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ses del mundo : y agora porque se lo debo y por darle gusto quiero armar mi retablo, y dar placer á quantos están en la venta sin paga alguna. Oyendo lo qual el ventero alegre sobre manera, señaló el lugar donde se podía poner el retablo , que en un punto fué hecho. Don Quixote no estaba muy contento con las adivinanzas del mono, por parecerle no ser á propósito que un mono adivinase , ni las de por venir, ni las pasadas cosas: y así en tanto que Maese Pedro acomodaba el retablo, se retiró Don Quixote con Sancho á un rincón de la caballeriza , donde sin ser oidos de nadie , le dixo: mira, Sancho , yo he considerado bien la extraña habilidad deste mono , y hallo por mi cuenta, que sin duda este Maese Pedro su amo debe de tener hecho pacto tácito , ó expreso con el demonio. Si el patio es espeso y del demonio, dixo Sancho , sin duda debe de ser muy sucio patio ¿pero de que provecho le es al tal Maese Pedro tener esos patios? No me entiendes, Sancho , no quiero decir, sino que debe de tener hecho algún concierto con el demonio de que infunda esa habilidad en el mono con que gane de comer, y después que esté rico le dará su alma, que es lo que este universal enemigo pretende: y náceme creer esto el ver que el mono no responde sino á las cosas pasadas, ó presentes, y la sabiduría del diablo no se puede extender á mas, que las por venir no las sabe, sino es por conjeturas, y no todas veces, que á solo Dios está reservado conocer los tiempos y los momentos , y para él no hay pasado, ni por venir, que todo es presente: y siendo esto así, como lo es, está claro , que este mono habla con el estilo del diablo, y estoy maravillado , como no le han acusado al Santo Oficio, y exñ

minádole 3 y sacádole de cuajo en virtud de quien adivina , porque cierto está que este mono no es astrólogo, ni su amo ni él alzan , ni saben alzar estas figuras que llaman judiciarias, que tanto ahora se usan en España , que no hay mugercilla, ni page 5 ni zapatero de viejo que no presuma de alzar una figura , como si fuera una sota de naypes del suelo , echando á perder con sus mentiras, é ignorancias la verdad maravillosa de la ciencia. De una Señora sé yo, que preguntó á uno destos figureros, que si una perrilla de falda pequeña que tenia, si se empreñarla y pariría , y quantos ^ y de que color serian los perros que pariese. A lo que el señor judiciario, después de haber alzado la figura , respondió , que la perrica se empreñaría y pariría tres perricos, el uno verde , el otro encarnado , y el otro de mezcla, con tal condición, que la tal perra se cubriese entre las once y doce del día y ó de la noche, y que fuese en lunes, ó en sábado, y lo que sucedió fué, que de allí á dos dias se murió la perra de ahita , y el señor levantador quedó acreditado en el Lugar por acertadísimo judiciario , como lo quedan todos , ó los mas levantadores. Con todo eso querría , dixo Sancho, que vuesa merced dixese á Maese Pedro , preguntase á su mono, si es verdad lo que á vuesa merced le pasó en la cueva de Montesinos , que yo para mí tengo , con perdon de vuesa merced > que todo fué embeleco y mentira, ó por lo menos cosas soñadas. Todo podría ser, respondió Don Quixote; pero yo haré lo que me aconsejas , puesto que me ha de quedar un no sé que de escrúpulo. Estando en esto llegó Maese Pedro á buscar á Don Quixote, y decirle, que ya estaba en orden el retablo, que su merced viniese á verle , porque lo merecía. Don Tom. ni. Fp y

Quixote le comunicó su pensamiento, y le rogó preguntase luego á su mono le dixese, si ciertas cosas que había pasado en la cueva de Montesinos habían sido soñadas, ó verdaderas, porque á él le parecia que tenian de todo. Á lo que Maese Pedro sin responder palabra volvió á traer el mono , y puesto delante de Don Quixote y de Sancho, dixo: mirad, señor mono, que este caballero quiere saber, si ciertas cosas que le pasaron en una cueva , llamada de Montesinos, si fuéron falsas, ó verdaderas, y haciéndole la acostumbrada señal, el mono se le subió en el hombro izquierdo, y hablándole al parecer en el oido, dixo luego Maese Pedro: el mono dice , que parte de las cosas que vuesa merced vio, ó pasó en la dicha cueva, son falsas, y parte verisímiles : y que esto es lo que sabe, y no otra cosa, en quanto á esta pregunta : y que si vuesa merced quisiere saber mas , que el viérnes venidero responderá á todo lo que se le preguntare, que por ahora se le ha, acabado la virtud , que no le vendrá hasta el viérnes, como dicho tiene. ¿No lo decía yo, dixo Sancho, que no se me podía asentar, que todo lo que vuesa merced, señor mió, ha dicho de los acontecimientos de la cueva era verdad, ni aun la mitad? Los sucesos lo dirán, Sancho, respondió Don Quixote , que el tiempo descubridor de todas las cosas no se dexa ninguna que no la saque á la luz del sol, aunque esté escondida en los senos de la tierra, y por ahora baste esto , y vámonos á ver el retablo del buen Maese Pedro, que para mí tengo que debe de tener alguna novedad. ¿Como alguna? respondió Maese Pedro , sesenta mil encierra en sí este mi retablo: dígole á vuesa merced, mi señor Don Quixote , que es una de las cosas mas de ver que hoy tiene

el mundo , y operibus credite , et non verbis 3 y manos á labor, que se hace tarde , y tenemos mucho que hacer, y que decir, y que mostrar. Obedeciéronle Don Quixote y Sancho , y viniéron donde ya estaba el retablo puesto, y descubierto, lleno por todas partes de candelillas de cera encendidas, que le hacian vistoso y resplandeciente. En llegando se metió Maese Pedro dentro dél, que era el que habia de manejar las figuras del artificio, y fuera se puso un muchacho criado del Maese Pedro, para servir de intérprete y declarador de los misterios del tal retablo: tenia una varilla en la mano con que señalaba las figuras que salían. Puestos pues todos quantos habia en la venta, y algunos en pie , frontero del retablo , y acomodados Don Quixote , Sancho, el page y el primo en los mejores lugares, el trujamán comenzó á decir lo que oirá, y verá el que le oyere, ó viere el capítulo siguiente.

CAPÍTULO XXVI.

Donde se prosigue la graciosa aventura del Titerero con otras cosas en verdad harto buenas.

Callaron todos Tirios y Troyanos : quiero decir, pendientes estaban todos los que el retablo miraban de la boca del declarador de sus maravillas, quando se oyeron sonar en el retablo cantidad de atabales y trompetas, y dispararse mucha artillería , cuyo rumor pasó en tiempo breve , y luego alzó la voz el muchacho , y dixo: esta verdadera historia que aquí á vuesas mercedes se representa, es sacada al pie de la letra de las corónicas francesas , y de los romances españoles , que andan en boca de las gentes y de los muchachos por esas calles. Trata de la libertad que dio el señor Don Gayféros á su esposa Melisendra 3 que estaba cautiva en España en poder de Moros en la ciudad de Sansueña , que así se llamaba entonces la que hoy se llama Zaragoza : y vean vuesas mercedes allí como está jugando á las tablas Don Gayféros, según aquello que se canta:

Jugando esta d las tablas Don Gayféros, Que ya de Melisendra está olvidado. Y aquel personage que allí asoma con corona en la cabeza y cetro en las manos > es el Emperador Cario Magno , padre putativo de la tal Melisendra , el qual mollino de ver el ocio y descuido de su yerno , le sale á reñir y y adviertan con la vehemencia y ahinco que le riñe , que no parece sino que le quiere dar con el cetro media docena de coscorrones, y aun hay autores que dicen > que se los dio y muy bien dados : y después de haberle dicho muchas cosas acerca del peligro que corría su honra en no procurar la libertad de su esposa, dicen que le dixo : harto os he dicho y miradlo. Miren vuesas mercedes también , como el Emperador vuelve las espaldas , y dexa despechado á Don Gayféros} el qual ya ven como arroja impaciente de la cólera léjos de sí el tablero y las tablas, y pide apriesa las armas, y á Don Roldan su primo pide prestada su espada Durindana, y como Don Roldan no se la quiere prestar, ofreciéndole su compañía en la difícil empresa en que se pone; pero él valeroso, enojado no lo quiere aceptar; antes dice , que él solo es bastante para sacar á su esposa, si bien estuviese metida en el mas hondo centro de la tierra, y con esto se entra á armar para ponerse luego en camino. Vuelvan vuesas mercedes los ojos á aquella torre que

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