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su gente de pié, y los indios tarascos siguieron la mano izquierda, y el gobernador con los que iban siguiendo su guion y el capitan Villalba con su guarda por medio; y mandó á los indios de México y Santiago le siguiesen. Mandó á Francisco Verdugo con su capitanía trujese recogido el fardaje tras él, y así caminando el campo hasta llegar á un arroyo, el cual pasado, mandó el gobernador á Samaniego, alcalde de las atarazanas, y á Juan de Sámano, y á Francisco de Villegas, su mayordomo, fuesen á correr el campo y á descobrir hasta llegar al pueblo; y los dichos lo fueron á hacer y entraron en el dicho pueblo de Cuynan, sin hallar persona ninguna en todo el pueblo; los cuales volvieron á dar mandado al dicho gobernador; y como lo supo, caminó con todo el campo hasta entrar por medio del pueblo, y los indios amigos se comenzaron á desmandar y á quemar algunas casas; y como el gobernador lo supo, el gobernador mandó pregonar so pena de muerte que ninguno quemase casa; é mandó luego salir la guarda de caballo al campo, para que nadie quemase ni desbaratase casa, y todavía no se pudo excusar que no se quemasen algunas casas; y hecho esto mandó al maestre de campo hiciese el aposento fuera del pueblo en una sabana, ribera de un arroyo de agua. Este pueblo está asentado en la halda de una sierra pelada, no grande, y alguna parte dél en llano. Es pueblo templado y de muchos bastimentos de maiz é frijoles y ají y otras semillas; tenian gallinas; hay muchos magueyes; hay muchos árboles de fruta de los de la tierra, y la tierra parece muy aprovechada para todas labranzas; hay muchas liebres é venados é conejos é codornices £ tórtolas. El capitan Cristóbal de Oñate á la entrada deste pueblo se desvió algo sobre la mano izquierda, y dió en un escuadron de indios é mujeres é muchachos, é dijo que se habian querido defender, y él dió en ellos, en que mató algunos y trujo presos cerca de cien personas al real. Estovimos allí dos dias, y en los amigos tarascos que llevábamos se hallaron lenguas que dijeron al gobernador que habia cerca de allí un gran poblado. El señor gobernador se partió luego para allá con toda la gente, y dejó en guarda del campo aquí en Cuynan á Francisco Verdugo, capitan de ginetes, y al capitan Vazquez con sus peones en guarda del real. Envió delante al maestre de campo y ciertos de caballo, el cual envió mensajero al gobernador haciéndole saber que el cam

po estaba cubierto de gente de guerra; y el dicho gobernador re quirió todas las capitanías, y los mandó poner en órden, haciéndoles saber la nueva que el maestre de campo enviaba, y á los indios amigos se aderezasen, y así fué hecho luego, y caminó el gober nador con el campo á buen paso, y llegando á vista del poblado comenzaron los enemigos & huir pocos á pocos, y así que llegó el campo al dicho pueblo, salvo que los amigos alcanzaron alguna parte de la gente que iba huyendo, hicieron algund estrago en los enemigos, porque otro dia de mañana andando el gobernador mirando el poblado, hallábamos el rastro de algunos muertos y otros heridos. Aquí hallamos que comian carne humana, porque halla mos muchos de indios asados. Este pueblo está algo derramado, porque está poblado á barrios. Está en unos llanos. Hallamos alguna falta de agua, pero la tierra es muy alegre y abundosa. Á la una halda del pueblo hay una barranca grande muy trabajosa de bajar á un rio que por ella va. Este rio entra en el de Nuestra Señora que arriba digo; tiene muchos árboles de frutas, muchos bastimentos de maiz é frijoles, é otras cosas que los indios comen; dijeron las lenguas al gobernador que aquella gente que allí estaba sacrificada é asada que eran de Cuynan, deste pueblo que arriba digo, que allí se habian venido huyendo, y que los de aquel pue blo los habian muerto. Tomóse en este pueblo, que se llama Cuy nacaro, mucha gente, que serian hasta seiscientas ánimas, entre las cuales se hallaron que habia de Cuyna doscientas é cincuenta, de las cuales el dicho gobernador se quiso informar si era verdad que las lenguas decian de los muertos, y halló ser ansí verdad. Otro dia de mañana el señor gobernador envió todos los prisione ros que allí parecieron ser de Cuyna, á sus casas, y con ellos tres de caballo, y los demas que quedaron deste dicho pueblo mandó: que los soltasen despues de habelles hablado que se fuesen á sus casas, y luego mandó caminar la manguardia por un camino que el piloto dijo que era la via del Lesnordeste. Llevaba por guía á un indio, el cual nos llevó por un camino que el dia antes habian descubierto ciertos de caballo; y aquel dia anduvimos hasta tres leguas y bajamos un puerto harto agro; y bajando en lo llano di

lo

'Hay aquí una palabra enmendada que no se puede leer: parece que dice huesos.

mos en un pueblo donde no se halló gente ninguna; y otro dia envió al maestre de campo con cierta gente á pasar una barranca grande que estaba á la mano izquierda, que viese qué habia de la otra parte. Envió asimesmo al veedor por la mano derecha, si habia algo. El maestre de campo al pasar de la barranca halló cierta gente que le quiso defender el paso, y sobre ello pelearon un rato, de lo cual salió herido el maestre de campo en un muslo; y de lo demas en este caso no me acuerdo. El veedor fué por la mano derecha, dió en una poca de gente á la cual siguió un rato, en lo cual de un flechazo le mataron un caballo á García Ramirez; siguiéronlos hasta dar con los dichos indios en una barranca, y dieron la vuelta al real do el gobernador quedaba. Aquí quedó rezagado un negro de Alonso de Contreras, y salieron los indios á él, y por presto que fué socorrido, hallaron que los indios lo llevaban muerto. Otro dia de mañana mandó el señor gobernador al veedor que con su capitanía é con algunos otros caballeros, tomase la via de aquella barranca que el dia antes habia ido el maestre de campo, y viese qué habia de la otra parte; el cual pasada la barranca, obra de una legua, halló mucha gente de guerra en escuadrones que le estaban esperando en unos llanos muy grandes, todos poblados, de lo cual él dará á Vra. Sría. y Mdes. relacion dello, porque yo no me hallé allí. Vuelto el dicho veedor, el gobernador mandó otro dia de mañana caminásemos rodeando alguna parte de una sierra, porque no tornase el campo á subir aquel puerto que antes habiamos bajado; y así caminamos dos dias por despoblados por unos pinales donde se halló mucha copia de venados, y ansí llegamos en dos dias á Cuyna, donde habia quedado Verdugo con el fardaje, y hallamos que eran venidos los señores del pueblo de paz. Otro dia que allí llegamos fué primero dia de cuaresma, do se tomó ceniza, y habló el gobernador á los indios y les mandó que estuviesen quedos en sus casas y que no hubiesen miedo, y que si algund cristiano por allí pasase, que le diesen de comer y le encaminasen para do quisiesen ir; y ellos dijeron que ansí lo harian, y les pidió tamemes, y los dieron, aunque no todos los que fueron menester.

De aquí partimos, y andando hasta dos leguas, supo el gobernador de unos indios amigos que andaban á descubrir, cómo habia gente de guerra en el campo que nos estaban esperando. Man

dó aparejar la gente que fuesen apercibidos, y mandó á Cristóbal Flores y á Juan de Burgos y á Gonzalo López que fuesen á descobrir, y apartados un trecho del campo vieron cierta gente de guerra que iba huyendo, y siguiéronlos hasta que se echaron en el agua, que es del rio grande de Nuestra Señora. Aquí alcanzaron dos ó tres y los alancearon, y volvieron á dar mandado al gobernador, y mandó á la gente de caballo é peones caminar á buen paso, é cuando llegó el campo halló de la otra parte la gente de guerra que estaba peleando con sus arcos é flechas, é luego comenzaron á tirar con escopetas é ballestas, y el gobernador mandó á ciertos de caballo que fuesen el rio abajo á buscar paso, é no se pudo hallar al presente, sino mucha gente de guerra que salian á pelear desta parte del rio, donde se alancearon algunos dellos que se alcanzaban antes que se echaban al agua; y si nos llegábamos mucho al agua, eran tantas las flechas, que nos hacian daño á los caballos; y visto esto, el gobernador mandó desbaratar una casa de un cu á los indios amigos é peones, é se hiciesen luego balsas para pasar á la otra parte; y viendo los indios de guerra la primer balsa que se echó al agua, vino un indio de los de guerra, lengua, y dijo que estuviésemos quedos, que ellos venian de paz, y mandó el gobernador que no les tirasen y que llamasen el indio; y luego el indio pasó el rio y habló con el gobernador aparte con la lengua. que la entendia: no sé lo que con él se concertó, mas que mandó pasar de la otra parte gente, y pasó luego, y durmió allá aquella noche. Y luego otro dia partimos el rio abajo, los unos por la una parte é los otros por la otra, é anduvimos hasta dos leguas y media ó tres hasta llegar al pueblo que se dice Cuyseo, que es la cabecera desta provincia, á do hallamos un vado no muy bueno, porque era un paso de ceborucos, 2 donde los caballos pasaban con harto trabajo; y pasados mandó el gobernador aposentar el campo, y antes que se apease el gobernador quiso ir á ver el pueblo el rio abajo, y hallaron en el rio en canoas y por la costa dél, mucha gente

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de guerra que se acogia á una isla, é allí se hacian fuertes, flechando desde allí muy reciamente. El capitan Vazquez que allí se halló con ciertos peones de su capitanía, se echó al agua con una espada y una rodela, y le siguieron algunos de los peones, donde hizo harto daño á los enemigos, é mucha copia dellos mataron; á él hirieron en un muslo y en una pantorrilla, y los demas se echaron al agua. Y el gobernador envió al capitan Verdugo con cierta gente de caballo por la otra parte del rio á que les tomasen las espaldas, el cual dió en mucha gente de guerra que debia venir á socorrer los de la isla. El gobernador, despues de despachado Verdugo, siguió el rio abajo, y mucha gente iba por el agua, unos se ahogaban, y otros que salian á tierra alanceahan, que creo yo que porque estaba presente fueron pocos los que allí se salvaron de muertos ó presos; y con esto se volvió el gobernador al aposento con toda la gente que fuera estaba, y estuvo allí el campo cuatro dias. Allí murió un peon de enfermedad. En este tiempo vinieron ciertos señores de paz, que entre ellos era el señor de allí, el cual el gobernador recibió muy bien; y otro dia de mañana mandó ir á bojar una sierra muy agra, en la cual está poblado mucha cantidades de pueblo. Está de la parte del rio á mano izquierda, y de la otra parte de la sierra está una laguna muy grande, y envió el gobernador al veedor por encima desta sierra y viniese á juntarse con él al cabo de la dicha sierra, donde sale el rio grande de Nuestra Señora de una falda de la laguna, que se parece tres ó cuatro leguas, se mete por la laguna y se torna á salir de ella sin impedimento ninguno. El veedor yendo bojando la dicha sierra dió en un pueblo que se dice Chapala y en otras estancias que á la sazon no se supieron los nombres, y acabó de bojar la sierra con harto trabajo de los caballos, y así se volvió donde el gobernador estaba. La otra parte desta poblazon está la mano derecha de un valle muy abundoso de bastimentos y gallinas y venados y de todas cazas, liebres é conejos, é de codornices, muchos árboles de frutas. Así se tornó el gobernador al aposento, y otro dia de mañana mandó al veedor y á Diego de Proaño con su capitanía de peones y los indios de Taxcala y Guaxocingo fuesen por la otra parte de unas barrancas que se parecian, y doblasen una sierra alta, y por cima de la sierra diese la vuelta sobre la mano izquierda, lo cual hizo

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