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fuese tan grave, pues resulta que, á pesar de nuestras cualidades negativas, fuimos un poder inmenso desde el momento que llegamos al Perú (1816) hasta que lo dejamos (1824), y que Canterac, al que tanto y tan justamente elogia, fué un maniquí en nuestras manos, pues era impotente para contrarrestar nuestras maldades. Porque se ha podido ser pezuelista, admirador de Canterac, partidario de Olañeta, hasta insurgente; pero lo difícil, casi inconcebible, es ser todas estas cosas á la vez, habiendo servido en el Ejército Real del Perú hasta el final desenlace de aquella heroica lucha, encontrando en todos, los independientes inclusive, poco ó mucho que elogiar, y que sólo nosotros seamos la excepción, pues nos considera causa de todos los males que allí han ocurrido. Pero ¿tienen el menor fundamento estos cargos, ó, como creemos, son falsos y calumniosos?

Inútil parece entrar en su refutación después de lo que llevamos publicado sobre esa época, y cuando, concretándonos á la traición de Olañeta, ningún motivo podrá justificar ésta, aunque fuese verdad todo lo que dice Gascón; pero puesto que ha creído deber escribir lo que ha escrito, terciar en el debate, siquiera sea desde ultratumba, haciéndose eco, pero recalcando, de lo que otros han expuesto, habremos de contestarle, aunque á la ligera por no repetir lo dicho, en consideración á que fué un Oficial del Ejército español en el Perú y aquí llegó á la elevada jerarquía de Mariscal de Campo (General de División).

Tratando de inquirir, aunque no lo logramos, cuál puede ha ber sido el motivo de su saña hacia nosotros y Camba, habremos de empezar por desechar que sea por cariño à la memoria de Canterac, por más que los comentarios rebosen de este sentimiento, pues no lo nombra sino acompañado de los calificativos más favorables; pero, por un lado, nosotros nunca hemos atacado á Canterac ni vivo ni muerto, antes bien hemos sostenido. la más cordial amistad, como tenemos probado y se ve nuevamente en varios documentos que aparecen en este tomo; y, por otro, Gascón no ha debido estar al lado de aquél sino desde fines de 1820 á igual época de 1824; después aquél se vino á España y éste se quedó en el Perú hasta últimos de 1833; por lo cual, todo lo más que han podido volverse á tratar, renovar sus antiguas relaciones, ha sido hasta 18 de Enero de 1835, en que Canterac fué asesinado, transcurriendo luego otros once ó más años hasta la publicación del libro de Camba, en cuyas hojas hace los comentarios.

En estas condiciones, no es probable se conservase una afec

ción tan viva por aquel General que le haga acusarnos con la destemplanza y pasión con que lo hace, por lo que habrá que buscar en otros motivos la explicación de su proceder, y tal vez se halle en el medio en que se desarrolló su carrera en el Perú y á su regreso á la Península.

Subteniente del regimiento de Zaragoza en 1816, se embarcó para el Perú en la expedición que llamamos de Cantabria, que salió de Cádiz en Mayo de 1818, y en ese Cuerpo, que mandaba Ceballos Escalera, y luego en el de Arequipa, á cargo de Rodil, ambos del Ejército de Lima en la época de Pezuela, continuó hasta Diciembre de 1820, que, siendo ya Teniente, pasó al Estado Mayor, poniéndose entonces en contacto con Canterac, que ya se encontraba allí, ascendiendo á Capitán en 1821 y á Comandante en 1823 (1).

Fué en este ambiente de Lima donde debió recibir las primeras impresiones contra la Serna, ó, mejor dicho, contra nosotros, pues en sus comentarios se hace eco de todas las censuras que nos han dirigido desde que fuimos al Alto Perú (1816); supone éramos una influencia decisiva y preponderante con la Serna (2); da como un hecho que existieron desde entonces rivalidades entre Canterac y Valdés (3), y al lado de grandes elogios á Pezuela (4), anatematiza fuertemente su deposición (5), pero cuidando de omitir la menor alusión á que la firma de su ídolo Canterac es la primera que figura en el oficio de intimación que se dirigió al Virrey (6), y que era el Jefe de las fuerzas acampadas aquel día en Aznapuquio. Era, pues, en este momento un ferviente pezuelista, con grandes indulgencias para la Mar (7), como luego las ha de tener con Olañeta.

Dejó Pezuela de ser Virrey (29 de Enero de 1821) y Gascón siguió con Canterac, de cuyo Estado Mayor no hubo de separarse hasta la pérdida del Perú (9 Diciembre 1824), y tal cual se le puede juzgar después de tantos años debía formar parte de esa clase de Oficiales, por fortuna poco numerosa, que so pretexto del bien público, todo lo encuentran mal, y que no es sino la expresión de su carácter murmurador y envidioso, según se

(1) Documento número 1. Hoja de servicios.

(2) Documento número 1. Comentarios 32, 35, 38 y 75.

(3) Documento número 1. Comentarios 6, 58, 60 y otros.

(4) Documento número 1. Comentarios 7, 8, 10, 11, 13, 61, 109, 115, 127, 130

y 131.

(5) Documento número 1. Comentarios 1, 61 Y 77.

(6) Tomo II nuestro, págs. 310 y 312, Manifiesto de Pezuela.

Documento número 1. Comentarios 136, 164 Ꭹ 165.

desprende de los comentarios que publicamos, que no son sino el eco de esas pequeñeces.

Después de Ayacucho fué Gascón enviado al Callao por Canterac para notificar á Rodil la capitulación hecha por consecuencia de aquel desgraciado suceso; pero no fué admitido en la fortaleza (1), y debió establecerse en Lima, pues según su hoja de servicios (2), sus compromisos políticos desde 1814 no le ofrecían garantías para regresar á España, motivo que nos parece poco probable, pues ese año sólo tenía diez y seis de edad y veinte cuando se embarcó para el Perú en la expedición de Cantabria; no siendo tampoco creíble que en el tiempo que sirvió en el Ejército de Lima, ó sea hasta la caída de Pezuela, hiciese nada que pudiere comprometerlo en sentido constitucional; así que nos parece más natural explicación, de no haber regresado á la Península, el de no convenirle por estar casado desde 1821 con una Sra. Bernedo y la Santa, hija del Coronel Bernedo, del antiguo Ejército de Pezuela, que mandaba el regimiento del Cuzco en 1814; que años antes había servido en Panamá, y uno de cuyos hijos, Oficial del Ejército español, formaba parte de la guarnición que había con Rodil en su heroica defensa del Callao.

Permaneció en el Perú hasta el decreto de amnistía dado por Doña María Cristina de Borbón en 15 de Octubre de 1832, siendo probable que los ocho ó más años que allí residió ejerciesen gran influencia en el desarrollo de sus ideas, pues era una atmósfera que por unas ú otras causas nos era hostil: la independiente, porque habíamos retardado su triunfo, y los vencidos, porque lo fuimos, y tal vez hasta fuese un medio de congraciarse con aquella sociedad, y de ello una manifestación, los elogios y atenuaciones que hace de la conducta de la Mar, que antes hemos citado, y lo que decimos en otro lugar respecto á cierta coinci

que

(1) En el comentario número 586 lo dice terminantemente Gascón: es por error material lo contrario que expresamos en la nota (1) de la página 6, debe tenerse por no puesta. En unas notas del General Alvarez, y probablemente del año 1830, se dice lo siguiente: «5. El aviso que el General Carratalá dirigió al Gobernador Rodil, del castillo del Callao, para que obrase según le pareciera, sin atender à la capitulación de Ayacucho, le dió en pliego cerrado al Capitán de un buque norteamericano en el puerto de Quilca, que se le brindó para todo servicio. Fué entregado en Chorrillos a otro de guerra de su nación, que lo presentó á Bolívar, el que, impuesto de su contenido, mandó en posta desde Lima á uno de sus edecanes à Quilca, con la orden expresa de fusilar al General Carratalá al momento: pero éste tenia la fortuna de hallarse ya navegando para Europa como seis dias antes.» El proceder del Capitán yankee y de Bolivar fué poco noble. - T.

(2) Documento número 1, pág. 6.

dencia de palabras que creemos están tomadas del Diccionario de Mendiburu (1).

En Septiembre de 1833 llegó Gascón á España; en Octubre del mismo era declarado excedente, y hasta Febrero de 1835 no aparece fuese colocado; y aun cuando no conocemos las disposiciones del Decreto de amnistía, pues la hoja de servicios sólo deja ver que le fué de abono el tiempo de su emigración, no es aventurado suponer que debió llamar á todas las puertas de sus antiguas relaciones en el Ejército del Perú, para que su clasificación fuese lo mejor posible y le resarciera de los perjuicios que hubiese podido ocasionarle su larga, aunque voluntaria ausencia.

Pezuela había muerto en 1830; pero quedaban Cevallos, Ramirez (Juan), los emigrados del Perú y los Oficiales que habían sido de Olañeta, y esta atmósfera ha debido de avivar alguna de sus ideas antiguas, tomar acaso por su guía la obra de Torrente, al que tanto elogia (2), sobre todo si con ello coincidió, que lo poco que después vivió Canterac (18 Enero 1835) fuese causa que no le pudiese proteger y que los otros Generales de aquella procedencia no le sirviesen, al menos con la eficacia de sus deseos.

Y de que algo hubo de esto hay pruebas irrecusables.

En 20 de Febrero de 1835, el Capitán General de Valencia, que era Valdés, nombraba á Gascón Secretario del Comandante general de Albacete; lo que ya no sabemos es si cuando en esos días fué aquél Ministro de la Guerra (17 Febrero 1835 á 8 Abril del mismo año que salió para el Ejército) habría alguna aspiración de éste que aquél no satisficiese.

En Septiembre de 1836, Rodil le hacía nombrar á sus órdenes en el Ejército que mandaba, y lo destinó al Estado Mayor del Cuartel general, dándole al mes siguiente el grado de Coronel; pero después debió de haber entre ellos algún rozamiento, pues en 1844, al escribir Gascón á su amigo para que le concediesen el cuartel que le correspondía, añadía: y del que carezco por la saña venenosa del menguado siempre General Rodil.

En 1839 le vemos sucesivamente de Oficial del Ministerio de la Guerra, Coronel y Brigadier, en Enero, Abril y Junio respectiva

(1) Documento número 1. Comentario 130, nota (3). En el momento de corregir estas cuartillas llega á nuestras manos la obra de Mendiburu, el cual, efectivamente, nos es muy desfavorable, y coincidiendo en muchos puntos con Gascón; pero éste no puede haber tomado sus ideas de aquél, pues al menos la edición que nos han facilitado es del año 1874 en adelante. ¿Es que hay algún trabajo anterior, base de estas y otras opiniones, pues vemos que el mismo Bulnes, en la Historia de la expedición libertadora (1887), ha aceptado en cierto modo la idea de aquél de nuestro liberalismo y ambición? — T.

(2) Documento número 1. Comentarios 380 y 382.

mente, siendo Ministro de la Guerra Alaix, que era de los del Perú y del Callao (1).

Resulta, pues, que Gascón procuró que le ayudasen sus antiguos Jefes y amigos del Ejército del Perú, por lo que es posible que Valdés y Camba, objeto de sus antipatías, hayan caído de su gracia si su espíritu venía ya preparado para ello y no le pudieron complacer, pues tenemos el ejemplo de que á Rodil, á quien indudablemente debía mucho, le trata bastante mal, si no precisamente en estas notas, pues en ellas se limita á no ponerle frases encomiásticas sino una sola vez, sí en la carta que antes hemos citado y que de aquéllos hace referencia, sin necesidad, al primero por su mando en el Norte en 1835 (2), y al segundo sobre los honores y ventajas que obtuvo en esa misma época, á pesar de no haber tomado parte activa en la lucha (3).

¿Qué pasa luego á Gascón, que Brigadier desde mediados de 1839, no asciende á Mariscal de Campo hasta 1867, es decir, veintiocho años después, y aun eso como un acto de consideración á su antigüedad, pues se le otorga con fecha 10 de Octubre, es decir, el día del cumpleaños de la entonces Reina Doña Isabel II?

¿Cómo en una época tan agitada, con los ayacuchos en el poder durante la Regencia de Espartero ó el gobierno de éste en el bienio; con Tirios ó Troyanos, se queda estancado, no sigue adelante, cuando era un hombre joven, pues en 1839 sólo tenía cuarenta y un años?

No lo sabemos; pero las nostalgias de este hecho pueden acaso haber influído en su modo de ser, y las notas redactadas bajo estos diferentes puntos de vista haber salido con la acritud. que para nosotros tienen (4).

III. Rivalidades. Canterac, Valdés, Loriga.-Dejando este tema, siempre desagradable, pasemos á ocuparnos algo de los Comentarios, pues nos hemos impuesto esa tarea.

Sobre rivalidades y envidias entre Canterac y Valdés son innumerables las veces que Gascón supone que éstas fueron el móvil de nuestras acciones; pero sobre ello bastante hemos dicho en

(1) Fué Ministro de la Guerra en 16 Enero 1838 á 30 Octubre 1839. (2) Documento número 1. Comentarios 186 y 303.

(3) Documento número 1. Comentarios 257, 311 Y 601.

(4) En 1867 lo conocimos en Segovia: creia que le podíamos servir, cuando la persona por quien se interesaba se bastaba á si misma, y suponemos ahora que seria por aquello por lo que siempre que nos veía había de repetir: «Cómo me recuerda usted a mi querido esforzado, valiente, etc., General, su padre.»-T.

b

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