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peňa; y al tiempo que habló con ellos el señor, le dieron cinco flechas envueltas en un pellejo de venado, y le dijeron: «Aquí traemos el engañador. » Las comenzó á desenvolver el señor visorey, y luego las hizo pedazos, y les dijo: «¿Qué es esto que os engaña? ¿Haos de favorecer, si flechasedes alguno con ellas, y teneis por cierto que lo habeis de flechar?» Y les dijo otras muchas cosas tocantes á la santa fe católica. Y aquí tambien se ausentaron muchos de los naturales del ejército; y el miércoles salimos de allí, y fuimos á dormir en Nexpa; y comenzamos asimismo luego que salimos á subir por una sierra, que en la cumbre todas las peñas eran de navaja, con que fueron tres dias los que anduvimos todo entre navajas; y por donde íbamos pasando por la dicha sierra, parecia de dos maneras; por el medio de ella habia muchos cerrillos pequeños, y en la cumbre todos eran puntiagudos; y acullá hácia adelante de ella estaba una gran laguna; y llegamos ya muy noche en donde dormimos, que algunos no pudieron alcanzar el puesto, porque se caminó mucho. Y en esta ocasion ya no tuvo que cenar el señor, si no fué maiz tostado y pinole que le dieron los de Tlailotlacan ; ya no se pusieron chozas para dormir en ellas.

Y el juéves salimos, y fuimos á dormir en Temicic, y á la mañana cuando salimos no comió el Sr. D. Francisco más de una frutilla amasada entre las manos, y pinole que le dieron los de Tlailotlacan, y su caballo no comió ya maiz, que allí en Tequilla almorzó lo que le dieron los de San Juan; y los dias que fueron para llegar á Temicic no comió ya nada. Y aquí en Temicic estuvimos viérnes y sábado; y cuando llegamos allí se hicieron correrías á buscar maiz; y de allá los conocieron los chichimecas, y flecharon á dos soldados, y á otro de Chalco, llamado Bartolomé; y el viernes se fué luego á buscar el enemigo, que no se pudieron haber á las manos mas de cuatro personas ó cinco, porque no pudieron ser habidos; y en la parte donde estaba el visorey era templo que igualaba su altura á las peñas, y parecian estatuas de personas, y de ellas por medio estaban agujeradas, y por encima estaba una casa, y en ella algunos árboles puestos, y por bajo de ella pasa el rio; y aquí comenzó á enfermar el Sr. D. Francisco, que fué el viernes, y lue

"Es decir, tortilla.

go lo supo el visorey, y lo enviaba desde allá á Etzatlan, diciéndole: «Vaya á Etzatlan, para que allí me aguarde, y le cure allí Sancho López ; » y el dicho D. Francisco no quiso, diciéndole que él queria ir con el señor visorey, que haga Dios lo que fuere servido, sea vivir ó morir, dándole salud, pues estaba todo bajo de su voluntad, que él iria así poco a poco; y así fué enfermo hasta llegar á Aguacatlan; y allí en Temicic se ausentaron muchos de los naturales, y de allí se huyó Felipe Quahuihuitl el de Tezcoco, y los capitanes de Tlailotlacan, Amistlato y otros.

Y el domingo salimos de allí, y fuimos á dormir en Huaxacotla dentro de una barranca, y por el camino se pasó otra barranca, y luego se comenzó á subir la sierra, y habiendo subido á lo alto de ella, se tornó á bajar y tornar á subir, y luego se torno á bajar,' y allá abajo se hallaron atajados, y se pretendió dormir allá haciendo chozas; y luego se pasó adelante por dentro de la barranca, en donde se fué á hacer noche, y allí nos llovió; y en este viaje nos ocupamos un dia en pasar la barranca y rio llamado Coatl.

Y el lunes salimos de aquí, y fuimos á dormir en Iztlan, y para poder ir fué menester á desandar lo andado; y luego comenzamos á subir por una sierra alta, que su altura se divide en dos partes, y está muy empinada, que todos padecieron gran trabajo en subirla, y los caballos sudaron mucho; y habiendo subido á la cumbre, luego comenzamos á ir por la media ladera de otra muy gran sierra, yendo asimismo unos tras otros por dos veredas, pasando los caballos por unas peñas, y algunos de los naturales, y por la parte de abajo los que iban allí eran todos naturales, y habiendo subido á lo alto, estaba ya bueno por un Hano.

El mártes salimos, y fuimos á dormir en Ahuacatlan, y por donde fuimos era todo llano por un valle; y habiendo llegado en Ahuacatlan, que estaban poblados en el valle, y por medio de él pasa el rio, por donde se habia detenido la gente y hecho chozas, y solo el visorey pasó, y tambien con él los capitanes, y á todos los naturales los detuvieron, no fué ninguno de ellos, si no fué el dicho visorey, en donde estaban los chichimecas, que se llamaba Texalatzinco; y el veedor que se habia adelantado desde Iztlan, que fué por orillas de la montaña, vínose á encontrar con el visorey en Texalatzinco, y desde allí vino el visorey y Tapia á Hevar el ejér

cito á Texalatzinco, ido por delante los corredores, y todas las cargas atrás; y en esta ocasion no fueron muchos los cautivos, si no fueron algunas mujeres y niños que cogieron en los peñascos, y se llegó ya muy noche, y en donde puso su asiento el visorey, fué entre dos rios, debajo de una peña, y que del vientre de las peñas saltaba el agua, y que desde donde venia á caer, corria muy poco, porque luego se sumia adentro de la tierra; y luego otro dia siguiente se hicieron correrías, y fueron cogidos algunos, y en la sierra adonde ellos estaban habia agua en partes, y se criaba allí algodon, chile, tomates, árboles de aguacates y huaji; y estaba toda la sierra ó cerro hecho de arena, y para subir se sumian en la arena. Y á los dos dias, que fué el juéves por la mañana, los etzatecas llevaron á la presencia del visorey dos personas que habian cautivado, á los cuales se les hicieron preguntas para que declarasen dónde se habian ido los chichimecas, y ellos declararon, que de ellos se habian ido á las montañas, y de ellos estaban en las faldas de los cerros; y luego se fué adonde ellos estaban, yendo por sí solos los etzatecas con algunos españoles que fueron con ellos; y habiéndolos visto, les salieron al encuentro al principio de las peñas, y otros de los naturales del ejército de diferentes pueblos, que tambien de su motivo se fueron con ellos; y habiéndolos visto les salieron al encuentro al principio de las peñas, y comenzaron á pelear, y estuvieron muy gran rato peleando, de donde vino un español á llamar al visorey, y con él todos los capitanes, y todos los naturales del ejército; y cuando llegó el visorey ya los habian corrido y cautivado, y estaban ya ardiendo sus chozas, y andaban cogiendo el maiz y demas despojos, y los etzatecas cogieron un caballo que tenian los chichimecas; y los demas que se salvaron, que fueron mujeres y hombres, se subieron por la sierra arriba, que era muy grande y muy peñascosa, y las piedras muy negras, y no se pudo ir tras ellos, porque era muy dificultosa la subida y no se podian pasar; sobre las piedras no podian subir los caballos, y aunque quiso el visorey subir, se volvió á la mitad de la sierra, que se llama Tonan y es volcan que humea, y por la cumbre tiene una olla, que dentro de ella andaban los chichimecas; y así se volvió el visorey sin hacer nada, y llegó ya noche á su puesto; y otro dia siguiente, que fué el viernes, vinieron á su presencia dos chichimecas, y rogaron

al visorey que los perdonase, que ellos se bajarian, diciéndole : « Señor, apiádate de esta gente que padece muchas miserias, y más los viejos y las viejas; » díjoles el visorey que fuese en hora buena, que él los amaba y queria, y asimismo les dijo, que adónde estaba el señor; y respondieron que allá entre unas peñas estaba, y les dijo que le llamasen y que viniese al dia siguiente; y el señor se llamaba D. Pedro; y luego se subieron á las peñas; y allí estuvimos tres dias, miércoles, juéves y viérnes, y allí nos cogió la fiesta de Santa María, que llamamos de la Purificacion; y el viernes herraron á los cautivos; y en Texalatzinco le dieron al señor miel vírgen, un huacal de ella; el sábado por la mañana salimos de allí, y no fué mucho lo que caminamos, porque venimos á hacer noche en Ahuacatlan, en una rinconada de un cerro al pié de él. Y aquí le tornó á tentar su enfermedad al Sr. D. Francisco; por la mañana comió una tortilla amasada con la mano, y bebió una poca de agua; y habiendo llegado á Ahuacatlan bebió agua del rio, y queriendo ya llegar adonde se habia de hacer noche, comenzó á afligirse mucho, y llegado que fué, comenzó á trocar cólera muy amarga; y luego que llegamos vinieron dos chichimecas á hablar con el visorey, y le dijeron: « Nosotros queremos venir, y nuestro cacique y señor no nos deja venir, antes por ello nos quiere matar, y se han ausentado muchos de nuestros naturales; » y fueron preguntados que cuántos, y respondieron que eran muchos ; y el señor se decia Guzman.

Y el domingo salimos de allá, y venimos á dormir á una montaña, en donde dejamos al capitan de Xalisco, porque se fué desde allí á Xalisco, y venimos á dormir á orillas del monte. Y el lúnes salimos de allí muy de madrugada, y luego que salimos comenzamos á subir la sierra, y habiendo subido, luego se comenzó á bajar; y la sierra era nevada, y los caballos fueron por una hilera unos tras otros, y los naturales padecieron mucho trabajo en la bajada, porque algunos de ellos rodaron.

Y el mártes salimos de allí, y venimos á dormir en Itzatlan; y habiendo llegado, luego el señor visorey despidió á todas las gentes de diversas provincias, y les dijo el señor visorey: «Hijos, los naturales que sois de diversas partes, idos en hora buena, que ya se acabó y dió fin la guerra. » Y luego mandó que todos los que de allá se huyeron y ausentaron, que los asentasen por memoria, por

que los queria conocer, que se los han de mostrar en México, «y vosotros que habeis andado en mi compañía siguiéndome, que os tengo por hijos, y os he de favorecer en todo cuanto se os ofrecie re.» Y los señores de diversas partes luego parte de ellos se vinieron, y otros el dia siguiente; y á los de Tlalmanalco los enviaba primero que á todos el visorey; y por sus cargas de Maldonado fué á rogar al visorey que viniese con él D. Francisco; y así vinieron á llamar al Sr. D. Francisco, y le encargó que se fuese con Maldonado. En esta ocasion al señor de allí y un alguacil les dijo el visorey: «Yo os estimo y quiero mucho, por cuanto ha sido aquí el fin de la batalla, y todo lo que quisiéredes yo os lo he de conceder,

y

he de honrar y favorecer mucho á este pueblo; y así, Sr. D. Francisco, habeis de ser gobernador, y el alguacil, corregidor. » Y con esto se despidió de él, y al Sr. D. Francisco el señor de Etzatlan le dió de comer, y aves de la tierra.

Y otro dia miércoles salimos de allá, y venimos á dormir á Ayahualulco, y durmió tambien allí el visorey, y Maldonado fué por otro camino que va hácia Tonalá, y todos los demas salieron por otro camino que vinieron hácia Tzacualpa; y allí en Ayahualulco se habia alojado el señor; y allí el Sr. D. Francisco nombró á los que habian de venir en guarda de las cargas; y luego se fueron á ver las dichas cargas, que fueron Martin Colomuchacatltecutli y Pablo de Sandoval; y habiendo sabido el Sr. Maldonado que no iba el Sr. D. Francisco, se volvió luego y vino por él, y estuvo gran rato hablando con él; y luego fueron á traer los de Amaquemecan, Tenango, y los de Xuchimilco, y luego se fué por la posta Maldonado á decírselo al visorey. El Sr. D. Francisco desde luego se fué adonde se hizo noche, y luego fué en su seguimiento Maldonado ; ya que se habia ido le mandaba buscar y traia consigo al intérprete Ortiz ; ya no halló mas que Antonio de Ojeda Achcahuitzin, y le preguntó por el Sr. D. Francisco, que le llamaba el visorey, porque no queria ir con Maldonado, y dijo el visorey: «Llamadlo, vaya conmigo; » y respondió que ya se habia ido, y luego se fué Maldonado; ya era muy noche cuando nos fué á alcanzar, y se llegó ya muy noche en donde se fué á dormir adonde pasa el rio, y D. Francisco fué á recibir con una hacha encendida á Maldonado, y ambos cenaron. Aquí dió fin la relacion.

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