonso III los dos privilegios, intentaron los ricos-hombres renovar la Union, so pretexto de que el rey los habia despojado de las rentas por caballerías, negándose á reconocer la jurisdiccion del Justicia en la cuestion; y cómo en ella fueron vencidos los magnates.

Fuera de esta tentativa, no se presentan casos de confederacion del reino para oponerse á las demasías de la corona, hasta la terrible lucha de los reinos de Aragon y Valencia con Don Pedro IV, quien triunfando de la Union, anuló los privi– legios concedidos por Don Alonso. Como el punto es tan interesante, pues se trata de la principal, y tal vez la mas antigua de las libertades aragonesas, nos veremos obligados á detenernos en examinar las causas que 'produjeron la anulacion, y que ensancharon notablemente las atribuciones del Justicia, aumentadas ya en los referidos privilegios.

La causa principal de la Union que se estableció en Aragon y Valencia á principios del reinado de Don Pedro, ya hemos dicho fué el reconocimiento que este mandó se hiciese de su hija Doña Constanza como sucesora del trono; y el haber removido en consecuencia, á su hermano el infante Don Jaime, de la gobernacion del reino, poniendo gobernadores que rigiesen en nombre de la infanta. Ofendido Don Jaime, se puso de acuerdo con los ricos-hombres y caballeros de Aragon, quienes comprometieron en sus intereses á los infantes Don Fernando y Don Juan, hermanos del rey, que se hallaban en Castilla con su madre Doña Leonor. Reuniéronse en Zaragoza, concurriendo los procuradores de todas las ciudades y villas de Aragon, excepto los de Teruel, Daroca, Calatayud y Huesca, que desde el principio de la desavenencia estuvieron siempre en favor del rey. Allí juraron guardar y mantener los fueros, privilegios y libertades, y labraron un gran sello, en el cual figuraban al rey Don Pedro sentado en el trono, en medio del pueblo, con las manos levantadas en actitud suplicante, y este letrero: «Unionis Aragonum sigillum.» Se nombraron con

servadores, componiendo parte de la comision las clases de ricos-hombres, mesnaderos, caballeros y procuradores de las ciudades y villas, entrando en ella Zaragoza con once repre

sentantes.

Siguieron á los de Aragon los valencianos, menos el gobernador D. Pedro de Egerica, que salió de la capital, negándose à jurar y reconocer la Union, y logrando conservar para el rey, las villas de Játiva, Morella y otras, al maestre de Montesa y algunos mas, aunque pocos, caballeros. Creyó Don Pedro contentar á los de la Union, mandando que sus gobernadores no rigiesen los reinos en nombre de la infanta, sino en el suyo propio; pero nada consiguió con esta satisfaccion.

Intentó el rey distraer la atencion de los aragoneses hácia la guerra que por el Rosellon inauguró Don Jaime de Mallorca; pero no logrando apartarlos de sus designios, convocó Córtes en Monzon para el 15 de Agosto de 1347; y considerando que allí se veria obligado á otorgar privilegios y gracias que no habian de ser voluntarias, hizo una protesta en 9 de Junio, hallándose en Cataluña, en la que declaraba de ningun valor y efecto cualesquier privilegios ó confirmaciones que le obligasen á otorgar en Aragon, y las destituciones que le forzasen á hacer, de los caballeros que tenia en su casa y consejo. Ponia al mismo tiempo en juego toda clase de recursos para dividir y fraccionar á los principales personajes de la Union, sin lograrlo por entonces; acordando su consejo, en vista de la ineficacia de estas gestiones, que saliese de Barcelona donde se hallaba, y que las Cortes convocadas para Monzon, se celebrasen en Zaragoza.

Sostenia entretanto D. Pedro de Egérica la causa del rey en Valencia, y citadas por él las villas de este reino en Villareal, el 14 de Junio de 1347, acudieron algunas, siendo la principal que se declaró contra la Union, la villa de Játiva, que ganó entonces el título de ciudad. No le fué posible á Don Pedro que Murviedro y Morella entrasen en sus miras favorables al rey, porque estas dos villas hicieron el pacto de per

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