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posesión la Corona de Castilla (1) y que en 1402 ex· ploraba el célebre normando Juan de Bethencourt, que dejó consignadas sus observaciones en interesantes memorias. (2) También habían sido doblados en el siglo XIV los cabos Nun y Bojador (3), y sin embargo, no es menos cierto que la exploración de la costa africana no pasó propiamente del primero de aquellos cabos, límite sur de Marruecos, hasta principios del siglo XV, 1415, en que consagró á ella toda su actividad y su genio el infante D. Enrique de Portugal, fundador de la grandeza marítima de su patria. (4)

Abandonando la corte de Lisboa por el pueblecillo de Sagres, junto al cabo de San Vicente; departiendo en aquel retiro con afamados geógrafos y astrónomos, cristianos y marroquíes, que atrajo á su lado y organizó en una especie de academia ó escuela (5); meditando sobre las obras geográfi

(1) Vivien de S. Martín, Hist. de la Geog. y de los Desc. Geogr., t. I, pág. 517. Trad. cast. Sevilla.

(2) Histoire de la premiere descouverte et conqueste des Canaries faicte des l'an 1482 par meseire Jean de Bethencourt. París, 1630.

(3) A de Homboldt, Cristóbal Colón y el Desc. de Am. t. I, pág. 150.

(4) H. Major, The Life of Princes Henry of Portugal, London, 1868.

(5) Jefe de esa academia fué un mallorquín, Jaime, Jacobo ó Santiago por nombre, afamado matemático y cartógrafo. (Baros, El Asia, lib. I, cap. VVI; Campany, Cuestiones críticas, 2.; A. de Humboldt, Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, t. I, p. 147 y 149). Se habla también de un

cas de los antiguos y las relaciones de los recientes viajeros al Asia, se convenció de que por el sur de Africa había paso á la India y combinó un plan de descubrimientos, que prosiguió con perseverancia hasta el fin de su vida. «Id al cabo Bojador, dijo con la intuición del genio á los marinos, esa barrera tenida por infranqueable; quizás no lo paséis, pero os elevaréis á lo ancho y haréis otros des. cubrimientos; luego volveréis y comenzaréis de nuevo, hasta que logréis doblarlo». (1) Tal como dijo, así sucedió. (2) Después de varias expediciones fracasadas, cupo á Gil Eanes, en 1433, el honor de doblar el tan temido cabo, allende el que navegó todavía un espacio de 30 leguas; de 1443 á 1447,

un Gabriel de Valseca, de la misma Mallorca, que en el año de 1439 dibujó en Mallorca un mapa marítimo, en el que «se nomeon é demarcon as costas de África, descrevendo palmo á palmo os cabos, é ensenadas, é tudo o mais que os nossos habían descoberto» hasta dicha fecha. (Ribeiro dos Santos, Memorias de Lit. Port., publicadas por la «Academia de las Sciencias de Lisboa», vol. XIII, parte 1.a) ¿Es el Jaime, Jocobo ó Santiago el mismo que Gabriel de Valseca? Tal crée Rodríguez Pinilla (Colón en España, p. 60, nota). Nos inclinamos más bien á creer lo contrario.

(1) Willemain, Litter. au Moyen Age., t. II, p. 299. París, 1862.

(2) La exploración de la costa africana por los Portugueses puede verse en J. de Barros, Hist. des Voy., de M. Walckenaer, vol. I, p. 62 y sig., 1826.—Azurara, Chronica do descobrim. e conq. de Guinea, dada á luz por el vizconde da Carveira. París, 1841 (termina en el año 1448),-Santarem, Recherches sur la decouv. des pays situes sur la cote occidentale d'Afrique, I vol· y atlas. París, 1842.

Nuño Tristán dejó atrás el cabo Blanco, visitó el estuario del Senegal, pasó el cabo Verde, el Hesperu Kheras de los antiguos, y fondeó en la ancha bahía á la que vierte sus aguas el río Grande; de 1455 á 1456, efectuó Cada Mosto sus dos expedi ciones, cuyo principal descubrimiento fué las islas del Cabo Verde y cuyo relato nos dejó escrito (I); por último, en 1462, Pedro de Cintra y Suero da Costa avanzaron por la costa africana hasta el cabo Mesurado, hacia los 6 grados de latitud. Al año siguiente, 1463, murió el infante D. Enrique, á quien los contemporáneos pusieron y la historia ha conservado el sobrenombre de Navegante y á quien, como dice Vivien de Saint Martín, (2) debe Portugal una estátua de oro y la ciencia un puesto eminente entre los más grandes promovedores del estudio del Globo y de los descubrimientos geográficos. Veinte y nueve grados de costas, equivalentes á 1,700 millas de 60 al grado, entre el cabo Nun y el Mesurado, ganadas á la ciencia y á la colonización, fueron el fruto de las expediciones que organizó y dirigió.

La muerte del Infante interrumpió la exploración de la costa africana durante cerca de veinte años, transcurridos los cuales se reanudó con la misma actividad que antes. En 1471, Juan de San

(1) Aloyso da Cadamosto, El Libro de la prima naviga zione per Oceano á la terre de Nigri. Vicentia, 1507. (2) Hist. de la Geogr. y de los Descubr. geogr., vol. I, pág. 523.

tarem y Pedro de Escalona reconocieron la costa de Guinea y del golfo de Benin, y avanzaron luego hacia el sur, hasta el río Ogovay, pasando la Línea por primera vez. Interesados en establecer cambios y levantar fuertes que los protegieran, los navegantes portugueses se detuvieron en estas latitudes descubriendo algunas islas del golfo de Guinea, hasta el año de 1484, en que Diego Cam dobló el cabo de Santa Catalina, exploró parte de la cuenca del Zairo y siguió avanzando por la costa, hasta 1125 millas al sur de aquel cabo, levantando en cada estación columnas con las armas reales. En esta expedición iba el cosmográfo alemán Martín Behaim, quien, á su regreso en Nuremberg, 1492, construyó el globo terrestre que ha inmortalizado su nombre. (1) A medida que se acercaban

(1) Este globo se conserva en Nuremberg, como precioso depósito. Vense en él indicadas ya las longitudes y las latitudes, y los grandes errores cometidos en estas últimas no acreditan á Behaim de gran cosmógrafo ní de hábil observador. Sus inscripciones son interesantes. En uno de los ángulos se lée: «Sépase como esta figura del globo representa toda la extensión de la tierra, tanto en longitud como en latitud, medida geométricamente, parte, según lo que Ptolomeo dice en su libro titulado Cosmografia; el resto, según el caballero Marco Polo, que desde Venecia viajó por el Oriente el año de 1250, y también según lo que el respetable docto y caballero Juan de Mandeville dijo, en 1322, de los paisés orientales desconocidos de Ptolomeo, con todas las islas pertenecientes á aquel continente, de donde nos vienen las especies y las piedras preciosas. Mas el ilustre D. Juan, rey de Portugal, ha hecho visitar por sus naves, en 1485, todo el resto de la parte del globo, hacia el mediodía, que Ptolomeo no

los portugueses al término calculado del continente africano, era mayor su impaciencia por alcanzarlo. En 1485 entraba en el puerto de Lisboa Diego Cam, y el mes de Agosto del año siguiente lo dejaba una flota compuesta de tres carabelas, al mando de Bartolomé Díaz. Este exploró la costa africana desde el confín alcanzado en la anterior expedición hasta los 24° de latitud Sur, y en este punto, creyendo que la navegación sería más fácil, se eleva mar adentro, corre una larga bordada y, cuando puso la proa al Este para volver á la costa,

conoció, en el cual descubrimiento he tomado yo parte....» En el golfo de Benin, junto á las islas Príncipe, Santo Tomás y San Martín, dice: «Estas islas fueron descubiertas por las naves que el rey de Portugal envió á estos puertos del país de los moros el año de 1484....» La inscripción puesta encima del cabo de Buena Esperanza relata la expedición que hizo Martín Behaim con Diego Cam: «El año 1484 del nacimiento del Señor, el ilustre don Juan, rey de Portugal, hizo equipar dos naves, llamadas carabelas, provistas de hombres con armas y víveres para tres años, ordenando á la tripulación navegar al otro lado de las columnas de Hércules, en África, siempre hacía el mediodía y los lugares donde el sol sale, tan lejos como les fuese posible.... Así equipados, salimos del puerto de la ciudad de Lisboa con rumbo á la isla de la Madera, donde crece el azúcar de Portugal.... Llegamos al país llamado reino de Gambia, donde crece la malagueta (especie de pimienta) y el cual dista de Portugal 800 leguas alemanas; después, pasamos al país del rey de Furfur, que está á 1,200 leguas ó millas y donde crece la pimienta que se llama de Portugal. Más lejos aún, hay un país donde hallamos la corteza de la canela; pero encontrándonos de Portugal á 2,300 leguas, volvi mos sobre nuestros pasos y á los diecinueve meses estuvimos de vuelta ante nuestro rey».

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