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compañía 5 que venia vestido de bogiganga 3 con muchos cascabeles 9 y en la punta de un palo traía tres vexigas de vaca hinchadas, el quai moharracho llegándose á Don Quixote, comenzó á esgrimir el palo, y á sacudir el suelo con las vexigas, y á dar grandes saltos sonando los cascabeles y cuya mala visión así alborotó á Rocinante > que sin ser poderoso á detenerle Don Quixote 3 tomando el freno entre los dientes , dio á correr por el campo con mas ligereza que jamas prometieron los huesos de su notomía. Sancho > que consideró el peligro en que iba su amo de ser derribado , saltó del rucio , y á toda priesa fué á vale ríe: pero quando á él llegó y ya estaba en tierra,, y junto á él Rocinante y que con su amo vino al suelo: ordinario fin y paradero de las lozanías de Rocinante, y de sus atrevimientos. Mas apénas hubo dexado su caballería Sancho por acudir á Don Quixote , quando el demonio baylador de las vexigas saltó sobre el rucio, y sacudiéndole con ellas, el miedo y ruido , mas que el dolor de los golpes , le hizo volar por la campaña hacia el Lugar donde iban á hacer la fiesta. Miraba Sancho la carrera de su rucio, y la calda de su amo, y no sabia á qual de las dos necesidades acudiría primero ; pero en efecto como buen escudero, y como buen criado , pudo mas con él el amor de su señor , que el cariño de su jumento : puesto que cada vez que veia levantar las vexigas en el ayre , y caer sobre las ancas de su rucio , eran para él tártagos y sustos de muerte 3 y antes quisiera que aquellos golpes se los dieran á él en las niñas de los ojos > que en el mas mínimo pelo de la cola de su asno. Con esta perplexa tribulación llegó donde estaba Don Quixote harto mas maltrecho de lo que él quisiera , y ayudándole á

TOll. ni. M

subir sobre Rocinante , le dixo: señor, el diablo se ha llevado al rucio. ;Que diablo? preguntó Don Quixote. El de las vexigas, respondió Sancho. Pues yo le cobraré , replicó Don Quixote , si bien se encerrase con él en los mas hondos v escuros calabozos del infierno. Síe;ueme , Sandio , que la carreta va despacio , y con las muías della satisfaré la pérdida del rucio. No hay para que hacer esa diligencia , señor, respondió Sancho , vuesa merced temple su cólera , que según me parece ya el diablo ha dexado el rucio, y vuelve á la querencia : y así era la verdad , porque habiendo caido el diablo con el rucio , por imitar á Don Quixote y á Rocinante, el diablo se fué á pie al pueblo , y el jumento se volvió á su amo. Con todo eso , dixo Don Quixote , será bien castigar el descomedimiento de aquel demonio en alguno de los de la carreta, aunque sea el mesmo Emperador. Quítesele á vuesa merced eso de la imaginación, replicó Sancho, y tome mi consejo, que es , que nunca se tome con farsantes, que es gente favorecida: recitante he visto yo estar preso por dos muertes, y salir libre y sin costas: sepa vuesa merced , que como son gentes alegres y de placer, todos los favorecen, todos los amparan , ayudan y estiman, y mas siendo de aquellos de las compañías Reales , y de título, que todos , ó los mas en sus trages y compostura parecen unos Príncipes. Pues con todo, respondió Don Quixote, no se me ha de ir el demonio farsante alabando, aunque le favorezca todo el género humano : y diciendo esto, volvió á la carreta que ya estaba bien cerca del pueblo , y iba dando voces , diciendo: deteneos, esperad , turba alegre y regocijada, que os quiero dar á entender como se han de tratar los jumentos y alimañas que sirven de caballería á los escuderos de los caballeros andantes. Tan altos eran los gritos de Don Quixote , que los oyeron y entendieron los de la carreta, y juzgando por las palabras la intención del que las decia, en un instante saltó la muerte de la carreta , y tras ella el Emperador , el diablo carretero y el Ángel, sin quedarse la Reyna, ni el Dios Cupido5 y todos se cargaron de piedras, y se pusieron en ala , esperando recebir á Don Quixote en las puntas de sus guijarros. Don Quixote que los vio puestos en tan gallardo esquadron, los brazos levantados con ademan de despedir poderosamente las piedras, detuvo las riendas á Rocinante , y púsose á pensar de que modo los acometería con menos peligro de su persona. En esto que se detuvo llegó Sancho y y viéndole en talle de acometer al bien formado esquadron , le dixo: asaz de locura seria intentar tal empresa : considere vuesa merced , señor mió ^ que para sopa de arroyo y tente bonete, no hay arma defensiva en el mundo , sino es embutirse v encerrarse en una campana de bronce: y también se ha de considerar que es mas temeridad que valentía, acometer un hombre solo á un exército donde está la muerte y pelean en persona Emperadores , y á quien ayudan los buenos y los malos Angeles: y si esta consideración no le mueve á estarse quedo 3 muévale saber de cierto, que entre todos los que allí están , aunque parecen Reyes , Príncipes y Emperadores 3 no hay ningún caballero andante. Ahora sí, dixo Don Quixote , has dado , Sancho , en el punto que puede y debe mudarme de mi ya determinado intento. Yo no puedo, ni debo sacar la espada , como otras veces muchas te he dicho, contra quien no fuere armado caba

■ TOM. III. M ij

llera: á ti , Sancho, toca, si quieres tomar la venganza del agravio que á tu rucio se le ha hecho, que yo desde aquí te ayudaré con voces y advertimientos saludables. No hav para que , señor, respondió Sancho, tomar venganza de nadie, pues no es de buenos Christianos tomarla de los agravios, quanto mas que yo acabaré con mi asno, que ponga su ofensa en las manos de mi voluntad, la qual es de vivir pacíficamente los dias que los Cielos me dieren de vida. Pues esa es tu determinación, replicó Don Quixote , Sancho bueno , Sancho discreto, Sancho christiano, y Sancho sincero, dexemos estas fantasmas , y volvamos á buscar mejores y mas calificadas aventuras, que yo veo esta tierra de talle, que no han de faltar en ella muchas y muy milagrosas. Volvió las riendas luego, Sancho fué á tomar su rucio, la muerte con todo su esquadron volante volviéron á su carreta y prosiguieron su viage, y este felice fin tuvo la temerosa aventura de la carreta de la muerte: gracias sean dadas al saludable consejo que Sancho Panza dio á su amo, al qual el día siguiente le sucedió otra con un enamorado y andante caballero , de no ménos suspensión que la pasada,

CAPÍTULO XII.

De la extraña aventura que le sucedió al valeroso

Don Quixote con el bravo caballero de los Espejos. T

i-^a noche que siguió al dia del rencuentro de la muerte, la pasaron Don Quixote y su escudero debaxo de unos altos y sombrosos árboles, habiendo á persuasión de Sancho comido Don Quixote de lo que venia en el repuesto del rucio, y entre la cena dixo Sancho á su señor: señor, que tonto hubiera andado yo, si hubiera escocido en albricias los despojos de la primera aventura que vuesa merced acabara, ántes que las crias de las tres yeguas. En efecto , en efecto mas vale páxaro en mano , que'buytre volando. Todavía , respondió Don Quixote , si tu, Sancho , me dexaras acometer , como yo queria , te hubieran cabido en despojos por lo ménos la corona de oro de la Emperatriz , y las pintadas alas de Cupido , que yo se las quitara al redropelo , y te las pusiera en las manos. Nunca los cetros y coronas de los Emperadores farsantes , respondió Sancho Panza , fueron de oro puro, sino de oropel , ó hoja de lata. Así es verdad , replicó Don Quixote , porque no fuera acertado que los atavíos de la comedia fueran finos , sino fingidos y aparentes , como lo es la mesma comedia, con la qual quiero, Sancho , que estés bien, teniéndola en tu gracia , y por el mismo consiguiente á los que las representan, y á los que las componen , porque todos son instrumentos de hacer un gran bien á la República , poniéndonos un espejo á cada paso delante, donde se ven al vivo las acciones de la vida humana , y ninguna comparación hay que mas al vivo nos represente lo que somos, y lo que habernos de ser, como la comedia, y los comediantes. Si no dime ;no has visto tú representar alguna comedia adonde se introducen Reyes, Emperadores y Pontífices, caballeros, damas y otros diversos personages? uno hace el ruñan, otro el embustero, este el mercader, aquel el soldado, otro el simple discreto, otro el enamorado simple , y acabada la comedia y desnudándose de los vestidos della, quedan todos los recitantes iguales? Sí he visto, respondió Sancho. Pues lo mesmo , dixo Don Quixote, acontece en

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