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UN HOMBRE ILUSTRE.

En una estrecha celda

De olvidado convento,
Ante la imágen de Jesus divino
Alzaba un monje su piadoso ruego.

Levantó la capucha,

Y con triste silencio,
Al traves de las rejas de su celda
Tendió la vista al azulado cielo.
La luna que

brillaba
En el espacio inmenso,
Cuando el rostro fué á herir del penitente,
Una gota mostró de llanto acerbo.

Fué lágrima perdida,

Oscuro pensamiento; Volvió el fraile á rezar, y sobre un Cristo Con sagrado fervor imprimió un beso.

¿Quereis saber quién era

El penitente austero?
Pues ese que se os muestra tan humilde,
Ese fué luego el cardenal Cisneros.

Ese fué el que, más tarde,

Regente de este Reino, Pensó llevar la ciencia y la cultura Del África hasta el árido desierto.

Ese fué el penitente,

Político y guerrero,
Que en las torres de Orán la enseña puso
De San Fernando y de Guzman el Bueno.

Que si tuvo la patria,

Como preclaro ejemplo, Santos, conquistadores y marinos,

у Tuvo un monje inmortal como Cisneros.

Magnífica es su gloria;

Al cantarla enmudezco;
Mas todo aquel que de español se precia,
Su nombre tiene escrito sobre el pecho.

JOSÉ ALVAREZ DE TOLEDO Y CARO, EN LA TUMBA DE CISNEROS.

alumno del Colegio de Jesus, incorporado á este Instituto.

Ante tu brillante gloria
Quiero postrarme en el suelo,
Lleno el corazon de duelo,
De recuerdos la memoria.
Tú, que en nuestra patria historia
Un nombre ilustre has dejado,
Perdóname si, postrado
A tus piés, llanto ferviente
Doy al amargo presente
Por las sombras del pasado.

No levantes la cabeza ,
No recuerdes aquel sol
Que siempre en suelo español
Alumbraba su grandeza.
Del ánimo la tristeza
Sueña triunfantes legiones;
Mas ya no ve tus pendones,
Y el sol..... el sol de Castilla
Se pone muy pronto, y brilla
Para alumbrar sus jirones.

Si amenguada su grandeza
Y eclipsado su esplendor,
Aun levanta con vigor
Hoy España su cabeza,
Es que su indomable alteza

Y su corazon entero
No se doman ni al acero,
Ni ante la adversa fortuna;
Pues desde la misma cuna
A luchar nace el ibero.

Oh tú, que viste nacer
La luz del hermoso dia,
Y diste á la patria mia
Ciencia , virtud y poder ;
En las sombras del no ser
Nuestra postracion advierte,
Danos tu espíritu fuerte,
Que la discordia no arredra,
Mientras en labrada piedra
Duermes tu sueño de muerte!

Los siglos volando van
Entre luchas y congojas,
Como las marchitas hojas
Que arrebata el huracan.
Mil nombres perecerán
Víctimas de su inclemencia;
Pero jamas tu existencia,
Porque está escrita tu gloria
En el libro de la historia
Y en el templo de la ciencia.

LUIS DE MOYA,

alumno de este Instituto.

AL CARDENAL FR. JIMENEZ DE CISNEROS.

A tí, Cardenal insigne,
Asombro del orbe entero,
A tí saludo y venero
Con afecto ardiente y fiel ;

Que es tu fama sin mancilla
Por tanta y tan grande hazaña,

у
Y

para tu frente España Guarda perenne laurel.

Tú, cual Prelado y Regente
En esta española tierra,
En la
paz como en la

guerra
Alcanzaste admiracion;

Pues la maldad refrenaste
Con debidos escarmientos
Y á próceres turbulentos
Impusiste sumision.

Y apenas la huella fijas
Con las legiones cristianas
En las playas africanas
Do se alza Mazalquivir,

Al valeroso Navarro,
A Villarroel y Vera,
En esa noche primera
Mandaste ya combatir.

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