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utilidad del rey y del reino, declararon, que Don Alonso deberia admitir en su consejo, para que le asistiesen en todas las cosas sobredichas, las personas que las Córtes nombrasen. Procedióse en consecuencia á este nombramiento, y eligieron por el estado de ricos-hombres, cuatro consejeros, que lo fueron, D. Pedro, señor de Ayerbe, tio del rey; D. Pedro Cornel; D. Artal de Alagon, y D. Pedro Martinez de Luna: por el de mesnaderos, D. Gil de Vidaure; Ruy Sanchez de Pomar; Alonso de Castelnou y Fernan Perez de Pina, y por los caballeros, Fortuño Sanchez de Vera; Jimen Perez de Salanova; Jimen Perez de Vera y Arnaldo de Castro. Por el reino de Valencia deberian ser nombrados dos caballeros, á eleccion de aquel órden de caballería: por la ciudad de Zaragoza, dos ciudadanos, y uno por cada una de las ciudades de Huesca, Tarazona, Jaca, Barbastro, Calatayud, Teruel y Daroca; á cuyo nombramiento procederian inmediatamente los respectivos concejos. Formóse un reglamento para que este consejo, en su mitad al menos, acompañase siempre al rey, y ordenase ý proveyese todos los negocios y hechos del reino, durando sust funciones de Córtes á Córtes, porque en cada legislatura deberia renovarse. Por último, declararon revocadas todas las donaciones de villas y castillos hechas despues de la muerte del rey Don Pedro, acordando al mismo tiempo, que si el rey no quisiese cumplir este acuerdo ó dilatase su ejecución, se le negasen el servicio y los tributos; y si procediese por tal razon contra ellos ó contra algun particular confederado en la jura, quedaban todos obligados á favorecerle y ayudarle con sus personas y haciendas. Otras cláusulas ofensivas y defensivas se leen en los acuerdos, que no parecian necesarias y manifiestan excesiva precaucion, pues se conformaron y adhirieron á la Union, todos los demás nobles, ciudades, villas y comunidades de Aragon y Valencia, conforme á la costumbre antigua del reino, cuando eran frecuentes estas uniones en conservacion de la libertad.

Avisado oficialmente el rey de todos estos acuerdos, daba

treguas á las contestaciones, so pretexto de la guerra de Francia y de las paces que ajustaba con esta potencia: conociéronlo las Córtes, y le mandaron nueva embajada para que se presentase inmediatamente en Zaragoza á cumplir todo lo antes acordado, amenazándole, no solo con negarle los tributos, sino satisfacer con las rentas propias del rey á todos los querellantes de expoliaciones de castillos, lugares y heredamientos, hechas contra fuero. Para sostener esta lucha, cada ricohombre, mesnadero, caballero é infanzon, debia pagar una cuota fija, y lo mismo cada concejo y lugar del reino.

La nueva embajada encontró al rey en Valencia, donde celebraba Córtes á los valencianos, en las que confirmó á estos sus libertades y privilegios, é instándole contestase á lo resuelto por las Córtes de Zaragoza, respondió Don Alonso, que aunque ocupado en otros negocios muy graves, se presentaria en Huesca el 11 de Octubre del mismo año: que se reuniesen allí las Córtes, y que ofrecia cumplir en ellas lo que por él y el rey su padre, les habia sido concedido.

Reuniéronse en efecto, con presencia del rey en Huesca, y ante todo le pidieron contestase á los acuerdos de Zaragoza, cuya intimacion se le tenia ya hecha por las embajadas anteriores. Don Alonso contestó, que no debia ni podia otorgar, ni menos cumplir semejantes peticiones, porque no estaban fundadas en el Privilegio General; y con mayor razon no estando conformes en ellas todos los confederados de la Union. Siguiéronse vivísimos debates en las Córtes sobre estas cuestiones, y por último, se apartaron de las demandas, la mayoría de los ricos-hombres, mesnaderos y caballeros, y los procuradores de la mayor parte del reino, á excepcion de las ciudades de Zaragoza, Huesca, Tarazona y Jaca, y las villas de Tamarit y Pina, que insistieron en sus reclamaciones. Los ánimos se enconaron cada vez mas, unos en favor del rey, y otros, de los disidentes, hasta que Don Alonso logró, que sin renunciar estos á sus pretensiones, las aplazasen al menos; concluyéndose así las Córtes de Huesca, y retirándose los disidentes

á la villa de Huerto. Convenida entre estos y el rey una entrevista, consiguió calmarlos, otorgando separadamente á cada uno mercedes y concesiones; pero el rey no consintió en otra medida de interés general, que la de que el reino de Valencia tuviese por fuero el de Aragon, desterrándose el valenciano; y que se adoptasen medidas vigorosas, para que esto tuviese debido cumplimiento. Ninguna ley se hizo en estas Córtes, excepto los decretos y disposiciones que acabamos de indicar.

Créese generalmente, y así opina la Academia de la Historia en su catálogo, que las Córtes estaban reunidas en Zaragoza el mes de Marzo de 1287, mientras el rey se hallaba en Barcelona; pero nosotros no vemos tan clara semejante reunion. Acabamos de indicar, que la única disposicion de interés general adoptada despues de las Córtes de Huesca, fué el otorgamiento del fuero aragonés á todo el reino de Valencia, y consta, que á pesar de las precauciones acordadas para que esto se ejecutase, las autoridades reales, con beneplácito sin duda del rey, no cumplian tal disposicion y seguian juzgando por el fuero valenciano. Este desprecio al pacto entre el rey y los disidentes reunidos en Huerto, indignó á estos y á los demás confederados de la Union, y convocados en Zaragoza, acordaron tomar las armas, entrar en el reino de Valencia, apoderarse de las personas y bienes de las justicias, bayles y oficiales reales que contradecian lo pactado, y hacer guerra á los pueblos que lo resistian. Así lo practicaron en un principio, mas con mejor acuerdo, desistieron luego de talar la tierra, y acordaron mandar una embajada al rey, no solo para que se arreglase la cuestion de Valencia, sino para que reuniese Córtes en Zaragoza ó en cualquiera de las villas de Tarazona, Calatayud, Daroca ó Teruel, á fin de obtener la autorizacion para ausentarse del reino á la entrevista que tenia proyectada con el rey de Inglaterra, sobre las negociaciones de paz pendientes con Francia; y que se pusiese órden en las cosas y estado del reino.

La exactitud de estos antecedentes se halla consignada en los escritores mas clásicos de Aragon, y deducimos, que no

puede calificarse de reunion de Córtes la celebrada en Zaragoza para hacer tales intimaciones al rey. La reclamacion de lo pactado en Huerto nacia de la junta de conservadores de la Union, no de las Córtes, porque ya tenemos dicho que las de Huesca se disolvieron, y que la Union era la que tenia su junta residente en Zaragoza, con los diputados de las clases de ricos-hombres, mesnaderos y caballeros, y las universidades confederadas, cuyos diputados se conocian con el título oficial de conservadores de la Union. Se vé confirmado este nuestro dictámen, con la circunstancia especial, de que la carta de creencia entregada á los comisionados para el rey, solo llevaba las firmas y sellos particulares de cinco ricos-hombres, sin autorizacion alguna de procuradores de ciudades y villas, cuya formalidad no faltara en la carta, si á la reunion hubiese asistido todo el estado popular. Demuéstrase tambien en la contestacion del monarca, que la reunion no tenia carácter de Córtes, porque Don Alonso respondió á los comisionados, que enviaria sus mensajeros á los ricos-hombres firmantes de la carta de creencia, y á los de la Union: en cuyas frases solo vemos comprendidos los conservadores ó representantes de la confederacion aragonesa.

Mandó en efecto el rey sus mensajeros á los de la Union, pero no conformándose estos con las respuestas que les daba, volvieron á insistir en que fuese á Zaragoza «á tener Córtes,» para ordenar el estado del reino; prueba evidente de que no se hallaban reunidas, ni se consideraban como tales los congregados en Zaragoza. Entre los comisionados de esta segunda embajada, se encontraban los conservadores populares de las ciudades y villas confederadas. De manera, que admitida como no se puede menos de admitir, la debida distincion entre la comision permanente de los confederados de la Union, instalada en Zaragoza, y las Córtes del reino en sus cuatro estados, no puede reconocerse como reunion de Córtes, la de la comision de los conservadores à principios de 1287 en Zaragoza.

Pero no sucede lo mismo en cuanto á la convocatoria de

Alagon, hecha por el rey en el mismo año, á consecuencia de lo que dijo esta segunda embajada, que encontró á Don Alonso en Calatayud. Opinamos pues, que en el año de 1287, solo 1287. hubo una reunion de Córtes, que fué la de Alagon. En estas pretendió nuevamente el reino, que en todo lo concerniente á los hechos y negocios de guerra, se debia ordenar y proveer con intervencion y acuerdo de las Córtes, segun lo prescrito en el Privilegio General, jurado por el rey y por su padre Don Pedro y que por tanto manifestase Don Alonso, todo lo que pensaba tratar, conferenciar y acordar con el rey de Inglaterra. Que diese inmediatamente sus cartas y provisiones para que sin resistencia de ningun género, se observase en Valencia el fuero de Aragon. Que mandase restituir las expoliaciones sobre que el reino habia reclamado, porque el Justicia no se atrevia á continuar estos expedientes. Que se llevasen á las Córtes todos los antecedentes de la prision de Doña Inés Zapata y su hijo D. Fernando, para resolver acerca de este grave asunto internacional. Y por último, que se diese satisfaccion á muchas demandas particulares, en que habia perjuicio de parte.

Don Alonso contestó respecto á sus vistas con el rey de Inglaterra, lo mismo que habia contestado en Castellar á la primera embajada de los confederados, es á saber, que no pudiendo prever lo que iba á convenir con el inglés, estaba en la imposibilidad de decirlo, pero que las Córtes nombrasen algunos ricos-hombres y mesnaderos que le acompañasen, y que á ellos comunicaria lo que se tratase en las vistas, y de ellos se aconsejaria para las resoluciones. No parece que respondiese á las demás peticiones, saliendo al momento de Alagon, camino de Huesca, á verse con el rey de Inglaterra en Oleron, disolviéndose las Córtes.

No se disolvia sin embargo la comision permanente de los conservadores de la Union, y vivamente resentidos los confederados por no haber obtenido satisfaccion sus peticiones, redoblaron los ataques hasta el punto de amenazar al rey con

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