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embargo de no tener cuadrícula, con las buenas de nuestros tiempos; (1) como descubridor de América, en fin, se le señalan por precursores los Normandos, que desde el siglo XI sentaron su planta en aquel continente. Hé aquí, pues, cuatro grupos de precursores.

Mas de estos cuatro grupos de precursores tenemos que eliminar dos: el uno, por no ser, en verdad, tales precursores; el otro, por carecer de datos para apreciar, en este respecto, el mérito de Colón. El primero es el de los Normandos, quienes, si es cierto que desde principios del siglo XI arribaron á la América del Norte desembarcando y estable.

(I) Estos portulanos, como se los llamaba, mapas costeros del Mediterráneo, empezaron á construirse desde principios del siglo XIII, de la cual época se crée que data el del mar Negro que se conserva en la biblioteca de San Marcos de Venecia. Pero el primero fechado es el atlas náutico que dibujó el genovés Pedro Visconti en 1318 y guarda la biblioteca imperial de Viena. Desde esta fecha, sucédense estos mapas en gran número durante los siglos XIV y XV. Los más notables son: el gran mapa de los hermanos Pizzigani, de 1367; el atlas catalán que se conserva en la biblioteca imperial de París, de 1375; el mapa veneciano de la biblioteca Walkenaer, de 1384 á 1400; el atlas de An drea Bianco, de 1436; el mapa mallorquín de Valseca, de 14391 los mapas de los hermanos Benincasa de Ancona, de 1461 á 1480, y el mapa de Freducio de Ancona, de 1497. Apoyados no más que en la rosa de los vientos, estos portulanos ofrecen, sin ema bargo, notable exactitud en los contornos y distancias y fidelidad verdaderamente admirable en las formas generales. Como docu mentos históricos, tienen el mérito de ofrecernos los progresos de las exploraciones de los Portugueses en la costa africana antes de Vasco de Gama.

ciéndose en Terra Nova, «Helluland; » Nueva Escocia, «Maryland; » costas nor-este de los EstadosUnidos, << Vinland,» y descendieron por el Sur hasta Nueva York (1), no lo es menos que todas sus tentativas de colonización fracasaron, y desde mediados del siglo XIV, destruídos sus establecimientos así en América como en Groenlandia, los nombres de aquellas tierras se hundieron para los europeos en el más profundo olvido, sin que llegase á Colón ni á ninguno de sus contemporáneos la más leve reminiscencia de ellos. Los Normandos, pues, no fueron precursores de Colón.

El otro grupo de precursores que debemos eliminar es el de los cartógrafos, y no porque no tenga importancia lo que hiciera Colón en este respecto, sino porque, hasta la hora presente, no ha llegado á nosotros ninguna de sus obras. No era, en verdad, cosa fácil dibujar cartas marinas y planisferios; exigíase para ello un grado poco común de saber y de experiencia náutica; y que los

(1) Acerca de la emigración de los normandos al Oeste y su establecimiento en América, pueden verse: Mr. Graah, Vuderióg Reise.-A. de Humboldt, Cristóbal Colon y el descubrimiento de América. t. I, cap. XIII. Tr. Esp., Madrid, 1892.-E. N. Horsford, Discovery of America by northmen. Adress at the unverling of the statue of Leif Eriksen, deliverer in Faneuil Hall New-York, 1888.-M. A. Brown, The icelandic discoverers of America or honor to whom honor is due. Boston, 1888.E. Beauvois, La decouverte du Nouveau Monde par les Irlandais et les premières traces du christianisme en Amerique avant l'an 1000, y Origines et fondation du plus ancien évèche du Nouveau Monde, 986-1126.

mapas que Colón dibujó eran buenos, lo prueba el que por este medio se ganó la vida en Lisboa durante algún tiempo y se ayudó á ganarla en España (1). Mas habiéndose perdido todos sus trabajos, no podemos averiguar qué grado de perfección alcanzó en ellos, en qué aventajaran á los de sus predecesores y contemporáneos, ni juzgar, en suma, de su saber y habilidad en este respecto.

II

Quédannos, por tanto, dos grupos de precursores: el de los viajeros y el de los cosmógrafos. Empecemos por los primeros. Al efecto, retrocedamos, no muy lejos, al siglo XIII.

En los comienzos de este siglo, lo que se conocía de la tierra se limitaba á Europa, occidente de Asia y costas mediterráneas de África. Mas ¡cómo eran estos continentes representados! Las islas, redondas; las penínsulas, regulares; las montañas, á gusto de cada cual; las poblaciones, repartidas á capricho. Tres ciudades andaban en boca de todos: Roma, Constantinopla, Jerusalén. Tres pueblos llenaban el mundo: cristianos, griegos, musulmanes. Era el mismo mapa romano, pero descom

(1) «En el nombre de Dios Todopoderoso, dice Andrés Bernaldez, ovo un hombre de tierra de Génova, mercader de libros de estampa, que trataba en esta tierra de Andalucía....>> (Historia de los Reyes Católicos, t. I, cap. CXVIII.)

puesto, dislocado, falseado (1). Un suceso inesperado, acaecido allá en remotas regiones, dió ocasión á que Europa saliese de esta ignorancia.

En la primera mitad del siglo XIII, se levanta en el centro del Asia el poder mogol, que, dividiéndose cual río inmenso en multitud de brazos, inun. da á la vez el Oriente y el Occidente. Ogoday, sucesor de Gengis-Khan, ordena á Batú conquistar las llanuras que se extienden al norte del Caspio y del mar Negro, al tiempo que Batchú marcha contra los reinos cristianos de Armenia y de Georgia y que otro cuerpo de ejército invade el Asia Menor. A la cabeza de 700,000 guerreros, Batú avanza hasta Hungría, amenazando convertir la Europa en vasto desierto. Los príncipes cristianos, viendo sus Estados invadidos ó próximos á serlo, imploran el so

(1) La tradición de los mapas romanos no se perdió por completo entre los clérigos y monjes de la Edad Media; antes bien, las escuelas episcopales y abaciales tuvieron durante mucho tiempo debajo de sus pórticos representaciones figuradas, donde se estudiaban los grandes lineamientos físicos y la situación de las diversas comarcas del mundo. Eginhardo (Vita Caroli, c. 33) cuenta que Carlomagno tenía tres tablas de plata, en una de las que estaba representada Constantinopla; en otra, Roma, y en la tercera, mayor y de trabajo más esmerado, las tres partes del mundo. Después de Carlomagno, se pierde entre los germanos todo rastro de mapas, tomando ahora á su cargo el continuar la tradición romana los árabes, desde Al-Istakri (primera mitad del siglo X) é Ibn-Hokal (segunda mitad del siglo X), cuyos mapas se caracterizan por la regularidad de los contornos, predominando la línea circular, hasta el afamado Edrisí, (mediados del siglo XII) español de alta alcurnia, que se fué á vivir en la corte de Roger,

corro de sus hermanos, y la Iglesia añade á la letania la deprecación A furore barbarorum libera nos Dómine. De pronto, Batú retrocede camino del Volga, y Gayuk, sucesor de Ogoday, resuelve apoderarse de la Siria, que se repartían los seldyúcidas de Iconium y los Ayubitas de Egipto. Estos eran también enemigos de los Cruzados, y por esta circunstancia, aquella expedición, que al parecer había de consumar la ruina de los Cruzados de la Palestina, hizo, por lo contrario, que cristianos y mogoles, teniendo unos mismos enemigos, se convitieran de adversarios en aliados. Para fomentar esta alianza política y predicarles al mismo tiempo el cristianismo, Inocencio IV resolvió enviar á los mogoles dos embajadas: una á Batú, que acampaba en

rey de Sicilia, para quien construyó una esfera armilar y un planisferio de plata, que recuerda las tablas de Carlomagno. Volviendo á la Europa Germana, hay que saltar desde Carlomagno hasta los siglos XII y XIII, para hallar las primeras noticias de mapas, no mereciendo el nombre de tales las pequeñas imagines mundi que ilustran algunos manuscritos, como los de Macrobio y de Mela. En los expresados siglos, nos encontramos con los mapas anglo-sajones, que Gough ha publicado en su British Topography, 1768. Indicaciones tomadas de Solino, de Orosio y de San Isidoro, tradiciones monásticas de la geografia cristiana y noticias de origen árabe, constituyen todo el material de estos mapas de la escuela inglesa. Su ejecución es por todo extremo tosca. Tal se hallaba la cartografía en los siglos XII y XIII. De este atraso iban á sacarla los viajes al Asia, que inspiraron los mapas generales de los siglos XIV y XV, y el desarrollo de la navegación por el Mediterráneo, que dió motivo á las exactas y minuciosas cartas de marear.

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