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do el retablo en el suelo , hechas pedazos y desmenuzadas todas sus xarcias y figuras, el Rey Marsilio mal herido , y el Emperador Cario Magno partida la corona y la cabeza en dos partes. Alborotóse el Senado de los oyentes, huyóse el mono por los tejados de la venta: temió el primo , acobardóse el page 3 y hasta el mesmo Sancho Panza tuvo pavor grandísimo, porque como él juró después de pasada la borrasca, jamas había visto á su señor con tan desatinada cólera. Hecho pues el general destrozo del retablo, sosegóse un poco Don Quixote, y dixo: quisiera yo tener aquí delante en este punto todos aquellos que no creen , ni quieren creer de quanto provecho sean en el mundo los caballeros andantes: miren si no me hallara yo aquí presente, que fuera del buen Don Gayféros , y de la hermosa Meüsendra, á buen seguro , que esta fuera ya la hora que los hubieran alcanzado estos canes, y les hubieran hecho algún desaguisado. En resolución, viva la andante caballería sobre quantas cosas hoy viven en la tierra. Viva en hora buena, dixo á esta sazón con voz enfermiza Maese Pedro, y muera yo , pues soy tan desdichado , que puedo decir con el Rey Don Rodrigo: ayer fui Señor de España , y hoy no tengo una almena, que pueda decir que es mia. No ha media hora, ni aun un mediano momento, que me vi Señor de Reyes y de Emperadores , llenas mis caballerizas y mis cofres y sacos de infinitos caballos y de innumerables galas, y agora me veo desolado y abatido, pobre y mendigo , y sobre todo sin mi mono, que á fe que primero que le vuelva á mi poder, me han de sudar los dientes, y todo por la furia mal considerada deste señor caballero, de quien se dice, que ampara pupi

TOM. III. 1J

los , y endereza tuertos, y hace otras obras caritativas, y en mí solo ha venido á faltar su intención generosa, que sean benditos y alabados los Cielos allá donde tienen mas levantados sus asientos.

En fin el Caballero de la Triste Figura había de ser aquel que habia de desfigurar las mias. Enternecióse Sancho Panza con las razones de Maese Pedro , y díxole: no llores, Maese Pedro, ni te lamentes, que me quiebras el corazón, porque te hago saber, que es mi señor Don Quixote tan católico y escrupuloso christiano, que si él cae en la cuenta de que te ha hecho algún agravio, te lo sabrá j y te lo querrá pagar y satisfacer con muchas ventajas. Con que me pagase el señor Don Quixote alguna parte de las hechuras que me ha deshecho, quedaría contento , y su merced aseguraría su conciencia , porque no se puede salvar quien tiene lo ageno contra la voluntad de su dueño, y no lo restituye. Así es, dixo Don Quixote; pero hasta ahora yo no sé que tenga nada vuestro, Maese Pedro. 1 Como no? respondió Maese Pedro ¿y estas reliquias que están por este duro y estéril suelo ¿ quien las esparció y aniquiló , sino, la fuerza invencible dése poderoso brazo? ¿y cuyos eran sus cuerpos, sino mios? ¿y con quien me sustentaba yo , sino con ellos? Ahora acabo de creer , dixo á este punto Don Quixote , lo que otras muchas veces he creído , que estos encantadores que me persiguen, no hacen sino ponerme las figuras como ellas son delante de los ojos, y luego me las mudan y truecan en las que ellos quieren. Real y verdaderamente os digo , señores que me ois, que á mí me pareció todo lo que aquí ha pasado , que pasaba al pie de la letra, que Meiisendra era Melisendra, Don Gayféros, Don Gayféros , Marsilio, Marsilio, y Cario Magno , Cario Magno: por eso se me alteró la cólera , y por cumplir con mi profesión de caballero andante , quise dar ayuda y favor á los que huian, y con este buen propósito hice lo que habéis visto : si me ha salido al revés , no es culpa mia , sino de los malos que me persiguen , y con todo esto deste mi yerro , aunque no ha procedido de malicia, quiero yo mismo condenarme en costas : vea Maese Pedro lo que quiere por las figuras deshechas , que yo me ofrezco á pagárselo luego en buena y corriente moneda castellana. Inclinósele Maese Pedro, diciéndole: no esperaba yo menos de la inaudita christiandad del valeroso Don Quixote de la Mancha, verdadero socorredor y amparo de todos los necesitados y menesterosos vagamundos , y aquí el señor ventero, y el gran Sancho serán medianeros y apreciadores entre vuesa merced y mí de lo que valen , ó podían valer las ya deshechas figuras. El ventero y Sancho dixéron, que así lo harían, y luego Maese Pedro alzó del suelo con la cabeza menos al Rey Marsilio de Zaragoza, y dixo: ya se ve quan imposible es volver á este Rey á su ser primero, y así me parece ,• salvo mejor juicio, que se me dé por su muerte , fin y acabamiento quatro reales y medio. Adelante, dixo Don Quixote. Pues por esta abertura de arriba abaxo , prosiguió Maese Pedro , tomando en las manos al partido Emperador Cario Magno , no seria mucho que pidiese yo cinco reales y un quartillo. No es poco, dixo Sancho. Ni mucho , replicó el ventero , médiese la partida , y señálensele cinco reales. Dénsele todos cinco y quartillo , dixo Don Quixote, que no está en un quartillo mas á ménos la monta desta notable desgracia, y acábe presto Maese Pedro, que se hace hora de cenar, y yo tengo ciertos barruntos de hambre. Por esta figura, dixo Maese Pedro , que está sin narices, y un ojo menos, que es de la hermosa Melisendra , quiero, y me pongo en lo justo > dos reales y doce maravedís. Aun ahí seria el diablo , dixo Don Quixote , si ya no estuviese Melisendra con su esposo , por lo menos en la raya de Francia y porque el caballo en que iban , á mí me pareció que antes volaba que corría, y así no hay para que venderme ámí el gato por liebre, presentándome aquí á Melisendra desnarigada , estando la otra si viene á mano ahora holgándose en Francia con su esposo á pierna tendida: ayudé Dios con lo suyo á cada uno, señor Maese Pedro , y caminemos todos con pie llano, y con intención sana, y prosiga. Maese Pedro que vio que Don Quixote izquierdeaba , y que volvía á su primer tema, no quiso que se le escapase , y así le dixo: esta no debe de ser Melisendra , sino alguna de las doncellas que la servían , y así con sesenta maravedís que me den por ella quedaré contento y bien pagado. Desta manera fué poniendo precio á otras muchas destrozadas figuras , que después lo moderáron los dos jueces árbitros con satisfacion de las partes, que llegáron á quarenta reales y tres quartillos, y ademas desto, que luego lo desembolsó Sancho , pidió Maese Pedro dos reales por el trabajo de tomar el mono. Dáselos, Sancho , dixo Don Quixote, no para tomar el mono , sino la mona, y docientos diera yo ahora en albricias á quien me dixera con certidumbre que la señora Doña Melisendra , y el señor Don Gavieros estaban ya en Francia, y entre los suyos. Ninguno nos lo podrá decir mejor que mi mono 5 dixo Maese Pedro ; pero no habrá diablo que ahora le tome , aunque imagino que el cariño y la hambre le han de forzar á que me busque esta noche , y amanecerá Dios y verémonos. En resolución, la borrasca del retablo se acabó, y todos cenáron en paz y en buena compañía á costa de Don Quixote , que era liberal en todo extremo. Antes que amaneciese se fué el que llevaba las lanzas y las alabardas, y ya después de amanecido se viniéron á despedir de Don Quixote el primo y el page , el uno para volverse á su tierra, y el otro á proseguir su camino, para ayuda del qual le dio Don Quixote una docena de reales. Maese Pedro no quiso volver á entrar en mas dimes , ni dirétes con Don Quixote , á quien él conocía muy bien, y así madrugó ántes que el sol , y cogiendo las reliquias de su retablo y á su mono, se fué también á buscar sus aventuras. El ventero, que no conocía á Don Quixote, tan admirado le tenían sus locuras como su liberalidad. Finalmente Sancho le pagó muy bien, por orden de su señor, y despidiéndose dél casi á las ocho del día, dexáron la venta, y se pusiéron en camino , donde los dexarémos ir , que así conviene para dar lugar á contar otras cosas pertenecientes á la declaración desta famosa historia.

CAPÍTULO XXVII.

Donde se da cuenta quienes eran Maese Pedro y su mono 3 con el mal suceso que Don Quixote tuvo en la aventura del Rebuzno , que no la acabó como él quisiera y como lo tenia pensado.

Entra Cide Hamete , coronista desta grande historia, con estas palabras en este capítulo : juro como católico

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