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hasta catorce leguas del dicho pueblo, los cuales fueron á ver, y hallaron que estaban detras de una sierra que llamaron Sierra Morena, que se cria y coje en unas lagunas que tienen de box, más de cinco leguas, que son, al parescer de este declarante, las mejores que hasta hoy á visto; y habiéndose proveydo de lo que obieron menester, truxeron á Su Excelencia la cantidad de sal que ha visto, y está satisfecho de la bondad délla; y junto á las dichas salinas vieron otros muchos pueblos, y estubieron en éllos, los cuales tenian la traza que los demás y de mucha gente, que andan vestidos y viven en pulicia como los demás; y en estos pueblos, tubieron nueva de que adelante de donde ellos estaban, habia otros tres pueblos, que por señas dieron á entender, estar cerca de las dichas salinas, y ser muy grandes y de buenos edificios; y no pasaron á éllos, por no desviarse tanto de donde primero habian salido; y de allí se volvieron al dicho pueblo de Puaray, donde habian dejado los religiosos, caballos, y demás cosas que tenian; y del dicho pueblo, acordaron volverse por la misma derrota que habian llevado, dejando á los dichos religiosos en el dicho pueblo con los indios de servicios que habian llevado, como en efeto, quedaron, y entre éllos un mestizo que se llama Joan Bautista; y este declarante y los demás soldados y compañeros, con su caudillo, llamado Francisco Sanchez Chamuscado, salieron de toda esta tierra hasta volver á Santa Bárbola, de donde habia salido con comision de Su Excelencia; y viniendo este declarante y Pedro de Bustamante, con el dicho caudillo, de Santa Bárbola, á esta banda, para dar noticia á Su Excelencia de lo que habian visto y descubierto, murió el dicho caudillo; y que en el discurso del viage; allaron y

descubrieron en algunos pueblos, cinco descubrimientos de minas, que parecieron buenas y de mucha ley, y por no llevar herramientas ni otros recaudos, no se ensayaron; y así mismo les dieron aviso de otras muchas minas que decian ser ricas y de mucha plata, y que al tiempo que se querian volver, intentaron por bien y por dadibas que ofrecieron, de traer algunos indios de aquellas naciones que habian visto, y no pudieron á caballo con los indios, ni osaron hacerles fuerza por no enojarles; y que todo lo que andubieron, desde esta ciudad de México, allá, le paresce á este declarante, que habrá hasta cuatrocientas leguas, antes más que ménos, de tierra llana, que se puede caminar á pié y acaballo, y con recual y dispusicion para poder ir carros. Y que esta es la verdad para el juramento que tiene fecho, y en éllo se afirmó y ratificó, y lo firmó de su nombre, y dijo ser de veinte y cinco años, poco más ó ménos; y que este declarante tiene hecho un libro, escripto de su mano, donde hace relacion de todo este viaje que ha hecho; el cual tiene entregado á Su Excelencia: que todo lo en él, contenido, es verdad; porque lo fué escribiendo como lo iba viendo y pasando por éllo.-Hernan Gallegos.-Ante mí; Juan de Cuevas.

Despues de lo susodicho, en la dicha ciudad de México á veinte días del mes de Otubre de mil é quinientos é ochenta é dos años, el dicho Señor Visorey, dijo: que por cuanto era informado que los indios que se descubrieron en la dicha tierra nueva, mataron á los religiosos que con ellos habian quedado para los doctrinar é industriar en las cosas de la Santa Fee Católica; para que de todo tenga noticia Su Magestad, mandó se reciba sobre éllo nueva informacion, y para éllo se tomó y reci

bió juramento en forma de derecho, de Hernando Barrado, español, que dicen haber ido á la tierra nueva con los demás soldados que fueron á ella, el cual lo hizo por Dios Nuestro Señor y por Santa María su madre, y á una señal de cruz en que puso su mano derecha, so cargo del cual prometió de decir verdad; y siendo preguntado por el tenor de lo susodicho, dixo: que lo que del caso sabe, es, que este declarante es uno de los ocho soldados que entraron la tierra adentro con el caudillo Francisco Sanchez Chamuscado en compañía de Fray Agustin Rodriguez de la órden de San Francisco y otros dos religiosos, y llegaron á ver todas las poblaciones de indios que se refieren en las declaraciones de los dos soldados, sus compañeros, que le ha sido mostrado, y sabe, que lo que acerca de ello dijeron é declararon, que es verdad y pasó así, porque se halló á todo ello presente; y que al tiempo que este declarante entró la tierra adentro, llevo en su servicio, un indio de nacion concho, de la comarca de Santa Bárbola, del nuevo Reino de Vizcaya, que se llamaba Gerónimo; y cuando acordaron con el dicho caudillo y demás compañeros de volverse á esta Nueva España para dar razon de lo que habian visto y descubierto, el dicho indio con otros dos, llamados Francisco y Andrés y un mestizo, y otros indesuelos muchachos, se quedaron de su voluntad con los dichos religiosos en la poblacion que llaman Puaray; y despues de haber vuelto á Santa Bárbola del dicho Nuevo Reino de Galicia, estando este declarante en el convento del dicho pueblo, podrá haber tres meses, poco más ó ménos, que vió en él, al dicho Francisco, uno de los indios que se habian quedado con los dichos religiosos, y maravillándose déllo, le habló y preguntó, cómo estaba allí y se ha

bia vuelto de la tierra nueva donde le habia dejado; el cual le dijo, que los indios de aquella tierra de Puaray, habian muerto á Fray Francisco Lopez, Guardian, y lo habia visto enterrar; y dando la nueva déllo á Fray Agustin, su compañero, se alborotaron, y sin aguardar á ver otro subseso, él y los otros dos indios, Andrés y Gerónimo, se vinieron á salir por la tierra de concho, haciendo sus rodeos, casi por el mismo camino que habian ido, y que cuando salieron, oyeron muchas voces y alboroto en el pueblo por donde creia que habian muerto á los demás religiosos é indios muchachos, que se quedaron, que no pudieron venir con éllos; y que el uno de sus compañeros, llamado Andrés, lo habian muerto ciertos indios en una poblacion que toparon entre los de la nacion concho y los Tatarabueyes; y que solo habia escapado con él, el indio Gerónimo que habia sido criado deste declarante; y despues viniendo este declarante por las minas de los Zacatecas, topó con el dicho indio Gerónimo, que lo traian á esta ciudad, los demás soldados compañeros de este declarante, y habló con él, y supo lo mesmo que le habia dicho el otro indio Francisco; y desde las dichas minas se vinieron todos juntos á esta ciudad de México; y el dicho indio, vió Su Excelencia y habló con él, y que de pocos dias á esta parte ha desaparecido; que no lo ha visto más, y que tiene entendido que se ha vuelto á su tierra. Y que esta es la verdad para el juramento que tiene fecho; en lo cual se afirmó y ratificó, y lo firmó de su nombre: dijo ser de edad de más de cinquenta años.— Hernando Barrado.-Ante ; Juan de Cueva.-Sacado é corregido con el original que queda en mi poder.— Joan de Cueva. Hay una rúbrica.

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S. C. R., M.-Por Noviembre del año pasado, de Томо ХѴ.

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ochenta, vino á mí, un Frayle que se decia Fray Agustin Rodriguez de la orden de San Francisco, y me dijo que queria entrar á predicar el Santo Evangelio, adelante de las minas de Santa Bárbola, qués en la Nueva Vizcaya; y viendo su buen zelo, y que se tenia noticia que por el rio de las Conchas habia gente donde se podia conseguir este buen intento, le di licencia para que lo hiciese, llevando consigo otros religiosos y hasta veinte hombres de los que voluntariamente quisiesen ir con él, para que los amparasen, y yciesen compañia, y llevasen algunas cosas de rescate; y no di licencia para que pudiese ir mas número de gente, respeto de tener Vuestra Magestad por instruciones, mandado, que no se hagan entradas ni nuevos descubrimientos sino fuere con espresa licencia de V. M; y que alque déllos, el Frayle señalase, fuese por caudillo, á quien los otros obedeciesen, por que no isiesen desorden, los cuales entraron con hasta ocho hombres que con éllos quisieron ir; y paresce que fueron descubriendo algunos pueblos de buena tierra, fértil y de mantenimientos, y la gente de mas buen trage y parecer que la del dicho rio de las Conchas; en uno de los cuales, le paresció al Fray Agustin Rodriguez, quedarse con otro compañero; y que los ocho hombres viniesen á dar relacion de lo que hasta allí se habia visto y descubierto, á los cuales hize tomar sus dichos, y los envió aquí, autorizados, para que V..M. los véa; y habiéndose hayado aquí, á esta sazon, Rodrigo del Rio de Losa, Teniente de Capitan General en la provincia de la Nueva Galicia, hombre plático y de mucha esperiencia de entradas, porque se halló en la Florida con Don Tristan de Arellano y en la Nueva Vizcaya con Francisco de Ibarra, comuniqué con el lo que parescia

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