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ILUSTRADA CON NOTICIAS DEL AUTOR Y CON NOTAS
Y SUPLEMENTOS

POR

ANDRES LAMAS

TOMO SEGUNDO

BUENOS AIRES

CASA EDITORA "IMPRENTA POPULAR"

41 1 2-Lima-41 112

- 1874

F

2841 .292

LIBRO II.

Historia del Paraguay, Rio de la Plata y Tucuman.

CAPITULO PRIMERO.

Descubre Juan Diaz de Solis el gran Rio de la Plata, á que entonces dió el nombre de Solis, y muerto en sus márgenes con otros españoles por los bárbaros charrúas, se vuelven sus compañeros á España, de donde, once años despues, sale Diego Garcia á proseguir el mismo descubrimiento; pero precisado á parar con su armada en el Brasil, entra en el interin en el Rio Solis la armada de Sebastian Gaboto, que iba al Maluco; y este capitan funda en sus costas dos fortalezas, y registra parte del Rio Paraguay hasta donde halló mucha plata, de que se da razon como habia llegado á aquel sitio, no habiendo este metal en todo aquel pais.

ORRIA el año de 1515, en que empuñaba el cayado de san Pedro el santísimo padre y pastor sagrado Leon X, y el cetro de las Españas, el tan invicto como católico rey don Fernando, cuando poniendo nuestro gran Dios los ojos de su misericordia en las innumerables almas que en estas provincias perecian tiranizadas del demonio, y compadeciéndose de tanta miseria, resolvió, segun

el decreto piadoso de su eterno consejo, se abriese una puerta que lo fuese á su remedio, para que entrando por ella repetidas veces la luz de la fé, ilustrase los entendimientos ciegos de estas gentes, y los sacase del lóbrego caos de sus errores en que tantos siglos yacian miserablemente sepultados, sin atinar entre tan espesas tinieblas con el camino seguro de su salud.

Habia ya veinte y tres años que el incomparable Colon, oscureciendo las glorias de los mayores que conocieron los pasados siglos, habia intentado, y lo que es mas, conseguido el descubrimiento de las Indias Occidentales, obra de quien dice Aiano Coppo, es la mayor que ha visto el mundo despues de su creacion y redencion; y que á lo menos, si eso parece mucho, fué la novedad que mas utilizó al mundo antiguo, y principio del mayor aumento que la cristiana religion ha tenido desde sus gloriosos principios. Obra, en fin, que ennobleció á la nacion española, con el timbre glorioso de ser nuncio de la mayor felicidad á la mayor y mas remota parte del universo, segun la comision apostólica para que la destinó el Pontífice sumo, como cabeza suprema de la iglesia. Ansiosos los reyes católicos por cumplir con ese honorifico empleo que se fió de su celo, dispusieron que el mismo Colon descubriese los dilatados términos de ese nuevo Orbe, y lo conquistase, no menos para gloria del rey del cielo, que para estension de su reino terreno. Descubrió muchos y riquísimos países en repetidos

viajes, con mas felicidad de las gentes descubiertas que del héroe descubridor, pues con no sé que fatal estrella que persigue á los varones grandes, le resultaron de su misma felicidad no pequeños infortunios, cuyo golpe fué la anulacion envidiosa de sus glorias, labrando la corona de este varon grande en todas sus situaciones.

Ese ejemplo no desalentó á otros esforzados españoles, para que deja sen de arrestarse á inauditos peligros, en prosecucion de los primeros descubrimientos, para adelantarlos, sirviendo á su pa

tria

y estendiendo el imperio de Cristo. A ese fin, se engolfaron en nuevos é incógnitos mares los dos celebrados Pinzones, hasta dar vista al Brasil, en cuyo país saltaron felizmente y en un árbol desmedido de sus costas, escribieron así sus nombres como los de sus reyes, en señal de la posesion que tomaban en su nombre por los años de 1500.

Ya parece se iba acercando la luz á las puertas de nuestras provincias, y mas se aproximó por los años de 1508, en que con Vicente Yañez Pinzon vino, costeando el Brasil, Juan Diaz de Solis, piloto en aquel siglo afamado; y llegó á demarcar hasta 40 grados, que es pasado el gran Rio de la Plata; pero no sé porqué desgracia pasó por alto el largo ' paréntesis que dicho rio abre en aquella costa, con sus sesenta ó setenta leguas de boca. Y en piloto tan perito, se estraña mas esta inadvertencia; porque parece imposible pasase con los ojos tan cerrados, que no reparase en el opulento caudal con

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