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napanes y que á caballeros. Otra vez me mandó que me precipitase, y sumiese en la sima de Cabra ¡peligro inaudito y temeroso! y que le truxese particular relación de lo que en aquella escura profundidad se encierra. Detuve el movimiento á la Giralda, pesé los toros de Guisando, despéñeme en la sima, y saqué á luz lo escondido de su abismo , y mis esperanzas muertas que muertas , y sus mandamientos y desdenes vivos que vivos. En resolución, últimamente me ha mandado que discurra por todas las provincias de España, y haga confesar á todos los andantes caballeros que por ellas vagaren, que ella sola es la mas aventajada en hermosura de quantas hoy viven, y que yo soy el mas valiente y el mas bien enamorado caballero del orbe , en cuya demanda he andado ya la mavor parte de España, y en ella he vencido muchos caballeros , que se han atrevido á contradecirme ; pero de lo que yo mas me precio y ufano, es de haber vencido en singular batalla á aquel tan famoso caballero Don Qiiixote de la Mancha , y héchole confesar que es mas hermosa mi Casildea, que su Dulcinea: y en solo este vencimiento hago cuenta que he vencido todos los caballeros del mundo, porque el tal Don Quixote, que digo, los ha vencido á todos, y habiéndole yo vencido á él, su gloria , su fama y su honra se ha transferido y pasado á mi persona , y tanto el vencedor es mas honrado , quanto mas el vencido es reputado : así que ya corren por mi cuenta y son mias las innumerables hazañas del ya referido Don Quixote. Admirado quedó Don Quixote de oir al Caballero del Bosque, y estuvo mil veces por decirle que mentia, y ya tuvo el mentis en el pico de la lengua; pero reportóse lo mejor que pudo, por hacerle confesar por su propia boca su mentira , y así sosegadamente le dixo: de que vuesa merced, señor caballero , haya vencido á los mas caballeros andantes de España , y aun de todo el mundo > no digo nada; pero de que haya vencido á Don Quixote de la Mancha , póngolo en duda: podria ser que fuese otro que le pareciese , aunque haypocos que le parezcan. ¿Como no? replicó el del Bosque, por el cielo que nos cubre 5 que peleé con Don Quixote y y le vencí y rendí, y es un hombre alto de cuerpo , seco de rostro , estirado y avellanado de miembros, entrecano y la nariz aguileña y algo corba , de bigotes grandes 3 negros y caldos: campea debaxo del nombre del Caballero de la Triste Figura , y trae por escudero á un labrador llamado Sancho Panza : oprime el lomo y rige el freno de un famoso caballo, llamado Rocinante 5 y finalmente tiene por Señora de su voluntad á una tal Dulcinea del Toboso, llamada un tiempo Aldonza Lorenzo , como la mia , que por llamarse Casilda, y ser de la Andalucía, yo la llamo Casildea de Vandalia. Si todas estas señas no bastan para acreditar mi verdad, aquí está mi espada, que la hará dar crédito á la mesma incredulidad. Sosegaos, señor caballero , dixo Don Quixote , y escuchad lo que deciros quiero. Habéis de saber que ese Don Quixote que decís, es el mayor amigo que en este mundo tengo, y tanto, que podré decir que le tengo en lugar de mi misma persona, y que por las señas que dél me habéis dado tan puntuales y ciertas, no puedo pensar sino que sea el mismo que habéis vencido : por otra parte veo con los ojos , y toco con las manos no ser posible ser el mesmo , si ya no fuese que como él tiene muchos enemigos encantadores, especialmente uno que de ordinario le persigue, no hava aleuno delios tomado su figura para dexarse vencer, por defraudarle de la fama que sus altas caballerías le tienen ^rangeada y adquirida por todo lo descubierto de la tierra: y para confirmación desto 5 quiero también que sepáis que los tales encantadores sus contrarios, no ha mas de dos dias que transformaron la figura y persona de la hermosa Dulcinea del Toboso, en una aldeana soez y baxa, y desta manera habrán transformado á Don Quixote: y si todo esto no basta para enteraros en esta verdad que digo y aquí está el mesmo Don Quixote, que la sustentará con sus armas á pie , ó á caballo , ó de qualquier suerte que os agradare : y diciendo esto se levantó en pie > y se empuñó en la espada 3 esperando que resolución tomaría el Caballero del Bosque, el qual con voz asimismo sosegada respondió y dixo: al buen pagador no le duelen prendas 3 el que una vez ^ señor Don Quixote, pudo venceros transformado > bien podrá tener esperanza de rendiros en vuestro propio ser; mas porque no es bien que los caballeros hagan sus fechos de armas á escuras como los salteadores y rufianes9 esperemos el dia para que el sol vea nuestras obras, y ha de ser condición de núestra batalla , que el vencido ha de quedar á la voluntad del vencedor y para que haga del todo lo que quisiere y con tal que sea decente á caballero lo que se le ordenare. Soy mas que contento desa condición y conveniencia , respondió Don Quixote: y en diciendo esto se fueron donde estaban sus escuderos , y los halláron roncando y en la misma forma que estaban quando les salteó el sueño. Despertáronlos > y mandáronles que tuviesen á punto los caballos y porque en saliendo el sol habían de hacer ios dos una sangrienta, singular y desigual batalla, •I cavas nuevas quedó Sancho atónito y pasmada , temeroso ce la salud de su amo, por las valentías que había oído decir del suyo ai escudero del Bosque ; pero sin hablar palabra se fueron los dos escuderos á buscar su ganado * que va todos tres caballos y el rucio se habían olido, v estaban todos juntos. En el camino dixo el del Bosque á Sancho : ha de saber, hermano 3 que tienen por costumbre ios peleantes de la Andalucía , quando son padrinos de alguna pendencia, no estarse ociosos mano sobre mano 3 en tanto que sus ahijados riñen: dígolo , porque esté advertido, que mientras nuestros dueños riñeren, nosotros también hemos de pelear , y hacernos astillas. Esa costumbre , señor escudero , respondió Sancho , allá puede correr y pasar con los rufianes y peleantes que dice; pero con los escuderos de los caballeros andantes y ni por pienso: alómenos yo no he oido decir á mi amo semejante costumbre , y sabe de memoria todas las ordenanzas de ía andante caballería: quanto mas, que yo quiero que sea verdad , y ordenanza expresa el pelear los escuderos en tanto que sus señores pelean; pero yo no quiero cumplirla, sino pagar la pena que estuviere puesta á los tales pacíficos escuderos 3 que yo aseguro que no pase de dos libras de cera, y mas quiero pagar las tales libras 3 que sé que me costarán menos, que las hilas que podre gastar en curarme la cabeza 5 que ya me la cuento por partida y dividida en dos partes: hay mas, que me imposibilita el reñir el no tener espada , pues en mi vida me la puse. Para eso sé yo un buen remedio , dixo el del Bosque: yo traigo aquí dos talegas de lienzo de un mesmo tamaño, tomaréis vos la una, y yo la otra, y reñi

remos á talegazos con armas iguales. Desa manera sea en buena hora, respondió Sancho, porque antes servirá la tal pelea de despolvorearnos , que de herirnos. No ha de ser asi , replicó el otro porque se han de echar dentro de las talegas 5 porque no se las lleve el ayre , media docena de guijarros lindos y pelados , que pesen tanto los unos como los otros ¡ y desta manera nos podremos átale gar sin hacernos mal, ni daño. Mirad ¡cuerpo de mi padre! respondió Sancho ,, que martas cebollinas 3 ó que copos de algodón cardado pone en las talegas , para no quedar molidos los cascos, y hechos alheña los huesos; pero aunque se llenaran de capullos de seda , sepa 3 señor mío 3 que no he de pelear, peléen nuestros amos y y allá se lo hayan, y bebamos y vivamos nosotros > que el tiempo tiene cuidado de quitarnos las vidas, sin que andemos buscando apetites, para que se acaben antes de llegar su sazón y término , y que se cayan de maduras. Con todo , replicó el del Bosque, hemos de pelear siquiera media hora. Eso no , respondió Sancho , no seré yo tan descortes, ni tan desagradecido y que con quien he comido v he bebido trabe qüestion alguna , por mínima que sea, cuanto mas y que estando sin cólera y sin enojo ;quien diablos se ha de amañar á reñir á secas? Para eso , dixo el del Bosque , yo daré un suficiente remedio jj es, que antes que comencemos la pelea, yo me llegaré bonitamente á vuesa merced, y le daré tres, ó quatro bofetadas , que dé con él á mis pies , con las quales le haré despertar la cólera aunque esté con mas sueño que un lirón. Contra ese corte sé yo otro > respondió Sancho, que no le va en zaga: cogeré yo un garrote, y antes que vuesa merced llegue á despertarme la cólera , haré yo

T03I. III, *

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