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donde el indio ya dicho le guiase; y viendo que cuanto mas iba mas ásperos caminos y no ninguna comida hallaba, determinó de acostarse á la costa del Sur. Despeñóse un caballo en el camino, y per dieron la mayor parte de los puercos que llevaban. El gobernador Nuño de Guzman, como ya he dicho, determinó de llevar la via de Xalisco, ansí por la noticia que tenia que por allí le convenia entrar, como por apaciguar toda aquella tierra, que por guerra estaban; y partido del Teul anduvó cuatro dias sin hallar pueblo recio ninguno, sino unas casillas asaz ruines, y sin comida, al cabo dé los cuales dió en una barranca que el rio del Espíritu Santo hace, que es tan áspera y tan mala, que tardó el ejército tres días en pasarla: habia en ella algunos poblezuelos en que había alguna fruta y poco maiz. Desde esta barranca fué en dos dias á un pueblo que se llama Guaxaca: estaba la gente de guerra, y como de lejos nos vieron, huyeron, y por ser la tierra muy fragosa se tomaron pocos. De allí caminó dos dias por el dicho pueblo ó estancias dél, que es harto dificultoso de andar por la aspereza de la tierra, á cabo de los cuales llegó á Guacatlan, que és un buen pueblo y nos recibió de paz, y dieron mucha comida de maiz y frutas. En él estuvo tres ó cuatro dias descansando del trabajo y de la necesidad que de comida traia. De ahí fué en un dia á un pueblo que se dice Tetitlan, en el cual no se halló gente ninguna ; y de ahí fué trés dias que no se halló pueblo ninguno hasta Xalisco, el cual tenia todo lo que tenian alzado, y la gente toda por los cerros, emplumajados y dando grita, y allí supimos como el veedor estaba en Tepique, que ha bia venido por las sierras, aunque nosotros no careciamos dellas: perdiéronse desde el Teul hasta Xalisco mas de mil y quinientas cabezas de puercos. Estando Tepique de paz y sirviendo, envió á llamar á los de Xalisco tres ó cuatro veces, y no quisieron venir, mas antes andando en los tratos de la paz mataron un cristiano y algunos amigos. Viendo esto el gobernador, y que no aprovechaba con ellos buena razon, fué allá con parte del ejército, y dió una mañana antes que amaneciese sobre ellos, y como estaban apercibidos no se mataron muchos, por ser la tierra fragosa, y los cabaHos no los poder seguir: quemáronse mucha parte de las casas dél y tomáronse muchas mujeres y niños, y enviólos al real, y él siguiólos por una sierra que allí hay; y yendo en el siguimiento an

duvo aquel dia nueve leguas, tomando algunos y quemando algunas estancias hasta la mar. De allí siguió la costa al Poniente otro dia, y llegó á un peñol metido entre unos ancones que allí hace la mar, donde habia un bonico pueblo asaz bien bastecido de todas las cosas, que parecia habello allí recogido de otros. Al principio como era fuerte, comenzaron á defender una sola entrada que tenia, bien difícil, de piedras ; empero, luego huyeron : quemóse todo. De allí por entré las sierras dió la vuelta, por un harto difícil camino, á Tepique, adonde despues de venido, luego vinieron de paz los de Xalisco, y venidos, les dió sus mujeres é hijos, que eran hartos. Estando en este pueblo le vinieron de paz Zacualpa, que es buena provincia, y el valle de Millpa, y la provincia de los Frailes, que los llaman así por traer las cabezas raidas á manera de coronas. En este pueblo se detuvo quince ó diez y seis dias, haciendo lo susodicho. Aquí nos pusieron muchos temores los indios, diciendo que adelante estaba una provincia muy recia, y gente muy belicosa, y que habia un rio que tenia de ancho media legua, y que ha bia tantas ciénagas que no se podia andar. Envió con dos guias al capitan Barrios con veinticinco de caballo á buscar vado, el cual fué y le halló, y no muy difícil, y pasado el rio dió en la gente que descuidada estaba en sus casas, y comenzáronse ▲ apellidar, y aunque alancearon muchos, fué tanta la gente que cargó, que le convino retraerse con su gente y pasar el rio, y vino á dar mandado, y trajo mucha muestra de oro que se tomó á algunos de los que se mataron trajo malheridos cinco ó seis españoles. Luego desde á cinco ó seis dias el gobernador se partió con todo el ejército, y en tres días llegó al rio del Espíritu Santo, sin ver gente ninguna de guerra, y pasó el vado pacíficamente, aunque no se esperaba así. Luego que hubo pasado, ordenó toda su gente, y dejó con el fardaje dos compañías de á caballo, y con buena órden comenzó á caminar hacia el poblado, y comenzando á entrar por un llano bien grande y desembarazado, se comenzó á ver algunos indios en un otero á manera de atalaya, y en medio de un llano en un promontorio pequeño que en medio se hacia, parecieron hasta diez indios, los cuales se estuvieron quedos hasta que los corredores que iban delante llegaron á tiro de ballesta dellos, y comenzáronse á retraer, desde allí vinieron dos escuadrones de gente, que al parecer ter

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nian á mill hombres cada uno, y estaban todos agachados entre las yerbas. De allí dieron mandado al gobernador, el cual venia no muy lejos, y comenzaron á seguir poco a poco los diez indios que como añagaza andaban esperando y huyendo, y cuando vieron que toda la gente venia, y que los corredores estaban metidos donde ellos querian, dieron una gran grita, á la cual salieron de dos arboledas que á los lados estaban, dos escuadrones de gente, que al parecer el uno tenia mill é quinientos hombres y el otro mill, y en este instante se levantaron los otros dos y comenzaron á dar en los corredores, y á este tiempo el gobernador con toda la gente venia, y comenzaron á romper por ellos, y duró el alcance casi una legua, donde se mató mucha gente. En este mismo comedio dieron otros escuadrones de gente en la rezaga y lados, y en todo hubo tan buen recaudo, que no hubo desman ninguno. Hirieron aquel dia doce ó trece españoles, y muchos indios de los amigos, y algunos mataron ; y ansimesmo hirieron cuarenta y ocho ó cuarenta caballos, de los cuales creo que murieron once ó doce. Recogióse el campo en un lugar que allí estaba, que se llama Atecomatlan, de donde envió otro dia á correr el campo: estuvo ahí dos dias, y llovió mucho. Dende ahí fué luego á un pueblo dos leguas de ahí; otro dia á otro que se llama Omitlan, donde halló ciertos nahuatatos y principales que les vinieron de paz de la cabecera de toda aquella tierra, que se llama Centiquipaque : es buena provincia que dicen que tiene subjetos á cuarenta y tantos pueblos. En esta provincia se detuvo creo que cuarenta dias, á causa de las muchas aguas, y por enviar á ver si se podia ir la tierra adentro. Es provincia muy abundosa de comidas y de muchas frutas; es caliente por ser en la costa, y tierra muy llana. De aquí tuvo noticia de otra provincia que se llama Aztlatan, diez leguas de allí; en el camino duró seis dias á causa de las muchas aguas que á la sazon hacia, y de los muchos y furiosos dias que habia. El dia que llegamos á vista parecieron muchos escuadrones de gente de guerra: no se pudo pasar á ellos á causa de no hallar vado á un rio por un vado que se halló, y

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Acaso deberia decir cincuenta.

• Será tal vez rios.

Es preciso suplir aquí algo para completar el sentido; quedaria bien diciendo:

« no se pudo pasar á ellos á causa de no hallar vado á un rio hasta que al fin pudo pasarse por un vado que se halló » &c.

como nos vieron pasados huyó la gente, y yendo tras ellos se topó con otro rio muy mayor, de manera que á esta causa no se pudo perseguir la gente: hallóse en este pueblo ciertas cosas de un cristiano que allí habian muerto siete años habia, el cual como mercader por aquella tierra entraba á saber qué habia adelante, y pasado el rio, que fué con harto trabajo, determinó de asentar allí hasta que las aguas pasasen, porque con ellas aquella tierra es muy difícil de caminar, cuanto mas de descubrir, por los muchos rios y ciénagos que en ella hay, en las cuales murieron hartos caballos. En este pueblo se detuvo casi cinco meses, y desde allí se volvió el veedor Pero Almildez Chirinos, y otras muchas personas que en México tenian indios y de comer; y despues de él venido fué tanto lo que llovió, que salieron todos los rios de madre, y nos cercó el agua de tal manera, que en cinco ó seis leguas de llanos que hay alrededor no parecia sino agua: anduvimos en los caballos hasta los bastos buscando alturas donde guarecer, la cual agua hizo tanto dapño en el fardaje y bastimentos, que seria largo contarlo. Desto sucedió otro mayor mal, que como los bastimentos se dapñaron, y la humidad del agua quedó en las casas de los aposentos, comenzó á adolecer la gente, ansí españoles como los indios amigos como de los naturales, porque como cada dia se hacian entradas se traian mucha gente, y traidos venian tan dolientes que luego morian. En este medio tiempo hubo mucha falta de bastimentos de carne, y yendo que iban ciertos españoles con puercos desde Mechoacan para el gobernador y ejército, Aguacatlan y Xalisco se alzaron, y corrieron á los españoles, y les tomaron y mataron mucha parte de los puercos; y ansí por esto como por la falta que habia, envió á su maestre de campo con cierta gente á apaciguar aquellos pueblos y á meter puercos y algunos españoles que estaban para ir allá; el cual fué, y de vuelta, viendo que no querian servir ni estar de paz, hizo esclavos en los dichos pueblos, que hasta entonces, ni aun despues no se hizo ninguno. En este medio tiempo que el maestre de campo fué á lo susodicho, envió al capitan Samaniego á una provincia que se llama Chiametla, de la cual se tuvo gran noticia, con veinticinco de caballo y otros tantos peones, y despues de haber pasado por espacio de quince leguas algunos rios y muchas ciénagas llegó á la dicha provincia, y con enviarlos á llamar despues de ha

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ber dado un alcancejo al primer pueblo, que luego vinieron de paz, dieron mucha cantidad de gallinas y algund pescado, y dejando paz la dicha provincia, que tiene veinte é dos pueblos subjetos, se volvió trayendo consigo al hijo del señor con hasta ciento y cincuenta hombres, todos cargados de gallinas, de que no poco consuelo recibió toda la gente, porque habia muchos dolientes; y luego el gobernador le dió ciertas mantas y manteles ricos, y licencia para que se volviese á su tierra. Estando así y viendo que el maestre de campo se tardaba, y que la gente de cada dia iba de mal en peor, digo los indios amigos, porque eran muertos mucha cantidad de ellos, y que los bastimentos faltaban, porque con la demasiada agua se habia todo estragado y podrido, acordó de se partir para Chiametla y allí esperar al maestre de campo. Fué mucha lástima de ver, porque si iban no podian con la gravedad de la dolencia, y si quedaban no habia que comer ni de donde lo traer, Murieron en este pueblo de Aztatlan Tapiezuela y otros principales señores de México y Tatelulco, y de todos los amigos fué mayor el dolor que trabajo, porque como la dolencia era general en todos y grave quedaron sin les poder dar remedio muchos por el cabo,1o donde murieron hartos dellos. Llegamos al dicho pueblo de Chiametla el cual hallamos de paz, que fué harto alivio para los dolientes, aunque por otra via dapñoso, que por no los echar de sus casas contino" posar en el campo, adonde con la dolencia y frio dió cámaras á la gente, y de aquello murieron muchos. Estuvo ansí dándonos de lo que tenian quince dias, y viendo que iba á larga, y pensando que habiamos de estar allí como en Aztatlan, determinaron alzar las comidas y alzarse ellos al monte, y la causa que se cree haber sido fué mandarles ir á traer el fardaje que en Aztatlan quedaba, en guarda del cual quedó Cristóbal de Oñate.

Tornó á enviar á llamar á los señores que viniesen de paz, y vino uno de ellos y los mas no quisieron, mas antes mataron á unos amigos y á un español que se llamaba Juan Frances, harto buen hombre, peleando con ellos; y viendo esto el gobernador y

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¿Seria mejor leer y en vez de que?

10 Parece preferible leer camino.

9 «En este pueblo de Actlan ahorcó á un español porque hizo cierto motin, de que sucediera mucho daño si no se castigara. » (Nota al márgen del MS.)

11 Continuó el posar en el campo, quiso tal vez decirse.

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