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buscado en la riquísima cantera del Fuero, digna de ser explotada por un Thierry, la más alta personificación de las clases nobiliarias. ¿Cuál ha sido nuestro hallazgo? La casa patriarcal euskara.

El sentimiento de la igualdad personal-otro sentimiento individualista-, á sus propias inspiraciones abandonado, entre todas las formas políticas posibles elige, naturalmente, la democracia. De igual manera que en Nabarra brotó del tronco individualista la organizacion feudal, floreció de la misma raíz en las Provincias Baskongadas la organización democrática, sin que esto quiera decir que las Provincias no hayan conocido elementos feudales en su constitución, ni el Reino pirenaico elementos democráticos en la suya.

Puesto que en estos tiempos se habla tanto de democracia sin que los himnos y ditirambos de sus panegiristas oficiales y oficiosos logren ocultar que son, los de ella, gobiernos de decadencia, campo de maniobras para políticos profesionales, y premios de fomento á todas las medianías y corrupciones, deseo detenerme un momento á saludar á la democracia bizkaína, prototipo y modelo de la democracia euskara. Proudhon, en uno de aquellos accesos de sinceridad tremenda que solía padecer, definió á la democracia contemporánea diciendo: la democracia es la envidia.

Tal es, con efecto, toda democracia política que radica en el egoísmo personal, en el afán de nivelar las clases, no procurando subir, sino obligando á bajar á los que están arriba. Pero la democracia bizkaína no fué una democracia política, una conmoción dinámica que destruye un orden de cosas; fué una democracia social, la fórmula estática de una sociedad casi homogénea que toma su asiento natural. No fué fruto de una teoría filosófica, sino expresión de los hechos.

So el roble de Gernika doblaron la cabeza y la rodilla los más soberbios reyes, templándose el centelleo de su corona con los verdes reflejos del follaje. A su sombra bienhechora crecieron, como las hierbas de los prados, las leyes de albedrío, que no de sotileza y rigor de derecho. Resonaron los acuerdos de morir por la Religión y por la Patria, con temple termopiliano guardados, y la cristiana fraternidad realizó el milagro de constituir una aristocracia natural, sin mengua de la igualdad democrática, encomendando el regimiento de la cosa pública á los mejores ciudadanos. Nunca la envidia del pobre, ni la insolencia del poderoso, ni la avaricia del rico, ni la brutalidad del fuerte, ni los cohechos de la ambición, ni la bastardía del interés privado, ni los perjurios de la infidelidad, inficionaron los acuerdos de las Juntas forales; ni la talega de Shylock, vertida por manos tiznadas con mineral de Somorrostro, compró en ignominiosa subasta los cargos de la República. ¡Democracia bizkaína, yo te bendigo! ¡Eres más antigua y por tanto, más ilustre que la democracia helvética! Tu fe se mantuvo pura sin que la corrompiese ningún Calvino. Si á tus valles les falta la deslumbrante reverberación de las nieves alpinas, en cambio oyen la sublime canción sombría del már verdoso y escarchado de espuma. Las cinco bocinas de Oiz, Sollube, Colisa, Ganecogorta y Gorbea contestan á las trompas de Uri, Schwyz y Unterwald. Y si un Schiller comunicó los prestigios de la poesía á la confederación del Rütli, otro poeta no menos insigne, Tirso de Molina, esculpió en versos inmortales la austera libertad de los bizkaínos.

III

Os advertí, señores, al comenzar mi conferencia, que la materia de ella era muy vasta de suyo, y

que sólo me proponía tocar algunos puntos. Algo os he dicho acerca del individualismo euskaro en la historia y el derecho; pero la falta material de espacio me obliga á suprimir mis observaciones acerca de los baskos y el ejercicio de las armas, que no hubieran dejado de ilustrar el asunto con nuevas luces, explicando la aparente antinomia que se observa entre la profunda repugnancia de los euskaldunas á las quintas y cualquier forma de servicio militar colectivo, y el gran número de varones que se distinguieron bajo las banderas de los Reyes de España y Francia. También hubierais visto por qué en las guerras civiles encendidas por esas dos grandes plagas de nuestro país que se llaman el partido liberal y el carlista, á la transformación de las partidas en ejército regular le acompaña la cristalización de los progresos de la lucha, Mientras los guerrilleros combaten, aun es discreto preguntar: ¿cuándo vencerán del todo? Mas apenas comienzan los generales, la pregunta es ya otra: ¿cuándo serán definitivamente vencidos? Así y todo, una sección entera de mi programa "la personalidad euskara en la poesía,,, no pasará de proyecto. Ni yo me propongo cansar vuestra atención, cortés y benévola cual pocas, ni sería perdonable que á la hora en que debo poner punto final á mis palabras, emprenda el desarrollo de un tema que doblaría el tamaño de mi discurso.

Bastará por hoy alguna idea fundamental. Entre todos los géneros de poesía, el que mejor siente y expresa el euskaldún, es el género lírico. Todos sabéis que la poesía lírica es la poesía subjetiva, la poesía del "yo,,, pues aunque el poeta se lance á la descripción del mundo exterior, ó á la narración de sucesos exteriores, lo que realmente manifiesta es la impresión que le causan en el alma. Cuanto menores son las pretensiones literarias del poeta eus

karo, quiero decir, su cultura, mayores son las preferencias que denota por el género lírico. Este hecho se revela con claridad meridiana registrando las poesías que, en forma de canción breve, concurrían á disputar el premio para ellas ofrecido por Mr. d' Abbadie durante tantos años. Los laureados solían ser, casi siempre, hombres de escasísimas letras, y por tanto en más íntima comunión con la conciencia popular euskara.

Estimo que la poesía intitulada Solferinoko itsua, del basko-francés Salaberri, es característica. Es una poesía tierna, sentimental, donde gime la inconsolable tristeza de su autor, que se quedó ciego en la batalla de Solferino. Pensáis que por un instante levanta el poeta el velo de sus sombras para mostrarnos un rinconcito siquiera del épico choque, ó que le sirve de algún consuelo la idea de haber escrito con su sangre una página de la historia de Europa? No hay rastro de orgullo militar, ni vestigios de exaltación patriótica. Si el basko pudo muy bien callar ante la hazaña francesa, pudo en cambio sentir que su sangre no hubiese corrido en defensa ó para la gloria de la Euskal-Erría! Todo lo refirió á sí propio; y ¡con cuánta amargura!

Ene amaren begi samurrak, betiko zaizkit estali,
Maiteñoaren begithartea behin betiko itzali.....
Behin betiko itzali.

(Para siempre se me ocultaron los tiernos ojos de mi madre;-obscurecióse para siempre el rostro de la amada.....,-para siempre se obscureció.) Herriko bestan, gazte lagunak kantuz plazara dohazi, Eta ni beltzik, eche zokhoan, irri egiten ahantzi,

Irri egiten ahantzi!

(En la fiesta del pueblo, los jóvenes compañeros salen cantando á la plaza,-yo, rodeado de negrura, en el rincón de casa, he olvidado á reir-he olvidado á reir.)

Otros poetas cantaron la casa, el rebaño, la libertad del carbonero en su choza, la solemnidad del bosque, las inquietudes de los celos, las dulzuras y los tormentos del amar, las bellezas de la naturaleza, las nostalgias del emigrado..... sentimientos líricos, en suma, ó aspectos del mundo y de la vida contemplados al través de un temperamento lírico.

Señores, el individualismo es el rasgo saliente de la fisonomía moral euskalduna. De él fluyen, como de una fuente, las cualidades y también varios de los defectos de la raza. La Religión corrigió la braveza de ese sentimiento, impidiendo que degenerase en instinto antisocial. Antes de recibir la religión cristiana, los baskones eran hombres ferocísimos y desalmados. Cada eclipse de la influencia católica ha marcado un horrible retroceso en las costumbres. Amemos, sobre todo y contra todo, á la Religión sacrosanta. Ella es la verdad y ella colocó el panal de miel en la boca de ese león que se llama el pueblo euskaro. Por ella somos un pueblo amable y honrado. La impiedad, señores, es maketa. Corrijamos los defectos del carácter individualista: la tendencia al aislamiento y al particularismo, la terquedad vestida de consecuencia, el amor propio vidrioso, el excesivo apego al particular juicio, la envidia, que ignora los goces del aplauso y de la admiración. Pero luchemos por conservar nuestra personalidad, á quien tantas influencias corroen y disuelven. Asomémonos á las orillas del Ebro y contemplemos, nuevos espartanos, el espectáculo de los ilotas ebrios; á eso quieren asimilarnos? Procuremos permanecer euskaldunas, y seguid siendo vosotros, señores, los que marchen á la cabeza de los que lo procuran.

HE DICHO.

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