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del pueblo de Tlacotlan, en una fuente de aguas vertientes fácia la dicha ciudad, á Tecastitlan á la mano derecha, aguas vertientes fácia la dicha ciudad, con tal que si quemaren la tierra do están las casas de los dichos indios del dicho ancon, que se la compren y no de otra suerte, y que los dichos ejidos entre ambos cerros y llanos que está entre dos aguas vertientes fácia la dicha ciudad é es lo mas alto de la ciudad fácia los dichos caminos de Techiscatitlan é Contla entre ambos á dos; é mandó á mí el dicho escribano así lo asiente, lo cual pasó en presencia de los dichos señores justicias y regidores: testigos Pedro de Ulloa y Joannes de Subia y Joannes Polancon &c.

Ya por este tiempo se comenzó á alterar la tierra con una conspiracion de alzamiento, que duró casi tres años su pacificacion, y se vieron tan apurados los vecinos de Guadalajara con los acometimientos que cada dia les hacian los indios, y tan molestados, que determinaron escribir á su gobernador Francisco Vazquez Coronado, que ya estaba en Compostela y aviándose para el viaje de la țierra de Cíbola y Nuevo México, para que pusiese el remedio que conviniese, como parece por la carta siguiente:

Illmo. Sr. É porque pensamos que Vuestra Señoría será informado del trabajo que con estos indios y naturales de esta tierra tenemos y esperamos tener, de Cristóbal de Oñate, teniente general de esta gobernacion, como persona que gobierna esta tierra, por la visita que hizo, que esta villa y algunas personas de nosotros le hicimos relacion y suplicamos él la hiciese á V. S. para que diese remedio en todo, porque de otra manera está en condicion de perderse toda esta tierra; y para el remedio de esto, por la poca posibilidad que en todos nosotros hay para poder pagar algunos españoles QUE demas de los que están en esta villa son menester para resistir tanta gente rebelada, que los pueblos que entre todos nosotros están encomendados, juntamente é con todos los chichimecos se hagan esclavos ó naborias de por fuerza, para que nos sirvan en nuestras haciendas é granjerías, para que con esto tuviésemos remedio para tener caballos y armas y las cosas nece

'De este pueblo de Tecastitlan (ó Techiscatitlan, como mas abajo se le nombra) no queda ya memoria. Probablemente estaria

situado hacia donde hoy se halla el de Ixtlahuacan del rio.

sarias que convienen para la conversion de estas tierras, y para que estos malvados no anden con las malignidades que cada dia. cometen y andan procurando, y alborotando los pueblos que están pacíficos al yugo y dominio de S. M. y sirven á los españoles que estaban encomendados; y demas de esto amedrentando á los naturales, aconsejándoles que se hiciesen á una, y fuesen en la muerte de todos los religiosos y españoles que están en esta jurisdiccion de esta villa, y matando en los pueblos los negros y naborios cristianos, y todos los ganados, como lo han puesto por obra en muchos pueblos de los vecinos de esta villa y jurisdiccion, haciendo burla y escarnio de la doctrina cristiana que los reverendos religiosos del órden del Sr. S. Francisco predican y siembran entre todos estos naturales, y no aprovechando ninguna cosa los requerimientos que el visitador de esta villa les ha hecho en nombre de S. M. y del gobernador de esta tierra para que vengan al dominio de S. M. sobre la paz; de lo cual, siendo V. S. servido, daremos informacion muy entera de ello; y pues V. S. ve la gran necesidad que esta tierra tiene para que se asiente, sea servido de proveer con el remedio de la merced que á V. S. le suplicamos porque demas de hacer lo que V. S. debe, nos parece hará en ello muy gran servicio á Dios nuestro Señor y á S. M.; y como persona que se ha hallado en los mas requerimientos que se le han hecho á estos y á los otros que están juntamente con los chichimecos, rogamos quisiese tomar trabajo de hacer saber á V. S. á Toribio de Bolaños, y á V. S. de informarse de él, y porque el visitador, como persona que ha pasado todo por él, quisiera ir á hacerle relacion á V. S. y no puede por ahora por el recelo que todos tenemos mientras él ALLÁ SE halle no se alborote mas la tierra, hasta que venga el remedio de V. S. Dios nuestro Señor la ilustrísima persona de V. S. guarde con acrecentamientos de muy mayor estado, como V. S. desea. De esta villa de Guadalajara, á veintiseis dias de Diciembre: servidores que las manos de V. S. Illma. besamos.-DIEGO DE PROAÑO. -JUAN DEL CAMINO. PEDRO DE PLACENCIA.TORIBIO DE BOLAÑOS. FRANCISCO DE LA MOTA. »

CAPÍTULO XXX.

En que se trata como el gobernador Cristóbal de Oñate tuvo noticia en Guadalajara de que los indios de la sierra de Tepic y los cascanes del Teul, Tlaltenango y Xuchipila ya no querian servir, y como se declaró el alzamiento.

Muy confuso y pensativo se hallaba en la ciudad de Guadalajara el gobernador Cristóbal de Oñate con los movimientos de la guerra y alzamientos, por no saber cómo gobernarse con la poca gente con que se hallaba, cuando tuvo nueva que ya los cascanes y sus valles, y la sierra de Tepic, valle de Tlaltenango y rio de Xuchipila, y el valle de Nochistlan y Teocaltiche ya no querian venir á servir ni á reconocer á sus encomenderos, lo cual tuvo á mala señal, teniendo por cierto que ya el baile y abuso de Huainamota iba haciendo efecto, y para remedio de esto acordó de enviar al capitan Miguel de Ibarra con algunos soldados; fueron Juan Michel, Francisco de la Mota, Pedro de Placencia, Diana, Juan de Salinas, Diego Hernandez Hodrero, Cristóbal Romero y otros, y

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Para aclarar esta alusion, nada hay mejor que copiar la noticia que el mismo P. Tello nos da de ese famoso baile. No se halla en los fragmentos que ahora publico; pero nos la ha conservado el P. Beaumont en el cap. 7 del libro II de su Crónica MS, de Michoacan. Dice así:

« Aunque lo mas cierto es que el motivo principal que movió á estos indios á rebelarse fué la dureza de algunos encomende ros, trae cierto autor (*) otra causa que no hará fuerza á los que saben cuán poco han menester los indios para inquietarse y pensar perniciosos alborotos. Dice, pues, que estando estos indios enfrascados en uno de sus bailes que llaman Texicoringa (**), porque en un pueblo de este nombre así se usaba, esto es, que ponian un calabazo en me dio, danzaban alrededor y hacian bailar al calabazo entre ellos á compás; víno entonces un aire recio que les llevó el calabazo, y

(*) Manuscrito del P. Tello. »

(**) Ilaxicolzingo la edicion de Mota Padilla; Tlaxicoringa mi copia MS. - E.

paró el baile. Tristes y confusos consultaron á las viejas, que regularmente eran hechiceras, y tenian tal ascendiente sobre ellos que las oian como oráculos. La respuesta que dieron las ancianas fué que convenia destruir á los españoles, y alzarse de una vez, porque si el viento habia levantado del suelo y desaparecido aquel calabazo con tanta facilidad, así con el mismo ímpetu echaria de toda la tierra á los españoles, asegurándoles que con toda certeza podrian rebelarse y trabar batalla con aquellos forasteros, porque estando en ella se levantaria un viento tan impetuoso que armaria una gran polvareda, y con ella no dejando español á vida, los despediria fuera de la tierra para siempre. Consolados los bárbaros con esta especie tan, ridícula de las viejas, pero para ellos muy misteriosa y de gran fundamento, se comenzaron á preparar para el alzamiento, celebrando la dicha que les pronosticaban sus viejas con grandes bailes y borracheras. >>

el capitan Diego Vazquez de Buendia con muchos indios amigos. mexicanos que sacó de Tlajomulco y del valle de Tonalá; fué tambien á esta jornada Juan del Camino, y llegados al rio de Xuchipila hallaron los pueblos muy mudados y despojados de gentes, que toda estaba empeñolada en el Mixton, que es una sierra muy alta con unas rocas asperísimas, por lo cual le llamaron el Mixton, que quiere decir gato, ó subidero de gatos; y sabido por el capitan Miguel de Ibarra, determinó ir con sus soldados adonde la gente estaba empeñolada, y habiendo llegado les dijo que por qué causa se alzaban, siendo sus amigos, que pues no habia habido ocasion se volviesen á sus pueblos y se sosegasen, que en qué andaban; á lo cual no respondieron sino con mucha flechería. Esto sucedió Sábado de Ramos del año de mil quinientos cuarenta y uno; y habiendo visto el capitan Miguel de Ibarra la resolucion de los indios, se retrajo con su gente mas abajo del Mixton, para estar con mas seguridad, y los indios empeñolados le enviaron á decir que por la mañana otro dia bajarian á verle, porque querian paz, dando grandes disculpas de las flechas que un dia antes habian tirado; con que se descuidaron, y el Domingo de Ramos estando el sol eclipsado á las ocho de la mañana, y los españoles almorzando, y los indios amigos bien descuidados, por donde no se pensaba dieron los empeñolados con los del real, y era tanta la multitud de cascanes enemigos, que los desbarataron, y sin poder ninguno pelear, con la prisa y aspereza, se retrajeron como mejor pudieron, y ent aquella confusion mataron á Francisco de la Mota y cogieron vivos á otros españoles, á los cuales hacian traer agua y servir, diciéndoles: «Servidnos, que así haceis con nosotros;» y al fin los mataron. En esta ocasion quedó Romero y otro español peleando á caballo solos con los enemigos, los cuales embistieron á Romero y le mataron el caballo, y teniéndole asido para llevarle y matarle, arremetió Francisco Mota, que así se llamaba el otro soldado, con su caballo y arcabuz, peleando valerosamente para defender á Romero; pero estancándosele el caballo le cogieron y llevaron vivo; y viéndose suelto Romero, y á los indios ocupados con el Mota, mató cantidad de ellos, y le dejaron suelto, el cual reparando halló junto á sí á un indio llamado D. Diego Vazquez, que era cacique de Tlajomulco y habia ido con los españoles, y arremetió á él, y

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derribándole del caballo saltó él en pelo y asióse, y luego al punto mataron al cacique D. Diego.

y

Acabado de desbaratar el campo de los españoles, fué multitud de enemigos tras el alcance, y dieron con Pedro de Placencia y Diana que estaban peleando; y andando á las vueltas volvió Diana á mirar atrás por ver la gente que le salia, y al volver el rostro le dieron un flechazo en un ojo, que le derribaron del caballo. Acudió luego Placencia y le cogió á las ancas del suyo, animándole diciéndole se tuviese bien, que él lo sacaria en salvo; y al cabo de rato que iban saliendo de donde los enemigos estaban, dijo Diana: «Dios sea conmigo,» y cayó muerto en el suelo, y así que cayó le arrebataron los enemigos y se lo llevaron, escapando Placencia; pero ni español ni soldado pareció, porque cada uno se fué por donde mejor se pudo huir, sin saber unos de otros. Murieron muchos indios amigos del valle de Tonalá, y serian mas de doscientos, y mas de diez españoles, los mejores soldados del reino, que fué harta pérdida : y desbaratados y vencidos, los que escaparon despues de tres dias llegaron y unos indios amigos de Tlajomulco á la ciudad de Guadalajara, adonde dieron la nueva de la pérdida de los españoles y muertos, y habiéndolo sabido se comenzaron tantos llantos y clamores en ella, particularmente de las mujeres y niños, que llegaban al cielo, y el gobernador Cristóbal de Oñate comenzó á prevenirse y á poner en armas á los españoles, temiendo que segun la nueva tendrian presto á los enemigos en la ciudad; y estando en esto, el mismo dia que llegaron los amigos con la nueva llegó Juan Michel flechado todo el cuerpo, brazos y piernas, y el caballo mal herido que era lástima verlo, y se entendió muriera de las heridas; fuése á curar á su casa donde estaba su madre y una hermana que estaba casada con el capitan Diego Vazquez, y así que llegó preguntó: «¿Ha llegado por acá Diego Vazquez, mi hermano?» y habiéndole dicho que no, dijo: « Pues ayer á esta hora nos apartamos, y el capitan Miguel de Ibarra y otros, y pues no ha llegado, tengo por cierto que los han muerto; y contó todo el suceso como habia sido: lo cual sabido por el gobernador Oñate, salió armado á caballo con la gente que halló en la ciudad, y se fué á la casa de Juan Michel, y le mandó curar y confesar; y tomando razon del caso, mandó á los que con

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