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en el sacrificio que á Fernando y á él exigia el emperador de los franceses.

Alguno que otro escritor ha querido desfigu— rar este hecho; en especial el conde de Toreno en su historia de la guerra de la independencia. ¡Qué mucho que este autor, hombre de ideas liberales, afiliado desde su primera juventud en el partido reformista, y que cabalmente daba á luz su obra en los momentos críticos en que la fraccion politica á que pertenecia se hallaba empeñada en una lucha á muerte contra D. Cárlos, se hubiese negado á hacer tal justicia á este príncipe en el arrebato de la pasion, es decir, escitado por el ódio que le profesaban y le profesan generalmente los liberales, odio exacerbado en aquellos momentos mediante la actitud que presentaba el hermano de Fernando VII respecto del gobierno de Madrid! Pero contra esta negativa del conde de Toreno y de los que se han espresado en términos semejantes, está la conviccion de las personas bien instruidas en los sucesos de Bayona, está la notoriedad pública, la creencia generalizada en España á la raiz de los mismos en términos lisongeros á nuestro personage; creencia y notoriedad de que ha sido un eco fiel en la primera época de las Córtes de Cádiz el famoso diputado Mejia, ponderando en una de sus sesiones, con referencia á aquellos acontecimientos, la valentia del infante D. Cárlos.

Es verdad que, dócil entonces Fernando VII á

con cada uno de los mandos militares respectivos. La historia y el juicio crítico del convenio de Vergara, y la calificacion del general Maroto como causante de él, sin dejar de considerarle en este caso y en todos únicamente bajo el aspecto de hombre público, cerrará la parte propiamente narrativa de nuestro libro; en cuya conclusion nos ocuparemos de lo que respecta al estado actual del partido monárquico, fijando su importancia política, y discurriendo sobre el porvenir que debe prometerse en la situacion á que le han traido los

sucesos.

Hemos manifestado con ingenuidad y lisura todo nuestro pensamiento. Antes de empezar á desenvolverle, debemos hacer una protesta de imparcialidad. Héla aqui consignada en las siguientes palabras de Tácito, vertidas por Coloma: » El que quiere hacer profesion >>de fé y de verdad incorrupta, no debe es>>cribir de algo con aficion ni con odio parti>>cular.» Esperamos atenernos fielmente á este noble precepto, en cuya observancia se halla tan interesada la verdad, que es la vida de la historia.

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CAPÍTULO 1.

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ANIFESTADO ya nuestro intento de enlazar la historia del partido carlista ó monárquico español, aun en lo relativo á los tiempos que precedieron á la guerra de los siete años objeto principal de este libro, con la biografia de Don Carlos María Isidro de Borbon, que tantas relaciones tuvo siempre con aquel en sus diversas vicisitudes; comenzamos a reseñar la vida del referido príncipe, absteniéndonos de preámbulos que aparecen inútiles en vista del interés que desde luego inspira el asunto que como historiado

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