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des amigos; y allí nos alcanzó el señor visorey, que llegó el sábado, y allí oyó misa el domingo, que fué dia de la Circuncision del Señor, cuando se le puso el nombre de nuestro Señor Jesucristo; y el sábado salió á recibir el D. Pedro al visorey, y le dieron codornices, pescado y comida para las cabalgaduras; y ahorcó á cuatro allí en Tlachco. Lúnes salimos de allí, y venimos á dormir á Apzolco, y estuvimos un dia entero allá; y los de Apzolco bajaron luego, y usó de misericordia con ellos el visorey, y ahorcó á dos; y el mártes todo el dia se arrancaron los magueyes, y se cortaron los mezquites, y se fué ya noche á Xalpan, y solo nosotros los chalcas fuimos allá.

Fueron á esto quince españoles y sesenta naturales, y los que se cautivaron fueron veinte; y se fué á traer á la reina ó señora, que se llama Doña Luisa, y allí en Xuchipila vino á alcanzar.

Salimos miércoles y fuimos á dormir en Xuchipila, y estuvimos allí dos dias; y luego que llegamos comenzaron á arrancar magueyes los tlaxcaltecas y mexicanos; y llegaron con la reina ó señora llamada Doña Luisa, ya noche, con dos mujeres que estaban con ella, y un viejo, y la fueron á traer junto á Nahuapan; y otro dia, que fué juéves, se hicieron entradas en todas partes; solo en Mizquitonco cogieron cautivos; todos los de las provincias tuvieron presa, y donde habia ido el visorey, que fué hácia Nochtlan, no tuvo ninguna presa; y luego que vino le mostraron los cautivos que habia, y luego les comenzó á interrogar para que dijesen dónde estaban los chichimecas, y no daban razon de nada; y á los de Mizquitonco les dió el visorey un papel para que trujesen á su señor, y ya lo traian, sino los descuidó y se les huyó, y solo al intérprete trujeron, y tuvo misericordia de él el visorey, y se rindieron, y les mandó que se juntasen, y á cuatro de ellos ahorcó, tres abajo y uno de la parte de arriba, ya cerca de la reina ó señora luego le fuimos á dar parte al Maldonado, y vino adonde estaba el Sr. D. Francisco, y vino por ella y la vistió, y á su hija, y á una vieja, y al viejo, y á otra hija suya, y luego la tomó para sí Maldonado, y á la reina ó señora la llevó Maldonado, primero á su posada ó cuartel, y despues la llevó á la presencia del visorey, y luego le preguntó que dónde habia estado? y ella le respondió que en el monte; y le replicó, que la gente dónde estaba? ella le respondió que

toda se habia desparramado. Y el visorey le dijo: «Sea en hora buena: si como sois mujer fuérades hombre, yo os ahorcara; y así idos y recoged á vuestros vasallos, que no se junten con vos los xuchipiltecas, y cualesquiera que venga de ellos mandadlos matar luego; y si vinieren algunos juntos, y se os quisieren congregar, váyase luego á avisar á México para que luego vengan los españoles á matarlos, y así idos luego. » Y luego se fué con ella D. Pedro el de Xalpa, y luego entonces arrancaron los magueyes y cortamos los mezquites; y otro dia, que fué viernes, dia de los Reyes, no se hizo nada.

El sábado por la mañana salimos; al pié del cerro nos atajaron, porque se habia entendido que habiamos de venir luego derechos. á Tonalan, y allí nos repartió el señor veedor y otro capitan que se llevó á los tezcucanos; y el visorey fué en medio de los de México, Tlaxcala y Chalco, que fuimos con él, y otro capitan llamado Bocanegra fué detrás del cerro: por el monte donde fué el visorey y subió, fué en parte muy peligrosa y áspera, y fuimos á dormir á Cuespalla. Y el domingo salimos de allí, y fuimos á dormir á Miahuatlan; y por donde fuimos, luego que salimos comenzamos á subir por una sierra muy alta; y saliendo á lo alto de ella, anduvimos muy poco en llano y bueno; y luego comenzamos á bajar por una parte muy peligrosa, porque estaba la sierra muy empinada, y allí murió un español que se despeñó á caballo, lastimándose mucho, y de los naturales muchos de ellos rodaron ; y por debajo de ella pasa el rio; y allí comió el visorey palmitos, y todos los demas españoles y los naturales, y lo mismo comió D. Francisco y todos los principales, y con ellos se sustentaron allí todo el dia, en donde vimos agua caliente. Y el lunes comenzamos á caminar, y fuimos á dormir debajo de un cerro en una barranca, y por donde fuimos era muy barrancosa; y tornó allí el Sr. D. Francisco á comer palmitos, y todos los principales y naturales, y lo mismo los españoles; con que fueron dos dias los que se sustentaron con palmitos.

Y el mártes salimos, y fuimos á dormir á Tecpacca, y salimos al alba á subir luego la sierra, que era muy pedregosa; y habiendo subido á lo alto, comenzamos luego á bajar, y cuando llegamos á las casas, ya se habian huido todos, y fueron tras ellos, y algu

nos de los que se cogieron fueron por mano de los que los siguie ron; y los chichimecas que así fueron cogidos, fué en barrancas, y en las asperezas de las peñas; nadie fué hallado en las casas, y allí en la orilla de la barranca fueron atajados, y allí fué llevado el señor de Tepanca á la presencia del visorey, que fueron á traerlo los españoles en la sierra, y trajo una canasta de tamales y peces que dió al visorey, y trajo consigo ocho chichimecas, y durmieron aprisionados, y no fué cierto que ellos se diesen de paz, sino que engañaron al visorey; y luego á otro dia siguiente, que fué el miércoles, comenzaron á buscarlos, y los fueron á coger en partes muy peligrosas, entre barrancas y peñas y malezas; y cinco dias duró el buscarlos y seguirlos, y todos los cinco dias los fueron cogiendo, y el domingo despues de vísperas ahorcaron al señor de Tepanca á la orilla del rio en un huamuchitl, y á los demas les tomaban sus declaraciones, para que dijesen en dónde estaban los chichimecas,

y

de temor lo decian, y de balde los llevaban á enseñar, y donde quiera que los llevaban los ahorcaban allí, porque no hallaban á nadie; y en donde tenian sus asientos se corrió todo en dos dias, у los que vinieron por detrás de la sierra á tornarse, iban á encontrar con los que iban de aquí; y los que fueron por la otra parte hácia el Miztinco, que es por donde vino el veedor y Miguel de Guevara, capitan de Tlacotlan, cogieron muchos chichimecas, cogiéndoles dentro de sus casas, y los fueron encerrando, habiéndolos primero reconocido sobretarde. Luego á otro dia les dieron el aviso, saliendo del puesto de donde durmieron, y habiendo hecho la presa, tornaron á él, y otros vinieron á dar en donde estaba el ejército, que era entre dos rios, y en las corridas que hacian se iban unos á otros á encontrar; y el sábado fueron á reconocer unos chichimecas que estaban entre unas peñas, por ambas partes muy ásperas y peligrosas, que allí peligraron y murieron dos españoles, y otros dos de Mechuacan, que los despeñaron, y muchos de los naturales fueron lastimados, y así se alborotaron y se fueron todos los chichimecas. Y estuvimos allí cinco dias, miércoles, juéves, viérnes, sábado y domingo, que al quinto dia llegamos en Tepanca, que era entre rios en donde estaban.

Y el lunes salimos, y no muy lejos de allí fuimos á tener en donde dormimos, y se fué por dos caminos, que los unos caminaron

por orillas del rio y lo vadearon tres veces, y los que fueron por la parte de arriba lo vadearon una vez; y allí algunos de ellos se perdieron y fueron derechos á la montaña, y otros bajaron hacia el rio, en donde se hizo noche, y allí se ahogaron y los llevó el rio, porque tenia de profundidad en partes nos llegaba hasta los pechos, y en partes á la cintura, y en partes menos, y en partes mas; y el domingo pasó el ganado ovejuno y vacuno, y asimismo pasaron mucha cantidad de los naturales, y á uno de los españoles se lo llevó el rio y escapó que no murió; y en Tepanca se ausentaron y se vinieron D. Diego Quataxochitl y su hermano mayor Martin Quaxolocatl; anochecieron y no amanecieron; el Quataxochitl hermano menor del Sr. D. Fernando, y el Martin Quaxolocatl hermano mayor del dicho D. Fernando.

Y luego el miércoles salimos, y fuimos á dormir en Copalla, subiendo por parte muy alta, y á poco andar comenzamos luego á subir entre peñas, y todos fuimos por una via y los de á caballo, y padecieron mucho trabajo en esta subida los naturales, y murió uno de nacion otomí, que cayó sobre él un caballo y le tronchó las piernas, y murió tambien el caballo; y los naturales iban subiendo siempre entre las peñas, donde iban unos tras otros; se detuvieron allí mucho por hallarse atajados, y el Sr. D. Francisco subió por entre peñas, y allá hácia el medio de la subida fué necesario subirse sobre una zarza ó bejucos.

El juéves salimos, y fuimos á dormir en Teccistlan, y estuvimos allí todo el dia viérnes, y allí dió el señor chile y sal á los de Chalco; nos dieron un petate y dos panes de sal; y algunos de los españoles se volvieron, y de los naturales se huyeron muchos, y á los que cogieron en Tepeca los herraron allí; y en Teccistlan descansó el visorey y el veedor Bocanegra, y muchos se despedian, y no quiso el visorey, y le respondió que solo quedaba seguidle, 5 y que se irian á México; y allí se despidieron los tlaxcaltecas, y les dijo el visorey: «Norabuena, idos, que otro tanto hicísteis con el marques, que lo desamparásteis, y otro tanto haceis conmigo en desampararme antes de haberse acabado esta guerra: ¿qué nuevas

'Todo este pasaje parece estar viciado, y principalmente aquí; pero en ambos MSS. se halla tal como se imprime.

habeis de llevar allá? Basta ya: y de aquí adelante no os alabeis de buenos soldados, ni de que habeis ido á conquistas; y los mexicanos, aunque en un tiempo fueron nuestros contrarios, antes que pertenecieran al Emperador, agora acuden con puntualidad á las cosas de su obligacion, hasta salir á los fines de ella; y así idos, y aunque digais que quereis ir conmigo, no he de querer. » Y todo el aparato del visorey, parte de ello se quedó allá y se llevó á Tonalan, quedando á cargo de los de Huexutzinco; lo mismo se partió el carruaje de los españoles, que se trujo tambien á Tonalan, y partes de estas cargas se tomaron aquí, y comenzó el hambre en Teccistlan, y allí algunos vendieron sus ropas y vestuarios. Y el sábado salimos, y venimos á dormir en la montaña, que era de encina, y la navaja que habia era como arena.

Y salimos el domingo, y fuimos á dormir en Tequilla, cerca de las casas, y allí pasamos mucha sed, que fué necesario cavar el agua; y aquí se acabó el maiz que comia el señor, y allí le socorrieron los de San Juan con un ceston de maiz y un cajete de frijoles, que comió en dos dias, y al tercero hubo solo para almorzar; y desde aquí se volvieron los tlaxcaltecas.

Juéves salimos, y llegamos á Tequilla, y estuvimos allí un dia, y luego envió el visorey los de Tequilla á los etzatecas, dándoles papeles y órden para traerlos; y otro dia volvió á enviar á otro á traer á los etzatecas, y allí durmieron, y otro dia volvieron á tiempo que ya queria marchar el visorey; vino el señor, que se decia D. Alonso, y dijo el visorey á los etzatecas: «Hicísteis muy bien en haberlos traido; » y luego mandó á los tequiltecas diciéndoles: <<< Pues ahora tiene el señor piedad y usa de misericordia con vosotros, salid de donde estais, y no volvais á estar allá; salga toda la gente.» Le respondieron que así lo harian, y estimaban la merced que el señor les hacia, y que se pondria en órden la gente. Y el mártes hubo baile, y nos dió el señor un novillo, juntamente con los de Quaquechula, y los naturales todos cocieron en barbacoa pencas de maguey, que tambien lo comieron los españoles, porque ya no habia otra cosa para sustentarse; y allí recibieron al señor los etzatecas, y la sierra en donde estaban los tequiltecas se llamaba Thoman, y se pasó por una parte el rio muy profundo, y tambien se pasa entre unas peñas por donde descuaja; y la sierra es toda de

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