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los en paz los salvages, los quales con mucha presteza volviéron á armar y á encaxar las tablas del castillo , y la doncella se encerró en él como de nuevo, y con esto se acabó la danza con gran contento de los que la miraban. Preguntó Don Quixote á una de las Ninfas , que quien la habia compuesto y ordenado. Respondióle, que un Beneficiado de aquel pueblo, que tenia gentil caletre para semejantes invenciones. Yo apostaré , dixo Don Quixote, que debe de ser mas amigo de Camacho, que de Basilio el tal Bachiller, ó Beneficiado , y que debe de tener mas de satírico, que de vísperas: bien ha encaxado en la danza las habilidades de Basilio y las riquezas de Camacho. Sancho Panza , que lo escuchaba todo, dixo: el Rey es mi gallo , á Camacho me atengo. En fin,, dixo Don Quixote, bien se parece, Sancho, que eres villano , y de aquellos que dicen : viva quien vence. No sé de los que soy , respondió Sancho; pero bien sé que nunca de ollas de Basilio sacaré yo tan elegante espuma, como es esta que he sacado de las de Camacho , y enseñóle el caldero lleno de gansos y de gallinas : y asiendo de una, comenzó á comer con mucho donayre y gana , y dixo : á la barba de las habilidades de Basilio , que tanto vales quanto tienes , y tanto tienes quanto vales. Dos linages solos hay en el mundo, como decia una agüela mia , que son, el tener, y el no tener, aunque ella al del tener se atenia : y el dia de hoy, mi señor Don Quixote , ántes se toma el pulso al haber, que al saber : un asno cubierto de oro, parece mejor, que un caballo enalbardado. Así que vuelvo á decir , que á Camacho me atengo , de cuyas ollas son abundantes espumas gansos y gallinas, liebres y conejos, y de las de Basilio serán,

TOM. III. Z

si viene á mano, y aunque no venga sino al pie , aguachirle. ¿Has acabado tu arenga, Sancho? dixo Don Quixote. Habréla acabado , respondió Sancho , porque veo que vuesa merced recibe pesadumbre con ella, que si esto no se pusiera de por medio, obra habia cortada para tres dias. Plega á Dios, Sancho, replicó Don Quixote, que yo te vea mudo antes que me muera. Al paso que llevamos, respondió Sancho, antes que vuesa merced se muera estaré yo mascando barro, y entonces podrá ser que esté tan mudo , que no hable palabra hasta la fin del mundo, ó por lo menos hasta el dia del juicio. Aunque eso así suceda , ó Sancho , respondió Don Quixote , nunca llegará tu silencio á do ha llegado lo que has hablado, hablas , y tienes de hablar en tu vida: y mas que está muy puesto en razón natural, que primero llegue el dia de mi muerte , que el de la tuya: y así jamas pienso verte mudo , ni aun quando estés bebiendo, ó durmiendo , que es lo que puedo encarecer. A buena fe, señor , respondió Sancho, que no hay que fiar en la descarnada , digo en la muerte, la qual también come cordero, como carnero , y á nuestro Cura he oido decir, que con igual pie pisaba las altas torres de los Reyes, como las humildes chozas de los pobres. Tiene esta señora mas de poder, que de melindre , no es nada asquerosa, de todo come, y á todo hace, y de toda suerte de gentes, edades y preeminencias hinche sus alforjas. No es segador que duerme las siestas, que á todas horas siega y corta , así la seca como la verde yerba, y no parece que masca, sino que engulle y traga quanto se le pone delante, porque tiene hambre canina, que nunca se harta, y aunque no tiene barriga, da á entender que está hidrópica , y sedienta

de beber todas las vidas de quantos viven, como quien se bebe un jarro de agua fría. No mas , Sancho, dixo á este punto Don Quixote: tente en buenas, y no te dexes caer, que en verdad que lo que has dicho de la muerte por tus rústicos términos, es lo que pudiera decir un buen predicador. Dígote, Sancho, que si como tienes buen natural > tuvieras discreción , pudieras tomar un pulpito en la mano , y irte por ese mundo predicando lindezas. Bien predica quien bien vive, respondió Sancho , y yo no sé otras tologías. Ni las has menester y dixo Don Quixote ; pero yo no acabo de entender, ni alcanzar , como siendo el principio de la sabiduría el temor de Dios, , que temes mas á un lagarto que á él, sabes tanto. Juzgue vuesa merced , señor, de sus caballerías , respondió Sancho 5 y no se meta en juzgar de los temores ? ó valentías agenas, que tan gentil temeroso soy yo de Dios 3 como cada hijo de vecino : y déxeme vuesa merced despabilar esta espuma , que lo demás todas son palabras ociosas y de que nos han de pedir cuenta en la otra vida: y diciendo esto y comenzó de nuevo á dar asalto á su caldero y con tan buenos alientos y que despertó los de Don Quixote y y sin duda le ayudara s si no lo impidiera lo que es fuerza se diga adelante.

CAPÍTULO XXL

Donde se prosiguen las bodas de Camacho ¿ con otros

gustosos sucesos,

Quando estaban Don Quixote y Sancho en las razones referidas en el capítulo antecedente, se oyéron grandes voces y gran ruido , y dábanlas y causábanle los de

Tom. ni. z y

las yeguas , que con larga carrera y grita iban á recebir á los novios , que rodeados de mil géneros de instrumentos y de invenciones venian acompañados del Cura y de la parentela de entrambos , y de toda la gente mas lucida de los Lugares circunvecinos, todos vestidos de fiesta. Y como Sancho vio á la novia, dixo: á buena fe que no viene vestida de labradora , sino de garrida palaciega. Pardiez, que según diviso, que las patenas que había de traer , son ricos corales , y la palmilla verde de Cuenca , es terciopelo de treinta pelos: y montas que la guarnición es de tiras de lienzo blanco , voto á mí que es de raso. Pues tomadme las manos adornadas con sortijas de azabache, no medre yo, si no son anillos de oro , y muy de oro , y empedrados con pelras blancas como una cuajada, que cada una debe de valer un ojo de la cara. O hideputa, y que cabellos, que si no son postizos no los he visto mas luengos'1, ni mas rubios en toda mi vida. No sino ponedla tacha en el brío y en el talle, y no la comparéis á una palma que se mueve cargada de racimos de dátiles , que lo mesmo parecen los dixes que trae pendientes de los cabellos y de la garganta. Juro en mi ánima , que ella es una chapada moza, y que puede pasar por los bancos de Flándes. Rióse Don Quixote de las rústicas alabanzas de Sancho Panza: parecióle que fuera de su Señora Dulcinea del Toboso no habia visto muger mas hermosa jamas. Venia la hermosa Quiteria algo descolorida , y debia de ser de la mala noche que siempre pasan las novias en componerse , para el dia venidero de sus bodas. Ibanse acercando á un teatro , que á un lado del prado estaba , adornado de alfombras y ramos, adonde se habian de hacer los desposorios, y de donde hablan de mirar las danzas y las invenciones: y á la sazón que llegaban al puesto, oyéron á sus espaldas grandes voces , y una que decía: esperaos un poco gente tan inconsiderada, como presurosa. A cuyas voces, y palabras todos volvieron la cabeza, y vieron que las daba un hombre, vestido al parecer de un sayo negro, gironado de carmesí á llamas. Venia coronado (como se vio luego) con una corona de funesto ciprés, en las manos traía un bastón grande. En llegando mas cerca fué conocido de todos por el gallardo Basilio, y todos estuviéron suspensos, esperando en que habían de parar sus voces y sus palabras, temiendo algún mal suceso de su venida en sazón semejante. Llegó en fin cansado y sin aliento , y puesto delante de los desposados, hincando el bastón en el suelo, que tenia el cuento de una punta de acero, mudada la color, puestos los ojos en Quiteria, con voz tremente y ronca, estas razones dixo: bien sabes, desconocida Quiteria, que conforme á la santa ley que profesamos, que viviendo yo, tú no puedes tomar esposo, y juntamente no ignoras, que por esperar yo , que el tiempo y mi diligencia mejorasen los bienes de mi fortuna , no he querido dexar de guardar el decoro que á tu honra convenia; pero tú echando á las espaldas todas las obligaciones que debes á mi buen deseo, quieres hacer señor de lo que es mió á otro, cuyas riquezas le sirven, no solo de buena fortuna, sino de bonísima ventura : y para que la tenga colmada (y no como yo pienso que la merece, sino como se la quieren dar los Cielos) yo por mis manos desharé el imposible , ó el inconveniente que puede estorbársela, quitándome á mí de por medio. Viva, viva el rico Camacho con la ingrata Quiteria largos y felices siglos, y muera,

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