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algunos se los llevó el rio, y el mártes se acabó la puente, en donde pasó toda la gente; miércoles y jueves se estuvieron allí; viérnes salimos de allí, y estuvimos á dormir en un valle, y llegamos pre venidos con nuestras armas, y de noche hubo centinelas y guardas.

Sábado salimos, y fuimos á dormir en Tecpayocan; y luego fuimos á dormir el domingo á Tototlan, que fué cuando se ganó: cuando llegaron los de la provincia de Chalco, ya estaban peleando, que por la parte de arriba tenian ganadas siete cercas, y por la parte de abajo solo una, con que se iba ya ganando la batalla; y estaba el virey por la parte de abajo, y el Sr. D. Francisco luego comenzó á subir, qué á la misma ocasion asimismo comenzó á subir el visorey; y luego que subió fueron vencidos. Estando ya venci dos, el visorey llamó á D. Francisco, y le dijo: « Pues D. Francisco, ¿ se hizo bien ?» Y le respondió: « Muy bien ha salido V. S. con la empresa; » y tornóle á replicar el visorey: «Así es; muy buena gente es la de Chalco. » Y comenzó la batalla á vísperas, y fueron vencidos á puestas del sol. El lúnes nos estuvimos allí; mártes salimos, y fuimos á dormir á orillas del monte; y miércoles salimos, y llegamos á Acatlan, en donde estuvimos cuatro dias; los dos, que fueron juéves y viérnes, nos estuvimos quedos, y el sábado se quiso dar la batalla; y el viernes se fué á plantar la artillería sobre unas peñas, en donde estuvieron en guarda españoles y naturales; y á la noche les dijeron desde donde estaban á los españoles: « No disparéis más vuestra artillería, porque se asombran los del pueblo; por la mañana irán á ver al señor.» Y habiendo amanecido, luego comenzaron á marchar, y salió primero Maldonado, llevando consigo al Sr. D. Francisco, y fueron luego á encontrar con los espa ñoles que estaban por espías, y de allí los volvieron, y vinieron á decir al visorey que se querian avanzar; y dijo que nó, sino que fuesen otra vez á perseguir; y luego se fueron, y habiendo llega do á orillas de las peñas, comenzaron á abrir camino, y bajaron á un puesto donde paró Maldonado, y comenzó á llamar á voces á los chichimecas, por intérprete, diciéndoles : « Salid y venid; » y no le respondian; y de allí á un rato dijo á D. Francisco: « Llamadlos vos; » y luego comenzaron á llamarlos á voces; y luego se bajaron junto á la cerca, donde se vinieron á parar; y luego comenzó á bajar el Sr. D. Francisco, que asimismo se fué á parar en

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el repecho; y le dijo Maldonado: «D. Francisco, no bajeis; tambien baje ese principal; » y luego bajó Juan Tzauhiuatzintli y un criado de Maldonado; asimismo se fueron á parar en el repecho. Y luego dijo Maldonado: «D. Francisco, bajad vos y llamadlos.» Luego bajó, y los encontró en el agua sin rodelas ni macanas, y los comenzó á llamar diciéndoles : «No temais, que los llama el señor visorey de los de vuestra gente; » y ellos de temor no querian, y les estuvo hablando un gran rato, y bebió agua allí el dicho señor, y los tornó á persuadir hasta que quisieron ir. Y luego pasaron el rio dos de los chichimecas, el uno llamado Diego, y el otro aun no estaba baptizado, y ambos eran intérpretes; y subieron guiándolos el dicho señor; y luego dijo Maldonado como ya venian, y él les preguntó que dónde estaba la señora, y le respondieron que era ida arriba á ver al señor visorey; y luego les dijo: << Sea en hora buena; » y fue á traer gallinas, huevos y de comer, y luego se vinieron á parar en el repecho, y luego dijo Maldonado á Diego Hernandez: « Id vos por ellos; » y luego fué á llamar y los trujo; y Pedro Hernandez habia ido con el señor cuando habia bajado al agua, y luego les dijo Maldonado: «Venid acá, que habeis de ir á ver al visorey;» y luego llamó á Pedró Hernandez, y á Martin de Silva, y á Gabriel de Castañeda, y les dijo: « Id en su guarda;» y luego subieron arriba; y habiendo llegado á la presencia del señor visorey, preguntó al intérprete diciéndole, adónde estaba D. Francisco; y le respondió que era ido á Nochtlan; y luego le dijo que fuese por maiz, y llamó el visorey á Pedro Hernandez, y á Martin de Silva, y á Gabriel de Castañeda, y les dijo: « Id con él; » y asimismo hizo ir con ellos á un español; y luego bajaron, Silva no pudo ya bajar, y el capitan Miguel Guevara fue á traer de allá un caballo, una silla y una espada, que trajo á la presencia del señor visorey; y luego vinieron á verle, y les mandó que luego desbaratasen sus cercas y quemasen sus chozas.

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Luego salimos de aquí el lunes, y fuimos á dormir en la montaña; y el mártes salimos de aquí en el llano junto al agua; el miércoles partimos, y fuimos á dormir en Yepcalco, en donde está el agua caliente, y aquí hubo muy grande apretura, y algunos se

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Segun los antecedentes, parece que faltan aquí las palabras y fuimos á dormir.

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despeñaron, y se pasó gran rio que tenia salinas en sus orillas; el juéves salimos de aquí, y fuimos á dormir en Misquititlan, y luego fueron á reconocer á los que estaban allí; y luego otro dia siguiente viérnes salimos de allí, y todos pararon en la orilla, y solo el visorey con todos los españoles pasaron adelante, y los naturales se quedaron todos, y solo tres señores fueron con el visorey, que fueron D. Francisco el de Tlalmanalco, y D. Juan el de Cuyuacan, y D. Mateo el de Cuitlahuac, y fueron á dar una vuelta y reconocer el cerro donde estaban los enemigos; y en la parte donde paró todo el ejército de los naturales comenzaron á prevenirse de sus armas á marchar, y fueron abajo á parar, en donde los fué á encontrar el capitan de Tlacotlan, que llevaba consigo á los de Tonalan, que iban con ellos Martin de Silva y Estéban el de Xuchimilco, que fueron los que llevaron á los enfermos á Tonalan, así á los que hirieron en Tototlan, como á los que habian caido de enfermedad que salieron de Acatlan; y en esta sazon no se hizo nada, sino que se puso en órden la gente, y el dia siguiente sábado se comenzó á proseguir, y no se pudo hacer nada, y flecharon y tiraron á algunos; y no estuvimos allí mas de cuatro dias, domingo, lúnes, mártes y miércoles, que fué el quinto que comenzó la batalla por la mañana, como á las horas que se celebra la misa. Y el órden que se tuvo para la batalla y combate fué que se puso en medio la artillería, y á una banda iban los tlaxcaltecas, huexotzincas, quauhquechultecas, y luego se seguian los mexicanos y xilotepecas, y luego los aculhuas, y en el otro lado los de Michoacan, Mextitlan, y los chalcas; y fue asestando la artillería hacia la cerca de madera, y luego á la de piedra, con que la desampararon los chichimecas, y luego comenzaron á subir los españoles, y luego tornaron á revolver los chichimecas sobre los españoles, en donde se tuvieron fuertes con ellos; y el Sr. D. Francisco dejó la gente y bajó abajo, y cuando llegó ya habian echado los chichimecas de donde estaban una vez, y no se les habia ganado ninguna cerca ; y luego comenzaron á embestir los chichimecas, y á ellos el Sr. D. Francisco con su divisa de quetzalpatzactli de plumería verde, con que les ganaron la cerca, y se la rompieron y quemaron sus jacales, y comenzaron á combatir con ellos, con que dejaron gran parte de sus cercas que tenian en el repecho, donde se defendian fuertemente, que era en

la última cerca que estaba por delante de sus casas; y subió arriba el estandarte real, con que fueron vencidos y se ganó el pueblo, y comenzaron á cautivarlos, y algunos de los nuestros fueron despeñados con sus cautivos, que de ellos se murieron y de ellos se lastimaron; y aquí fué donde tuvieron muchos cautivos todos los de las provincias, y no murieron mas que cuatro españoles en esta batalla; y duró este combate hasta que se ganó este pueblo de Nochtlan, que estuvimos en él cuatro dias, que fueron juéves, viérnes, sábado y domingo; y desde aquí tomó á su cargo la provincia de Chalco de llevar la artillería tirándola ó arrastrándola, con lo que se les duplicó el trabajo, y tambien llevaban á sus cuestas las balas de artillería, y demas municiones y adherentes de ella, y la guarda del ganado ovejuno. Lúnes salimos para Xuchipila, y fuimos á dormir á orillas del monte; y de aquí salimos, y tambien fuimos á dormir á orillas de otro monte; salimos de aquí el miércoles, y llegamos á Xuchipila en donde tenian su asiento los ene migos; y otro dia juéves por la mañana fué Maldonado adonde ellos asistian, que se nombra Listonco, y llevó solos á los de la provincia de Chalco. Yendo muy de mañana Maldonado, y en su seguimiento el Sr. D. Francisco con toda su gente, pasó por Ahuizolco, y luego comenzó á subir y pasó una loma, y luego pasó un cerrillo, y luego bajó y en el medio encontró con los mexicanos, y le dijeron: << Señor, ¿ adónde vas, que ya vienen los chichimecas?» Y el señor no se hizo del entendido y pasó junto de ellos; y luego tornó á ir á encontrar con otro de Amequemecan que le dijo las mismas razones: << Señor, ¿adónde vas, que ya vienen los chichimecas? > Y habiendo andado muy poco, que ya llegaba al rio, se volvió, y los chichimecas la una parte de ellos venian retirando á los nuestros,

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la otra parte iban hácia arriba á querer atajar á los nuestros, de donde los retiraron de donde los tenia el señor, y no pasaba nadie; y el postrero que vino fué Maldonado y Salinas que llevaban el estandarte real, y solo uno murió de los de Tenantzinco, vasallo de Maldonado. Y otro dia por la mañana, que fué viérnes, tornaron á ir dos capitanes, que fué el mismo Maldonado y el capitan de Tlacotlan, asimismo los hicieron retirar, y no llevaron consigo á ningunos naturales, y dieron un flechazo al capitan de Tlacotlan en un pié, y á otro en una mano, y asimismo flecharon á tres ca

ballos. Y luego á otro dia siguiente sábado fué el visorey y todos los españoles, y á solos los mexicanos llevó, y fueron por sus caudillos Tapia y D. Martin el de Tlatelulco, y luego se apoderó el visorey de noche del puesto de los mexicanos, siendo los delanteros los españoles, y á las espaldas asentaron los mexicanos y parte de los españoles. Durmieron en Apzolco, y fueron ya de dia y como que se querian adelantar, y estaba quieto el visorey, y los mexicanos en sus puestos ; y habiendo llegado al rio comenzaron á llamarlos, y les respondieron : « Mañana iremos á ver al señor ; » y luego vinieron, y de camino trujeron al visorey, y todo el ejército de los naturales se vinieron; y luego otro dia domingo, ya al poner del sol, salieron de la sierra los enemigos, que querian dar sobre nosotros de noche, y se bajaron los chichimecas al pié de la sierra en donde estábamos, y los delanteros éramos los de Chalco, y los de Cuauhtitlan y Cuyuacan y Xilotepec; y solos los de Xilotepec les quemaron sus ranchos. Y vinieron los chichimecas por dos vias, una que vinieron derechos al puesto de los de Xilotepec, y la otra al puesto de los chalcas; y los chalcas defendieron muy bien su puesto; y por poco cautivan al Sr. D. Francisco, porque embistió con ellos desarmado, con solo una rodela vieja, sin espada; y luego se volvió á armarse con su ichcahuipil, con su rodela, espada y demas divisas; y luego fuertemente embistió con los chichimecas, con que no osaron volver mas, y murieron luego allí siete de ellos, y dos que cogieron vivos, que los vido el visorey, y les hizo preguntas y no quisieron decir cosa alguna, y al tercero dia los aperreó, que fué el miércoles, y cuando se contó la gente española que habia, y el viernes se contaron los de la infantería, que eran mosqueteros y ballesteros.

Y vimos en la cumbre de la sierra de Xuchipiltepetl, que en ella estaba el templo del demonio, muy grande, y que estaba ya montuoso, y la sala que habia tenia quince brazas de largo y trece de ancho, y las paredes eran todas de una piedra á manera de adobes, de edificio muy antiguo, que no se sabe quiénes fueron los que lo edificaron, y el cerro comenzó su edificio por todas las concavidades de las peñas, en partes muy ásperas y dificultosas, y los moradores que eran, todas sus casas eran muy lindas, de losas, y de ellas de las piedras de forma de ladrillos adobes, y de la misma

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