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HONOR ESPAÑOL.

REFUTACIÓN DOCUMENTADA

AL COMPENDIO DE LA HISTORIA DE ESPAÑA,

desde el año de 1814 hasta 1823; publicado en Francia por Abel-Hugo, antiguo gefe
del Estado Mayor francés. caballero de la legion de honor, y miembro de varias socieda-
des científicas y literarias.

DEDICADA AL PUEBLO Y AL EJÉRCITO,

POR ANTONIO RAMIREZ ARCAS.

ex-diputado á cortes y ex-coronel de caballería.

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CUATRO PALABRAS A LOS ESPAÑOLES.....

La Francia es nuestra mayor, mas terrible

y mas peligrosa enemiga,»

(Carlos III.-Artículo 3.o de las instrucciones al Consejo).

AL OBSERVAR que nuestro desgraciado pais, desde la caida de la monarquía castellana, ha ido en progresiva decadencia hasta tocar casi en el lamentable estremo de ser el juguete de las demas naciones, puesto que yace exámine el espíritu de nacionalidad que un dia condugera nuestros estandartes triunfadores á las regiones desconocidas del nuevo mundo, y hasta las orillas del Diem, en Europa; al recordar que hasta los tiempos de Cárlos I y Felipe II, fué la España la niveladora del equilibrio de los poderes europeos, y al aparecer hoy en menguado contraste la degradante opinion que de nosotros tienen formada los estrangeros, sin que de todo aquello nos haya quedado otra cosa que un recuerdo tibio, exento de toda sublimidad; nos atrevemos á prejuzgar dolorosamente, que casi ha fenecido en España la precision de una existencia política. Efectivamente, algunos de los escritores estrangeros nos han reputado y reputan como incapaces de gozar ningun género de libertad, y ora en el parlamento, ora en la prensa periódica, vierten versiones sobre la España, que ren el cumplido y honrado carácter castellano: tal sentimiento se ha despertado en nuestro corazon al leer la obra francesa que vamos á impugnar; en la cual, no solo no se nos considera dignos de tener una libertad racional, consignada en los códigos de nuestras leyes, sino que se nos denigra con epitetos poco merecidos del sufrido decoro nacional, queriéndonos privar hasta del derecho de reclamar al poder la práctica de nuestras primitivas leyes, y haciéndonos sufrir una marcha sempiternamente destructora. ¿Es posible que el pueblo á quien en una de sus leyes dijo el sábio rey D. Alonso debe el pueblo imposibilitar al rey gestiones, cuyas resultas pudieran redun

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