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Egida. La diadema, decorada con unos tallos serpeantes y cruzados, con florones, como un friso corintio, entre dos fajas de ondas griegas, es una rica pieza decorativa, de carácter helénico (lám. II), y tal vez de mano indígena, que no interpretó con toda pureza y elegancia un motivo clásico de ornamentación vegetal como el indicado. Todas las demás piezas son de manufactura indígena o ibérica, todas interesantes y en alto grado dos: la placa de vaina de puñal y la hebilla del ave.

La placa, decorada (lám. II), contiene en un recuadro y otro compartimiento mayor, triangular, ambos de labor repujada, figuras de animales corriendo hacia la derecha, encuadradas por un festón de medias esferillas o protuberancias globulares y puntitos, motivos que se relacionan con los círculos y puntos tan tipicos de la ornamentación ibérica. El animal corriendo del compartimiento cuadrado es un caballo, y sobre él hay un ave grande, que parece de rapiña. En el compartimiento largo siguiente el animal fugitivo es un ciervo que vuelve la cabeza, motivo nuy semejante al de un relieve cartaginés de Marchena que posee el Museo Municipal de Sevilla. Detrás del ciervo se ve un pez, y detrás de éste, un ave semejante a la citada. Probablemente la placa está relevada, sobre un molde de piedra, procedimiento muy usado por los orientales, de quienes debieron tomarlo los iberos. En cuanto a su destino, debió revestir y decorar la vaina de un puñal, La forma de hoja de puñal a que responde la de esta vaina es típica ibérica.

La hebilla (lám. III) es interesante por la figura del ave (de 0,08) que le adorna y tal vez por su simbolismo, si es que puede admitirse que los elementos que la componen tuvieron una significación religiosa. El señor Sandars, considerándolos como meramente decorativos, cree que el ave representada es un pato. Se funda para ello en lo alargado del cuello; pero la forma del pico no es la característica de dicha ave. Si, dada la imperfección de la figura, es lícita la conjetura de que se quiso en ella representar una paloma, me ocurre si podrá ser el conocido y bien antiguo símbolo de Venus, tan repetido en los cultos orientales, cuya influencia se dejó sentir en la Península. El ave aparece volando, unida (y no como hoy lo está por un platero moderno) a la media luna, la cual se ve decorada con ondas griegas, hojas picudas, zis zas y circulitos. Paloma y media luna pudieran haberse aquí empleado como símbolos de Astarté, la Venus fenicia, de carácter sideral y naturalista. El señor San

REVISTA DE ARCH., BIBL. Y MUSEOS

TOMO XXXVII. -LAM. IV

BRONCES IBÉRICOS Y ROMANOS

1. Priapo, de Castellar de Santisteban (Jaén).-2. Figura descubierta en término de Mérida.-3. Figura ibérica, de Puente Genil (Córdoba). 4 a 10. Figuras ibéricas de Castellar de Santisteban (Jaén).

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dars está acertado en cuanto a lo que piensa respecto de la disposición primitiva de esta hebilla, pues entiende que la cola del ave debió tener juego a lo largo y alrededor de la barra que une los picos de la media luna.

El señor Sandars incluyó en su valioso donativo del tesoro de Mogón cuatro piezas de plata halladas en las inmediaciones de ese sitio, consistentes en un brazalete, una placa de cinturón festoneada de una línea en zis zas y dos pulseras en forma de espiral; más una figurita tosca de bronce, que sirvió de pequeña fuente, de época romana, procedente de Castellar de Santisteban y un vaso prehistórico de barro fino de color gris, en forma de cuenco hecho a mano, el cual fué descubierto en la mina "El Centenillo" (Jaén).

COLECCIÓN DE ANTIGÜEDADES IBÉRICAS, IBERORROMANAS Y ROMANAS, procedentes de Castellar de Santisteban (Jaén).-Donación de Mr. Horace Sandars.-En 30 de mayo recibió el Museo esta nueva muestra de la generosidad con que el señor Sandars procura fomentar nuestras colecciones y el progreso de nuestra Arqueología. Componen el total de la colección 493 objetos. De ellos 120 son figurillas ibéricas votivas, de bronce, la mayor de 0,10 de altura y de 0,035 la menor. Es muy dudoso que alguna o algunas de ellas deban ser consideradas como ídolos, siendo patente que todas o casi todas representan devotos, hombres o mujeres, entre los primeros algunos desnudos, otros con el jubón característico, o envueltos en el manto, y de ellas con mitra y velo o bien envueltas en éste (lám. IV). Ciertas figuras representan a los oferentes en actitud de plegaria, con los brazos extendidos hacia adelante y las manos. abiertas; otras, de aspecto hierático, aparecen con los brazos pegados al cuerpo. Formas esquemáticas de este tipo son algunos ejemplares en forma de placa, sin más bulto redondo que la cabeza, y otros tan delgados y largos que parecen alfileres.

Complemento de esta serie es otra de 36 fragmentos en trozos, cabezas, pies y una mano, piezas votivas todas ellas.

No menos curioso es el abundante grupo de fíbulas, de las cuales hay 84 circulares, con arco, del tipo de la que lleva el busto de Elche; II corresponden a la forma curva, que se ve en la estatua grande femenil del Cerro de los Santos; y tres, en figura de T, son pasadores o su

jetadores de cinturón más bien que fibulas. Este grupo de piezas o accesorios indumentarios se completa con cierto número de pendientes, anillos, agujas, todo ello de bronce.

Aún hay otros objetos del mismo metal, curiosos: tal es una placa pequeña, figurando una espada de antenas; otras placas de labor calada y dos asas de vaso con mascarones.

A los mencionados bronces hay que añadir algunos objetos de otras materias y asimismo ibéricos. Ejemplar raro y curioso es una pieza tubular, que alguien considera debió servir como estuche para guardar agujas, ornamentado con circulitos, motivo típico ibérico, y juntamente debemos mencionar algunas agujas, también de hueso. No son menos curiosos ciertos fragmentos de pasta azul, uno de los cuales figura un ala de esfinge o del Pegaso y en otro una pata de caballo. Posible es que estos objetos no sean de manufactura indígena sino oriental.

En el mismo caso deben estar unas cuentas de collar de cornelina. Hay una placa de marfil en forma triangular de frontón, con una palmeta y espirales, pintadas de negro, con una pureza completamente griega, que recuerda la de los vasos áticos del siglo iv. Debe ser pieza de aplicación de un objeto o mueblecillo lujoso, que desconocemos y que debió ser importado.

Los objetos romanos son poco más de un centenar. Como piezas sueltas y curiosas mencionaremos dos de oro: una sortija con chatón, al que falta la piedra, y una plaquita fina; una placa elíptica de pasta vítrea, que lleva grabada una cuadriga y que debió estar engastada en una sortija, y fragmentos varios de agujas para adorno del pelo (acus crinalis).

Pieza única romana de bronce es una media figura, imagen de Príapo, que lleva sobre su cabeza el modius (lám. IV).

Completan la colección 106 piezas de barro cocido, formando tres: grupos: uno de figuras, en número de 60; otro de lucernas, que comprende 33, y el tercero de vasos. Todos éstos, consistentes en un grupo de dos vasitos, que sirvieron de adorno de una urna y en una serie de pequeñas pateras, son de manufactura ibérica; como también una figura incompleta de esfinge. Las demás figuras, en su mayoría cabezas, o bustos fragmentarios, pocas de divinidades, cuales son una de Diana y otros de Ceres, correspondiendo las demás cabezas a bustos funerarios,

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