Imágenes de páginas
PDF
EPUB

las mismas personas que figuraban á la cabeza de la Asociación, dieron las gentes en bautizar con el nombre de euskaros á los partidarios de las nuevas ideas políticas, y en establecer una inconveniente identificación entre éstas y la Asociación, que á la postre había de producir el apartamiento de muchos que se contentaban con que se escribiesen versos, se hiciese música y se premiasen vacas gordas. La lucha comenzó en unas elecciones para diputados forales y provinciales: los fueristas presentaron candidato por el distrito de Pamplona á un dignísimo caballero, hijo de distinguida familia nabarra, que ejercía el cargo, si mal no recuerdo, de Presidente de la Asociación Euskara; pero mirad, señores, de qué leves circunstancias depende el éxito de las causas más grandes y justas: el candidato fuerista, propietario riquísimo que pasaba parte del año en el valle de Baztán, por cuestiones de índole particular y local ocurridas hacía tiempo, y que el comité pamplonés ignoraba, no era simpático á ciertos personajes importantes del valle; determinaron éstos moverle implacable guerra, y para batirle más fácilmente, le opusieron un candidato hijo de Baztán, hombre de clara inteligencia y energía que arboró la bandera liberal. Fueron reñidísimas las elecciones; dependía el triunfo de pocos votos, y una hábil falsificación se los quitó al candidato fuerista. Estas elecciones enconaron mucho los ánimos; se escribieron ásperos comunicados y folletos, y se incoaron varias causas criminales. El vencedor fué nombrado poco después Gobernador de Nabarra por el Ministerio Sagasta, y desde este puesto oficial pudo, mejor aún que antes, dañar al partido euskaro. No obstante, éste consiguió sacar triunfante una candidatura casi completa (excepto cuatro candidatos) en las primeras elecciones municipales que hubo en Pamplona, contra la coalición monár

quico-liberal-republicana que el Gobernador acaudillaba personalmente, y desde entonces la administración municipal de la capital quedó por suya, y aun en elecciones de diputados provinciales obtuvo victorias. Pero en cambio, el personaje baztanés logró separar del fuerismo á la mayor parte del elemento liberal (y uso esta palabra en su sentido impropio de partidario del régimen constitucional y de la legitimidad de la rama isabelina), permaneciendo con los fueristas únicamente los liberales que estaban convencidos de la imposibilidad de servir á dos amos á la vez, y entre el país y los partidos habían optado por el país. De ser otra la persona que los fueristas eligieran por su primer candidato (y cuenta, señores, que ninguna le habría aventajado en patriotismo, honradez, abnegación é inteligencia), hubiera sido elegida sin lucha y acaso nunca, ó á lo sumo más tarde, en época de mayor robustez del partido, se habría verificado esta excisión.

¿Cuáles eran las ideas que el partido fuerista sustentaba? Y al decir partido me valgo de un vocablo cómodo, porque en realidad nunca hubo en Nabarra una agrupación coordinada, con programa inmutable y autoridades supremas que imperasen disciplinariamente sobre los afiliados. El sistema adoptado era el de los comités espontáneos; éstos elegían los candidatos, y su presentación por el periódico órgano del fuerismo les comunicaba la significación que ya ante el público habían de ostentar indefectiblemente. La designación de personas se hacía con espíritu amplio, sin ningún linaje de intransigencia, buscando auxiliares, atrayendo voluntades, sumando elementos que representaran fuerzas vivas, partiendo del supuesto, que siempre resultó exacto, de que darían la nota dominante á los elegidos los que entre éstos compartían totalmente las ideas de los iniciadores: de esta suerte, muchas

personas que eran meros simpatizantes concluyeron por abrazar resueltamente el fuerismo.

El fuerismo consistía en tres ó cuatro ideas fundamentales: unión basko-nabarra, apartamiento de los partidos ultraibéricos, defensa de la ley de 1841 como statu quo provisional, á reserva de denunciarlo por incumplimiento de parte del Gobierno central, apenas la braveza de las corrientes fueristas legitimara la reclamación de más completa autonomía; y mientras tanto, cultivar y favorecer la conservación y desarrollo de todos los rasgos típicos y castizos del pueblo nabarro. Ese ideal de la unión, en cuanto unión de los individuos dice que no de las provincias euskaras, que éste es irrevocable,— ciertamente era un ideal magnánimo, pero tan difícil de conseguir que había en él algo de utópico, acaso. Excelente como procedimiento formativo, no valía tanto para que las fuerzas dinámicas se convirtiesen en estáticas, para que las voluntades se cristalizasen en torno de un núcleo fijo; en cierta manera, consagraba oficialmente el dualismo que se intentaba destruir. Por esta causa, á la segregación de los elementos liberales respondió una nueva posición del fuerismo; reemplazóse al periódico El Arga con el periódico Lau-Buru, cuyo lema era Dios y Fueros; acentuóse la nota católica y la nota autonomista, dando por roto el pacto de 1841; nulo, foralmente hablando, por no haber intervenido en su formación las Cortes de Nabarra, único poder que con el Rey estaba facultado para alterar la Constitución del Reino, y dejóse á la oportunidad de las circunstancias la ocasión de plantear, cerca del Gobierno central, nuestras reivindicaciones. Esta fué la época de mayor pujanza del fuerismo: el partido liberal, reducido á la defensa vacilante y débil de la ley del 41, obra exclusivamente suya, era impotente para luchar contra esta condensación de

las fuerzas tradicionalistas; la parte más sensata é ilustrada del carlismo apoyaba con toda su alma esta política, comprendiendo que cuanto era viable de su antiguo credo lo compendiaba ella; el elemento intransigente, sin organización, sin jefes, agobiado por los desengaños de la guerra, consumíase en estériles lamentaciones.

La resurrección contemporánea del carlismo hạ sido cosa forzada en Nabarra; años hacía que las Provincias Baskongadas tenían Juntas carlistas, periódicos carlistas, Diputaciones y Ayuntamientos carlistas, sin que se propagase el movimiento á Nabarra; el carlismo dormía á la sombra de un manzanillero que hubiese concluído por matarle. Preocupaba hondamente esta atonía á D. Carlos y sus principales consejeros, y quisieron remediarla creando lo que nunca había existido en Nabarra, un periódico carlista. Fué aquel, señores, un momento de desgarradora angustia. Supuestos los antecedentes políticos de Nabarra, era de temer que rompiese el carlismo como una inundación que todo lo avasalla y enseñorea; creímos que era inútil la lucha, que nuestra obra, por no haber podido evitar la reconstrucción de todos los antiguos partidos, había fracasado; juzgamos que nuestra presencia en el campo político aumentaría la cohesión de nuestros enemigos, y resolvimos concretarnos á la propaganda pacífica y literaria de la Asociación Euskara, suprimiendo el Lau-Buru y dejando el resto en las manos de Dios. Y la adorable Providencia, señores, que saca bien de los males y que tras el árido invierno trae la lozana primavera; la Providencia, señores, indicando, acaso, que le son gratos nuestros designios, permitió que el periódico creado para resucitar al carlismo nabarro fuese la espada que dilacerase las entrañas del carlismo español, é hizo que los hombres más separados de

nosotros entonces sean ahora los que levantan sus tiendas á la vera de nuestros campamentos. Que en el caos de ideas, hervidero de pasiones y choque de intereses, una sola idea resplandece pura, inmaculada y serena, estrella polar de nuestros tempestuosos horizontes: ¡la bandera impecable del regionalismo!

Hoy, señores, el fuerismo constituye en Nabarra un núcleo compacto, fogueado en cien combates, que mira con esperanza al porvenir; más importante por la calidad é influencia personal de sus adeptos que por su número. Sus ideas son las del Lau-Buru: Dios y Fueros, la tesis católica y la afirmación foral. Marcha al asalto del Estado moderno, omnipotente y centralizador, monstruo abortado por el racionalismo, apoyándose en la Religión, en el derecho y la justicia. Ningún movimiento puede prosperar en Nabarra si no circula por su tronco la savia católica: Dios es, señores, el personaje más importante de la Euskal-Erría, y renunciaríamos cobardemente á la más augusta y fecunda de nuestras tradiciones, si renegásemos de Cristo y como Judas lo vendiéramos por treinta dineros. El fuerismo ha encontrado en la doctrina regionalista la fórmula que lo despoja de cierto exclusivismo local, que justamente se le echaba en rostro y que constituía el mayor peligro de que fallasen sus esfuerzos. No estamos solos en España, y forzosamente han de entenderse y aliarse los que piensan y sienten de análoga manera. Digo que el fuerismo nabarro mira. con esperanza á lo porvenir. ¿Y cómo no, si ya parece alborear el nuevo día? El partido liberal monárquico es un nombre nada más, flor de invernadero que se aja y muere en cuanto sale de la estufa oficial; el republicanismo no hace adeptos fuera de ciertas clases sociales de Pamplona; el carlismo excindióse irrevocablemente; pero aun todos estos

« AnteriorContinuar »