Imágenes de páginas
PDF
EPUB

dinastía alfonsina, tan indiscreta y exageradamente ponderado amenudo, aconsejaban favorecer esa evolución, el Gobierno ningún caso hizo de dichas aspiraciones, y aunque se muestra dispuesto á satisfacer, en parte, la de la santificación de las fiestas, acaso más le movieron á ello las conexiones que el punto presenta con la cuestión social, que no el celo religioso.

Nuestra vida política, señores, es la de la hipótesis legal. No hay que hacerse ilusiones; la hipótesis legal, á la corta ó á la larga, traerá la hipótesis social: para esto, precisamente, la ha inventado la incansable y astuta revolución. Existen en España ciudades, distritos y aun me atreveré á decir regiones donde esta hipótesis tiene trazas de hecho consumado, aunque aparezca como diluído y disuelto en la gran copia de elementos sanos é incorruptos. Que si España, considerada en conjunto, pertenece á la tesis católica, miembros degenerados y corrompidos de ella se hundieron en el abismo del error y del mal. No hace muchos días aún que el ilustre orador católico Sr. Nocedal decía en el Congreso: "Más fácil hubiera sido al principio la defensa; quizá pronto, si esto sigue, será tarde. Pero hoy todavía hay elementos y fuerzas, si se sentaran ahí (en el banco azul), no ya católicos fervientes, sino verdaderos hombres de Estado para contener los últimos extremos de la revolución y restaurar lo perdido., Meditad seriamente estas palabras y persuadíos de que las cosas indefectiblemente han de traer, de seguir así, este camino: primero, la tolerancia del error; luego, su equiparación á la verdad, y finalmente, el señorío del error que, apoderado del Gobierno y subido á los Tribunales, pondrá grillos y mordazas á la verdad.

Nabarra será de los últimos pueblos que se rindan. Aquí, á Dios gracias, el Catolicismo es el con

tinente de toda vida, individual, familiar y social. Cristo reina sobre el hogar y sobre la plaza pública. Observad cómo las opiniones más extremas, trasplantadas en Nabarra se suavizan, pierden sus ángulos salientes y sus punzantes espinas: esta bendita tierra únicamente tolera, por ahora, cultivos atenuados de la revolución. El inficionamiento total, si se efectúa, será tardío; el peligro, con todo, existe, y ciego el que no lo ve.

Un solo remedio se descubre. Es preciso luchar sin desfallecimiento por conservar cuanto constituye nuestra fisonomía nabarra, original y castiza: las costumbres heredadas, las leyes reguladoras de nuestra patriarcal familia, los restos de nuestra autonomía administrativa que nos sustrae al influjo directo del Estado moderno, á la influencia enervante de los Gobiernos que en otras partes han logrado que capitulen y sucumban muchas conciencias con las sugestiones del interés. Pero esto es poco, señores, con ser mucho; es preciso emprender con toda la terquedad, la constancia y el valor de nuestra invicta raza, la reivindicación de las antiguas libertades y lograr que, después de este funesto paréntesis, se abran de nuevo las puertas de la Preciosa para dar paso franco á los legisladores nabarros. Los catalanes congregados en la inmortal Manresa, han inscrito, poco hace, en la bandera de sus aspiraciones, la reunión de Cortes catalanas; deseo de reconstitución administrativa y política "quals primers vagits-según palabras del esclarecido propagandista de Sabadell-acaban de dexarse oir al general alegria desde la vehina ciutat de Manresa, que ora com en temps de la Reconquesta está destinada á esser tal volta nostra Covadonga,, Puesto que la Revolución triunfó extirpando las instituciones regionales, venzámosla, á nuestra vez, instaurándolas, que es viejo y certísimo adagio el

ད.

de tomar del enemigo el consejo. Y si algún día la hipótesis social se apodera de España, únicamente podrán librarnos de ella las Cortes de Nabarra, de cuyas manos, amén de otros beneficios de menos cuenta, recibiremos la legislación católica que nuestra conciencia reclama.

Mi insigne amigo D. Fidel de Sagarmínaga, maestro de los buenos fueristas, en un patriótico libro dijo: "El país basko-nabarro no puede renunciar á su autonomía. Es de suma importancia que esta afirmación quede grabada en el ánimo de todo el mundo. El país basko-nabarro no es partidario de ningún sistema político que al restablecimiento de su autonomía no conduzca.,, Pero la autonomía, si ha de ser real y completa, requiere que el país basko-nabarro recupere su poder legislativo propio. Persigamos, sin tregua, la restauración foral, que representa un derecho que nadie, legítimamente, nos puede detentar, y hagamos de ella el instrumento de la restauración católica.

¡Qué hermosa bandera, señores! Todos caben debajo de sus anchos pliegues, como sean verdaderos católicos y fueristas, y no miren demasiado al nombre que llevan, sino al fin que se proponen. Esta política, practicada con prudencia y firmeza, hará que lo porvenir de Nabarra corresponda á su pasado, ya que lo presente es tan mezquino y miserable. Animada por su virtud, tornaríamos á ver á nuestra patria, á semejanza del glorioso Arcángel del Aralar, con la centelleante espada en la diestra y el Mal encadenado, mordiendo el polvo, bajo sus plantas.

Perdonadme, señores, lo mucho que he abusado de vuestra cariñosa atención; os lo agradezco profundísimamente. Al separarnos, condensemos en un grito las aspiraciones que nos son comunes: ¡Nabarra por nuestro Señor Jesucristo! ¡Nabarra por su cristiana libertad!-HE DICHO.

DISCURSO

EN EL

CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
el día 24 de Mayo de 1893

OSTUMBRE parlamentaria es, señores diputados, que en el debate del Mensaje hagan oir su voz todas las opiniones representadas en la Cámara. En parte por respeto á esta costumbre, me decido á molestar vuestra atención tan pronto, cuando apenas acabo de tomar asiento en estos escaños. Y es, por otra parte, evidente, que ni hay notoriedad en mi persona, ni dotes singulares en mi oratoria que excusen ó atenúen este apresuramiento de dirigir mi palabra á una Cámara donde hombres de verdadera importancia política y oradores de regia elocuencia están reunidos y congregados.

Novicio en las lides parlamentarias, desprovisto de las cualidades que la tribuna española, una de las más insignes del mundo, exige, he de luchar con los obstáculos que se deriven de mi insignificancia personal, sumados á los que de suyo excite la profesión de unas ideas que, por desgracia, no obtienen vuestra simpatía. De buen grado, señores, sellaría mis labios ahora mismo, si la circunstancia de ser

actualmente el único representante de las ideas puramente católicas y forales, sin mezcla alguna de política de partido, no me impeliese á abrirlos, y si la esperanza en vuestra cortés benevolencia no me alentara..... ¡Esa benevolencia que, según recordó en ocasión parecida mi ilustre amigo el Sr. Nocedal, deben los fuertes á los débiles, y yo, dejando á un lado todo artificio retórico, vivamente reclamo de vosotros!

Aprovecho gustosísimo la ocasión con que me brinda este amplio y tolerante debate, la cual me permite ratificar ante el Parlamento la profesión de las ideas que ostenté delante del cuerpo electoral de Nabarra, y no son otras que las de procurar con ahínco, dentro de la legalidad establecida ó que en adelante se estableciere, el mayor esplendor de la Iglesia y la restauración de las tradiciones políticas que tan grande hicieron á España.

Estas ideas naturalmente me colocan enfrente del Gobierno que ocupa ese banco, como me hubieran puesto enfrente de los que le precedieron, ya que la característica de todos ellos es dirigir el rumbo de los negocios públicos con orientación á la izquierda, transigiendo de continuo con las aspiraciones insaciables de la revolución, saturando todas las leyes de liberalismo más y más radical, y apartándose en la misma medida de las aspiraciones de esas muchedumbres que rezan y pagan, como si no representasen fuerzas vivas dentro de la sociedad, y fuera lícito y aun prudente, y sobre todo digno de hombres de Estado juiciosos, desatenderlas de continuo, abusando de su longanimidad.

Por todas partes nos agobia el testimonio de la escasa influencia que ejerce en la vida política del Estado el católico pueblo español. Bien lo demuestra la situación de la Iglesia en España, la cual no corresponde de cierto al acendrado catolicismo de

« AnteriorContinuar »