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que pudiese haber tierra firme, y que las expediciones para descubrir las unas y la otra estaban á la orden del día. Evidentemente, había sonado la hora de romperse el velo que ocultaba el Atlántico desde el origen de los tiempos.

Por otra parte, el proyecto colombino fué concebido en el foco mismo de la actividad exploradora. Hacia el año de 1470 y á los 30 de edad, se estableció Colón en Lisboa. Allí tomó parte en varios viajes al Norte y al Sur, navegando, en la primera dirección, hasta cien leguas más allá de la isla Tile, y en la segunda, hasta la Guinea (1); y el ́ tiempo que estos viajes le dejaban libre, lo empleaba en dibujar mapas y estudiar á los cosmó. grafos. Por su casamiento con D.a Felipa Muñiz Palestrello, se hizo con los mapas, diarios y apun. tes de su suegro Bartolomé, distinguido navegante del tiempo de D. Enrique, que había colonizado y

(1) De muy pequeña edad, dice Cristóbal Colón en su carta á los Reyes Católicos de 1501, entré en la mar navegando é lo he continuado fasta hoy. La mesma arte inclina á quien le prosigue, á descar de saber los secretos deste mundo. Ya pasan de cuarenta años que yo voy en este uso. Todo lo que fasta hoy se navega, todo lo he andade. En otro lugar dice: «El año de 1477, por Febrero, navegué más allá de Tile cien leguas, cuya parte austral dista de la equinoccial 73 grados y no 63 como dicen algunos....> <Veintitrés años he andado por el mar sin salir de él, por tiempo que deba descontarse, dice en otro sitio, vi todo el Levante, y el Poniente, y al Norte de Inglaterra. He navegado á Guinea, pero en ninguna parte he visto tan buenos puertos como estos de la tierra de las Indias». (Fernando Colón, Historia del Almirante, t. I, cap. IV).

gobernado la isla de Porto Santo. Cristóbal Colón residió en esta isla, en donde le nació su hijo Diego, y allí tuvo ocasión de departir largamente con su cuñado, casado con una hermana de su mujer, Pedro Correa, notable navegante también, acerca de cuanto se decía relativo á la existencia de tierras en el Atlántico, y de oir, de boca de los isleños, diversas narraciones, ya respecto á extraños obje tos traidos por las olas á la playa y reveladores de tierras próximas (1), ya tocante á islas vistas una y otra vez desde la costa por los isleños. De esta suerte, navegando por los mares recien explorados, siguiendo paso á paso los descubrimientos de los portugueses, meditando sobre las obras de los geógrafos y cosmógrafos más afamados, no desaprovechando ocasión de departir sobre asuntos cosmográficos con toda clase de personas doctas, (2) recogiendo cuantos informes corrían acerca de la existencia de tierras al Occidente, dibujando

(1) Maderas labradas de extraña manera, cañas muy gruesas, pinos de especie desconocida, hombres muertos, de cara y traza distintos de los indígenas, &. (Hernando Colón, Hist. del Alm., t. I, cap. VIII).

(2)

<Trato y conversación he tenido con gente sabia, eclesiásticos y seglares, latinos y griegos, judíos y moros, y con otros muchos de otras sectas».-A este mi deseo (conocer los secretos de este mundo) fallé á Nuestro Señor muy propicio, y hobe del ello espírito de inteligencia. En la marineria me fizo abon

para

doso; de astrología me dió lo que abastaba, y así de geometría y aritmética; y engenio en el ánima y manos para debujar esferas y en ellas las cibdades, rios y montañas, islas y puertos, todo en su

mapas, cotejando diarios y combinando referencias, fué como concibió Colón su proyecto de ir al Oriente por el Occidente, en el cual proyecto le confirmó el matemático Pablo Toscanelli, cuya concepción del mundo coincidía con la que había formado Colón (1).

Repetimos, pues, que el proyecto de Colón no es sino un paso, muy importante sin duda, pero no más que un paso, en el curso de los descubrimientos y de las ideas que tuvieron su punto de partida en las embajadas que el papa Inocencio IV envió á los Mogoles en el siglo XII. Otros antes que él lo habían no sólo concebido, sino tratado de ejecutar. Mas hay en el proyecto de Colón un elemento que no sabemos contuviese ninguno de los que le pre

propio sitio».---«En este tiempo he yo visto y puesto estudio en ver de todas escrituras, cosmografía, historias, corónicas y filosofía y de otras artes, ansi que me abrió Nuestro Señor el entendimiento con mano palpable, á que era hacedero navegar de aquí á las Indias y me abrió la voluntad para la ejecución dello; y con este fuego vine á V. A.» (Carta de Cristóbal Colón á los Reyes Católicos de 1501).

(1) Dos cartas escribió Toscanelli á Colón. A la primera acompañó copia del portulano y de la carta que había mandado unos días antes á D. Fernando Martínez, canónigo de Lisboa y doméstico del Rey de Portugal. En la segunda le animaba al viaje diciéndole: «Alabo vuestro designio de navegar á Occidente, y estoy persuadido que habréis visto por mi carta que el viaje que deseáis emprender no es tan dificil como se piensa; antes al contrario, la derrota es segura por los parajes que he señalado....> (Fernando Colón, Historia del Almirante, tomo I, cap. VII).

cedieron, elemento que no pudieron darle ni el viaje de Marco Polo, ni las exploraciones de los portugueses, á saber, que la tierra es redonda. ¿De donde tomó Colón esta idea? Lo veremos en el capítulo siguiente.

CAPÍTULO II

COSMÓGRAFOS

I

Al tratar de los viajeros, tuvimos que retrotraernos al siglo XII; al estudiar ahora á los cosmógrafos, debemos remontarnos á tiempos mucho más lejanos. Porque la tierra fué plana, para nuestros antepasados de la Edad Media; esférica, para los romanos y los griegos, hasta Thales de Mileto; plana, otra vez, para los griegos anteriores á Thales de Mileto y, en general, para todos los pueblos primitivos. De donde las cuestiones: ¿Cuál fué la primera concepción que el hombre tuvo de la tierra? ¿Cómo se originó, propagó y desarrolló la idea de la esfericidad terrestre? ¿Cómo esta idea se eclipsó al vencer el cristianismo al paganismo y enseñorearse los germanos del imperio romano? ¿Cómo reaparece en el curso de la Edad Media y llega hasta Colón? He aquí los puntos que van á ser objeto de nuestra atención en este capítulo.

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