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en parte alguna, sino que dormian en donde les cogia la noche. andaban totalmente desnudos y comian raices y las carnes de venado, conejo y aves que cazaban: en todas estas partes no hizo el capitan mas que tomar testimonio de haber llegado hasta allí, de donde partió para Zacatecas, y por todo el camino salian innumerables indios salvajes, y les daban la carne que cazaban.

Llegados á Zacatecas, hallaron que todo el pueblo se componia de quinientos gandules en cueros, viviendo debajo de las encinas en unos bohíos redondos de zacate, sin órden ninguno ni policía; los cuales recibieron de paz á los españoles, y les dieron de comer caza y mucha bellota dulce. Queria el capitan pasar adelante; pero el cacique zacatecano le hizo desistir de su intento, diciéndole que ya no habia mas poblacion, sino solamente muchos indios llamados huachichiles, gentes silvestres, grandes traidores y ladrones. Con esto determinó Chirinos volverse; y aunque tomó posesion por el rey de Castilla y D. Nuño de Guzman, pero fué haciendo burla y riéndose de la gran conquista de su general, como no sabia que en aquel lugar se encontraba tan gran tesoro, que al siglo de su descubrimiento lleva dados al rey de solo sus quintos, veintinueve millones. Preguntó por dónde podria salir á Tepic, y los indios zacatecanos le ofrecieron guías que lo llevasen, y se fué viniendo por el valle en que hoy está la villa de Jerez, y á pocás leguas encontró con una gran ciudad arruinada y despoblada; pero se conocia haber tenido suntuosísimos edificios, con grandes calles y plazas bien ordenadas, y en distancia de un cuarto de legua cuatro torres con calzadas de piedra de la una á la otra; y esta ciudad fué la gran Tuitlan,' donde hicieron mansion muchos años los indios mexicanos cuando caminaban desde el Septentrion conducidos de su infame caudillo el demonio, como queda dicho por el libro proemial de esta crónica. De aquí pasó el capitan Chirinos al valle Huajucar, de allí á Colotlan, donde tuvo noticia que el capitan Oñate habia estado en el valle de Tlaltenango, y así se fué por Jora atravesando toda la tierra, hasta dar en Huainamota el viejo, y salir á Tepic; la cual caminata fué tan trabajosa qué no se puede encarecer, porque en el mundo no puede haber cosa tan áspera como esa sier

'Las ruinas de la Quemada.

ra, y con infinidad de indios belicosísimos, que la misma aspereza de la tierra los hacia fieros en lo indómitos y crueles; pero todo lo venció este insigne capitan, dejando atrás con este hecho al muy celebrado Anibal, que abrió camino por los Alpes de Francia para la Italia, en que perdió un ojo, y nuestro Chirinos nada.

Más breve negoció el capitan D. Cristóbal de Oñate, aunque tuvo mas que hacer, aunque eran menores las distancias, porque él anduvo por lo bajo, y el capitan Chirinos por lo alto. Salió, pues, el capitan Oñate el año de treinta de Tonalá, segun parece en el mes de Abril, y comenzando su derrota por Huentitlan, luego se le ofreció dificultad, porque estos indios le salieron de guerra; pero aunque pelearon fuertemente, los venció. De allí pasó á Copala, y aunque salieron los indios muy galanes y bien armados, mas no fué sino para recibirle de paz. Tomó posesion y pasó á Ixcatlan, y queriendo estos impedirle el paso del rio, hubo tan sangrienta refriega que murieron trescientos ixcatlecos, y los demas echaron á huir. Pasado el rio marchó el ejército por el valle de Tlacotlan, Contla y Cuacuala, que eran poblaciones distintas y de muchos indios; pero no los desvaneció su multitud, sino que todos se dieron de paz. Los de Teponahuasco hicieron su demostracion de pelear; maş luego se rindieron ; y así asentado este valle, pasó para Teocaltiche, y al camino le salieron á recibir los de Yahualica y Mexticacan, que eran cabeceras, y admitidos por amigos, llegó el ejército á Teocaltiche, que era pueblo de mas de cinco mil indios, y fué bien recibido, y habiendo tomado posesion, partió para Nochistlan, que te nia mas de seis mil indios, los cuales puestos en campaña trabaron sangrienta batalla con los nuestros; pero por fin, como gente bisoña, fueron derrotados y vencidos, quedando muchísimos muertos y otros heridos, con que pudieron los españoles entrar en Nochis tlan y tomar posesion: dejó allí D. Cristóbal de Oñate á su hermano D. Juan con otros españoles, así para que conservaran lo conquis, tado, como para presidio de la villa del Espíritu Santo de Guada lajara que se intentaba fundar, y luego pasó para Xuchipila donde tenian los indios una albarrada que como muralla impedia la entrada, y la defendian de parte de adentro para que no pudieran derribarla los españoles. Mas un italiano llamado Lipar que iba entre los castellanos en un caballo muy brioso, fuerte y desespe

y

rado, arremetió con tanto ímpetu y fuerza á la albarrada, que se la antellevó, y estando dentro le arremetieron furiosamente los indios queriendo sujetar al caballo de la cola; pero este, encendidos los ojos y dando bramidos de coraje, ayudó tanto á su amo, que les causó tanto temor, que entre los dos mataron seis ó siete indios, lo cual visto por los demas luego se dieron de paz, y á Lipar se le dió despues aquella provincia por encomienda. Desde este pueblo de Xuchipila convocó el capitan Oñate á los caciques de Mesquituta, Cuspala y retiróse2 con todos sus agregados, los cuales vinieron con gran rendimiento, y juntos dieron la obediencia al rey de España. Prosiguió el capitan Oñate su conquista pasando por el pueblo de Apozol para Xalpa, donde habia grandes poblaciones, sin resistencia de sus moradores tomó posesion por Castilla; y por un puerto de ocho leguas que media pasó para Tlaltenango, y de allí volvió para Tepechitlan, que era entonces pueblo muy grande; luego al Teul: en todas estas partes fué muy bien recibido, con que sujeta y pacífica toda esta tierra, trató de venirse para Etzatlan, donde habia concertado con su gobernador Guzman salirle al alcance; y siendo la tierra impertransible por su mucha aspereza, mandó á su gente, españoles é indios, que abriesen camino, y lo abrieron en dos dias, tajando en parte peñas vivas hasta la distancia de tres leguas, y llegaron á Tequila. Los tequiltecos, que vivian entonces en barrancas, habian prevenidose para resistir á los españoles; pero viendo la grande empresa del camino que abrieron por donde parecia imposible, y que habian pasado el rio, los recibieron de paz, y el capitan los halagó y mandó se saliesen á poblar donde hoy están. Prosiguieron los españoles sus jornadas por la Magdalena, Tusacatlan, Hostotipac, Ixtlan, en todo lo cual no tuvieron que hacer por estar ya conquistado por D. Francisco Cortés, como ni en Ahuacatlan ó San Pedro Analco por haberlo ya tocado el capitan Chirinos; pero sabiendo que á Xocotlan no habia Hlegado alguno de los dichos y que era mucho su gentío, partieron allá, y sin resistencia tomaron posesion por la corona de España, de allí se volvieron por la Magdalena hasta llegar á Etzatlan, donde se incorporaron con el ejército principal á los fines del año de

y

Parece que hay aquí algun vicio en el texto.

quinientos y treinta, segun parece. Dió razon de su jornada el capitan Oñate al gobernador Guzman, el cual celebró grandemente su venida, porque apreciaba mucho su persona y compañía.

CAPÍTULO IX.

Prosigue la conquista de la Nueva Galicia por la parte del Poniente.

Aun los mas ásperos y difíciles caminos se harian fáciles y llanos, en llegando la venida del Mesías al mundo, profetizó el santo Isaías, y así se vió cumplido en la tierra caliente que administra esta santa provincia de Xalisco, pues siendo tan montuosa y enmarañada, y estando tan defendida de tres caudalosos rios, como son el de Iscuintla, el de San Pedro y el de Acaponeta, y siendo sus habitadores infinitos de nacion totorame, tan belicosa que la reconocia la tepehuana ó la de la sierra, cuando por lo natural habian de salir como fieras indómitas y cruelísimas contra los españoles, los hallaron corderos tan mansos, que habiendo enviado D. Nuño de Guzman sus mensajeros al cacique de Iscuintla, respondió con gran sumision, que fueran bien venidos y pasaran en buena hora á sus tierras, que lo deseaban mucho desde que el capitan Cortés pasó por Jaltemba de Tepic para Colima. Con esta respuesta tan favorable caminó el ejército para allá, y una legua antes de llegar al rio salió el dicho cacique con mas de tres mil hombres, muy bien vestidos de algodon, y engalanados sus cuerpos, arcos y carcajes con muchedumbre de plumas de todos colores, y cada uno con un dardo de brasil en la mano. Llegando, pues, el Sr. D. Nuño de Guzman, hinçó las rodillas y quiso besar la mano al caballo; mas Guzman le hizo levantar y le abrazó, y él luego le preguntó que qué buscaban en partes tan dentro y retiradas, que si querian tierra y mujeres, que se las darian y les servirian en cuanto les mandaran; y en señal de que cumpliria lo que le prometia, puso al gobernador en el brazo un brazalete de oro con plumas de diversos colores que le servian de esmaltes, y de las mismas un hacecito á modo de ramillete en la mano. Mostró el gobernador gran complacencia á estos rendimientos, dando mues

tras al cacique de lo mucho que lo agradecia, y mandó marchar al ejército. Entonces el cacique tomó la rienda del caballo á Guzman,

y dió órden á los suyos que puestos en fila fuesen bailando hasta llegar á su pueblo, lo que ejecutaron ellos con buena voluntad, cantando y tocando sus rústicos instrumentos, que hacian una música temeraria: pasaron el rio por el vado que ellos enseñaron, y llegados, aposentaron á los españoles en unas casas grandes muy aderezadas de esteras ó petates de palma, muy enramadas y perfumadas del copale de la tierra; y este dia era el de S. Felipe y Santiago, primero de Mayo del año de mil quinientos treinta y uno.

Al buen recibimiento y hospedaje se siguió la muchísima comida, en la cual se manifestaron estos indios tan generosos, que habiéndole hecho fuerza á D. Nuño de Guzman para que se dilatase diez dias en su pueblo, en todos ellos mantuvieron el ejército, que se componia como ya he dicho de veinte mil indios y quinientos españoles, con tanta abundancia de carnes, pescados, tortillas y pinole, y de maiz y zacate para los caballos, que todos se maraviHlaban, y al fin recogieron los españoles mas de trescientas hanegas de maiz que sobraron; cosa que pone espanto y da bien á conocer la muchedumbre de gente que poblaba aquellas tierras.

Desde este pueblo de Iscuintla envió el gobernador sus embajadores al señor de Zentispac que se llamaba Ocelotl, que quiere decir tigre, el cual tenia cuatro hijos, llamado el uno Tamazolin, que quiere decir sapo; el otro Coatl, que quiere decir culebra; el otro Xuile, que quiere decir pescado bagre, y el otro Cocolixicotl, que quiere decir abejon. Era este señor tan generoso, que hasta entre los coras y tepehuanes tenia pueblos tributarios que le pagaban en oro, plata, miel y algodon, y para el servicio de su casa tenia doscientos indios y cien indias; mas luego que oyó la voz del rey de Castilla, inelinó la cerviz al yugo suave de su vasallo, y vino hasta Iscuintla acompañado de sus tres hijos los menores á rendir la obediencia en manos del gobernador Guzman. Este le recibió con grandes muestras de amor, y él se volvió luego á su pueblo á disponer el recibimiento, que fué suntuosísimo, porque salió una infinidad de indios muy galanes y aderezados de plumas de diversos colores, con sartas de caracoles en la garganta y zarcillos que usaban de azabache, y eran tantos, que apenas daban lugar de caminar al

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