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Pero no terminan aquí las noticias del sabio gijonés. Aunque sea de un modo algo confuso, y sin establecer la debida distinción entre lo castellano y lo bable, y entre los romances y las coplas, apunta otras especies que por tratarse de un escritor del siglo XVIII, deben ser cuidado. samente recogidas, en obsequio á la memoria de quien fué sin duda uno de los más calificados precursores del Folk

Lore español.

Distingue Jove-Llanos, y en su tiempo eran distintas, las danzas de hombres y mujeres, y notado el carácter bé lico de las primeras, dice sobre las segundas:

«Su poesía se reduce á un solo cuarteto ó copla de ocho sílabas, alternado con un largo estrambote, ó sea estribillo, en el mismo género de versos, que se repite á ciertas y determinadas pausas. Del primer verso de este estrambote que empieza :

Hay un galán de esta villa...

vino el nombre con que se distinguen estas danzas.

>>El objeto de esta poesía es ordinariamente el amor, ó cosa que diga relación á él. Tal vez se mezclan algunas sátiras ó invectivas, pero casi siempre alusivas á la misma pasión, pues ya se zahiere la inconstancia de algún galán, ya la presunción de alguna doncella, ya el lujo de unos, ya la nimia confianza de otros, y cosas semejantes.

>> Lo más raro, y lo que más que todo prueba la sencillez de las costumbres de estas gentes, es que tales coplas se dirigen muchas veces contra determinadas personas; pues aunque no siempre se las nombra, se las señala muy claramente, y de forma que no pueda dudarse del objeto de la alabanza ó la invectiva. Aquella persona que más sobresale en el día de la fiesta por su compostura, ó por algún caso de sus amores; aquel suceso que es más recien

te y notable en la comarca; en fin, lo que aquel día ocupa principalmente los ojos y la atención del concurso, eso es lo que da materia á la poesía de nuestros improvisadores asturianos.

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>>Supongo que para estas composiciones no se valen nuestras mozas de ajena habilidad. Ellas son las poetisas, así como las compositoras de los tonos, y en uno y otro género suele su ingenio, aunque rudo y sin cultivo, producir cosas que no carecen de númen y de gracia.»

Cita Jove-Llanos dos ejemplos de coplas de cuatro versos, uno y otro en bable, y continúa de este modo su interesante descripción:

<< Los estribillos con que se alternan estas coplas, son una especie de retahila que nunca he podido entender; pero siempre tienen sus alusiones á los amores y galanteos, ó á los placeres y ocupaciones de la vida rústica. Los tonos son siempre tiernos y patéticos, y compuestos sobre la tercera menor. Llevan la voz de ordinario tres ó cuatro mozas de las de más gallada voz y figura, colocadas á la frente del corro, y las otras van repitiendo ya la mitad de la copla, ya el estribillo, á cuyo compás giran todas sin interrupción sobre un mismo círculo, pero con lentos, uniformes y bien acordados pasos. Entretanto resuena en torno una dulce armonía que, penetrando por aquellos opacos y silenciosos bosques, no puede oirse sin emoción ni entusiasmo. No constan estas danzas, como nuestros modernos bailes, de fuertes y afectadas contorsiones, propias para expresar unas pasiones violentas y artificiosas, sino de movimientos lentos y ordenados, que indican las tranquilas afecciones de un corazón inocente y sensible. >>

Bien se ve leyendo este pasaje que Jove-Llanos, por excepción singularísima entre los hombres de su siglo, no

era insensible, ni mucho menos, al hechizo de la poesía y de la música populares, como tampoco lo fué á la peculiar belleza de las construcciones religiosas y civiles de la Edad Media. De sus palabras se deduce, además, que entonces como ahora existían en Asturias dos géneros de poesía vulgar, uno lírico, en el dialecto del país, y otro narrativo, en lengua castellana. De la primera pareció cuidarse más que de la segunda: no son raras en su correspondencia con el canónigo González Posada las citas de coplas asturianas, y en la instrucción que formuló como preliminar para un diccionario bable (1), menciona, entre las auto. ridades más dignas de tenerse en cuenta, «los cantares >>usados en las danzas, endechas, esfoyazas y otras juntas >>y diversiones del pueblo de Asturias».

Contemporáneo y amigo de Jove-Llanos fué un estrafalario personaje, entre naturalista y poetastro, traductor de Virgilio y curandero afamado, D. Benito Pérez Valdés, farmacèutico de Oviedo, que solía añadir á sú firma el sobrenombre de El Botánico, con el cual suelen recordarle los pocos que se cuidan de él. Inflamado de ardor patriótico durante la temporada constitucional de 1820 á 1823, compuso con pedestre numen el Romancero de Riego, que años después dió á la estampa en Londres el canónigo D. Miguel, hermano del infortunado caudillo de Las Cabezas de San Juan (2). En este libro, muy curioso á pesar de su exiguo valor poético, no sólo se habla de <la gran danza circular ó prima», sino que se da testimonio de que en nuestro siglo ha servido para acompañar ro

(1)

(2)

Obras de Jove Llanos, II, 207.

El Romancero de Riego, por D. Benito Pérez, llamado «el Botánico de Oviedo, publicado por D. Miguel Riego, canónigo de la Catedral ovetense. En Londres, por Carlos Wood, 1842.

mances políticos de circunstancias. «Yo he presenciado >>(dice Valdés) el 14 de Septiembre de 1819 en Candás, »una danza de más de 500 mozos, con otra dentro de mo»zas, cantando el romance triste de la muerte de Porlier, >>composición (creo) del escribano D. Ramón de Miranda>>hombre nada vulgar». Resulta de esa curiosa noticia que todavía entonces eran distintos los corros de hombres y de mujeres, y que el segundo iba en medio, y como protegido por el primero.

No faltaban, como se ve, algunas indicaciones dispersas sobre cantos y danzas populares de Asturias, pero en el contenido de los romances nadie se había fijado hasta que en 1849, el eminente estadista y literato asturiano D. Pedro José Pidal, por tantos conceptos benemérito de su patria, comunicó á su grande amigo D. Agustíu Durán la curiosa nota inserta como apéndice al discurso preliminar del Romancero general en la colección de Rivadeneyra. Alli aparecieron por primera vez cuatro romances asturianos de los más curiosos, supliendo ingeniosamente Pidal, con gran sentido de la poesía popular, algunos versos que no recordaba en el bello romancillo de Don Bueso, que no había vuelto á oir desde su niñez. Entusiasmado Durán con el hallazgo de estos romances y la noticia de que existían otros muchos, exclamaba: «Sus formas típicas, >>su espíritu sencillo y épico, parecen pertenecer esencial>mente á la poesía primitiva, aunque su lenguaje esté mo>>dernizado. En estos romances se percibe un sabor orien»tal, una sencillez bíblica admirables... Hay en ellos un >>lujo de imaginación, pero sencilla y natural; hay una cul. >>tura inartificiosa y apacible de que carecen los rudos ro»mances viejos históricos... y de que sólo se hallan vesti»gios en algunos de los moriscos primitivos. ¿De dónde >ha venido esta clase de romances puramente hechos en

>>castellano, y de que sólo hay vestigios en Asturias, y en>>tre la gente vulgar, cuando parecen hechos hasta para >>la gente culta?»>

Fácil es descontar de este pasaje la parte de inexactitud y de hipérbole, propia del estado de los estudios cuando Durán escribía, pues lo del colorido oriental es pura imaginación, y los romances moriscos nada tienen de primitivos. Además, los temas de los romances asturianos, que son generalmente novelescos, pertenecen al fondo común de la canción popular en el Mediodía de Europa; y por lo que toca á nuestra Península, no sólo se conocen variantes castellanas de algunos de ellos en otras provincias y hasta en boca de los judíos de Constantinopla y Salónica, sino que casi todos se conservan en portugués, y algunos hasta en catalán. Pero lo que importa es dejar consignado el gran aprecio que tan fino conocedor de la poesía del pueblo como era Durán hizo de estas canciones.

Seis años después de la publicación del gran Romancero de Durán, visitó el Principado de Asturias un arqueólogo artista, cuyo nombre no puedo mencionar sin cariñoso respeto: D. José María Quadrado, español de los más memorables de nuestro siglo en virtud, entendimiento y ciencia. En el curso de su pintoresco viaje, no podía menos de tropezar Quadrado con los rasgos de la poesía popular, y en efecto, describe la danza prima, traslada integro el famoso romance de el galán de esta villa, que sirve de constante acompañamiento á dicha danza, y advierte con mucha verdad que «de la poesía bable no aparece vestigio >>alguno anterior al siglo XVII: los romances antiguos y >>tradicionales que parecen más indígenas del país, como >> desconocidos fuera de sus límites, llevan la marca caste»llana pura, sin el menor resabio de provincialismo. »

Descubierto ya el rico filón de los romances asturianos,

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