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narca se reunieron en Zaragoza á fin de Diciembre de 1285, con motivo de la muerte del rey Don Pedro: pero no nos parece esto tan claro como fuera de apetecer, porque los que aparecen reunidos en Zaragoza el referido mes, son los ricoshombres, mesnaderos, caballeros y los diputados de las ciudades y villas confederados en el pacto de Union, y en el cual no habian entrado aun, á nuestro juicio, todas las ciudades y villas de voto en Córtes. Vienen en apoyo de esta idea, los acuerdos que surgieron de la reunion, y que todos demuestran el origen especial de los personajes y pueblos confederados, y no de una legislatura general del reino. Vemos en efecto, que la reunion acordó algunas medidas para evitar los robos y daños que se hacian en el reino, no encargando á las autoridades y fuerzas militares del rey, que ayudasen á los sobrejunteros que tenian la obligacion de perseguir á los malhechores, sino que hicieron este encargo á los conservadores de la Union, que habian sido ya nombrados en otra junta anterior. Es decir, que los convocados en Zaragoza no obraban en nombre general del reino, porque si así fuese, habrian encargado el auxilio, no á los conservadores de la Union, sino á los sobrejunteros y al infante Don Pedro, gobernador durante la ausencia del heredero de la corona. Por otra parte, el tecnicismo político de aquellos tiempos solo daba el nombre de Córtes á las convocadas por el rey; las demás reuniones se titulaban parlamentos, y esta de Zaragoza no fué convocada por Don Alonso.

De tal reunion salió tambien la exigencia, de que Don Alonso no siguiese llamándose rey, hasta que despues de jurar los fueros, recibiese la corona en Zaragoza y se armase caballero, cuyo acuerdo se tomó ya en 29 de Enero de 1286. El mismo carácter de congreso de confederados da á esta reunion, el nombramiento de D. Pedro Cornel para general del ejército aragonés, que defendiese la frontera de Navarra ínterin el rey se hallaba en Cataluña.

Pero si bien puede haber dudas acerca de este punto

esencialmente político, respecto al año 1285, desaparecen ya

por Abril del año siguiente, en que, como dejamos dicho en 1286. la reseña histórica, fué coronado el rey en Zaragoza, pues este acto, y el de la jura de los fueros, usos, costumbres, libertades, franquezas y privilegios de Aragon, no podian hacerse sino delante de las Córtes. Tempestuosa se presentó la legislatura, porque desde un principio, la mayoría de los ricoshombres y procuradores pretendieron variar el personal del consejo, pidiendo se nombrasen las personas que las Córtes indicasen; y que se pusiese órden en la servidumbre y gastos de la Casa Real. Contradijo esta pretension la minoría, diciendo, que aquellos ricos-hombres y procuradores, no se contentaban con intervenir en los hechos y negocios de paz y guerra, como siempre lo habian practicado sus predecesores, sino que pretendian extenderla al gobierno de la persona y Casa Real. Negábanles este derecho, y en la negativa fueron apoyados por el rey, quien mas cauto sin embargo, ofreció que él, con acuerdo de su consejo especial, ordenaria las cosas de modo que quedasen contentos los ricos-hombres, el reino y la Union.

Pero la mayoría de las Córtes no se dejó deslumbrar con promesas de dudosa realizacion, ni quiso tampoco renunciar á lo que consideraba como un derecho, y replicó á la negativa diciendo, que las dos reformas expresadas en la primitiva peticion, debian hacerse prévia deliberacion de las Córtes, porque tal era la costumbre antigua, y porque así estaba prescrito en el Privilegio General. Aducian el ejemplo proporcionalmente inmediato de Don Jaime, abuelo del rey, quien durante su minoría, y á pesar de los tutores, tuvo consejeros de Aragon y Cataluña, nombrados por las Córtes, con cuyo acuerdo y consejo se gobernaron el reino y el condado de Barcelona. Añadian, que conforme al Privilegio General debia y estaba obligado á ordenar su Casa, prévia deliberacion y consejo de las Córtes, y segun estas se lo pidiesen; porque en él se disponía, que el rey debia oir el consejo de los ricos

hombres, mesnaderos, caballeros, ciudadanos y hombres buenos de las villas del reino, no solo en lo concerniente á las guerras, sino en los hechos que generalmente interesasen al reino, y le recordaban al mismo tiempo, que así lo habia hecho su padre.

No queriendo el rey ceder, salió de Zaragoza, abandonó las Córtes y se retiró á la villa de Alagon, y aunque se le mandaron algunas embajadas para que volviese, no quiso verificarlo, diciendo se dirigia á Cataluña, donde supuso negocios urgentes, seguido de los pocos ricos-hombres que componian su parcialidad. No llevaba traza de arreglarse la cuestion, y despues de grandes debates, se acordó el nombramiento de una comision de treinta y tres personas, compuesta de individuos de todos los estados representados en las Córtes, y en la que entraban doce mesnaderos, tantos ricos-hombres como caballeros, cuatro diputados por Zaragoza y uno por cada una de las otras ciudades y villas del reino, sabiéndose por los nombrados, que asistieron á estas Córtes procuradores de Zaragoza, Huesca, Tarazona, Jaca, Barbastro, Calatayud, Teruel y Daroca. El encargo de las Córtes á la comision fué, que pospuesta toda opinion, y mediante juramento, declarasen lo que á su juicio parecicse razonable y justo, y lo que debia resolverse en la cuestion, conforme à lo dispuesto en el Privilegio General de Aragon; dándoles de plazo para resolver hasta el 24 de Junio próximo, en que deberian volverse á juntar las Córtes en Zaragoza, y comprometiéndose todos los de la Union á cumplir los acuerdos y resoluciones que la comision adoptase en el punto cuestionado.

Habíase entretanto trasladado el rey á Huesca, donde le hemos visto formar un reglamento de administración de justicia, y observando el giro adoptado por las Córtes, y que algunos de los comisionados nombrados rehusaron prestar juramento, se trasladó á Zaragoza el 20 de Mayo para utilizar en su favor la discordia que parecia haberse introducido en la mayoría. No sin talento, y con alguna maña política, ponderó

la importancia de una pequeña invasion militar, que el destronado rey de Mallorca intentó por el Rosellon, con auxilio del de Francia, y pidió el aplazamiento de las cuestiones pendientes, ofreciéndose á cumplir durante el plazo, todos los privilegios que tocaban al reino en general, y los personales en particular; encargando á su hermano el infante Don Pedro, gobernador de Aragon en su ausencia, se guiase por el consejo y acuerdo de las Córtes. Con esto y un llamamiento general de ricos-hombres y caballeros de Aragon, para que se presentasen en Barcelona á defender la frontera, consiguió distraer por algunos dias la atencion pública, y aplazar la controversia política que sostenia con el reino.

Marchó en efecto Don Alonso á Barcelona, dejando reunidas las Córtes. El rey de Mallorca salió del Rosellon en cuanto notó los aprestos que contra él se hacian, y viendo pasado el peligro los ricos-hombres y procuradores, y que no se habian cumplido las promesas que hizo el rey antes de su partida á Barcelona, respecto al cumplimiento de los privilegios generales y personales, y al encargo hecho al gobernador de Aragon infante Don Pedro, se volvieron á reunir en Zaragoza á principios de Junio, y dándose por muy ofendidos de la conducta del rey, no solo insistieron en su primitiva pretension, acerca del arreglo de la Casa y Consejo Real, sino que formularon nuevas exigencias, nombrando una embajada compuesta de ricos-hombres y los procuradores de Zaragoza, para que fuesen á buscar al monarca y le hiciesen presente sus nuevas reclamaciones. Los embajadores D. Jimeno de Urrea, D. Pedro Jordan de Peña, Arnau Aymerich y Arnau de Luch, debian decir al rey, que no habiéndose cumplido lo acordado antes de su partida, ni tampoco el encargo hecho al infante Don Pedro, convenia se presentase en Zaragoza; y que si así no lo hacia, las Córtes, cumpliendo lo jurado en el pacto de Union, procederian á embargar las rentas reales hasta que se observase todo lo que en aquel se prevenia. En cuanto á los nobles que seguian al rey, los embajadores deberian reque

rirlos y amonestarlos, para que abandonando á Don Alonso, se presentasen en Zaragoza á ordenar los hechos del reino, y cumplir general y particularmente, aquello á que estaban obligados segun sus juramentos; y pedir además, se restituyesen las notorias y manifiestas expoliaciones perpetradas en tiempo de los reyes Don Jaime y Don Pedro.

Las otras exigencias consistian, en que se revocasen todas las embajadas enviadas á los reyes de Castilla, Tremecen, Granada, Francia, Inglaterra y Roma, por haberse acordado sin consejo de los ricos-hombres y demás personas que en ello debian intervenir, segun lo consignado en el Privilegio General, y que se anulasen todas las donaciones, enajenaciones y empeños de cosas pertenecientes á la comunidad del reino, hechas sin preceder consejo. Quejábanse tambien y pedian, la destitucion del sobrejuntero de Ribagorza, bastardo de Pallás, que era al mismo tiempo veguer de Cataluña; porque además de no poder desempeñar el oficio de sobrejuntero, fallaba los pleitos contra el texto del Privilegio General: que los oficiales reales permitiesen usar á los aragoneses, la sal del reino que quisiesen: exigian se revocasen todas las donaciones y empeños de ciudades y villas de Aragon que debian destinarse á honores de los ricos-hombres: y por último, que se destituyese del cargo de mayor entre los bayles, á D. Muza, por ser judío.

Despedida la embajada con estas instrucciones, procedieron las Córtes á tomar nuevas medidas de resistencia á las que pudiese adoptar el rey. Todos los asistentes confirmaron el juramento de la Union, y determinaron además, que para proveer el rey en los hechos y negocios del reino, comunidades, Ribagorza, Teruel, y de los lugares del reino de Valencia que se regian á fuero de Aragon, debia hacerlo con acuerdo y consejo de las Córtes, á provecho suyo y de todo el reino. En atencion á que sin este acuerdo y consejo, habia hecho el rey algunas donaciones en perjuicio suyo y daño de los pueblos, acatando lo que habian jurado, y teniendo en cuenta la

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