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po á dormir á un pueblo grande: todo este rio va poblado de muchos pueblos. En este pueblo grande se halló muchos bastimentos y comida; pusímosle por nombre el pueblo de Mejía, porque murió allí un gentilhombre, de enfermedad, que se llamaba Mejía. Otro dia fué á dormir el campo á una estancia que le pusimos de nombre el Guamochal, porque era toda poblada de unos árboles que tienen fruta, que se llaman guamócheles. Así como llegó aquí el campo envió el gobernador general cierta gente de caballo adelante, que tuvo noticia que habia mucha gente de guerra junta en unos pueblos grandes que son en la provincia de Cuylan. Aquella tarde Cristóbal de Oñate, capitan, con su capitanía, llegado que llegó al primer pueblo de la provincia, dió en mucha copia de gente que en el campo estaba, y dió en ellos é hizo mucho estrago é matanza, que habrá durado el alcance hasta la noche; y aquella noche hizo saber al capitan general lo que pasaba, y quedóse allá con su gente.. Otro dia de mañana me mandó á mí el capitan general que llevase la manguardia con cierta gente de caballo; é llegado donde Cristóbal de Oñate estaba, le dije estoviese quedo, y le enviásemos á decir del arte que estaba la gente, é yo llegué en saliendo el sol aquella mañana donde Cristóbal de Oñate estaba con la manguardia: le hallé que estaba en el campo á vista de una arboleda, que dentro della habia muy gran copia de gente tañendo atambores é bocinas é dando muy gran grita, é yo lo hice saber al capitan gene

ral que ya venia por medio del campo andando, y envió á mandar

á la retaguardia que recogiese todo el fardaje é caballos de diestro á un pueblo grande que estaba á la man derecha, que se llama Colombo, y luego mandó aderezar toda la gente, é todos se pusieron á punto de guerra. Estando todos juntos, fué á frontar aquella arboleda donde la gente estaba de guerra, y la gente comenzó poco á poco á huir; pero todavía se alcanzó mucha parte della, y se hizo mucho estrago en ellos. Hirieron muchos caballos, que dellos murieron cuatro, y así se volvió el gobernador aquel dia al aposento; y en este aposento estuvo cinco ó seis dias, y al cabo dellos salió de allí, y caminó el campo por una ribera de un rio abajo donde se hallaron muy grandes pueblos y muchos de la una parte y de la otra, y muchos bastimentos y frutas y pescados, y otras muchas cosas. La gente desta provincia es muy bien dispuesta, así los hom

bres como las mujeres. Caminamos por esta provincia abajo cuatro dias, hasta llegar á unos esteros grandes que la mar hacia. Aquí estuvo el campo cuatro ó cinco dias esperando cierta gente que eran idos por una parte é por otra á buscar caminos, y todos volvieron que no hallaron paso por donde el campo pudiese andar; y llegado el capitan general tornó á enviar gente en busca de camino para que entrásemos la tierra adentro, pues para ir por la costa no se hallaba, y así hubo de volver el campo por la misma provincia el rio arriba, hasta llegar al primer pueblo donde en principio habia llegado, que es á un pueblo grande por donde en aquella provincia entramos, que se llama Colombo. Allí llegó respuesta que habian hallado un camino por un rio arriba, que este rio entraba en este rio grande desta provincia de Culiacan. Por aquí se caminó quince ó veinte jornadas: continuamente en ellas se hallaron bastimentos, aunque la tierra era muy agra de andar, y rodeando por otras partes de que no tengo memoria, hubimos de tornar otra vez á la provincia de Culiacan, á un pueblo grande della, donde estuvimos desta vez veinte ó treinta dias, mientras por muchas partes é con mucho trabajo se buscaba camino para pasar las sierras ; y al cabo destos dias, un alférez de Cristóbal de Oñate, que se llama Zayas, veinte é cinco leguas desta provincia descubrió un pueblo de hasta cuatrocientas casas. Yendo para él, en el camino habia muchas estancias é pueblos á la una parte é á la otra ; y como llegó con la respuesta, partió el campo desta provincia y caminó las veinte é cinco leguas sin parar mas de un dia hasta llegar á él, En este pueblo se halló mucho bastimento y gallinas y otras cosas, y en las comarcas dél muchos bastimentos. Aquí estuvo el real treinta é tantos dias mientras fué el maestre de campo á pasar las sierras y á ver la despusicion del camino, y á ver lo que la tierra adentro habia, para venir á informar al capitan general dello. El maestre de campo fué y tardó quince dias, que no se supo respuesta dél, y al cabo dellos envió un mensajero que se llama fulano de Sepúlveda con seis compañeros á decir al gobernador lo que en la tierra habian hallado, y dijo que habian pasado veinte é cuatro leguas de sierras é puertos muy agros, y que encumbrado encima los puertos, habia dado en unos pinales, que habian andado por ellos veinte leguas, al cabo dellos habian hallado una estancia en la ribera de un

y

rio, y que el maestre de campo habia pasado adelante con un indio que le guiaba, y decia el indio que le llevaria á un muy gran poblado que estaba á la vera de una laguna; y como el capitan general supo esto, determinó de pasar los puertos, y mandóme á mí que me aderezase, que habia de ir con veinte de caballo en busca del maestre de campo, para si hubiesen menester gente, y dende á dos dias que me fué mandado, salí con veinte de caballo, y pasé los puertos y llegué al estancia donde el mensajero habia llegado al maestre de campo; y la tarde que yo llegué á aquella estancia, llegó el maestre de campo por otro camino con tres ó cuatro de caballo, que la otra gente que tenia la dejaba en otra estancia, veinte é cinco leguas de allí; y como llegó donde yo estaba le dí una carta del capitan general, y le pregunté que qué tierra habia, y me dijo que habia ido cuarenta leguas de allí, é que no habia podido hallar poblado ninguno para poderse sustentar, y que él iba á gran prisa al capitan general á decirle cómo eu la tierra no se hallaban poblados, que se volviese, que se perderia el campo de hambre ; é así se partió de mí á gran prisa, porque no subiese el campo subidos los puertos, é yo me partí con la gente que tenia en busca de la gente que el maestre de campo dejaba veinte é cinco leguas de allí, é llegado que llegué á la gente yo estuve con ella ocho dias, y al cabo destos ocho dias hube una carta del capitan general, en que me mandaba que si no habia despusicion, ó si habia falta de bastimentos, que no curase de buscar mas la tierra, sino que trabajase de traer todo el bastimento que hubiese menester hasta llegar á la provincia de Culiacan donde el capitan general determinaba de volver con todo el campo á invernar, y que me diese la mas priesa que pudiese hasta llegar, porque por el camino hallaria mucha falta de bastimentos; y vista la carta, lo que por ella me mandaba, salí de aquella estancia con todo el bastimento que della se pudo sacar en indios y en caballos, y dejé en el estancia puesta una cruz en un cerro alto, y tomé allí la pusicion por ante escribano en nombre de S. M., como por todas las otras tierras que andábamos se tomaba ; y continuandoʻmi camino, anduve en diez y seis jornadas ciento é cinco leguas, hasta llegar á do el gobernador estaba ; y de los caballos que conmigo llevaba, se quedaron tres en el camino desmayados de hambre, é yo topaba en el camino otros que habia

dejado el campo: á la vuelta del volver del camino oí decir que serian hasta cuarenta é cinco caballos é yeguas; é yo llegué á do el campo estaba, dia de Señor Santiago, con harto trabajo, porque las aguas eran ya muy grandes, é los rios venian muy crecidos. Aquí estuvo el capitan general del dia de Santiago hasta quince dias del mes de Otubre. En este tiempo vino de paz esta provincia de Culiacan é otros muchos pueblos é provincias de la tierra. Aquí dejó fundada una villa que se llama la villa del Señor San Miguel: quedaron en ella cincuenta de caballo é cincuenta peones: quedaron muchos ganados, yeguas é ovejas é puercos para criar.

Á quince dias del mes de Otubre del año de treinta é uno salió el gobernador desta provincia por todas las provincias é pueblos que arriba digo, por el camino derecho, é muchos pueblos é provincias salian de paz é estaban en sus casas, y el capitan general les hablaba, y los dejaban en sus casas; y en un pueblo destos del camino derecho mandó dar un pregon, que ninguna persona fuese osada de tomar indio, ni india, ni muchacho de los naturales de la tierra para traer cargado, ni otra manera, so pena de la vida: y andando por el camino adelante, en un pueblo que estaba la gente en sus casas, dos peones tomaron el uno una mujer y el otro un muchacho, y vínose á quejar un principal del pueblo, y súpolo el capitan general, y mandólos prender, y mandólos sacar á la vergüenza; y el nombre deste pueblo donde esto acaeció, no le sé el nombre. É así venimos por el propio camino que habiamos ido, hallando toda la gente destas tierras en sus casas, é así llegamos al pueblo de Tepique, donde se edeficó la cibdad de Compostela de la Nueva Galicia. Y viniendo agora yo á esta cibdad, vine por el pueblo de Aguacatlan, que antes no habia estado en él. Está entre dos sierras, una á la mano izquierda é otra á la mano derecha, é por medio della pasa un arroyo grande de agua. Es abundosa de bastimentos é de muchas frutas. Los indios estaban de guerra deste pueblo, dándonos grita de unos cerros cuando pasábamos; é así llegamos en un repartimiento de un vecino de Colima, que se dice Izatlan, viniéndome á esta cibdad de México; y de lo que yo me acuerdo é haya visto es esto arriba escripto.-JUAN de Sámano.

(Original.)

PRIMERA RELACION ANÓNIMA

DE LA JORNADA QUE HIZO NUÑO DE GUZMAN

Á LA NUEVA GALICIA.

Desde el rio del Espíritu Santo fué el gobernador Nuño de Guzman hasta el rio de Hastatlan, como él dice, que habrá diez ó doce leguas, el cual era una provincia bien poblada y grande: allí le aguardaron de guerra los naturales, aunque no á que aguardase á romperse, porque luego los desbarataron. Aquí asentó el gobernador su real encima de la barranca del rio, y recogieron toda la mas comida que pudieron para invernar allí, por respeto que las aguas estaban recio: aquí fallaron tanta provision de comida, de gallinas de las de México, é maiz, é patos, é otras aves, que fué cosa extraña. É ansí con el buen pasto que fallaron, como por las aguas que eran recias, y el pesado ejército que llevaba, estoviéronse de asiento dos meses, de lo cual no poco daño se siguió al real, porque estando un dia muy seguros, vino un deluvio tan grande que el rio salió de madre por ciertas barrancas que tenia, y por muy ancho que era, que se llevó muchos de los pueblos de los indios que estaban poblados cerca del calor cristiano, é puso en tanta necesidad, que se salieron de sus ranchos é tiendas é se subian á los árboles, porque las tiendas estaban casi cobiertas de agua; y en todo lo que podian determinar de sobre los árboles, no vian tierra, sino todo agua, si no eran las sierras que estaban lejos, y todos pensaron que era ya cumplida la voluntad de Dios, é que todo el mundo era agua, porque eran tantos los venados é otras alimañas é géneros de caza que el agua llevaba, que les ponia espanto; é ansí les llevó á los cristianos mucha cantidad de puercos, que despues les hizo mucha falta. Duró esta venida todo un dia, é luego abajó.

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