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ejército, y todos iban bailando y cantando hasta llegar al pueblo; y ya que estaban en la orilla salió el cacique Ocelotl, que era un indio muy alto y membrudo, y para el recibimiento se vistió uno como gaban de manta sembrado todo de plumas de diversos colores, y por capa un cuero de tigre muy grande con la cabeza encajada en la suya, que le servia como de morrion: en la sarta de conchas que llevaba al cuello tenia una como venera de oro; y llegándose al general le dió la bienvenida con gran cortesanía, y le puso al cuello la sarta de conchas que traia al suyo: prosiguieron despues marchando hasta llegar á la casería que estaba tan bien dispuesta como la de Iscuintla, y no fué menos el desempeño en la comida.

Agradó tanto á D. Nuño de Guzman esta florentísima provincia, que la nombró Castilla la Nueva de la Mayor España; pero pidiendo al Sr. Cárlos V que lo confirmase, no quiso S. M., sino que mandó que toda su conquista se nombrase la Nueva Galicia, como la de D. Fernando Cortés se llamó toda Nueva España, y que fundase una ciudad intitulada Compostela y Santiago de Xalisco, á la cual concedia todas las libertades, fueros y privilegios que tiene y goza la de la Galicia antigua. Estúvose en este pueblo de Zentispac D. Nuño de Guzman diez dias, y en este tiempo los indios que traia consigo iban tan ensoberbecidos con el título de conquistadores, que despreciando sus mandatos de no hacer mal á los indios de la tierra, desparramados por el valle quemaron muchas caserías é hicieron otros daños á sus habitadores; pero lo pagaron bien, siendo ahorcados muchos de ellos en aquellos árboles.

CAPÍTULO X.

De la conquista del valle de Acaponeta, y un gran diluvio que allí cogió al ejército

cristiano.

Una de las tierras que mas lloran la desolacion de sus antiguos moradores en este reino, es el gran valle de Acaponeta, donde mostrando las señales de sus muchas poblaciones, mueven á lástima á cuantos la miran. Tenia, entre otros, un pueblo numero sísimo llamado Atzatlan; y á este, luego que llegó D. Nuño de Guzman, lo fué llevando á fuego y sangre, con tanto rigor que le

dejó casi acabado, y lo mismo hizo en otro pueblo llamado Comitl; los cuales hallándose en tal conflicto se juntaron, y con haber sido tanta la mortandad que se cubrieron aquellos campos de muertos, se hallaron hasta diez mil vivos; y guiados de su cacique Xaotame (este despues de bautizado se llamó D. Luis), llegaron ante D. Nuño de Guzman, y puestos de rodillas le suplicaron aplacase sus enojos y les perdonase si en alguna cosa le habian faltado, que ellos querian de buena voluntad ser vasallos del rey de España: movióse á compasion al ver este rendimiento D. Nuño de Guzman, y los recibió de paz y prometió no se les haria mas mal; de lo cual quedaron ellos tan gustosos, que se soltaron bailando y cantando todos, hombres, mujeres, niños y ancianos, con tan expresivas demostraciones, que parece que ya se despedian, pues habian de consumirse tan en breve; y para mayor obsequio al general, trajeron dos tigres mansos y un caiman, y los soltaron en el patio de la casa, y hubo entre ellos una pelea de gran diversion, porque el uno de los tigres se subió sobre el caiman y lo comenzó á comer, y cuando él hacia su diligencia por quitárselo de encima, le dió el otro tigre tan fuerte manotada en la cabeza, que se la dividió por medio, y con esto quedó la victoria por los tigres, celebrándola con mucho gusto el gobernador y sus soldados. Á estos les mandó, quedándose él en el pueblo, que corriesen toda aquella tierra; y ellos lo hicieron así, unos hasta la costa del mar, y otros hasta la sierra, sujetando á todos los pueblos sin resistencia; por lo cual se volvieron con gran brevedad á dar noticia á su general, y él los recibió con mucho gusto de ver ya toda la tierra en tanta paz.

Pero á esta gran tranquilidad se siguió una tormenta tan deshecha de trabajos, que en ella naufragaron todos y se perdieron los mas; y fué la causa que como era tiempo de aguas, y aquella tierra tiene tantos y tan caudalosos rios, en lloviendo mucho salen todos de madre, con que se unen é inundan todos los campos, como se ha experimentado muchas veces; pero en esta ocasión fué con tanto extremo, que todo aquel valle en mas de dos leguas á la redonda se llenó de agua, sin que quedasen descubiertos sino solo algunos árboles grandes; y así se llevó la agua las tiendas de campaña y cuanto traia el ejército para su conducta; y se hubiera llevado á toda la gente, si subidos en los árboles no se hubieran puesto en

cobro; pero con todo, se llevó como la tercera parte de los indios cristianos, y á muchos de los que subidos en los árboles se libraron de ahogarse, la hambre los mató, y los que quedaron vivos era comiendo algun maiz que sobrenadaba, cuando llegaba hácia donde lo pudieran estirar. Duró este diluvio seis dias, y quedó la tierra tan cenagosa, que con gran trabajo pudieron retirarse á unas lomas donde secarse; pero estando en ellas sobrevinieron tales plagas de innumerables sapos y otras sabandijas, que no podia la gente entenderse ; y lo peor fué que como era tanta la hambre, comenzaron muchos á comer de ellos, y se les soltaron cámaras de sangre, con las que murieron tantos indios del ejército, que de veinte mil que eran, con el diluvio, con la hambre y con la pestilencia quedaron muy pocos. Los españoles ya no sabian qué hacer, porque si el calor y las plagas de tierra caliente, aun á quien está acostumbrado á ellas se le hacen insufribles, añadidas á estas las accidentales que con el mucho llover entonces se aumentaron, principalmente la calamidad de la hambre, no es ponderable la grande afliccion en que estos hombres se vieron.

El mas afligido era el gobernador, viéndose con la mas gente muerta, y la que quedaba tan sin peltrecho ni ajuar, que hasta las armas y corazas tiraban por muy pesadas y enmohecidas, y así todo era una confusion, hasta que el famosísimo y muy valeroso capitan D. Cristóbal de Oñate se llegó y le dijo: «Señor, V. S. se anime y no se eche á morir por lo sucedido, que de tales accidentes ¿quién vive seguro en el mundo? y mas de los que á fuerza de sus infortunios y á costa de sus trabajos buscan honra y bienestar, como nosotros. V. S. no desmaye, que el hombre valeroso tan buena cara ha de hacer á la fortuna en siendo mala, como se hiciera en siendo buena; para estos casos se hizo el ánimo y la conformidad: busquemos, pues, parte mas cómoda donde hallemos mantenimiento y algun resguardo á las aguas, que pasadas estas, fácil será con la ayuda de Dios nuestro Señor reforzarnós de gente y lo necesario con que prosigamos la conquista.» Oidas estas razones cobró ánimo D. Nuño de Guzman, y sacudiendo de sí sus pesadumbres mandó que guiasen para Acaponeta; y la bondad infinita de Dios nuestro Señor dispuso que los indios de este pueblo los recibieran pacificamente, y no solo ellos, sino los

de la sierra que eran muy indómitos y crueles, les traian maiz y carne con que pudieran mantenerse hasta salir de allí. Pasadas las aguas envió el gobernador al alguacil mayor Juan Sanchez de Olea para la audiencia de México, con cartas en que contaba sus traba jos, y pedía socorros de gente y bastimentos, y se los enviaron muy cumplidos, y con órden al dicho Juan Sanchez para que sacase de Tlajomulco, de la provincia de Ávalos y de la de Colima, hasta seis mil indios hízolo así, y con tan buen despacho y mucha prontitud Hegó á Acaponeta, siendo de su gobernador y de todos sus compañeros recibido con el placer que mas que decirse puede considerarse.

CAPÍTULO XI.

De la conquista de las provincias de Chametla y Culiacan, y la fundacion de la villa de San Miguel.

Aunque el territorio que hoy administra esta santa provincia de Xalisco solo llega hasta el pueblo de Acaponeta, pero como la conquista espiritual de toda la tierra adentro se debió á sus religiosos, me parece necesario dar alguna razon de la conquista temporal para que mejor se entienda la espiritual, que es el fin principal á que se dirige esta crónica. Reformado, pues, el ejército cristiano con los socorros de gente, municiones, alimentos y demas peltrechos de guerra que le vinieron, hizo el gobernador que revistase su gente, y halló estar los españoles cabales y haber ocho mil indios, con los que habian venido; y muy gustoso, dejando en paz y concierto al pueblo de Acaponeta y á los demas, partió para el valle de Chametla, saliéndole á ver al puerto de Peñuelas infinidad de gente: y habiendo llegado al llano de las Vacas, en él salieron muchos indios puestos en punto de guerra, y queriendo defenderá sus tierras; pero á pocas escaramuzas los de á caballo rompieron sus escuadrones, con que se dieron por vencidos, y vinieron al gobernador pidiendo paz y perdon, dando por disculpa que habian hecho aquella demostracion solo por ver cómo corrian aquellos venados, que eran los caballos; pero que le suplicaban no entrase en su pue

3 Parece que faltan aquí las palabras la entrada.

blo hasta otro dia, porque querian recibirle como tan gran señor merecia. Estimólo mucho el gobernador, y en señal de agradecimiento quitó una pluma española de su sombrero y se la puso en el penacho al capitan de los indios, con lo cual quedaron ellos muy pagados y contentos, y se fueron á prevenir el recibimiento y hospedaje. Quedóse D. Nuño de Guzman á dormir aquella noche en el charco de los Caimanes, dos leguas antes de Chametla, aunque mas fué para velar, por el gran cuidado que le causaron los muchos fuegos que ardian, así en la sierra como en el mar, por ser esta señal de convocatoria; pero no se movió cosa alguna; y así amane cido el dia caminó el ejército para dicho pueblo, y una legua antes de llegar salió el señor de allí muy galan con un coselete de cuero de caiman, rodela de plumas de diversos colores, y cargando un tigrecillo manso, tambien engalanado. Venia el indio alcoholado bijado con mucha bizarría, y de la misma suerte mas de cinco mil que le acompañaban; y luego que llegaron hicieron calle para coger en medio al ejército cristiano, y acercándose el capitan á D. Nuño de Guzman se postró en tierra, y levantándose luego dió una grande voz al cielo, y poniendo la mano á D. Nuño de Guzman en el pecho, le dió la bienvenida y preguntó que si venia del cielo; y D. Nuño le respondió que de donde sale el sol, enviado de un gran señor que los queria reconocer por hijos y cuidar de ellos, si le daban la obediencia. El cacique respondió que de luego se constituia su vasallo, y juraba servirle con fiel voluntad. Y corriendo estas caravanas presentó á Guzman el tigrecillo y la rodela, y se asió de su estribo, caminando así hasta llegar al pueblo: los otros indios iban cantando y bailando al compas de música cerril, y con este gran festejo los dejaron en las casas del alojamiento que estaban bien aderezadas. Trajeron luego para la comida ostion y otros muchísimos géneros de pescado, con tanta esplendidez, que habia para cuatro campos mas del que traian. Y motivado de esto fundaron allí los españoles ese año, que era el de quinientos treinta y dos, una villa intitulada del Espíritu Santo; pero á los cuatro años se despobló, porque no hallando oro ni plata se fueron los mas á buscarlo al Perú. Estúvose allí el gobernador algunos dias ínterin corrian sus capitanes toda aquella tierra, uno hasta la mar y el otro hasta la sierra: hicieronlo ellos así con gran presteza, y hallando

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