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UNO DE LOS MÁS INSIGNES PROFESORES DE LA ACADEMIA COMPLUTENSE,

LEIDOS AMBAS DISCURSOS

EN LA SOLEMNE FUNCION ACADÉMICO-LITERARIA QUE EN HONOR DEL ILUSTRE FRANCISCANO

celebra por segunda vez

EL INSTITUTO DE QUE ES TITULAR,

BAJO LA PRESIDENCIA DEL

Excmo. Sr. CONDE DE TORENO,

MINISTRO DE FOJENTO.

MADRID: IMPRENTA, ESTEREOTIPIA Y GALVANOPLASTIA DE ARIBAU Y c.

(SUCESORES DE RIVADENEYRA), IMPRESORES DE CÁMARA DE S. M.,

calle del Duque de Osuna, núm. 3.

1879.

ELOGIO

DEL

CARDENAL JIMENEZ DE CISNEROS.

SEÑORES :

En esta solemnidad académica que por segunda vez celebra el Instituto del Cardenal Cisneros desde que el Gobierno de S. M. se dignó engalanarlo con tan honroso título, sin que pretenda abarcar, como en la anterior, los hechos más culminantes de su vida, que bajo múltiples aspectos hacen de nuestro excelso Titular una de las más grandiosas figuras de que España puede envanecerse (*); con todo, no puedo excusarme, puesto que honrar su memoria es el objeto primordial de esta fiesta, de entresacar algunas de sus alabanzas, y tejiendo con ellas una guirnalda, depositarla ante la marmorea estatua que en mitad de este augusto recinto se levanta grave y majestuosa, escogiendo entre todos sus actos los que nos autorizan á considerarle como uno de los más consumados políticos y hombres

(*) En términos no menos expresivos ha dicho lo mismo recientemente D. Cárlos Navarro odi go: ( El nombre de Cisneros pasa de un siglo á otro como la más pura, como la más bella, como la más D santa de nuestras glorias.) (EL CARDENAL CISNEROS. - Estudio biográfico.- Pág. 221; Madrid, 1869.)

de Estado que han existido, y hacen ver la parte muy principal que debe atribuirse á nuestro Cisneros en el vigoroso impulso que se dió por entonces al engrandecimiento de nuestra querida patria.

Se ha dicho, con razon, que el reinado de los Reyes Católicos fué la brillante aurora de aquel dia —que por dias se cuentan los siglos en la vida de las naciones -en el cual llegó á alcanzar su mayor grado de poder y prosperidad la nacion española. Pero todavía será más exacta la idea que nos formarémos de aquel Reinado, diciendo que

á la vez que termina entónces la grandiosa epopeya, cuya accion fué una serie indefinida de esfuerzos de heroismo é inquebrantable constancia, habiéndose necesitado nada ménos que el largo trascurso de ocho siglos para llegar á su definitivo desenlace en 1492, con la conquista de Granada; se abre un nuevo período de incesantes luchas é inconmensurable grandeza, á la conclusion de aquel mismo año, con el descubrimiento del Nuevo Mundo.

Y aquí no puedo menos de lamentar, Señores, que acerca de estos dos grandes períodos de nuestra historia, y muy especialmente sobre el segundo, se hayan emitido juicios harto apasionados y ofensivos á aquella hidalguía de sentimientos, á aquella varonil constancia y abnegacion sin límites, que imprimen un sello característico á nuestra raza, yendo siempre en prosecucion de una grande idea, que, planteada por los Reyes Católicos, no deja por un momento de realizar la nobilísima Casa de Austria, desde que entroncando en la familia de nuestros antiguos reyes por el enlace del Archiduque D. Felipe y de D.a Juana, se identifica con las aspiraciones del pueblo Español, cuyos destinos viene á regir en la persona de don Carlos I de España y V de Alemania, quien no tarda en abrazar resueltamente la política de sus ilustres abuelos, haciéndola triunfar en todas partes aquel gran Rey, é hijo suyo predilecto, D. Felipe II, cuyas eminentes dotes de mando es el primero en reconocer D. Cárlos, al trasmitirle ya en vida todos sus derechos á la corona de España, al mismo tiempo que á su hermano D. Fernando le deja el imperio de Alemania.

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