Imágenes de páginas
PDF
EPUB

ciones, con sus crueldades, con sus hipocresías, habia hecho él solo mas insurgentes que destruido con toda su tropa, asegurando al Virey «que si Iturbide se fuera á España y se pusieran edictos convocando acusadores y quejas, no habria uno que no lo fuera, esceptuando sus parciales; y que si queria saber bien aquellas cosas, no las preguntase á los tímidos habitantes del Bajío, sino al general Cruz, al obispo de Guadalajara, de quien Labarrieta tenia una carta en que se esplicaba con amargura, y á los vecinos y corporaciones de las provincias limítrofes.» Itúrbide quiere lavarse de estas manchas en sus Memorias, diciendo que las casas de la condesa viuda de Rul y de Alaman dieron una prueba de que fueron sorprendidas ó engañadas, abandonando la acusacion; » pero el benévolo historiador que lleva el nombre de esta última familia, por pertenecer á ella, dice apropósito de esto que «la verdad es que estas casas no querian com prometerse á aparecer como acusadoras en una causa criminal; su intento de que Itúrbide se apartase del mando de la provincia de Guanajuato estaba logrado, y no pedian otra cosa.» Itúrbide fué absuelto, es verdad, pero lo fué porque el Virey Calleja, porque el Auditor de guerra Bataller lo favorecieron abiertamente, lo fué porque el fiscal y los jueces que debian acusarle y condenarle fueron sus abogados. Baste decir

que Bataller, empeñado en salvar á Itúrbide, no pudiendo negar la evidencia, no pudiendo negar el tráfico indigno con que se habia enriquecido su ahijado, decia que «no perteneciendo aquel jefe á las tropas de línea, sino á los cuerpos provinciales, podia, segun las leyes, ejercer el comercio.» ¡Sofistica dis

tincion que queria igualar el caso anormal, estraordinario, y castigado por todas las leyes, de la autoridad superior de una provincia que abusa de su mando para arruinarla con sus monopolios, con el caso natural y frecuente de los oficiales y voluntarios de tropas del país que ejercian por lo regular la profesion del comercio!

A pesar de su absolucion, Itúrbide no pudo volver á ejercer su mando de Guanajuato; pero quedó habilitado para llevar á cabo, andando el tiempo, lo que menos podian sospechar por entonces Calleja y Bataller, quedó habilitado para realizar la independencia de Méjico, siguiendo los consejos de su ambicion y haciéndose perdonar esta historia de sangre y de crueldad contra los insurgentes que rápidamente hemos trazado. ¡Ah! ¡Cuánto no hubiéramos ganado los españoles si Calleja y Bataller, cumpliendo con su obligacion, hubieran enviado entonces á España á Iturbide con el grillete de presidiario! Los elementos podridos de un país, apoyen la buena ó la mala causa, siempre son peligrosos, porque no tienen mas criterio moral que su propio interés, y se atreven á todo cuando viven entre gentes que cubren los crimenes con el aplauso y con la simpatía. No, no debe transigirse con estos elementos. Nunca serán ellos los regeneradores de un pueblo caduco ó esclavo. Jamás fundarán nada glorioso y fecundo que los inmortalice. Están condenados por Dios á la esterilidad, cuando no á ser el castigo y la espiacion de las sociedades que los toleran ó encumbran.

IX.

A fines de 1817 la formidable insurreccion de Méjico estaba completamente dominada, aquella insurreccion, cuyo triunfo, segun un escritor mejicano, nada sospechoso, como Alaman, hubiera sido la mayor calamidad que hubiese podido caer sobre el país. No fué ella, dice este insigne historiador, una guerra de nacion á nacion, como se ha querido falsamente representarla; no fué un esfuerzo heróico de un pue

blo que lucha por su libertad para sacudir el yugo de un poder opresor: fué, sí, un levantamiento de la clase proletaria contra la propiedad y la civilizacion; por esto vemos entre los jefes del partido independiente tantos hombres perdidos, notados por sus vicios ó salidos de las cárceles, á quienes en vano se esforzaban en reducir á un órden regular, los pocos hombres apreciables que entraron en aquella carrera, deslumbrados por ideas lisonjeras, cuya realizacion conocian ser imposible luego que estaban en situacion de palpar el desórden y la confusion de que se veian rodeados. Esto produjo una reaccion de toda la parte respetable de la sociedad en defensa de sus bienes y familias, que dió fuerzas y proporcionó recursos al gobierno: esto fué lo que sofocó el deseo general de independencia, y esto finalmente, por lo que combatieron bajo los estandartes reales muchos hombres cu

yas opiniones eran decididas por ella, pero no querian recibirla con el acompañamiento de crímenes y desórdencs con que se presentaba.

Así muertos, ó en el destierro, ó en duras prisiones, los principales caudillos de la insurreccion, pacificadas todas las provincias, solo en pié guerrilleros poco importantes que se sostenian al abrigo del clima mortífero por que vagaban, la Nueva España volvia á su estado normal, sus habitantes á dedicarse á la agricultura, al comercio y á la industria, el nuevo virey D. Juan Ruiz de Apodaca, planteaba una Administracion honrada y benévola, las rentas alcanzaban ya las cifras de los períodos de prosperidad, y todo hacia presumir que parecia completamente asegurado el dominio del Gobierno español en aquel inmenso territorio de América, para nosotros el mas importante.

Pero la fatalidad perseguia á España, y desde aquí, desde la metrópoli, habiamos de enviar la chispa que encendiese de nuevo el incendio para acabar de esta vez, y definitivamente, con nuestra dominacion.

Triunfantes las armas españolas en Méjico, en Venezuela, en Santa Fé, Quito, Perú y Chile, solo el Vireinato de Buenos-Aires aparecia emancipado de España, y para volverlo á la antigua obediencia dispuso el Gobierno enviar una espedicion de diez mil soldados que, operando allí en combinacion con las demás tropas de Castilla de los territorios vecinos, contribuyese á la completa pacificacion de la América española. Pero sublevado Riego y estendido el fuego de la rebelion por toda la Península, de tal manera que Fernando VII, para salvarse, tuvo que jurar la Constitucion del año 12, claro es que se levantaba un

nuevo órden de cosas en España que alentaba á los insurrectos americanos y á los amigos de la independencia de aquellos países, pues no solo no podian enviarse ya refuerzos de tropa, sino que las libertades aquí proclamadas y con escaso criterio planteadas sin limitacion alguna en nuestras antiguas colonias, iban á proporcionar grandes medios de combate y hasta de triunfo á nuestros enemigos.

Tres eran los elementos mas poderosos que mantenian nuestra dominacion en Méjico: el ejército, el clero y la poblacion directamente española. Pues bien, la revolucion consumada en la metrópoli, á los tres los iba á conmover y dividir, convirtiendo alguno en declarado enemigo de la madre patria.

Conmovia al ejército, porque despues de una campaña dura y sangrienta para restablecer la autoridad de España, estaba desatendido, lo mismo el indígena que el espedicionario, y habia jefes, coroneles y brigadieres que, despues de haber dado pruebas de heroismo, continuaban en la misma situacion (ejemplo funestísimo que hoy damos tambien en Cuba), al paso que, aparte del deletéreo contagio que lleva consigo toda sedicion militar, los jefes, oficiales y soldados que habian tomado parte en el movimiento de las Cabezas de San Juan, se veian pródigamente remunerados.

Conmovíase el clero, porque-y en esto seguimos á un escritor tan autorizado como D. Lucas Alaman-<todos los Cabildos eclesiásticos temian la baja de sus rentas por una reduccion en los diezmos como la decretada para España;» porque «todas las personas piadosas, y en general todo el pueblo, no veian en

« AnteriorContinuar »