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to pasó á París el' duque de Bedfort, á Lóndres el de Nivernois (setiembre, 1762). Dejóse á Austria y Prusia que acordáran particularmente entre sí sus diferencias; las dos córtes de la familia Borbon siguieron sus tratos con la de la Gran Bretaña, y hechas algunas transacciones llegaron á ponerse de acuerdo en los preliminares (3 de noviembre, 1762). Mucho debia desear ya la paz el mismo Cárlos III., antes el mas promovedor de la guerra, siendo cierto que escribia al marqués de Grimaldi: «Mas quiero ceder de mi decoro, que ver padecer á mis pueblos, pues no seré menos honrado siendo padre tierno de mis hijos. »

Llegaron estos preliminares á ser tratado definitivo, que se firmó en París (10 de febrero, 1763). Por él cedia Francia á Inglaterra la Nueva Escocia, el Canadá, con el pais al Este del Mississipí, y el cabo Breton, conservando solo el privilegio de la pesca en el banco de Terranova: en las Indias Occidentales cedia la Dominica, San Vicente y Tabago; en las costas de Africa el rio Senegal. Respecto á España, Inglaterra le devolvia la Habana y todo lo conquistado en la isla de Cuba, pero en cambio España cedia la Florida y los territorios al Este y Sudeste del Mississipí, abandonaba el derecho de la pesca en Terranova, y daba á los ingleses el de la corta del palo de tinte en Honduras. Como compensacion de la pérdida de la Florida logró España de Francia por arreglo particular lo que le quedaba de la Luisiana, que en verdad mas era para Cárlos III.

una carga y un cuidado que una indemnizacion ó una recompensa. Manila se devolvió tambien á España, y la colonia del Sacramento á Portugal, cuyo reino habian de evacuar las tropas francesas y españolas (1).

Tal fué por entonces el resultado, en verdad bien triste, de la guerra provocada por el Pacto de Familia. Inglaterra ganó en importancia aun mas que en conquistas. España recibió dos grandes escarmientos, y sucumbió á un gran sacrificio. Francia quedó humillada, sometiéndose á condiciones vergonzosas.

(1) Coleccion de tratados de flexiones relativas à la cesion de Paz.-Beccatini, lib. III.-Histo- la Florida.

rias de Inglaterra.-Muriel, Re

CAPITULO III.

CONSECUENCIAS DE LA GUERBA Y DE LA PAZ.

LA AMÉRICA ESPAÑOLA.

De 1763 1766.

Devolucion de la Habana á los españoles.-Retirase del ministerio don Ricardo Wall.-Ardid que empleó para que se le admitiera la renuncia. Honores que le dispensó el rey.-Grimaldi ministro de Estado. Su adhesion á Francia.-Quejas del embajador inglés.— Dificultades para la restitucion de la colonia del Sacramento á los portugueses, y de Manila á los españoles.-Graves contestaciones sobre la cuestion de Honduras.-Cómo se arreglaron estas diferencias en las cortes de Londres y Madrid.-Enlaces de familia entre los Borbones y la casa de Austria.-Fiestas en Madrid.-Mercedes reales.-Fija el gobierno español su atencion en las posesiones ultramarinas. Viejos y graves abusos que habia en las colonias de América. Trátase de remediarlos.-Fortificacion de plazas.-Reformas administrativas.-Establecimiento de correos.-Nombramiento de un visitador general para la América Española.-Prendas de don José Galvez, y facultades de que fué investido.-Su conducta en Nueva España.-Aumento en las rentas.-Nuevo sistema de impuestos. Visita y reformas en el Perú.-Reversion del oficio de correo mayor de Indias á la corona.-Algunos alborotos en Méjico y el Perú.-Son sofocados.

Con arreglo á una de las mas esenciales cláusulas · del tratado de París se dispuso que la Habana fuera restituida al monarca español, cuya entrega hicieron

los ingleses (6 de julio, 1763) al conde de Ricla, que habia sido nombrado capitan general de la isla de Cuba. Lo cual no fué obstáculo para que se siguiera la causa que se mandó formar ante un consejo de guerra á los gefes á cuyo descuido, inercia ó incapacidad se atribuia su rendicion, y á los cuales el tribunal juzgó de la manera que diremos después.

Una novedad grande ocurrió á poco tiempo en el seno del gabinete español, que novedad grande era en aquellos tiempos la retirada de un primer ministro, y mas en los de Cárlos III. que tenia una aversion manifiesta á todo cambio de esta especie. Pero hacia tiempo que el ministro de Estado don Ricardo Wall suspiraba por dejar un puesto, para él ya penoso, aunque de otros tan apetecido y envidiado. Sobre no ser acaso enteramente conforme á sus principios la política de familia del nuevo reinado, acabó de resolverle un incidente de otro género en que él se conceptuó desairado; negocio que se referia á uno de los muchos puntos que en este reinado suscitaron controversia entre el gobierno de España, la córte de Roma y el Consejo de Inquisicion, y de que habremos de dar cuenta en otro lugar. No dispuesto Cárlos III á consentir en que se apartára de su lado ministro tan hábil como Wall, y comprendiendo éste que ningun motivo político que alegára, y solamente una causa física era lo que podia mover al rey á admitirle su dimision, discurrió fingir que padecia de debilidad y mal humor en

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la vista; á cuyo fin dió en usar antiparras, en ponerse una pantalla verde á los ojos, y aun añaden que cuando habia de presentarse al rey se frotaba los párpados con una especie de pomada que le producia una ligera irritacion. ¡Parece paradoja en los tiempos que alcanzamos que en otros no muy remotos tuvieran necesidad los buenos ministros de emplear tales ardides para que se les permitiera descender de su puesto! Movido el monarca por una causa que aparecia tan justa, accedió á relevarle del ministerio, bien que mostrándoTe lo mucho que sentia verse privado de sus servicios, concediéndole una pingüe pension para que la disfrutára en el Soto de Roma, sitio y casa real en la vega de Granada, y encargándole que no dejára de visitarle por lo menos una vez cada año en Aranjuez (").

Quedaban con la salida de Wall vacantes dos ministerios. El de la Guerra se dió á Esquilache, conservando el de Hacienda. Para el de Estado se llamó al marqués de Grimaldi, embajador de España en París, que como activo y principal negociador que habia sido del Pacto de Familia, dió ocasion á que fuera interpretado su nombramiento como una significacion de la preponderancia de la política francesa y de la influencia del ministro Choiseul. Y si bien es cierto que Cár

(1) Alli vivió, querido de los habitantes de la comarca, no solo por los actos de caridad que con ellos ejercia, sino por sus costumbres, amable genio y dul

1778.

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ces modales, hasta que murió en Correspondencia entre Wall y Tanucci.-Fernan Nuñez, Compendio histórico, P. II.-Viage de España en 1764 y 1765.

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